EL PRINCIPIO DEL FIN DE UNA ERA EN ASSE
La gestión de Andrés Toriani en el hospital de Rivera era aplaudida por las autoridades: lo sacó del abandono y solucionó la acuciante falta de especialistas. Cinco años después, sale a la luz que todo fue a costa de contratos irregulares y desvíos de fondos por US$ 5 millones.
CAMILA BELLO
19 mayo 2018
El apellido Toriani se hizo verbo en Rivera. Yo torianizo, tú torianizas, nosotros torianizamos, ustedes torianizan. ¿Qué significa torianizar? Quitarle al Estado para mejorar la vida de los que menos tienen. El problema es que cuando uno torianiza,
los medios que se utilizan para alcanzar el fin no son los adecuados y
de a poco empiezan a aparecer las pérdidas. ¿A qué costo se puede salvar
un hospital público?
Cuando
Andrés Toriani asumió la dirección del hospital de Rivera, en 2012, se
encontró un sitio abandonado a la desidia. En el centro de salud
faltaban decenas de especialistas, se pagaban millones de dólares
anuales a las mutualistas locales por derivar pacientes y el presupuesto
no alcanzaba para cubrir las necesidades de los usuarios.
Entonces Toriani empezó a torianizar.
Contrató personal, mejoró las instalaciones y en Rivera dicen que el
hospital se volvió "una referencia". Desvió fondos para lograr sus
objetivos, empleó funcionarios "de palabra" y gastó más de lo que tenía.
El médico fue destituido en agosto de 2017, la Fiscalía General de la
Nación asumió el caso de oficio y una comisión del Parlamento investiga
su gestión.
Los
costos también fueron políticos. El Partido Comunista defendió a
ultranza el trabajo de su exmilitante y el Frente Amplio se dividió. El
presidente Tabaré Váz-quez intervino para preservar la unidad y marcó su
postura: consideró "inadmisible" lo que había pasado en el norte del
país. Los frenteamplistas más radicales estaban furiosos; los del centro
respiraron con alivio.
Hasta que la torianización
del centro de salud llegó a Montevideo y en febrero de este año se
llevó puesto el directorio de la Administración de los Servicios de
Salud del Estado (ASSE). Como un goteo constante, las consecuencias
cayeron de a poco pero provocaron un mar que se tragó hasta a la
presidenta del organismo.
En
Rivera dicen que Andrés Toriani actuó como Robin Hood. Una auditoría
interna de ASSE, a la que accedió El País, revela que el médico le quitó
al Estado más de US$ 5 millones en cinco años para brindarle una mejor
atención a la gente más humilde del departamento.
El
director del hospital de Rivera, Andrés Toriani (izquierda), tenía una
relación apenas cordial con el gerente general de ASSE, Richard Millán
(centro), y el vicepresidente Mauricio Ardús (derecha). El Partido
Comunista no le perdonó a Millán (Vertiente Artiguista) la investigación
en Rivera, que acabó con la salida de Toriani. Por eso, cuando se supo
que Ardús (socialista) había contratado a su nuera, los comunistas
pidieron su renuncia. El hecho derivó en la remoción de todas las
autoridades de ASSE.
Vacas gordas.
Una
mujer llegó gritando a la emergencia. Estaba en trabajo de parto y las
contracciones eran cada vez más seguidas. La joven estaba embarazada de
gemelos y uno de ellos estaba a punto de salir, pero los médicos
trataban de demorar el proceso porque no había ginecólogo. El bebé se
precipitó y terminó naciendo a los pocos minutos. Entonces subieron a la
mujer a una ambulancia y la trasladaron a la mutualista más cercana,
mientras la partera intentaba con una mano frenar el nacimiento del
segundo niño. El parto ocurrió en dos lugares y el primer ginecólogo
nunca apareció.
Historias
así se acumulaban en el hospital de Rivera. La falta de especialistas
hacía que la mayoría de los pacientes fueran derivados al sector
privado, que cobraba miles de pesos por cada uno de los casos. Un parto
en el mutualismo le costaba a ASSE hasta $ 80.000, cuando por esa misma
cantidad de dinero podía contratar especialistas que cubrieran tres días
de guardia. En el centro de salud público casi no se operaba: los
blocks quirúrgicos estaban equipados y no se utilizaban. Tampoco había
pediatras que atendieran a los niños que en invierno llegaban con
infecciones respiratorias.
