Agua estancada, olor nauseabundo, bolsas, papeles y
botellas esparcidas, pastizales
que crecen y ya tapan carteles, además de dar cobijo a roedores.
TOMER URWICZ06 nov 2016
Cuando Lorena Falcón ve que a sus hijos les
duele el estómago, sabe que tiene que volar hasta la policlínica del
barrio. Sabe que no es una indigestión cualquiera. Los excrementos que
pasan día y noche por las cunetas que rodean la casa de Lorena —y las de
sus vecinos— contaminan la tierra donde juegan sus hijos, y son ellos
los que pagan las consecuencias más seguido por la falta de saneamiento.
Seis de cada 10 niños en zonas con riesgo socio-sanitario tienen
parásitos en su cuerpo. Así lo constata una investigación de Uruguay
Crece Contigo y la Facultad de Medicina, en base a una pequeña muestra
de niños en el área metropolitana. El dato es una confirmación de lo ya
hallado en una escuela de Malvín Norte y en Barros Blancos: las (malas)
condiciones de vida de la población se reflejan en que más de la mitad
de los niños tienen parasitosis intestinales.
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A 25 minutos del Centro de Montevideo, entre el Marconi
y Las Acacias, los días después de la lluvia son una pesadilla. El agua
corre por las calles sin asfaltar, lleva de un lado al otro la mugre y
forma un ambiente ideal para la concentración de parásitos. Estos
gusanos van a parar luego al cuerpo de los vecinos, en especial de los
niños que están en contacto con el agua que corre por la cuneta,
causando diarreas, problemas respiratorios y patologías más solapadas:
complicaciones en el crecimiento y en el aprendizaje. Son enfermedades
que, más que cualquier encuesta, son "marcadores de pobreza", explica
Ana María Acuña, profesora de Parasitología del Instituto de Higiene.
Esta realidad que afronta Lorena y los que viven en los
20 ranchos vecinos, se replica en los 64.667 hogares de Uruguay que no
tienen acceso al saneamiento básico. Se trata de una cifra "baja" en
relación a la región, pero "alta" en base a las consecuencias que trae y
a la capacidad del país para afrontar el problema, dice Eduardo Brenes,
catedrático de Acondicionamiento Sanitario de Udelar. Las zonas más
urbanizadas, en especial de Montevideo, son las que tienen mejores
indicadores. En el área rural el 9,2% de los hogares no cuenta con las
necesidades básicas de saneamiento, mientras que en las ciudades
desciende al 5,5%. Pero también sucede que en las zonas más densamente
pobladas es donde hay más contagio de enfermedades.
Un grupo de parasitosis intestinales, las Helmintiasis
Transmitidas por el Suelo (HTS), colonias de gusanos asociados a
factores ambientales, son "las enfermedades tropicales desatendidas con
mayor prevalencia a nivel mundial", señala Acuña. Según las Naciones
Unidas, cada año mueren 1.3 millones de niños menores de 5 años por el
uso de un saneamiento deficiente. De ahí que la universalización de este
servicio sea una de las metas que fijó el organismo internacional
para 2030.
"Es una meta muy difícil", reconoce el arquitecto
Brenes. El saneamiento impacta directamente en el precio de la tierra.
Hay quienes prefieren vender su vivienda que está ubicada en una zona
conectada a la red y comprar en un lugar más barato. "Es un buen
negocio, pero que implica la extensión de las ciudades".
Al mismo tiempo, la instalación del saneamiento es
uno de los servicios más caros. La sola colocación de una cámara y un
caño que se conecte a la red de alcantarillado cercana, si la hubiera,
ronda los US$ 1.000. No en vano OSE, que se encarga de satisfacer este
servicio en el interior (en Montevideo la Intendencia es la
responsable), invierte US$ 50 millones por año, equivalente a construir
de cero 25 escuelas de tiempo completo.
