Aquella esquina del barrio Punta Carretas, que
por varias décadas albergó un simple almacén, en el cruce de las calles
José María Montero y Guipúzcoa, ocultaba un secreto bajo el suelo.
El secreto acabó por salir a luz hace poco más de una
semana, cuando los obreros que realizaban reformas en el local para
abrir un flamante restaurante, descubrieron un viejo túnel y varios
curiosos objetos y herramientas: vestigios de un olvidado "berretín" del
Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros.
La sorpresa de los dueños del local y de los obreros
que encontraron bajo el piso de madera un inmenso habitáculo de más de
dos metros de profundidad, por cuatro de ancho y aproximadamente cinco
metros de largo, al fondo de lo que en su momento fue el almacén "La
Marina", los dejó perplejos. No podían dar crédito de lo que estaba
frente a sus ojos.
Había elementos viejísimos: botellas de color verde
llenas de tierra y telarañas, cajones de madera, un pico, una pala, una
hormigonera, un aparato de radio de transmisión con un micrófono, una
batería parecida a la que usan los autos y fierros herrumbrados.
El inmenso pozo, que está conectado a un túnel de unos
seis metros que va en dirección a la calle Guipúzcoa, no conduce a
ningún lugar; está obstruido, como sin terminar.
"Enseguida le dije a un compañero que esto debió ser
una tatucera de los tupas, está a una cuadra y media del antiguo penal
de Punta Carretas", de la que se fugaron 111 guerrilleros en septiembre
de 1971, comentó a El País uno de los 15 obreros que trabajó en el
lugar.
Uno de los encargados de las reformas en el local,
Juan Pablo Roca, que a su vez vivió su niñez en el barrio Punta
Carretas, describió que "iba a comprar a ese almacén cuando era niño, y
resulta que muchos años después, con el cariño que le tengo a ese lugar y
todo lo que me recuerda, me encuentro con esto".
Roca informó que cuando levantó las maderas del falso piso, supo "enseguida que se trataba de algo vinculado a los tupamaros".
"Cuando bajé al pozo comencé a encontrar los objetos
oxidados, encontré la radio, la hormigonera, un pico", recordó Roca.
"También había un micrófono y una guirnalda de luces que se adentraba en
otro hueco de baja altura".
El pozo, extrañamente, tenía una temperatura cálida, sin humedad.
El encargado de la obra indicó que en un extremo del
túnel, cuando su cabeza quedó justo debajo del patio delantero de la
casa, "había una especie de desmoronamiento, por lo que suponemos que el
túnel fue clausurado en su momento".
Confirmación.
Integrantes del MLN-T confiaron a El País que "es
muy probable que ese berretín sea el que se hizo cuando se planeó la
primera fuga de la cárcel de Punta Carretas a fines de 1970", pero que
después quedó trunca.
"Esa casa puede ser la misma en donde se frustró el
primer escape de la cárcel. Yo fui uno de los encargados de la fuga del
71 desde adentro y sé que hubo un primer plan que no se pudo llevar a
cabo para el escape porque los militares descubrieron el túnel que se
estaba haciendo desde una casa muy cercana al Punta Carretas hasta una
cloaca en la rambla", aseguró el exguerrillero Amodio Pérez a El País.
El extupamaro, que volvió a Uruguay tras 43 años de exilio en España para presentar su libro Palabra de Amodio, cumple actualmente prisión domiciliaria por "reiterados delitos de privación de libertad".
Explicó a El País que "se iba a unir la cloaca con
una casa, y de la casa se iba a poder llegar hasta el hospital de la
cárcel. Esa era la idea".
Pérez confirmó que los militares descubrieron el
túnel por casualidad. "Un ascenso imprevisto de la marea hizo que las
herramientas con las que se trabajaba para cavar el túnel quedaran a la
vista, ahí se descubrió todo. Lo que nunca se pudo saber con exactitud
es dónde estaba la casa que debía comunicar con la cloaca; ahora la
descubrieron", explicó el extupamaro.