Lo
primero que identificó Toriani fue la falta de personal y tuvo una idea:
con lo que se invertía en el mutualismo contrataría a los especialistas
que necesitaba. En el departamento no había suficientes profesionales y
la única manera que tenía de convencer a los médicos de que se mudaran
allí era pagándoles más. Entonces aumentó el laudo de ASSE y los sueldos
se volvieron hasta tres veces más altos que los del sector público. Los
salarios sedujeron a varios especialistas, que se instalaron en Rivera
con sus familias.
También
detectó que la mayoría de los estudios médicos se hacían en el sector
privado. El hospital no tenía ni tomógrafo ni resonador, por lo que los
pacientes eran derivados a Casmer, la única mutualista del departamento
que contaba con el equipamiento. El monopolio generaba sobrecostos que
cansaban a Toriani, quien decidió buscar alternativas más baratas. Así
encontró el instituto brasileño de radiología Hugoline Andrade, que
ofrecía los mismos análisis a un precio más accesible. El médico terminó
el vínculo con Casmer, derivó a los pacientes al nuevo centro y
los tiempos de espera se redujeron.
El
hospital de Rivera volvió a operar. Se empezaron a hacer hasta 15
cirugías por día y los ciudadanos brasileños comenzaron a consultar en
el departamento. También hubo uruguayos que abandonaron las mutualistas y
recurrieron al centro de salud público: mientras que en 2011 había
50.000 usuarios, para 2017 se atendían 64.000 personas. La torianización había conquistado entonces al 80% de los riverenses.
La
época de las vacas gordas se consolidaba. En el Ministerio de Salud
Pública (MSP) estaban orgullosos de lo que ocurría en el norte y se
comentaba que el médico era "un ejemplo" para el resto de los directores
de hospitales. Todos querían una foto con Toriani y la entonces
ministra Susana Muñiz —que había compartido militancia con él en el
Partido Comunista— viajó a Rivera en 2015 y se coronó como madrina de
ese centro de salud.
"Es
un momento muy emotivo para mí, sin dudas es un ahijado hermoso. Tengo
mucho afecto por este hospital, por el departamento, por el equipo. En
esto una se va llevando cosas lindas y de las feas. Sin dudas aquí
vivimos todas esas. De las lindas... destaco el trabajo con este
equipo", dijo en ese momento.
Los
logros de Toriani empezaron a molestar a los directores de los centros
de salud cercanos, que sufrían cada vez que un médico renunciaba para
irse a trabajar en Rivera. También generaron desconfianza en Casmer, la
mutualista a la que antes se le contrataban la mayoría de los servicios.
Las alarmas terminaron de activarse en diciembre de 2016, cuando el
Ministerio de Economía citó al directorio de ASSE a una reunión.
Deudas milagrosas.
"Andrés,
tenemos que hablar", le dijo a Toriani el gerente general del
organismo, Richard Millán, en marzo de 2017. Todo lo bueno del hospital
de Rivera se había desmoronado tres meses antes, luego de que el
Ministerio de Economía advirtiera que el centro de salud había contraído
deudas millonarias. El milagro riverense se había construido en base a
fondos que no existían y ASSE debía responder por él.
Al
menos 80 funcionarios —médicos y no médicos— habían sido empleados "de
palabra" por Toriani y sus sueldos se habían financiado a partir del
rubro estudios médicos. Los especialistas facturaban a través de tres
cooperativas a las que se les pagaba por brindar "servicios
odontológicos". La maniobra fue creada por el entonces director en
connivencia con los trabajadores y salteaba el Tocaf, el manual de
contrataciones públicas. Este mecanismo aceleraba los procesos, pero la
rapidez trajo como consecuencia un endeudamiento millonario porque
Toriani utilizaba más fondos de los que ASSE central le daba.