Desde la Organización Mundial de la Salud insisten en
que es "una buena inversión". Según los cálculos de esta institución
por cada dólar que se invierte en saneamiento se ahorran entre US$ 3 y
US$ 4 en salud. El problema, explica Brenes, es que cada vez la apuesta
cuesta más porque "al extenderse la periferia y al haber poca gente
concentrada, son necesarios caños más largos".
Más allá de esta explicación económica, hay otro
factor que, según los analistas, hace inviable cumplir con el objetivo
de la universalización del saneamiento. En Uruguay se cuenta al pozo
negro como una solución al problema y eso "es una mentira", señala
Brenes. Una familia tipo llena un pozo reglamentario (5.000 litros) en
10 o 15 días. Las barométricas pasan, en promedio, cada seis meses. A
veces el atraso responde a que el vecino no los llama (o no quiere
pagar) y otras porque, según cálculos de Brenes, "es necesario
multiplicar la cantidad de camiones quizás por 50" y aumentar
concomitantemente las plantas receptoras de esas aguas.
El resultado es que los pozos se desbordan
contaminando el entorno, y el agua ya contaminada por el contacto con
las heces corre a cielo abierto o se filtra hacia las napas (las aguas
subterráneas). En lugares de mayores ingresos, como en zonas del barrio
Carrasco donde tampoco hay saneamiento, "la población tiene la
posibilidad de llamar a la barométrica y pagar cuando quiere, pero en
los sectores más vulnerables eso es imposible", comenta el arquitecto.
Si bien por normativa se prohíbe que los pozos sean
permeables, es impensable cumplir con esta prohibición porque "se
necesitarían otras soluciones que no hay", reconoce Daniel Greif,
director nacional de Aguas. Incluso "hoy casi todos los estudios indican
que para poblaciones de menos de 2.000 habitantes la mejor solución al
saneamiento es un sistema barométrico centralmente gestionado", señala
en Montevideo.com el secretario de Aguas, Carlos Colacce. Pero en
el país cuatro de cada 10 hogares tienen pozo negro, y en "el interior
supera al 50%".
Aún en el mejor de los casos, con pozos impermeables
y con la cantidad de barométricas necesarias, el problema no estaría
resuelto. "Los camiones tiran las aguas contaminadas que recogieron sin
el adecuado control", acusa el arquitecto Brenes y recuerda cuando María
Julia Muñoz, por entonces ministra de Salud, fue a inaugurar unas obras
en Paysandú y mientras hablaba con los medios se veía a una barométrica
volcando los desechos en el arroyo Sacra.
El incumplimiento de las barométricas es señalado en
el documento que Uruguay presentó hace tres semanas en la conferencia
Habitat III de Naciones Unidas. Se constatan "vertimientos ilegales de
barométricas en terrenos o cuerpos de agua, y vertimientos autorizados
por los gobiernos departamentales que incumplen la normativa nacional".
Parte de estas infracciones responden a la falta de
control, de hecho el organismo regulador (Ursea) aún no se interiorizó
en los aspectos sobre el saneamiento, reconoce el director César Falcón.
La otra cuota de responsabilidad es la falta de plantas de tratamiento
para quitarles el efecto contaminante a las materias orgánicas. "Muchas
están desbordadas (como en La Paz y Pinar del Norte) o hay lugares que
ni siquiera tienen", explica Brenes, "pero desde los organismos
oficiales claramente se desestimula a que haya plantas privadas creyendo
que el propietario no se hará responsable".
Tras la reforma constitucional de 2004, es el Estado
quien debe garantizar este derecho. "Son obras caras que ni el Estado
termina haciéndolas, menos aún un privado", sentencia Greif.
"Vivo entre la mierda".
Cuando se acercan las elecciones, Lorena Falcón ve
cómo los políticos se acercan a su barrio. "Sacan fotos, hacen promesas y
luego se olvidan, dejamos de existir", dice apretando los dientes,
conteniendo la rabia. A su costado el hijo mayor la escucha atento. Él,
dirá más tarde su madre, es la prueba de que el Estado se ha olvidado de
las obligaciones que le asigna la Constitución. "Además de parásitos el
gurí tiene plombemia (comprobada por la policlínica de Las Acacias) y
nuestros ingresos apenas nos permiten cubrir el día a día".
