martes, 3 de noviembre de 2009
A exigir y redoblar!
De cara a un futuro sin terrorismo de estado
Veronika Engler
Perdonen el bombardeo, pero hay temas que dan para mucho y se me despertó la verborragia, les escribo en parte para intentar aclarar el panorama y en parte para pedirles que juntos pensemos sobre el futuro y hagamos algo. Reflexionemos, evitemos transformar la política en religión, en ciega creencia y muda aceptación. Seamos responsables e intentemos alcanzar y ejercer la coherencia con ánimo crítico y autocrítico. No creo que el conformismo nos lleve por buen camino, cada vez son menos las cosas que nos asombran e indignan; de a poco se va aceptando y cediendo terreno en temas en los que no se debería hacerlo, se justifica u olvida rápidamente todo lo que golpea nuestros principios. No es posible que nos traguemos la píldora de que todos tenemos que convivir con armonía si ese ”todos” abarca un torturador o un asesino que no fue juzgado y a la víctima con una historia rota y los derechos recortados. ¿Tanto se peleó y se sufrió para llegar finalmente a la conclusión de que la única manera de gobernar es parecerse cada vez a los gobiernos que siempre se criticó y combatió? Nos conformamos pensando que el gobierno de Tabaré hizo más por el tema de DDHH que los gobiernos tradicionales (bueno fuera que no…) en vez de exigirle que anule la ley.
Me cuesta entender lo que veo, estoy dolida desde varios aspectos. Pienso que vivir los fracasos y las victorias de lejos no es lo mismo que vivirlos desde aquí. No digo que sea peor ni mejor, porque la lejanía pinta de ausencia y suele doler mucho, sobre todo cuando se pelea, como se por experiencia que se hace desde el exterior. Por eso también me defrauda el fracaso del SI blanco (voto epistolar). Como uruguaya que vivió después de la dictadura casi veintitrés años en el exterior, sé muy bien que hay gente que se informa a diario de lo que sucede en nuestro país, muchas veces más inclusive que quienes aquí habitan. No son pocas las personas que después de trabajar ponen su tiempo libre al servicio de distintas causas sociales y políticas y tratan de mantener unida a la colonia uruguaya, tarea nada fácil. Me sentí tan uruguaya cuando vivía en Suecia como me siento hoy que vivo en Montevideo y puedo asegurar que lo era. Duele saber que cuando se manda dinero del exterior, se apoyan proyectos o se recibe a otros uruguayos, ya sean políticos o artistas que andan de gira, está todo bien y somos dignos representantes del departamento veinte, pero cuando se trata de reconocer los derechos de nuestra gente en la diáspora, surgen un montón de peros y cuestionamiento, ¿me pregunto a qué le tenemos miedo?
La diferencia de vivir el proceso electoral de cerca, es lo que se ve en el día a día, el escuchar la radio de mañana mientras se toma mate y enterarse de las noticias fresquitas, el salir a la calle y hablar con el vecino, con el o la compañer@ de trabajo. Escuchar los discursos de l@s polític@s, ver los gestos y las caras que ponen, sus contradicciones y devaneos, los comentarios… no sé, la sensación térmica y el razonamiento que nos conduce a votar de tal o cual manera y obtener los distintos resultados que después lloramos, festejamos o en el peor de los casos recibimos con indiferencia. El discurso engañoso o doble es más palpable desde aquí, porque escuchamos lo que se dice públicamente de los distintos temas que nos interesan, pero también salimos a la calle y a menos que miremos para otro lado o cerremos los ojos vemos lo que realmente pasa, los resultados de lo malo y lo bueno que hace el gobierno de turno y las víctimas siempre tienen nombre aunque no sepamos cual es o no nos interese.