En
agosto de 2017, ya con Toriani destituido, el gerente general Millán le
recomendó a la nueva dirección que pidiera una evaluación interna porque
el hospital de Rivera era "un fierro caliente": quien asumiera el mando
debía cubrirse de las irregularidades que se habían generado durante la
gestión anterior. La auditoría, que abarca los cinco años de la gestión
de Toriani, reveló que solo el año pasado se generaron deudas por más
de US$ 2 millones, y en todo el período, de unos US$ 5 millones.
El
informe cuestionó también la realización de tomografías y resonancias en
el instituto brasileño Hugoline Andrade. Si bien el entonces director
había elegido esa clínica porque resultaba más barata que Casmer, la
forma en la que se pagaban los estudios médicos era irregular. Toriani
no tenía permiso para indicar análisis en el exterior, por lo que era la
mutualista Comeri la que facturaba los servicios y cobraba un 5% de
comisión por la intermediación.
El
documento reveló que entre 2012 y 2017 predominaron las compras
directas, por lo que no se respetaron los procesos licitatorios. Los
contratos irregulares representaron un sobrecosto anual de más de US$ 1
millón y el 66% de los trabajadores que facturaban por las cooperativas
ya cobraban un sueldo formal en ASSE. "El (puntaje) promedio de la
unidad ejecutora se sitúa en un nivel de riesgo no tolerable", señaló la
auditoría.
El
informe hizo hincapié en los controles "deficientes" durante las
compras, ya que la mayoría de las facturas no se ingresaban al sistema
de información financiera estatal. "En 2017 ASSE comprobó que la unidad
ejecutora contrató servicios sin disponer de presupuesto para
solventarlos", agregó.
Si
bien el documento cuestiona la gestión de Toriani, la mayoría de los
hospitales del país gastan dinero de otros rubros para paliar
necesidades. La principal diferencia en este caso fue que en Rivera se
utilizaba esa trampa frecuente para facturar millones de pesos por mes.
El
texto llegó a manos de la comisión investigadora de Diputados que indaga
presuntas irregularidades en ASSE esta semana, pero los legisladores lo
reclamaban desde noviembre. El diputado del Partido Nacional Martín
Lema reiteró en varias ocasiones el pedido.
El
País trató de comunicarse con Toriani durante la realización de esta
nota. El médico se comprometió a brindar una entrevista, pero llegado el
momento no cumplió. También accedió a ser consultada la expresidenta de
ASSE Susana Muñiz, pero sin explicaciones terminó bloqueando las
llamadas. Este informe se elaboró a partir de fuentes que conocen de
primera mano lo que ocurrió en el hospital de Rivera.
Solo una ilusión.
El 19
de agosto de 2017 hacía calor; el veranillo antes del temporal de Santa
Rosa se hacía notar. Cientos de riverenses llegaron de manga corta y
chancletas al estacionamiento del hospital, donde el entonces director
hablaría luego de que el presidente Váz-quez pidiera su destitución.
"¡Toriani no se va!", gritaban.
El
médico se secó el sudor de la frente y agarró un micrófono: "Nos
preguntan dónde está la plata: generando ahorros para el hospital y
mejorando la calidad para ustedes", dijo. La gente gritaba y aplaudía.
Desde abajo del estrado miraban el entonces secretario general del
Partido Comunista, Juan Castillo, y el entonces senador de la lista 1001
Marcos Carámbula, quien hoy dirige ASSE.
Días
antes habían circulado mensajes en grupos de WhatsApp comunistas en
defensa a Toriani. "Fuerza, Andrés, de lo más alto de Montevideo", decía
uno. Él contestaba: "Van por mí para llevarse puesta a Susana (Muñiz)".
El médico aludía a Millán, quien había ordenado una investigación
administrativa en el centro de salud. Las diferencias entre el gerente
general y la presidenta eran cada vez más evidentes; ella dejó de
hablarle cuando él empezó a indagar.
Mientras
tanto, el Partido Comunista seguía defendiendo a Toriani y trataba de
evitar su destitución. En la interna de ASSE se daba la misma lucha y el
directorio tuvo que votar tres veces qué hacer con el médico. El
representante de los trabajadores, Pablo Cabrera, y la presidenta Muñiz
votaban siempre a favor de que se quedara. El vicepresidente Mauricio
Ardús y la representante de los usuarios, Natalia Pereyra, votaban
siempre en contra. El que tuvo la última palabra fue el vocal, Jorge
Rodríguez Rienzi, quien cambió su voto en la tercera vuelta y terminó
por inclinar la balanza para la salida de Toriani.