Los niños son los más afectados por la falta de
saneamiento en Uruguay. El 6,3% vive en hogares sin este servicio y en
Salto el porcentaje crece al 10,4%, analiza el licenciado en Geografía
Leonardo Olivera, en base a datos del Censo 2011. Es otra demostración
de la "infantilización" de la pobreza, dice, y de como inciden los
factores socioculturales.
Es que en uno de cada 10 hogares que no cuenta con
saneamiento, sí tiene un auto o camioneta, según el Censo. Cuando no
existen condiciones para construir sistemas formales de saneamiento a
cargo del Estado, se suele pensar en formas "alternativas". Esto
significa que será un sistema donde el usuario deberá preceptivamente
tener participación activa en la operación y mantenimiento. Pero es muy
difícil "pedirle a alguien en situación de extrema pobreza, que está
pensando en el día a día, que debe planificar mejor e invertir en
saneamiento", aclara Brenes.
En todo caso es el Estado quien debería planificar
mejor, dice el catedrático de Acondicionamiento Sanitario. Y hace
énfasis en el término "sanitario". Dice que hacer el foco ahí es estar
pensando en salud. Lo mismo cree Roberto Gómez, reelecto concejal
vecinal en Casavalle, a 700 metros de donde viven Lorena y sus hijos.
Para Gómez "hacer hincapié en el saneamiento también
es una cuestión de derechos humanos". Recuerda que entre el pasado
martes y miércoles, con las lluvias, el asentamiento Gustavo Volpe se
vio colapsado por el agua que ingresaba en los hogares "con orín y
todo". Pero el "gobierno prefiere invertir $ 12 millones en una pista de
skate a cuatro cuadras".
En su defensa, Greif explica que desde Dinagua se
está elaborando un plan de saneamiento (que se desprende del Plan
Nacional de Aguas). Como parte de los estudios se está proyectando un
acceso masivo a la red en Ciudad del Plata, obra que ascenderá a US$
180 millones.
También la Intendencia de Montevideo anunció en
septiembre el comienzo de obras en Manga, para dotar de acceso a la red a
más de 20 mil ciudadanos. Según el intendente Daniel Martínez las
labores finalizarán en cuatro años. Por último, Colacce agregó en el
primer congreso nacional sobre saneamiento, realizado el martes, que
Presidencia firmará un acuerdo con el BID para atacar la problemática.
Las zonas en las que más urge una solución, dicen
desde OSE, son la cuenca del Santa Lucía, la microrregión Ruta 5 desde
Progreso hasta La Paz y Ciudad del Plata. Brenes agrega que sería
relevante atender también a las ciudades en pleno crecimiento, como
Nueva Palmira, para "fomentar el desarrollo".
Los concejales de la zona del Marconi le explican a
Lorena sobre algunas de estas buenas intenciones. Pero la madre de
ella, que escucha mientras juega con la nieta, reclama: "Ya no creo en
nada, vivo así hace más de 30 años... vivo entre la mierda".
Comprar la solución.
Montevideo es la ciudad con mayor extensión del
saneamiento en red. Hay más de 2.900 kilómetros de cañería instalada,
tantos como para construir una recta desde Uruguay hasta Perú. Sin
embargo esta infraestructura sigue siendo insuficiente. La ONG Un Techo
Para Mi País, que trabaja en los asentamientos de la capital, nota que
"la Intendencia de Montevideo no ingresa a colocar el servicio en muchos
terrenos porque son predios privados", explica Mara Fleitas, directora
de Hábitat de la ONG. Distinto es lo que sucede en el acceso a la
electrificación y el agua potable. Por eso Fleitas sugiere como primer
paso la compra de esos terrenos. Lo siguiente es el compromiso de los
vecinos. Eso sucedió en el asentamiento 7 de Diciembre, que desde
octubre está conectado a la red. El proyecto comenzó hace dos años y
costó US$ 78 mil. Pero gracias a ese esfuerzo de la ONG y privados se
logró dar solución a más de 40 familias. Silvia Rodríguez (50) fue una
de las beneficiarias. Ella vio cómo la obra partió de cero, se hicieron
las cámaras principales y luego cada vecino se encargaba de su propia
vivienda. El colector principal estaba a solo 50 metros, pero era
inviable la conexión previa a la intervención. "Ya se nota un cambio en
los olores, en la higiene", dice la vecina que espera con ansias pasar
el primer verano sin "tantos mosquitos". Rodríguez recuerda que en esta
zona de Sayago Norte, desde la Facultad de Agronomía hacia el Parque
Lecocq, las enfermedades en los niños eran moneda corriente, incluso la
hepatitis. "Ahora, esperemos, todo cambiará", concluye.
