lunes, 14 de mayo de 2018

El penal de libertad



Miguel Olivera
10 mayo 2018

SOBREVIVIR y VIVIR y/o MORIR.- En 1933, cuando la Dictadura de Terra, se construyó el Pernal de Libertad. Recién se vino a inaugurar en la antesala de la Dictadura siguiente a fines de 1972, que quienes durante décadas pasaron por la Ruta, no sabían qué destino tendría esa mole de hormigón y ladrillos por fuera. ¡Qué ironía! Se hablaba de una carcel modelo para “reeducar” a los presos.
 
Pues sí, el 1° de Octubre comenzaron a llegar presos políticos destrozados de las torturas de los cuarteles y resultado del vaciamiento del Penal de Punta Carretas al que se le proyectaba para un gran negociado inmobiliario. En un principio aquellos 6 m2 de cada celda fueron un alivio, hasta podría decirse un descanso pese al aislamiento individual. Luego fue de a 2 presos por celda, media hora de recreo por día y caminar sólo de a dos, siempre que no se estuviera sancionado por causas como mirar para el costado cuando se iba en formación, mirar a la cara a un “Sr. Oficial”, balancear los brazos y todas las banalidades –o verdugueos como le decíamos los presos- que se puedan imaginar.


 Ello no era tanto por odio o rencor –que lógicamente existía entre las partes- sino que era el aprovechamiento de esos sentimientos, con que se inició una sutil política de destrucción sicológica dirigida por un sicólogo –único funcionario militar que estuvo en el Penal desde su apertura hasta el cierre- generando inestabilidad e inseguridad en los presos, llevando a su autodestrucción personal e ideológica a los más posibles. Todo muy fino, muy sutil, muy sibilino.
 
La herramienta fundamental que se utilizó fueron políticas de lo que se llamó “apretes y aflojes”, es decir, períodos de alternancia de liberalidad y de rigor en el trato con la guardia, de diferenciaciones entre presos, de cambios permanentes en los marcos de referencia (visitas de familiares, cambios de celdas, disponibilidad de libros y cuadernos, cambios en censuras y reglamentaciones, etc.) como para que siempre se dudase de dónde estaba parado uno. El objetivo no era sólo que no nos escapásemos, sino de destruir, y con ello también, lograron destruir muchas familias. Y todo ello fue con el apoyo de un Estado que lo subvencionaban todos los uruguayos.

 
Al poco tiempo las 500 celdas no fueron suficientes, se construyeron barracas hasta colmar una capacidad total de unos 1.300 presos donde pasaron 2.872 presos, con la rotación entre liberados, muertos y nuevos presos que seguían llegando destrozados desde los cuarteles. El crecimiento obligó al desarrollo de servicios (cocina, panadería, herrería, carpintería, y otros de menor monta). Ello dio la posibilidad de que los presos saliésemos más de las celdas, que tuvieran una vida más social, pero siempre y más, sometidos al régimen de “aprete y afloje” para desestabilizar, diferenciar y dividir a los presos. En fin, se podría continuar mostrando muchas de esas crueldades pero se enmarcarían dentro de esas mismas coordenadas.

 
Resistir a todo ello, sacando fuerzas personales, tomando conciencia de cómo era el “juego”, en el hacer del apoyo solidario al y del compañero, fueron las herramientas fundamentales para sobrevivir, por chico que fuera el acto. Un aliento impresionante y que la Dictadura no lo pudo evitar, fueron las visitas de familiares (madres, padres, esposas, hermanos, hijos) que con un esfuerzo tremendo iban a visitarte cada 15 días o un mes, soportando para entrar todos los destratos y manoseos imaginables. En el haber sido capaz de interpretar “la cana” como una etapa de la vida consecuencia de opciones tomadas y que no era un paréntesis, que había que seguir viviendo, programando en lo posible el acontecer de uno en esas circunstancias y realizándose dentro de lo que se podía, también ayudó mucho.

 
No obstante todo ello, nuestro fraterno recuerdo es para todos los que la sufrieron y no llegaron a salir con vida en libertad fuere por causales de salud u otras que nunca se sabrán. La muerte también –y no es por casualidad- ha seguido golpeando después de la cárcel. Entre la población de los ex-presos políticos los porcentajes de muertos por cáncer y otras enfermedades es superior a la media de la población. 

 
Justamente, para ellos y por todos los que sufrieron de un modo u otro el Penal de Libertad hasya 1985, es que el próximo Martes 15 de Mayo, a las 16:30 hs. se inaugurará un Memorial allí sobre la Ruta 1 con la presencia de Autoridades Nacionales (una iniciativa de CRYSOL y de frenteamplistas de la ciudad de Libertad).










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