En
Rivera dicen que ya no es lo mismo; al médico lo frenan por la calle y
le piden que vuelva. No obstante, ASSE intentó mantener la calidad:
contrató al 80% de los funcionarios que habían sido empleados de manera
informal y les mantuvo un sueldo superior al laudo. Todas las vacantes
que había en 2017 fueron destinadas a ese departamento, una decisión que
fue resistida por otros jerarcas de hospitales por entender que así se
premiaba una gestión irregular.
Pero
más que un premio, lo que pasó con Toriani fue ejemplarizante: las
autoridades del organismo destituyeron al médico para evitar que otros
centros se torianizaran. ASSE es investigada tanto en la Justicia
como en el Parlamento por presuntas irregularidades en la mayoría de
sus hospitales, por lo que no había margen para seguir acumulando
pérdidas millonarias.
El
exdirector optó por el perfil bajo después de su gestión, pero el
Partido Comunista no pudo olvidarse de lo ocurrido. Cuando en febrero de
este año salió a la luz que el socialista Ardús había contratado a su
nuera como secretaria, Castillo enseguida se pronunció: "Si es
frenteamplista y tiene algo de vergüenza, que renuncie".
El
presidente Vázquez tomó cartas en el asunto una vez más y solicitó la
renuncia de todos los miembros políticos del directorio de ASSE.
Entonces le pidió a Carámbula, quien recién había dejado el Senado, que
tomara la posta.
El
exlegislador aceptó la presidencia de ASSE, pero puso como única
condición formar su "propio equipo". ¿Qué significaba esa directiva? La
destitución inmediata de Millán. Con mucho pesar, Vázquez dio el brazo a
torcer y perdió a su hombre de mayor confianza dentro del organismo.
Siete meses después de la salida de Toriani, ASSE pagaba el más alto costo de la torianización en Rivera: el milagro departamental había sido apenas una ilusión.
Las malas notas de un director polémico.
Contrataciones al margen. La
auditoría interna de ASSE elaborada en el hospital de Rivera reveló que
durante los cinco años de la gestión de Andrés Toriani (2012-2017) hubo
"contrataciones al margen del sistema de compras" en el centro de salud
del norte del país. El informe cuestionó que se contrataran tomografías
y resonancias magnéticas en clínicas brasileñas sin órdenes de compra.
Cargos "honorarios". El informe mostró que se contrataron 80 funcionarios de manera informal. La auditoría reveló también que los trabajadores decían que cumplían servicios "honorarios", ya que habían sido empleados sin contrato escrito. Hubo personas que acumularon hasta cuatro cargos sin regularizar durante cinco años, según el documento.
Auditorías ignoradas. Otras evaluaciones advirtieron a Toriani y su equipo que debían realizar cambios en su gestión. Esos informes fueron elaborados entre 2013 y 2014. Sin embargo, el documento de 2017 informó que de todas las recomendaciones que se habían hecho antes, la dirección del hospital de Rivera solo había implementado una.
Falta de licitaciones. La última licitación en el centro de salud del norte del país se llevó a cabo en setiembre de 2008. A partir de ese momento no se volvieron a realizar llamados abiertos. "No hay proveedores seleccionados mediante un procedimiento público de competencia abierta", informó la auditoría.
Estudios sin hacer. En el hospital de Rivera no había una forma de controlar que solo se pagaran los estudios médicos que efectivamente se hubieran realizado. El informe reveló que había "alta probabilidad" de financiar análisis sin hacer.
Dirección autoritaria. La auditoría cuestionó que la dirección del hospital tomara todas las decisiones en torno a los procesos de compras irregulares. El gerente financiero del centro de salud se deslindó de cualquier responsabilidad y dijo que las reglas las habían puesto "el director y el subdirector, con aprobación de las autoridades de ASSE".
Proveedores con impedimentos. De acuerdo con la auditoría, la mayoría de los proveedores de servicios de salud en Rivera no podían ser contratados por el hospital por el riesgo de incurrir en conflictos de intereses. El informe reveló que en 2018 había "insuficiencia de proveedores" a raíz de ese problema.
