El discurso del representante de AUTE el 1 de mayo, Gonzalo Castelgrande, hizo que la ministra de Turismo, Liliam Kechichian, abandonara el acto.
"Hay que levantar una gran bandera de la “desmercantilización” de los derechos sociales elementales de nuestro pueblo".
Con Gonzalo Castelgrande*, Vicepresidente de AUTE
Hemisferio
Izquierdo (HI): ¿Cómo describiría la situación en Uruguay de la clase
trabajadora en general y del movimiento sindical en particular en la
actualidad?
Gonzalo Castelgrande (GC):
En primer lugar, agradezco la invitación a Hemisferio Izquierdo de
poder ser parte de un debate de suma relevancia para los trabajadores y
el conjunto del pueblo, más particularmente en el contexto del 13avo
Congreso del Pit-Cnt donde la democracia obrera se pone en tensión y
debemos dejar lo mejor de nosotros para que se logren las mejores
síntesis posibles.
En
cuanto a la pregunta en concreto, para abordar la condición de clase
trabajadora en Uruguay, hay algunos indicadores que -si bien no son toda
la verdad- ilustran algunos elementos que son de enorme relevancia.
Primero, vale decir que desde la llegada del Frente Amplio al gobierno
en el 2005 se abre un nuevo proceso histórico en nuestro país. Había
depositadas en aquel entonces un montón de expectativas considerando que
el FA sintetizaba muchas de las demandas populares, a la vez que
significó la derrota -después de más de 150 años- de los partidos de
derecha tradicionales. Por tanto, debe tomarse este punto como el
comienzo de un nuevo mojón para el análisis de la lucha de clases. Se
abre desde allí, un conjunto de políticas sociales con cierto énfasis
redistributivo y también se avanzó en la regulación laboral, permitiendo
avances indiscutibles tanto en lo económico como en facilitar aspectos
organizativos a la clase obrera.
Pero
esto no debe llevarnos a negar todo otro conjunto de elementos
coincidentes con el arribo del FA al gobierno. Los aumentos de salario
real, que existieron y han permitido recuperar y superar el mojón de los
noventa, todavía estamos un 30% debajo de los niveles salariales
pre-dictadura, y todavía tenemos cerca de 400 mil trabajadores por
debajo de 16 mil pesos a la vez que hay sectores económicos que han
tenido unos niveles de acumulación enormes. De hecho, a nivel de quiénes
y cuánto se apropian de la riqueza se ha variado muy poco y el 1% de
mayores ingresos del Uruguay acapara -según investigaciones recientes-
un 14% de los ingresos. Probablemente, esto obedezca a contradicciones
de clase del propio gobierno pero lo cierto es que tras muchos años de
una brutal ofensiva del capital contra la clase trabajadora, los
gobiernos progresistas tuvieron como estrategia no entrar en disputa
contra los grupos de poder económicos dominantes de nuestro país.
También
sucede que la clase obrera en nuestro país vive un proceso de
fragmentación, de cierta atomización ideológica, adoptando un cultura de
consumo y endeudamiento. Por tanto, es necesario poner sobre la mesa la
necesidad de generar una contrahegemonía ideológica y cultural en la
clase obrera. Sino, vamos camino a mayores derrotas como pueblo. La
clase obrera organizada es la principal organización histórica del campo
popular y tiene una responsabilidad sobre el devenir fundamental.
Hoy,
se tiene un nivel de afiliación como nunca antes, pero sacar a relucir
estos datos -importantes- esconde dos problemas. En primer lugar,
seguimos con déficits organizativos muy importantes en sectores
altamente precarizados, informales, etc. Y, en segundo lugar, porque la
legitimidad del movimiento sindical ante el conjunto del pueblo, no se
desprende linealmente del número de afiliados. La legitimidad la ganás
con el método, la forma de construcción sindical, y en ese sentido, hay
elementos de la conducción actual que deben revisarse para volver a
estar a la altura de las herencias que nos legaron de la vieja CNT, no
sin aggiornarnos a los problemas actuales.