La costa en camino a ser ciudad: ya hay unas 300 personas con saneamiento.
MARIANA CASTIÑEIRAS. La oficina donde trabaja el
director de obras de la Comuna Canaria, Nicolás Vilaró, está rodeada de
pozos. Se ubica en una de las zonas estratégicas para la obra de
saneamiento en Ciudad de la Costa, la A, la única cuyo avance supera el
85%. El perímetro de esta pequeña casa va a permanecer así hasta que se
finalicen las obras. "Es una forma de entender que el resto de la costa
está así", dice Vilaró.
A pocas cuadras de allí solo queda el recuerdo de lo
que fue el mal sueño de los últimos meses. En los alrededores del
Colegio Santa Elena, entre las calles Río Sena y Río Uruguay, hoy el
cemento luce casi pronto y las máquinas ultiman detalles, pero durante
varias semanas hubo cuadras enteras que se inundaban y quedaban
prácticamente inutilizadas, al punto de impedir la salida de algunos
vecinos de sus hogares.
Solamente así, gestionando con deuda pública.
Solamente así, gestionando con deuda pública.
La paciencia ya es un bien escaso en Ciudad de la
Costa. Vilaró sabe que no es lo mismo trabajar en Santa Lucía del Este
que en pleno Lagomar y los vecinos se lo hacen notar. "Siempre está la
parte en la que uno está empantanado, como este invierno, pero los que
ya hicimos bastantes obras sabemos que todo esto va a pasar y el vecino
cuando vea la calle va a agradecer".
La obra de saneamiento, drenaje, pluvialidad y
vialidad en Ciudad de la Costa es una de las principales a nivel
nacional de los últimos años. Comenzó en 2010 con la formación del
Consorcio Canario entre OSE y la intendencia, un acuerdo mediante el
cual la gestión, la administración y el control de las obras quedarían
en manos de ambos. Sin embargo, durante la administración de Yamandú
Orsi ambas pasaron a gestionar sus obras por separado.
Hasta ahora, la intendencia lleva invertidos unos
US$ 70 millones. La planta ya está funcionando y, según OSE, ya hay 300
familias conectadas a la red de saneamiento que están recibiendo el
servicio. Las zonas que le siguen, C1 y B1 —Lagomar y el área entre
Parque de Solymar y Solymar— están en proceso de construcción de sur a
norte.
Un camino lleno de pozos.
Vilaró coloca el mapa que delimita las zonas de obra
sobre su mesa y por momentos parece que tuviera al balneario abierto en
la sala de operaciones. Pasa la lapicera por las zonas más
problemáticas: la B1 es una de ellas. El área fue un campo de batalla
este invierno. OSE inició su trabajo en octubre de 2015 y un año después
la comuna empezó con drenaje pluvial y pavimentación.
Allí las obras se demoraron por dos razones,
explica. Una es el invierno lluvioso. La otra fue un desacuerdo con OSE
sobre quién debía hacerse cargo de colocar la base granular en las
calles, es decir, el material que va debajo del asfalto.
La intendencia entendía que al ser OSE quien tenía
que romperla para instalar el saneamiento, también debía repararla. Tras
una negociación, se decidió que el ente deberá afrontar los gastos.
