Como para no ser un luchador romántico por la libertad
Managua Marzo 9 de 2010.
Compañeros
Me escudo en mi falta de ciberpericia y capacidad de manejo en estos espacios, realmente no sé si esta anécdota, historia o testimonio escrito para el blog de amigos Red Filosófica de Uruguay, y motivado por la noticia de una cierta polémica surgida a raíz de una versión del Himno Nacional uruguayo difundida en el Estadio Centenario, a pocas cuadras de casa por cierto, previo a un partido de fútbol, puede ser enviada a ustedes dentro de la línea de correspondencia hablada.
Si pueden publicarla se hace absolutamente necesaria una introducción síntesis de la letra clásica del himno que nos acompañó en la infancia y adolescencia en Uruguay.
En sus partes substanciales dice:
Orientales, la Patria o la tumba.
Libertad, o con gloria morir.
Es el voto que el alma pronuncia,
y que heroicos, sabremos cumplir.
¡Libertad, libertad, Orientales!
Este grito a la patria salvó.
Y a sus bravos, en fieras batallas,
De entusiasmo sublime inflamó.
De este don sacrosanto la gloria merecimos
Tiranos ¡temblad!
Tiranos ¡temblad!
Tiranos ¡temblad!
Ah!
¡Libertad! en la lid clamaremos
Y muriendo, también ¡Libertad!
Si fuéramos realmente rigurosos, cosa imposible porque no ensambla con la velocidad de la comunicación ni la maravilla de estos espacios ciber, deberíamos analizar separadamente los diferentes niveles de este aparentemente tan simple fenómeno; lo estético; sus aspectos éticos; futbolísticos; culturales; sus relaciones tiempo-espacio; su ubicación en el momento histórico del hoy ahí, y como si fuera poco deberíamos bucear en las profundidades de nuestras propias psiquis, en algún rincón de ese mazacote de mil millones de neuronas que llamamos nuestro cerebro y pretendemos sea nuestra conciencia, para aprehender allí NUESTRA versión del Himno.
En mi caso primariamente surge la imagen del "maestro Clark" muy gris inglés y de un desvencijado piano en un cuartito de la escuela número 31 Barrio Artigas, de Treinta y Tres, ahí descubrí también mi capacidad de fonomimia, para ocultar la atrocidad de una voz, que me acompaña hasta hoy.
Pero, hay algo más, esa repetición de palabras, o tal vez ideas, sobre
LA LIBERTAD, LA LUCHA, LA MUERTE, sobre esos tiranos QUE DEBEN TEMBLAR, que se circuitan en escuela, liceo, IAVA, cuando acto patriótico o festejo hubo, en tapas de cuadernos, carteles en paredes, como esas simples palabras se fueron grabando indeleblemente en mi conciencia, y supieron surgir transformadas en acciones en su momento, así como el padre en su caballo en la rivera del Ayuí, y sus palabras en textos discursos, clases magistrales del flaco Ares Pons, y como ese
"CON LIBERTAD NO OFENDO NI TEMO"
pudo ser también escudo protector en sus momentos debidos, y como toda esa parafernalia que he podido arrastrar por tantos y tantos lados bajo el pretencioso nombre de "mis raíces culturales", que fueron además el nicho subjetivo donde se instalaron con naturalidad las palabras de otros mis padres también, para luchar,
"porque de lo que se trata es de transformarlo".
ENTONCES
hasta aquí, lo yorugua, el ritual del mate amargo, la globa, el Mago, pero eso es HASTA AQUÍ.