Otro exintegrante del MLN que prefirió no dar su
nombre, coincidió con Pérez. "Pasaron muchos años, pero estoy casi
seguro que es la misma casa desde donde se mandaban señales de que iba
todo bien para la fuga. Desde el segundo piso de la cárcel se podía ver
esa casa que está atrás del Punta Carretas", informó.
"Se iba a hacer un túnel hasta la cloaca, pero
después, no recuerdo bien por qué, lo tiraron abajo; se habrán dado
cuenta los milicos", dijo.
Un pozo con vestigios de la historia reciente.
Los carpinteros que trabajaban en el reciclaje del
viejo almacén, con vistas a abrir un restaurante, levantaron el piso de
pinotea que estaba en mal estado, pero no presentaba ninguna
particularidad, y descubrieron un hueco negro en el interior. Al seguir
levantando el suelo, se encontraron con una habitación subterránea de 4 x
5 metros, asentada en tierra. El recién inaugurado bar-restaurante,
cuyo diseño fue proyectado por la empresa Misura Design, mantiene como
curiosidad, a la vista del público, el pozo cubierto con un grueso
cristal.
El hallazgo modificó el nombre del restaurante.
Los dueños del flamante restaurante en cuyo suelo se
descubrió el túnel, habían pensado originalmente dejarle el nombre del
antiguo almacén "La Marina", pero lo cambiaron después del hallazgo y se
inauguró con el nombre de "El Berretín".
Si bien hace pocos días que el lugar abrió sus
puertas al público, muchos se han sentido atrapados por la historia que
esconde el fondo de la vieja despensa. No hubo publicidad, tampoco
grandes anuncios en las redes sociales, apenas unas pocas fotos de la
nueva fachada en la recordada esquina del barrio Punta Carretas.
Ahora, el piso que en su momento fue de madera y la
tapa de una pequeña parte de la historia uruguaya, está cubierto por un
grueso vidrio que permite observar claramente lo que hay debajo, en el
enorme pozo de seis metros de longitud y dos de profundidad, que
escondió historias, maniobras y, seguramente, muchas horas de
planificación tupamara.
A dos cuadras del restaurante, todavía continúa
viviendo Serrana Auliso, quien con cerca de 90 años de edad no ha
olvidado la tarde del 5 de septiembre de 1971, cuando los tupamaros le
coparon su casa para facilitar la fuga definitiva de los 111 presos de
Punta Carretas. En el living, bajo la alfombra, hay nueve baldosas
claramente distintas al resto, que señalan el lugar por donde los presos
salieron a través de un túnel de 45 metros; un túnel que no se comunica
con el de El Berretín.
>>> El dueño del agujero
.
Recuerdos del mejor tiempo de mi vida
ResponderEliminarEste "berre" aparentemente no tiene nada que ver con lo que cuenta el compañero. El tiempo pasa, las historias se mezclan.
ResponderEliminarLa vida y las historias se mezclan. La memoria de los compañeros !!!
ResponderEliminarLa vida y las historias se mezclan. La memoria de los compañeros !!!
ResponderEliminarnada habrá sido en vano, perdamos cuidado!!! ya encontraremos la verdadera libertad, ya volverán a temblar los que se comieron la pastilla del "fin de las ideologías"!!!
ResponderEliminarLo importante es que los luchadores sociales, demostraron sus inteligencias para llegar a ejercer un poder distinto de lo que el Uruguay vivio. Un poder justo, de justicia social y economica para todos. Demostraron que si eran capaces de llevar un pais adelante, de engendrar una nueva sociedad sin clases. Lo demas es historia tergiversada por algunos o muchos que se vendieron a las politicas neo-liberales. Los verdaderos luchadores siguen viviendo modestamente. O estan muertos o desaparecidos. Los que sobrevieron los tildan de loco, como el compa Zabalza. Los que estan en mandos son los que se doblegaron y entregaron los principios ideologicos de los cambios.
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