Las estadísticas son números engañosos y frecuentemente maquillados que a muchos no nos cierran. Vivo en un asentamiento y veo el rostro de la pobreza y la miseria sin disfraz, eso ha contribuido a que deseche muchos de los esquemas que tenía en cuanto a la forma de vida y las necesidades de las distintas clases sociales. Montevideo tiene muchas caras y matices, cuando se dan porcentajes se tiene en cuenta una franja de población, pero no la que toca fondo, la que no puede recargar la XO porque no tiene electricidad (en realidad ni agua tienen), o esos que no pueden "disfrutar" las mejoras porque cayeron fuera del sistema y lo que hay que "inventar" es un sistema para cambiarles la realidad que nos l@s deja levantar cabeza por un problema económico sociocultural tan grande que no se sabe por donde hincarle el diente, les aseguro que eso no se arregla con la implementación de la nueva tecnología en todos los ”hogares”.
Cuando leo lo que otr@s compañer@s escriben sobre rescatar la alegría, conservar la esperanza, invertir en el futuro por un camino electoral y confiar en los políticos, no me parece tan sencillo. Esos políticos hicieron tanto compromiso con el poder y quienes lo sustentan que de a poco fueron diluyendo más y más el compromiso con la militancia, las bases, el pueblo. Piden que pongamos esperanza en el resultado de las elecciones y que todos le demos un empujón al FA. Sin embargo la noche del fracaso de la rosada sentimos pena, frustración y también rabia de haber visto en la tele un montón de papeletas del Frente sin el voto a los plebiscitos y de constatar que no nos dio el cuero para lograr la anulación y que nos faltó tan poco que con un pequeño esfuerzo del FA llegábamos. ¿Cuál fue el papel del FA en esta lucha? ¿qué sectores apoyaron y de qué manera? Esa noche del 25 de octubre, muchos frentistas se sintieron defraudados.
Al ver a Lacalle y a Bordaberry me invadió una sensación de deja vu; una unión cocinada de antemano, un oportuno enlace donde se despojaban de sus colores partidarios para adornarse con nuevos símbolos; la bandera diseñada por ellos con este fin, escuchar el himno, don Pedrito sin apellido, el viejo y consabido Dr. Lacalle, el no importan las diferencias (¿qué diferencias?) …en fin, toda esa combinación me olió a fascismo ya experimentado. De cara al ballotage pienso en las diferencias …
…después escucho de la boca del progresismo y de los partidos tradicionales, que en realidad los programas de gobierno no tienen gran diferencia, que la diferencia está en como se hace y no en lo que se hace, ¿que nos están vendiendo al módico precio de un voto?, ¿nos ofrecen el mismo contenido en frascos distintos?. La derecha no se ha movido hacia la izquierda, eso salta a la vista aunque el Ququi y Larrañaga se saquen la corbata en vano empeño por ”acercarse” al pueblo, ¿entonces que le está pasando a la vieja izquierda?, según mi opinión nos movemos en dirección equivocada.
Se que soy reiterativa, pero el fracaso del voto rosado por anular la Ley de Caducidad pego muy fuerte, no entiendo como no hay más gente conmocionada por este resultado nefasto (y eso que somos varios los que sentimos así). ¿No defiende el Frente los derechos de los más débiles?. El único voto que alcancé a emitir antes de irme del país se lo di al partido socialista, luego milité con el MLN y apoyé al MPP y al Fondo Raúl Sendic desde el exterior. Hoy debería estar contenta frente a las perspectivas del futuro político del Uruguay, pero hace tiempo que discrepo con muchas de las decisiones que el progresismo ha tomado, como la no despenalización del aborto o que se sigan mandando tropas y participando en las paradójicamente llamadas misiones de paz, o que el gobierno no haya anulado la ley de la pretensión punitiva del Estado… la lista se alarga.
En todo caso a quien más se debe exigir es al propio grupo político, a los compañer@s, tenemos el deber (no solo el derecho) de influir y asegurarnos de que el partido que defendemos y votamos mantenga en alto sus principios que en definitiva deberían ser los propios, los hombres que encabezan ese grupo o partido que apoyamos son los que elegimos para que nos representen y nos defiendan. No deberíamos terminar frente a la situación electoral de tener que elegir el menor de los males o votar en blanco o anulado.
