domingo, 29 de mayo de 2016

La justicia al revés

A Irma Leites este domingo la citaron al juzgado a las 10 de la mañana.





Irma Leites de Plenaria Memoria y Justicia citada al juzgado hoy.
Denunciada por amenazas por la esposa de Gavazzo en el marco de la vigilia del pasado viernes 27 de mayo.
Quedo emplazada mientras la policia busque pruebas (que no hay claro).
Dato interesante: Surge del expediente que Gavazzo no pudo concurrir al cumpleaños.



>>> La mujer de Gavazzo no quiere foto 

Después que insultó, provocó y arrancó carteles pegados en la puerta.
Denunció que la habian empujado, aquí se ve claramente que a la sra nadie la tocó.





>>> Gavazzo no pudo salir

Condena social a la impunidad judicial




El vals de la impunidad

>>> Crónica de la nota que no salió...

Cuando aún masticábamos la bronca de habernos encontrado cara a cara con el torturador Ernesto Ramas, sentado tranquilamente en el frente de su casa -tomando mate como cualquier vecino-, y sumidos en los preparativos del próximo escrache que realizaremos el 4 de Junio, -una caravana rumbo a Piriápolis para escrachar a Ramas-, nos encontramos con la noticia de que a Gavazzo , Gesto, le concedía el permiso de asistir al cumpleaños de 15 de su nieta, el día 27 de Mayo. El mismo juez que le dio prisión domiciliaria por razones de salud, porque estaba tan mal el viejo asesino que no podía seguir hospedado en la cárcel VIP... pero estaba lo suficientemente bien como para ir a una fiesta...

Una nueva cachetada de la justicia, un nuevo gesto de que acá, en Uruguay, la impunidad es una política de Estado. Una prueba más de que la única justicia que nos queda es el de la condena social.

Y la respuesta fue inmediata, más allá de que en los grandes medios la noticia no tuvo más repercusión que unos pocos segundos, en las redes sociales, en el boca a boca, la indignación quedó patente.

Al día siguiente de conocer la noticia hicimos un afiche: El vals de la impunidad, le llamamos; "que fuerte" dijimos varios cuando nos enfrentamos a la propuesta; "vamos a subirlo" dijimos todos.

Al poco rato de haberlo subido a las redes, el afiche se difundió con una velocidad sorprendente, y en varios lados en los que alguien había compartido esa imagen, se podía leer una gran cantidad de comentarios de todo tipo, pero que mantenían un mismo tenor: Indignación.

"Hay que hacer algo", "vamos al club", "vamos a la casa", decían los comentarios... y así varios de los indignados con la noticia quisimos estar presentes el día 27 en la puerta de la casa del torturador Gavazzo. Y es que la bronca era mucha y ni siquiera el hecho de que a Cordero le daban 25 años de cárcel (en Argentina, claro está) la pudo apaciguar.

Nosotros llegamos un poco después de las 18 hrs., el permiso del juez era de 20 hrs. a 6 am, pero quisimos estar antes, por las dudas. Y no fue sorpresa encontrarnos que había otros que también se habían auto-convocado a estar ahí a manifestar su repudio. Nos encontramos con algunos vecinos; "Gavazzo está flaco" nos decían, "lo hemos visto salir a la calle" decían otros vecinos que daban vueltas por el lugar sin poder creer del todo que la justicia funcionara así en Uruguay.

Cada minuto que pasaba alguien más se acercaba, a las 19hr ya éramos varios cortando la calle. Varios de los que iban llegando traían algún cartelito con ellos, escrito a mano o alguna fotocopia, que poco a poco fue adornado las paredes del edificio.

A eso de las 19:30 una mujer llegó enfurecida, arrancó los afiches pegados, nos grito mientras abría la puerta para entrar en el edificio, alguno le respondió; "que se siente vivir con un torturador como vecino" le preguntamos si sabía lo que ese tipo había hecho y la mujer seguía despotricando, después de un tiempo esa misma mujer salió vestida con ropa deportiva y se subió en un taxi...

Fue mucho después que nos enteramos que esa mujer era la esposa de Gavazzo que fue al cumpleaños de su nieta sola, y con ropa guardada para cambiarse allí.

A eso de las 20 hrs un grupo de estudiantes -todos con carteles- se pararon frente a la puerta y cantaron "A redoblar" mientras todos lo demás los escuchábamos emocionados.

Desde el Club Naval (donde se celebraba la fiesta de la nena) nos mandaban mensajes -al parecer otros compañeros se habían auto convocado allí-, preguntando: "Se sabe algo" "acá recién están llegando los invitados", y los que estaban allí vieron pasar el desfile -incluida a la mujer del secuestrador-, pero de Gavazzo ni noticia.