Ahora les cuento lo personal, existencial, intransferible, si quieren lo ideológico político: Corría el aciago mes de Junio de 1972, el cuarto de los instrumentos musicales de la banda, en no importa que cuartel de que batallón de que departamento, eso sí República Oriental del Uruguay, esparcidos por el suelo unos diez cuerpos de los que el Dr. Quijano en Marcha llamaba PBRs, Pequeños Burgueses Radicalizados, las ropas hechas jirones, vendas ajustadas en los ojos, capuchas puestas para atrás, manos con esposas apretaditas, cadenas entre los tobillos, y todo con un olor que ni les cuento, cuando la adrenalina se suda, cuando todos los mecanismos hormonales que te han preparado para la lucha o la huída afloran, como un sudor frío, espeso, denso, como si tuvieras chicles pegajosos en todos los dos metros cuadrados de tu piel, y así horas y horas mientras el turno de la máquina nos va desgranando uno a uno, y como vos deseas ser el próximo, y
otra vez el próximo, para tener la respuesta de lo que está en el aire, si aguantaré, y cuando te traen de vuelta, te tiran en ese piso y te sentís como en verano en Pocitos, casi feliz, "no me pudieron", esta vez.
A pesar del obligado silencio impuesto por el guardia "a vista" permanente, por el susurro de las voces vas reconociendo, al otro grupo que cayó, entonces no queda nadie en la zona, y así, mas o menos pasan horas y días, pero hay reservas todavía quedan, les cuento:
en la noche oigo la voz del Juanca que dice muy bajito
-"estoy muy tenso", al ratito dice
-"estoy muy tenso",
y pienso pero como no vas a estar tenso jodido, y digo,
-"yo tengo un sistema para controlar la tensión"
el Juanca dice al momento
-"cual¿¿¿" … pausa prolongada, le contesto,
-"digo cric crac, cric crac, cric crac, tres veces",
todo hablado apenas con el aliento para no alertar al guardia, gran silencio, de pronto se oye la voz del Juanca,
-"cric crac, cric crac", no pudo terminar por las risas de todos, como bufidos detrás de las vendas, detrás de las capuchas y esposas y cadenas, y la voz del guardia comenta con su colega:
-"no te dije, estos pichis están todos locos".
Pero llega un día, siempre llega un día por larga que sea la noche como dice el William, y es el 19 de Junio natalicio de Artigas, cerca se oye
la banda afinando sus instrumentos a los que hemos desalojado, suenan órdenes y una voz joven y decidida dice:
-" todos parados, guardia quíteles las capuchas y vendas",
había sol de verdad, la voz:
-"Señores van a tocar el Himno Nacional pueden cantarlo si quieren",
en su tono era claro que no creía que lo hiciéramos, que nos interesara, que lo supiéramos, total son todos extranjeros, entonces en ese día a esa hora, en ese cuartel sonó en mis oídos para siempre, MI HIMNO NACIONAL URUGUAYO, en ese momento comprendí por fin como todas las veces anteriores habían sido como el preludio, como su significado se develaba para nosotros nuevo, fuerte, claro, sin dudas ni recovecos ambiguos, cada palabra que cantábamos tenía entonces su real significado sin pareceres semánticos posibles, y allí fueron "TIRANOS TEMBLAD", que ni el Luciano Pavarotti les digo, y las ideas cantaban y fluían en nuestras miradas, sobre las marcas, los verdugones, los coágulos coloridos, semiparados erguidos¿, payasescos, pero nada pudo empañar ese sentido de dignidad mas allá del tiempo y el espacio, y ese calor de la corriente de sangre compartida en una sola corriente con todos los que luchan, han luchado y lucharán por la
justicia social, sin ofender ni temer, por cierto.
Y así el Tito, el Juanca, el Manso; el Canario, el Gallego; el Juan, el Pacha, el Flaco y más allá, la Parda, la Pelusa pudimos comunicarnos el compromiso y hacer el VOTO, no electoral por cierto, y la verdad es que supimos cumplir.
ENTONCES,
entonces me perdonarán la intransigencia, la incapacidad de tomar lo nuevo con coca cola, o podrían comprender que como dice Fernando, de pronto uno tiene en algún lugar de la conciencia un rinconcito conservador, casi reaccionario, pero de estar allí se me hubieran caído algunas tristes lágrimas sin dudas.
Fraterno.
Alberto Machado
Managua Noviembre 24 2009.
martes, 9 de marzo de 2010
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