Muchos se conforman pensando que si gana el FA (seguramente lo haga), vamos a buscar que nos entreguen la verdad de a puchitos, como en el gobierno de Tabaré y piensan que eso alcanza. Tendremos que buscar esa verdad por caminitos de hormiga, finitos y retorcidos para conseguir apenas migajas de justicia. Ojalá la presión de la ONU y la OEA sirva de algo. Pero ¿y nosotros?, los uruguayos, ¿nos vamos a conformar con una parte ínfima de lo que nos corresponde?. ¿Qué pasa con las vidas de Valentina, de Macarena, de Amaral, de las madres y de todos los que merecen Justicia ? Si este gobierno es y será nuestro gobierno, el gobierno popular, el del pueblo, ¿cómo no exigirle que deje de jugar a las escondidas en los temas de Derechos Humanos y se la juegue por todos nosotros?
No pretendo atacar a nadie, intento comprender lo que nos está pasando y por eso he leído todas las opiniones y los argumentos que han llegado a mis manos y lo seguiré haciendo. Me duele el dolor de gurisas como Mariana porque al volcar en su carta la más pura expresión de dolor y rabia nos están dando una lección de honestidad que quizás no merecemos. Porque con su juventud contradice la teoría falsa de que esto es un asunto de viejos y porque supo multiplicarse junto a otros jóvenes. No me lo contaron, l@s vi poner fuerza y trabajar, l@s vi nuclear gente alrededor de estos principios básicos y fundamentales, me duele el dolor de todas las esperanzas truncas que encuentro en el camino. Pero a la vez me esperanza el saber que vamos a seguir con esta lucha y que confío en ellos.
Quisiera saber qué se les va a exigir a quienes sigan gobernando, si nos vamos a conformar con seguir como hasta ahora con argumentos de que esto forma parte del pasado y de que hay que cerrar esta herida poniendo culpas en un cajón y tirando la llave al espacio del olvido, borrón y cuenta nueva, con el no jodan más con algo que ya pasó y nos impide avanzar, con el argumento de que esto es cosa de viejos, con la teoría de los dos demonios.
Me gustaría que cada uno desde su espacio, desde sus creencias y convicciones políticas reflexione respecto a este tema y se plantee que es lo que quieren para el futuro. Quisiera que no dejáramos de levantar la bandera de la Justicia y de la Verdad más allá de los sectores y los dirigentes, porque tenemos derecho a hacerlo y tenemos además un deber concreto con quienes aún buscan respuesta. Se encontraron muchos de los niños secuestrados, se les entregó una verdad a medias con la que tienen que vivir a diario, ¿no vamos a terminar lo que empezamos para entregarles toda la verdad, para exigir que se haga justicia? ¿No vamos a exigir que se investiguen todos los casos y se juzgue a los culpables?
Los evoco desde un punto de vista humano, les pido que seamos responsables en ese sentido y que busquemos muy dentro nuestro para sacar la empatía que sé debemos tener y tratar por un instante de ponernos en el lugar de los hij@s, las madres y familiares, ponernos en nuestros propio lugar cuando pensamos en lo que queremos para el futuro de nuestra gente y nuestro país, no se trata solo del pasado, ahora estamos hablando de un futuro sin terrorismo de estado.
No pido ni pretendo que nadie deje de votar lo que va a votar, que vote otra cosa o no vote nada, simplemente exhorto a que dentro de lo que uno apoye tenga la coherencia de defender la Verdad y la Justicia, de defender los Derechos Humanos por sobre todas las cosas y de trabajar desde su espacio político o social por ello. A no bajar los brazos estemos dentro o fuera del país y a no conformarnos con migajas y soluciones parche. Seamos críticos. La razón está de nuestro lado y podemos exigirla, no lo digo yo, esta ley fue nombrada inconstitucional por el mismísimo presidente Tabaré Vázquez (que así y todo la ha conservado), la ONU y la OEA la repudian, entonces ¿qué estamos esperando?
A ponerse las pilas uruguayos, a exigir y redoblar!
Abrazo
Veronika Engler
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