A las 20:30, más o menos, llegó un auto (el remise), con policías de particular -como ellos se identificaron-. Nosotros seguimos cortando la calle, ellos nos vieron, nosotros los vimos, y al ratito se fueron.

Algunos compañeros se fueron marchando, pero otros llegaban y cada nuevo compañero o compañera que llegaba decía lo mismo: "Hay varios policías de particular en la plaza", no nos sorprendimos ya que hacía rato que estaba la clásica camioneta estacionada en la esquina de la que se podía ver cada tanto la lucecita del flash de una foto.

El frío era mucho y la espera tediosa, pero no nos íbamos a ir hasta ver al ladrón salir escoltado.

A las 21:30 policías de civil entraron caminando por el otro lado al edificio. Vimos como se prendía la luz de los garajes, la luz en el apartamento de Gavazzo seguía prendida. Al ratito la luz de los garajes se apagó y varios minutos después salieron los mismos caminando solos.

Ya cerca de las 22 hrs., nos avisan desde el Club Naval, los compañeros que hacían la guardia, que las motos de la policía que obraban de escolta policial motorizada, se estaban retirando. Y por allá la noticia era que Gavazzo finalmente no iba a ir.

Sobre las 23 hrs., con frío y cansados, seguíamos esperando y entonces alguien dijo: "Y si hacemos que nos vamos, a ver qué pasa" y así lo hicimos, nos fuimos todos por diferentes lados, alguno quedó como un rezagado y al parecer fuimos convincentes porque la camioneta que nos acompañó todo el día se fue, y del apartamento de Gavazzo alguien se asomó y ahí -chiflido mediante- todos volvimos a aparecer y luego poco a poco la gente se fue yendo (ahora de verdad) y los últimos partimos ya cerca de la 1 am.

Mientras escribíamos esta crónica, el sábado llega la noticia de que citan a Irma, para que se presentara al juzgado el domingo 29 de Mayo a las 8 am. Desconcierto total ¿por qué la estarán citando?...

Nos hicimos presentes en el juzgado, acompañando a Irma, otra vez hacía frío -y encima llovía- otra vigilia, sin saber que estaba pasando. Sobre las 12 hrs, Irma sale y nos cuenta que la habían citado porque la mujer de Gavazzo, (la señora furiosa que arrancó los carteles) María Inés Busqueazo, denunció a Irma por agresión e insultos, sumamente indignada porque el 27 en la puerta de su edificio alguien leyó el prontuario del torturador, desolada porque Gavazzo no pudo ir a la fiesta de la nieta. Ella dice que la empujaron, cuando nadie la tocó, y denuncia a Irma sólo porque es la única cara que reconoció de los varios auto-convocados en el lugar.

Mucho se podrá decir sobre si Gavazzo fue o no fue al cumpleaños, si estaba o no en la casa... Lo cierto es que de 18 hrs. a 1 am Gavazzo NO salió de su casa, ni entró al Club Naval. Lo cierto es que su impunidad se vio amenazada. Lo cierto es que la mujer e hija de Gavazzo declararon en el juzgado que el criminal NO pudo ir a la fiesta. Lo cierto es que ahora sabe que aunque la justicia sea rápida en mostrar sus gestos benevolentes otorgándole privilegios, siempre habrá alguien dispuesto a manifestar su repudio.

Lo cierto es que a la hora del vals, Gavazzo esta vez no pudo bailarlo....

¿Seguirá sonriendo?