Facturas sin ingresar. Los auditores que viajaron a Rivera encontraron facturas sin ingresar al sistema de información financiera estatal. La mayoría pertenecía a la gestión de Toriani y sumaban contrataciones por más de US$ 1 millón que no habían sido declaradas a ASSE. "El proceso de compras es deficiente, lo que provoca que Contaduría desconozca la emisión de órdenes de compra", concluyó la auditoría.
Pacientes no usuarios. El informe reveló que en el block quirúrgico del hospital de Rivera se atendía a pacientes que no eran usuarios de ASSE. Solo entre enero y setiembre de 2017 se realizaron 36 operaciones y 18 correspondían a personas sin identificar documento de identidad, por lo que "no es posible verificar" quiénes eran. Esos procedimientos le costaron a ASSE $ 880.762.
Mala nota. En suma, la auditoría le otorgó al hospital de Rivera un puntaje promedio de riesgo "no tolerable".
Cargos "honorarios". El informe mostró que se contrataron 80 funcionarios de manera informal. La auditoría reveló también que los trabajadores decían que cumplían servicios "honorarios", ya que habían sido empleados sin contrato escrito. Hubo personas que acumularon hasta cuatro cargos sin regularizar durante cinco años, según el documento.
Auditorías ignoradas. Otras evaluaciones advirtieron a Toriani y su equipo que debían realizar cambios en su gestión. Esos informes fueron elaborados entre 2013 y 2014. Sin embargo, el documento de 2017 informó que de todas las recomendaciones que se habían hecho antes, la dirección del hospital de Rivera solo había implementado una.
Falta de licitaciones. La última licitación en el centro de salud del norte del país se llevó a cabo en setiembre de 2008. A partir de ese momento no se volvieron a realizar llamados abiertos. "No hay proveedores seleccionados mediante un procedimiento público de competencia abierta", informó la auditoría.
Estudios sin hacer. En el hospital de Rivera no había una forma de controlar que solo se pagaran los estudios médicos que efectivamente se hubieran realizado. El informe reveló que había "alta probabilidad" de financiar análisis sin hacer.
Dirección autoritaria. La auditoría cuestionó que la dirección del hospital tomara todas las decisiones en torno a los procesos de compras irregulares. El gerente financiero del centro de salud se deslindó de cualquier responsabilidad y dijo que las reglas las habían puesto "el director y el subdirector, con aprobación de las autoridades de ASSE".
Proveedores con impedimentos. De acuerdo con la auditoría, la mayoría de los proveedores de servicios de salud en Rivera no podían ser contratados por el hospital por el riesgo de incurrir en conflictos de intereses. El informe reveló que en 2018 había "insuficiencia de proveedores" a raíz de ese problema.
Facturas sin ingresar. Los auditores que viajaron a Rivera encontraron facturas sin ingresar al sistema de información financiera estatal. La mayoría pertenecía a la gestión de Toriani y sumaban contrataciones por más de US$ 1 millón que no habían sido declaradas a ASSE. "El proceso de compras es deficiente, lo que provoca que Contaduría desconozca la emisión de órdenes de compra", concluyó la auditoría.
Pacientes no usuarios. El informe reveló que en el block quirúrgico del hospital de Rivera se atendía a pacientes que no eran usuarios de ASSE. Solo entre enero y setiembre de 2017 se realizaron 36 operaciones y 18 correspondían a personas sin identificar documento de identidad, por lo que "no es posible verificar" quiénes eran. Esos procedimientos le costaron a ASSE $ 880.762.
Mala nota. En suma, la auditoría le otorgó al hospital de Rivera un puntaje promedio de riesgo "no tolerable".
GRAN PERSONAJE, TORIANI, FUE ELECTO DIPUTADO EN LAS ELECCIONES DEL 84 POR DEMOCRACIA AVANZADA, NUNCA PRESENTO UN PROYECTO DE LEY Y NUNCA ASISTIO A LA CAMARA EN TODA LA LEGISLATURA, SE DEDICO A ESTUDIAR MEDICINA....
ResponderEliminarYa sabido: tratar de hacer bien las cosas es antisistémico
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