En 1989 un informante de Inteligencia reveló que había “enterrado gente”
22 • sept. • 2017 Ignacio Martínez
El documento es del 2 de junio de 1989 y forma parte de los
cientos de miles que integran el “archivo Berrutti”. Allí se encuentra
la transcripción de una “entrevista” con un informante. Al principio son
dimes y diretes. Se sospecha que un informante sería un “doble agente”.
Se tiran nombres para aquí y para allá, apellidos, seudónimos. Se habla
de dinero, de recibos y de un hombre “muy duro” que está “acostumbrado a
comprar a todo el mundo” y es “responsable desde el punto de vista
administrativo de lo que hace la Agencia en el país”. El informante
entrevistado explica en qué consiste el trabajo “administrativo” que
hacía ese señor: “Compramos este vehículo, lo cambiamos, compramos una
moto, vamos a reflotar esto, la gente, necesitamos cinco personas porque
se va a llevar tal cosa, cuál es el costo, qué mantenimiento, qué
dinero hay, qué premios se pueden dar, se puede dar aguinaldo, se pueden
dar premios estímulo”.
Según cuenta el informante, tuvo problemas con ese “responsable de la Agencia”, pero no quería “discutir”, ni “pelear”, ni “volver a eso”. También dice que ser “portero” fue “una prueba” que le estuvieron haciendo y le cuenta al “entrevistador” un diálogo que tuvo con el hombre “muy duro”. Dice que primero le dijo: “¿Qué me tienen que probar? No me sirve. Yo no maté gente por satisfacción propia, y a vos te consta. Porque salimos juntos, estuvimos juntos enterrando gente, ¿o no?”. El “responsable de la Agencia” le contesta: “Sí, pero eso fue una cagada”. Y el “portero” agrega: “Y bueno, está, si vos te olvidaste de eso, yo no me olvido, porque no lo hice con satisfacción, y vos tampoco. Hubo una diferencia, yo no me mamaba después de hacerlo, yo pensaba que teníamos que trabajar de otra manera para evitar llegar a eso. Y te insistí y te rompí las bolas durante años, de que formáramos un equipo de gente para que mañana, de diez tipos, tuviéramos que matar a tres para obtener información, porque es al cohete”.
Más adelante, queda claro a qué se refieren con “agencia”, porque el “entrevistador” le pregunta si “el Director y Sub-Director también entran en la bolsa esa de la CIA”. El “entrevistado” dice que sí y luego señala que en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en el del Interior “están los superiores y los responsables permanentes”, a los que llaman “residentes”. Agrega que “ellos” pagaban “por el grado que vos tenés y el lugar donde estás, pero también la responsabilidad directa que vos tenés de trabajo de campo”. “Si tu trabajo de campo es meramente ser el responsable del lugar, donde está la gente, a ellos no les importa nada, entonces, lo que hacen es pagarte de otra manera. Te pagan con viajes, estadía y vacaciones para tu familia”, finaliza el informante entrevistado.
Desde adentro
Las entrevistas con los informantes parecían ser bastante frecuentes. Entre los documentos a los que tuvo acceso la diaria se encuentra, por ejemplo, uno del 22 de febrero de 1991 en el que se transcribe la conversación entre un agente de Inteligencia y un informante que trabajaba en OSE, al que le pedían el listado de los funcionarios “que serían los más peligrosos” dentro del Centro de Cómputos de la empresa pública. El informante se refiere a más de una veintena de personas. Dice que cuando “mandó chequear” a una señora que siempre tuvo “una actitud hostil” hacia él, le llevaron la “novedad” de que era “izquierdista”, entonces se le “aclaró el panorama”. “Ella se manifiesta ante todo el mundo de que es colorada, pero a mí me sorprende mucho de que sea colorada, habría que declararla en OBSERVACIÓN [mayúsculas en el original]”.
Con respecto a otro funcionario, señaló que un día, “de casualidad”, le revisó el escritorio y encontró “revistas soviéticas” y “una invitación oficial del Partido Comunista a nombre de él”. “A todo esto, yo consulté con otra persona por la identidad de este individuo, y se me dijo que eso era una broma que me habían hecho a mí. Pero esta broma la tengo que descifrar, si es cierto que se me hizo una broma, o si realmente la invitación que tenía, una tarjeta de color rosado, era una tarjeta del Partido Comunista”.
Además de las descripciones de sus compañeros de sección, el informante traza las relaciones y afinidades entre los funcionarios. En una parte de la “entrevista” señala que tuvo “la oportunidad de salir” con una “joven mujer” del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN). Entonces, el entrevistador de Inteligencia le pregunta: “¿Saliste con ella y no sabías que era MLN?”. “No, estuve intimando, le dije que era anarquista. Estuve en la casa y ahí vi símbolos del MLN pintados por toda la casa, en las paredes”.