Lunes 30 • Mayo • 2016 

La foto que no fue


Llegué temprano, sin muchas certezas y pisando despacito: esa cosa de estar en terreno ajeno y sin demasiados amigos. Había un par de guardias de seguridad, el cuidacoches y nadie más. De a poco se empezó a armar el cumpleaños: llegaron los fotógrafos de la fiesta, la cabina en la que la gente se saca fotos con carteles encima de la cabeza y gorros y antifaces. La primera certeza: ahí iba a haber un cumpleaños de 15.
Llegan dos policías en moto y preguntan por el encargado de seguridad, lo saludan y le dicen si vio gente movilizándose por ahí cerca; respondió que no. Los policías le cuentan a los guardias que en la casa había una movilización. Se reúnen unos minutos y los policías se quedan a metros de la puerta. Segunda certeza: el cumpleaños era el de la nieta de José Gavazzo.
Luego de casi una hora parado en la puerta, uno de los guardias me pregunta qué hago ahí y le contesto que soy fotógrafo de la diaria. Se va, y ya sin mucho que ocultar saco el equipo de la mochila, testeo luz -hay muy poca-, tiro dos flashazos para probar intensidad y dejo la cámara seteada. El cuadro lo tenía previsualizado: vendrían un montón de camionetas policiales, Gavazzo bajaría de una de ellas con cinco o seis policías de uniforme o de particular, él iría al centro del cuadro, cabizbajo -en algún momento miraría hacia abajo- y rodeado de escoltas.
Pero la foto no fue. Rubia, vestida de fiesta y muy nerviosa se me acercó una mujer (de ahora en más, “hija 1”) y me preguntó -como lo había hecho el guardia minutos antes- “¿quién sos?”; “soy fotógrafo de la diaria”, dije, otra vez. “¡Te vas ya de acá! No le vas a arruinar el cumpleaños a mi sobrina. Esto es propiedad privada. ¡No le podés sacar fotos a nadie!”. Tenía razón, estaba en la puerta del Club Naval y era propiedad privada. Caminé hasta la calle, que estaba a tres o cuatro metros, y me quedé ahí, esperando la llegada de su padre.
La calle es oscura; lo único que pasa por ahí son camionetas de esas de Carrasco que llegan, dejan tres o cuatro adolescentes y se van. Nadie camina por la calle, sólo pasan unos pocos que hacen footing. “¿Vos quién sos?”, le grita una mujer morocha vestida de fiesta que baja de un auto al cuidacoches que está al lado mío en la calle. Ella no estaba nerviosa; era otra cosa, era ira. “Yo soy el cuidacoches de acá”, le responde. “¿Vos quién sos?”, me grita ahora a mí; “soy fotógrafo de la diaria”, respondo una vez más. “Yo soy la doctora Gavazzo” (en adelante, “hija 2”), dijo, y con el dedo en alto y a los gritos inició su descargo: “Los voy a denunciar, no le pueden hacer fotos a una menor ni a ninguno de los menores que vengan, dejen de jodernos la vida”. Le expliqué que no le iba a hacer fotos a su hija ni a ninguno de los adolescentes que iban al cumpleaños; estaba esperando a su padre.
Ella se va, me apoyo en un auto frente a la puerta del Club Naval y aparece nuevamente la hija 2: “¿Qué necesidad tenés de estar acá? Ya nos han arruinado la vida. Él no va a venir, tenés en Martí la respuesta”. Y tenía razón. En la calle Martí es donde vive José Nino Gavazzo. En su casa le estaban haciendo un escrache. Vuelve a aparecer la hija 1 y se suma a la conversación: “¿Qué te parece esto que está pasando? ¿Te das cuenta que ni habías nacido cuando pasó todo esto?”.
Llegó una camioneta con la cumpleañera, estacionó en la puerta y antes de que bajara vino la hija 1, se sacó su chal negro y me lo puso en la cara para que no viera, “No voy a correr el riesgo de que le arruines el cumpleaños a mi sobrina. Mi padre no va a venir”. Y, efectivamente, Gavazzo no fue. La que logró llegar fue su esposa, que abandonó el edificio de la calle Martí vestida de deportivo sin que se la reconociera, subió a un taxi y llegó al Club Naval con una mochila donde tenía la ropa de fiesta que se puso en una habitación del salón.
En General French entre Gavea y Copacabana, a una cuadra de la avenida Rivera, se firmó el Pacto del Club Naval. Hoy el entorno es oscuro; imagino que siempre fue así. Para colmo de simbolismos, 42 años después, Gavazzo tuvo la posibilidad de bailar un vals en ese mismo lugar. “De la condena social no podrán escapar” es la consigna que se utiliza habitualmente en los escraches, y esta vez fue así. La foto no fue. Hay fotos que significan más cuando no están.
Sin fiesta
Cuando se supo que Gavazzo podía concurrir al cumpleaños, Plenaria Memoria y Justicia organizó una manifestación fuera de su casa. Llegaron el viernes a las 18.00 y se fueron a la 1.00; en ese lapso llegaron policías de civil que se retiraron sin Gavazzo. El sábado le llegó una citación judicial a Irma Leites, de Plenaria. Según la agrupación, la esposa de Gavazzo, María Inés Busquiazo, la denunció “por agresión e insultos”. “Ella dice que la empujaron, cuando nadie la tocó, y denuncia a Irma sólo porque es la única cara que reconoció de los autoconvocados en el lugar”. Busquiazo y la abogada Rossana Gavazzo declararon que el ex militar no pudo ir a la fiesta.









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