Según pudo saber El País, el directorio aprobó en estos días la
solicitud de un crédito por más de US$ 5 millones para financiar estos
complementos.
"Es una obra incómoda y traumática para la gente que
vive ahí", dice Sebastián Andújar, diputado nacionalista. "La gente en
este proceso no ha recibido más que un montón de problemas y gastos,
como la reestructura de la casa por la obligatoriedad de la conexión".
Según señala, la concejal Beatriz Balparda presentó en octubre una
iniciativa para que, mientras dure la obra, los vecinos sean bonificados
en su pago de la contribución inmobiliaria. "No fue tratada ni
escuchada", puntualiza Andújar.
El orden siempre es: primero el saneamiento, luego
el drenaje y pavimentos. Sin embargo, en la zona C —menos la C1—, entre
Parque, Lomas y Médanos de Solymar, fue al revés. Ya se pavimentaron
ocho kilómetros de las avenidas principales, se crearon macrocanales
para drenar el agua y se trabaja en el mantenimiento de las calles de
tosca y limpieza de cunetas. Llegado el momento de comenzar las obras de
saneamiento se tendrá que romper sobre lo construido, pero se trata de
medidas paliativas dado que faltan al menos cinco años para que se
comience a trabajar en el área.
Según un informe de avance de obra de OSE de
septiembre de este año al que pudo acceder El País, el saneamiento de
las zonas que se trancaron este invierno, la B1 y C1, lleva terminado el
64% del total. Para la B2 (San José de Carrasco) se hizo en un 50% y
para la B3 (Shangrilá) ya se adjudicó la obra a la empresa Abengoa pero
no se firmó el contrato. La intendencia obtuvo el financiamiento a
través de dos fideicomisos que le suponen una deuda hasta 2036.
Vilaró evita hablar de plazos o fechas concretas de
finalización. Dice que es difícil de estimar porque se tienen que
cumplir las tres fases del proceso —obtención de financiamiento,
licitación, ejecución— para OSE y luego la intendencia. De todas formas
hay algunos objetivos planteados de acá a 15 años. Para ello, la
Dirección de Obras elaboró un indicador de pavimentos firmes, que mide
todas las calles en centros urbanos que tienen algún tipo de
pavimentación que no sea tosca. En este momento el indicador señala que
se lleva avanzado un 29%, en promedio, para todos los centros urbanos de
Canelones. Para 2020 se espera llegar a un 45% y para 2030 a un 80%.
Solo la Ciudad de la Costa se ubica hoy en un 35%.
Por otro lado, Vilaró indica que en el último
período se aplicaron algunas multas a empresas que trabajan para OSE por
impedir que los vecinos salieran de sus hogares y también por daños a
las viviendas. Los reclamos, sostiene, han sido puntuales. La comuna
creó una página de Facebook, "Canelones en obra" para ir informando a
los vecinos de los avances y responder inquietudes.
El director de obra estima que se está avanzando con
la pavimentación a un ritmo de un kilómetro por semana, y agrega que se
realizará una inversión de US$ 8 millones para comprar nuevas máquinas
que permitan arreglar las calles luego de las tormentas. El
mantenimiento de lo que ya está construido va en principio por parte de
las empresas, que serán responsables durante 24 meses después de la
entrega.
En el corazón del proyecto.
En Solymar Norte está ubicada la planta de
tratamiento de líquidos residuales de la Costa. La enorme instalación ya
procesa lo que llega desde las 300 casas conectadas, así como líquidos
provenientes de Pando y de las barométricas de la zona que ahora deben
verter los líquidos en la planta. Lo que procesa hoy es una décima parte
de lo que se espera que llegue a tratar. El ir y venir de camiones de
barométricas es constante. Desde que funciona la planta es obligatorio
que lleven los desperdicios allí, en sustitución de un centro de vertido
que estaba en Pinar Norte y que, según cuenta el ingeniero técnico de
Ciudad de la Costa de OSE, Germán Saralegui, no cumplía con la normativa
ambiental.