Después, el informante de OSE se refiere a una señora que es “esposa de un frenteamplista”, y luego de dar el nombre dice que es una persona en la que también “hay que reparar, porque es tan frenteamplista como el marido y es bastante extremista”. Al marido lo describe así: “Es una persona extremista, fanática del sistema de Cuba, lo ha manifestado abiertamente en muchas oportunidades; defensor del sistema marxista-leninista, enemigo del sistema democrático, y una persona de cuidado”.
De otra funcionaria dice: “Extremista, MLN, persona peligrosa, persona que con toda seguridad, en un conflicto hipotético, va a agarrar las armas para pelear. Enemiga de todo, de los partidos tradicionales, del sistema democrático, pero enemiga también de los propios frenteamplistas. La única persona que parece que tuviera razón es ella, está en una posición demasiado radicalizada, es la persona más radicalizada del Centro de Informática”. Luego indica que una mujer, “además de ser frenteamplista, en épocas pasadas estaba con una escarapela del CHE [mayúsculas en el original] que la usaba permanentemente como distintivo, y que se dedicaba a escuchar música sandinista adentro del Centro de Cómputos, donde está el Computador Central”.
Momento Kodak
Pero Inteligencia no sólo se valía de informantes: también sacaba fotos. El “memorándum” 1.287, del 25 de octubre de 1990, versa sobre una reunión de padres y docentes de una escuela que fueron “citados a través de un volante”. Se describe lo que dijeron una maestra y la directora de la escuela. Luego se consigna que una señora de la que “no se pudo determinar nombre, ni si era madre de un alumno o integrante de Comisión Fomento, pero aparentemente podría tratarse de una docente de la tarde”, manifestó “que también habría que luchar por los 4.000 docentes que fueron sancionados por no concurrir a los actos del 25 de agosto”.
El texto concluía: “Antes de finalizar la reunión se acordó realizar una carta donde se expondrán las carencias de la escuela, para ser firmadas por padres de alumnos y ser presentada posteriormente al CODICEN. La reunión finalizó a la hora 21.30 aprox., contando con una concurrencia no mayor de 40 personas. Llamó la atención nuevamente la escasa concurrencia pese a la distribución de volantes”. “Se adjuntan fotos y transcripción de la grabación”, dice al final del documento. Son diez fotos y cada una incluye un pequeño texto descriptivo. “Maestra no identificada que estuvo en las dos reuniones”. “NNF que propuso luchar por los 4.000 sancionados (posiblemente maestra turno vespertino)”. “NNM. Posible dueño del kiosco sito en [...], donde habrían fotocopiado los panfletos”. “NNF, posible practicante, vinculada a la NNF de la foto 2. Las 3 NNF llegaron en un Fiat Duna mat [...]”.
No está de más recordar que las actividades de espionaje y vigilancia llevadas adelante por los informantes se realizaban durante gobiernos democráticos y en circunstancias en que todos los partidos políticos y organizaciones sociales vigiladas actuaban en la más plena legalidad.
Según cuenta el informante, tuvo problemas con ese “responsable de la Agencia”, pero no quería “discutir”, ni “pelear”, ni “volver a eso”. También dice que ser “portero” fue “una prueba” que le estuvieron haciendo y le cuenta al “entrevistador” un diálogo que tuvo con el hombre “muy duro”. Dice que primero le dijo: “¿Qué me tienen que probar? No me sirve. Yo no maté gente por satisfacción propia, y a vos te consta. Porque salimos juntos, estuvimos juntos enterrando gente, ¿o no?”. El “responsable de la Agencia” le contesta: “Sí, pero eso fue una cagada”. Y el “portero” agrega: “Y bueno, está, si vos te olvidaste de eso, yo no me olvido, porque no lo hice con satisfacción, y vos tampoco. Hubo una diferencia, yo no me mamaba después de hacerlo, yo pensaba que teníamos que trabajar de otra manera para evitar llegar a eso. Y te insistí y te rompí las bolas durante años, de que formáramos un equipo de gente para que mañana, de diez tipos, tuviéramos que matar a tres para obtener información, porque es al cohete”.
Más adelante, queda claro a qué se refieren con “agencia”, porque el “entrevistador” le pregunta si “el Director y Sub-Director también entran en la bolsa esa de la CIA”. El “entrevistado” dice que sí y luego señala que en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en el del Interior “están los superiores y los responsables permanentes”, a los que llaman “residentes”. Agrega que “ellos” pagaban “por el grado que vos tenés y el lugar donde estás, pero también la responsabilidad directa que vos tenés de trabajo de campo”. “Si tu trabajo de campo es meramente ser el responsable del lugar, donde está la gente, a ellos no les importa nada, entonces, lo que hacen es pagarte de otra manera. Te pagan con viajes, estadía y vacaciones para tu familia”, finaliza el informante entrevistado.
