REDH
por Carlos D. PEREZ - | |
viernes, 06 de noviembre de 2009 |
Me adelanto al final tan esperado, anunciado y demorado del capitalismo occidental, cayendo no sólo por excesos sino por su propio, integral y brutal peso: la particular versión que emergió en China es la única que queda en pie. La pirámide social termina de desbarrancarse, la clase baja se pulveriza, la clase media que siempre la olfateó asqueada toma su lugar. Sin embargo, no queda más espacio que para el hambre, no hay basura que hurgar. Ya no es posible asimilar con naturalidad indolente el espectáculo diario de contenedores que tragan y escupen gente. Pese a que el final se veía venir, ninguna estructura se cambió para evitar o amortiguar esto. La gente se muere literalmente de hambre, de a miles, y miles más toman su lugar para repetir el derrotero. Aquí en Uruguay, que supo ser la perla de América Latina, inventores de la percha y el marcapasos, sede natural del ‘sentido práctico', se llega a la conclusión de que no existe otra alternativa que incorporarse al esfuerzo productivo internacional con el único objetivo de salvar vidas. Es decir, convertir a esa masa doliente con final seguro en fuerza de trabajo, a cambio de una ración de arroz que mantenga la vida y un techo que la proteja, interrumpiendo de este modo esta cadena macabra. Claro, volver a la esclavitud es una decisión que supera a individuos y sectores, más si ya no se trata de africanos traídos al efecto, sino que hablamos de los propios orientales caídos en desgracia. La respuesta a tal dilema la encontramos en los mecanismos que Uruguay supo darse para dirimir temas que a todos atañen, en la estructura incuestionable que soporta a la democracia, estructura que a ese momento -sin ningún lugar a dudas- llegará vigente y sin modificaciones: se juntarán firmas y ‘se resolverá por consulta popular'. Ese día, orientales, tampoco voy a estar de acuerdo con que se consulte, y que nadie me acuse de estar a favor de la muerte o de la esclavitud. Sin ficcionar la realidad social, en un tema latente y presente, digo que tampoco se pregunta por la viabilidad institucional de la Impunidad, como -sin salir del absurdo-, no se pregunta si las peras son comestibles o no, porque salga lo que salga, ‘lo son'... | |
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