Hay más de 100 barométricas que vierten en la
planta, pero Saralegui estima que serían más si hubiera menos vecinos
con pozos negros mal construidos, que filtran el agua sucia a la napa
freática. Cada barométrica paga $ 120 pesos por vertido de cada camión,
que habitualmente le permite cargar lo que retiró de dos viviendas, dice
Saralegui, quien estima que el pago del servicio de saneamiento será
tres veces menor a lo que cobra una barométrica, que ronda los $ 1.500.
Con cada paso del proceso que se hace en la planta,
el líquido se vuelve más cristalino. Al llegar, los líquidos pasan
primero por un proceso de filtrado que quita todos los residuos, desde
los más grandes a los más pequeños. Luego se aplican los reactores que
eliminan la materia orgánica. El último paso es colocar cloro al agua
para luego pasar al emisario, que las vierte a un kilómetro de la costa
del Río de la Plata.
Al lado de la planta hay unas pocas viviendas y una
fábrica. Los olores que genera le han traído algunas denuncias a OSE,
que trabaja para controlarlos. En el perímetro de la planta se pueden
ver filas de árboles a medio crecer que, una vez que lleguen a su tamaño
máximo, servirán de barrera natural. Producción: Eduardo Barreneche
SIN IR MAS LEJOS, EN LA ZONA OESTE DE MONTEVIDEO, DESDE ANTES Y 32 AÑOS DE RESTABLECIDA LA DEMOCRACIA Y 27 AÑOS DE IMM FRENTEAMPLISTA, NO EXISTE EL SANEAMIENTO, TODOS LOS VECINOS TENEMOS POZOS NEGROS, ALGUNOS DERRAMAN DIRECTAMENTE EN LAS CUNETAS CANALETAS, QUE VAN A LOS CURSOS DE AGUA, EN LA ZONA DE LOS BULEVARES, AFLUENTES DEL PANTANOSO. TIENEN PROYECTADO LA UNIDAD ALIMENTARIA DE MONTEVIDEO, PARA CAMINO LUIS EDUARDO PEREZ, QUE SI LA CONSTRUYEN SIN CONTROLAR LA SALIDA FLUVIAL, ZONAS QUE HOY SE INUNDAN, CUANDO LLUEVE MUCHO EN POCO TIEMPO, O MUCHOS DIAS SEGUIDOS, VAN A RESULTAR CRITICAS. EL CENTRO COMUNAL ZONAL 18 TIENE PROYECTOS DE ARREGLOS DE CANTARILLAS, LIMPIEZA, ZAMPEADO, ETC. ARCHIVADOS HACE AÑARES. EL OTRO DIA SE VOTARON LOS CONSEJALES Y EL PRESUPUESTO PARTICIPATIVO, UN CANDIDATO QUE REPARTIA LA LISTA CON SU NOMBRE SEÑALADO PARA QUE LO VOTARAN, CUANDO LO ABORDE POR ESE Y OTROS TEMAS, ME DIJO QUE NO HAY PLATA. HOY COMO SIEMPRE SE CAGAN DE LA RISA DE TODO EL PUEBLO, Y NO CUIDAN A SUS VOTANTES POR QUE SABEN QUE SALEN, TANTO A NIVEL MUNICIPAL COMO A NIVEL NACIONAL. NOSOTROS TAMBIEN EN LA ZONA OESTE DE MONTEVIDEO, NOS INUNDAMOS CON LA MIERDA Y EL ORIN QUE INUNDA NUESTAS CASAS, CUANDO DESBORDA LA CAÑADA. PERO NO HAY GENTE QUE INTERPRETE UNA CARTA TOPOGRAFICA, QUE HAGA UN ESTUDIO SOBRE EL TERRENO, TE MANDAN UN EMPLEADO UN DIA DE SOL, A HABLAR PAVADAS, O SINO TE PUDREN EN REITERADAS REUNIONES QUE NO SIRVEN ABSOLUTAMENTE PARA NADA....
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