por Gabriel "Saracho" Carbajales
De “garra charrúa”, ni un gramo; de tinte
celeste en mis venas, un poco nomás, no muy apasionadamente; “conocimiento” de
fútbol, menos diez; me gusta mucho ver esa danza animal atrás de una pelota,
pero como hincha (bohemio), nada fanático y siempre perdedor.
Pertenezco a la generación a la que
todavía la hinchada bohemia aplaudía los goles albinegros como si estuviese en
el teatro Solís escuchando a la filarmónica interpretando la quinta de
Beethoven.
Solamente una vez metí un gol cuando
el partido ya había terminado en un campito cualquiera de mi juventud.
Cada vez que empieza un nuevo “mundial”
u “olimpiada”, presiento que algo pasará para perjudicar a los “no favoritos”.
Lo presiento porque no sabiendo un coño de fútbol, algo creo haber aprendido de
lo que día y noche nos enseña el capitalismo: todo, hasta lo más sagrado,
termina hecho escoria infecunda en manos de lo que solemos llamar la “clase
dominante”, sin ser siempre muy conscientes de todo lo que contienen esas dos
graves palabras.
No obstante, no puedo sustraerme al
impacto de esa danza pasional del fútbol, por más que sepa que la pelota
rodando es nada más que un pretexto para ganar millones y millones y más
millones (extra) durante un mes y poco, como yapa del premio cotidiano de la
explotación y el saqueo nuestro de cada día en este mundo en el que desde que
nacemos nos muerden los hombros, los ovarios, los testículos y el hígado, una
manga de imbéciles de buenos reflejos jodedores aprendidos mientras sus papis
nos venían mordiendo y chupando la sangre en cuerpo y alma, desde siempre,
desde mucho antes que los “charrúas” aprendiéramos a jugar al fútbol, este
deporte impuesto en la “tacita de plata” por los imperialistas que por aquellos
tiempos se llevaban el mundo por delante con la pelota abajo del brazo y sin
derecho al pataleo.
No puedo decir, no, que la esté gozando
con lo que ha venido ocurriendo con este personaje surrealista llamado Luis
Suárez. No, entre otros motivos, porque aún sabiendo, estando convencido, de que
“algo así” iba suceder necesariamente con Suárez o con quien fuera, he vivido
la impotencia de ver cómo otros, muchísimos otros, no ven (y no es que yo sea
un visionario, obvio) y cómo al no ver, pasaría lo que está pasando: la “sorpresa”
que nos deja mudos, el desconcierto que a lo sumo arranca puteadas a los “gringos”,
sin poder creer lo que rompe los ojos y la razón desde hace muchísimo tiempo…
No la gozo, pero sí me da optimismo,
esperanzas de que para algo sirva esta demostración de imbecilidad petulante de
los que mandan en este mundo, que, por su grosería, tiene que dejar huellas
profundas en el alma y las sienes de este pueblo que ya no puede ser charrúa,
pero sí valiente, de nuevo.
Optimismo, esperanzas, deseo ferviente,
de que esto ayude a ver todo el atropello de los parásitos, un atropello con cómplices
de entrecasa, por supuesto, que lucen títulos de abogados y doctores y
políticos y empresarios y la mar en coche,
y, naturalmente, absoluta falta de moral como para disponer la retirada del “mundial”
de los mordiscones gorilas el sábado 28 nomás, para, terminado el partido no
importa con qué resultado, sacarse la “gloriosa celeste” y mostrar la tricolor oriental
con la simple leyenda: “¡METÁNSE EL CIRCO EN EL CULO, IMBÉCILES DE LA FIFA Y
DEL CURRO IMPERIAL!!!”.
Obvio que no va a pasar. La burguesía “aliada”
a las fuerzas del progreso, no lo permitirán. Guardarán las formas, ni qué
hablar; hasta argumentarán que no hay manera de introducir un circo en el ano,
mucho menos un circo tan grande, tan evidente, tan podrido como el mismo capitalismo.
En fin, de fútbol, sé poco y nada, y
soy uno de los nacidos para perder.
Pero quiero dormirme con la certeza –más
que la esperanza- de que, sobre todo después de ver cómo se seguirá afanando a “la
celeste” el sábado y todos los días, hayamos empezado a aprender que nuestra
dignidad ni empieza ni termina con un fútbol del que somos convidados de piedra
y que, al margen de mordiscones infantiles y codazos animales filmados a todo color,
hay una dignidad verdadera que no depende de “jueces” y mascarones de la prostituta
fifa ni tampoco de elecciones internas o externas o cualquier otra actividad
del gran- pequeño circo burgués que por estos pagos estafa y afana con fallos
de la inquisición y robos del hierro que casi ni tenemos, y allá, donde no
llegan las cámaras de Paco Casal y sus “aliados circunstanciales”, muy cerca de
donde crucificaron a Espartaco y a Jesús, asesina a mansalva niños palestinos
que ni se han podido enterar de que en el Brasil de nostálgicas y ridículas aspiraciones
imperiales de apariencia socialoide, un jugador de fútbol fue despedido sin indemnización
y, encima, es él el que debe pagarle el despido a los patrones del mundo.
Repito, mi sueño medio poético y loco,
es una camiseta que diga: “¡METÁNSE EL CIRCO EN EL CULO, IMBÉCILES DE LA FIFA Y
EL CURRO IMPERIAL!!!”.
Tal vez algunos niños palestinos –en sueños,
por lo menos- se enteren de que hay gente que se siente de “garra charrúa” y “pasión
celeste”, y que de alguna manera le expresa a los asesinos de la especie humana
un repudio furioso y lleno de odio, que no es tan sólo ni principalmente el repudio
a la “sanción” aplicada a un surrealista jugador de fútbol de la Santa María
inventada por Onetti.
Gabriel –“Saracho”- Carbajales, 27 de
junio de 2014, 41 aniversario del Golpe de Estado y año 2014, de la dignidad
“celeste”.-
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