Desde adentro
Las entrevistas con los informantes parecían ser bastante frecuentes. Entre los documentos a los que tuvo acceso la diaria se encuentra, por ejemplo, uno del 22 de febrero de 1991 en el que se transcribe la conversación entre un agente de Inteligencia y un informante que trabajaba en OSE, al que le pedían el listado de los funcionarios “que serían los más peligrosos” dentro del Centro de Cómputos de la empresa pública. El informante se refiere a más de una veintena de personas. Dice que cuando “mandó chequear” a una señora que siempre tuvo “una actitud hostil” hacia él, le llevaron la “novedad” de que era “izquierdista”, entonces se le “aclaró el panorama”. “Ella se manifiesta ante todo el mundo de que es colorada, pero a mí me sorprende mucho de que sea colorada, habría que declararla en OBSERVACIÓN [mayúsculas en el original]”.
Con respecto a otro funcionario, señaló que un día, “de casualidad”, le revisó el escritorio y encontró “revistas soviéticas” y “una invitación oficial del Partido Comunista a nombre de él”. “A todo esto, yo consulté con otra persona por la identidad de este individuo, y se me dijo que eso era una broma que me habían hecho a mí. Pero esta broma la tengo que descifrar, si es cierto que se me hizo una broma, o si realmente la invitación que tenía, una tarjeta de color rosado, era una tarjeta del Partido Comunista”.
Además de las descripciones de sus compañeros de sección, el informante traza las relaciones y afinidades entre los funcionarios. En una parte de la “entrevista” señala que tuvo “la oportunidad de salir” con una “joven mujer” del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN). Entonces, el entrevistador de Inteligencia le pregunta: “¿Saliste con ella y no sabías que era MLN?”. “No, estuve intimando, le dije que era anarquista. Estuve en la casa y ahí vi símbolos del MLN pintados por toda la casa, en las paredes”.
Después, el informante de OSE se refiere a una señora que es “esposa de un frenteamplista”, y luego de dar el nombre dice que es una persona en la que también “hay que reparar, porque es tan frenteamplista como el marido y es bastante extremista”. Al marido lo describe así: “Es una persona extremista, fanática del sistema de Cuba, lo ha manifestado abiertamente en muchas oportunidades; defensor del sistema marxista-leninista, enemigo del sistema democrático, y una persona de cuidado”.
De otra funcionaria dice: “Extremista, MLN, persona peligrosa, persona que con toda seguridad, en un conflicto hipotético, va a agarrar las armas para pelear. Enemiga de todo, de los partidos tradicionales, del sistema democrático, pero enemiga también de los propios frenteamplistas. La única persona que parece que tuviera razón es ella, está en una posición demasiado radicalizada, es la persona más radicalizada del Centro de Informática”. Luego indica que una mujer, “además de ser frenteamplista, en épocas pasadas estaba con una escarapela del CHE [mayúsculas en el original] que la usaba permanentemente como distintivo, y que se dedicaba a escuchar música sandinista adentro del Centro de Cómputos, donde está el Computador Central”.
Momento Kodak
Pero Inteligencia no sólo se valía de informantes: también sacaba fotos. El “memorándum” 1.287, del 25 de octubre de 1990, versa sobre una reunión de padres y docentes de una escuela que fueron “citados a través de un volante”. Se describe lo que dijeron una maestra y la directora de la escuela. Luego se consigna que una señora de la que “no se pudo determinar nombre, ni si era madre de un alumno o integrante de Comisión Fomento, pero aparentemente podría tratarse de una docente de la tarde”, manifestó “que también habría que luchar por los 4.000 docentes que fueron sancionados por no concurrir a los actos del 25 de agosto”.
El texto concluía: “Antes de finalizar la reunión se acordó realizar una carta donde se expondrán las carencias de la escuela, para ser firmadas por padres de alumnos y ser presentada posteriormente al CODICEN. La reunión finalizó a la hora 21.30 aprox., contando con una concurrencia no mayor de 40 personas. Llamó la atención nuevamente la escasa concurrencia pese a la distribución de volantes”. “Se adjuntan fotos y transcripción de la grabación”, dice al final del documento. Son diez fotos y cada una incluye un pequeño texto descriptivo. “Maestra no identificada que estuvo en las dos reuniones”. “NNF que propuso luchar por los 4.000 sancionados (posiblemente maestra turno vespertino)”. “NNM. Posible dueño del kiosco sito en [...], donde habrían fotocopiado los panfletos”. “NNF, posible practicante, vinculada a la NNF de la foto 2. Las 3 NNF llegaron en un Fiat Duna mat [...]”.
No está de más recordar que las actividades de espionaje y vigilancia llevadas adelante por los informantes se realizaban durante gobiernos democráticos y en circunstancias en que todos los partidos políticos y organizaciones sociales vigiladas actuaban en la más plena legalidad.
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