HI:
Pensando en el horizonte de organizar a la clase en su conjunto, ¿cuál
son los principales desafíos que tiene por delante el PIC-CNT para
crecer cuanti y cualitativamente? ¿cuáles son las principales
dificultades para esto?
GC:
Sin dudas que como Pit-Cnt tenemos por delante un conjunto de desafíos.
Actualmente, estamos a las puertas de un Congreso y eso, es muchísimo
más que decidir quién va a estar en la “conducción” sino que, de lo que
verdaderamente se trata, es de definir la construcción sindical, cómo
democratizamos, cómo nos dotamos de legitimidad. Es fundamental que
quienes hoy no se sienten identificados con el sindicalismo puedan hacer
un proceso de acercamiento. Y para ello, garantizar mecanismos que
amplifiquen la democracia sindical, donde hacer valer la opinión de
todas y todos sea importante.
En
cuanto a las tareas más concretas, hay un sin fin. Sólo por
jerarquizar, tenemos un número significativo de trabajadores que,
teniendo laburo, están por debajo de la línea de pobreza.
Un
elemento central para el crecimiento, en cantidad y calidad, debe ser
un mayor desarrollo de la solidaridad. No sólo con los trabajadores
sindicalizados, sino también con los que no están sindicalizados. Y esa
solidaridad, que es de carácter estratégico, debe trascender a la clase
trabajadora y amplificarse con otros movimientos del campo popular. Hoy,
por suerte, hay varias brigadas solidarias, comisiones de apoyo de
conflictos, que más allá de orientaciones sindicales, están
desarrollándose. Y es así cómo se construye, en la calle, en el
encuentro, en el apoyo de conflictos una unidad verdadera. Cuando te una
la acción, las discrepancias en posicionamientos son secundarias.
Un
segundo elemento para el desarrollo sindical, es fortalecer y dejar
claro -en posicionamiento y en práctica- la independencia de clase. Y
con esto no me refiero a la “independencia de los partidos políticos”,
sino a como se pensó en términos integrales con la creación de la CNT.
Esto es pensar con autonomía, con total independencia de gobiernos,
patronales y partidos, y para ello, es fundamental dar señales. Esas
señales implican cuestiones de contenido -y no sólo de forma- y por
ello, es fundamental levantar un programa propio de la clase obrera. Que
podrá coincidir en tal o cual punto con tal o cual partido político o
medida gubernamental, pero que no va a la saga de nadie. El Pit-Cnt
tiene sus estatutos, tiene su plataformas y debe elaborar caminos
propios. Con esto sobre la mesa, podrá construir alianzas con partidos,
con gobiernos o lo que fuera. El marco de alianzas tiene que ser amplio y
no sectario. Pero a veces, esto parecería que opera al revés, se espera
a que haya una propuesta o programa gubernamental para posteriormente
acompañarlo. Por eso, este cambio metodológico entiendo que es
fundamental para dar señales claras al pueblo de nuestra independencia
como clase.
Esto
nos abre un montón de dificultades. Estamos viviendo un momento de
inflexión en la región. El Uruguay no es ajeno a ese proceso, acá ya se
está llevando un proceso de ajuste sobre los servicios públicos. Estamos
convencidos de que en escenarios en que se tensa la lucha de clases,
los ajustes se nos vienen encima y más allá del gobierno de turno, vamos
a tener que discutir en profundidad el rol de los trabajadores
sindicalizados. Hay una serie de clichés que se utilizan permanentemente
como que “somos todos parte de un bloque social y político de los
cambios”, o que acá hay “dos proyectos de país”. Y así, le hacemos un
flaco favor a la clase dominante. A mi entender, de lo que se trata es
de tomar conciencia de la necesidad de enfrentar como clase los ajustes y
el recorte de derechos, y cuál va a ser el rol del Pit-Cnt para
acometer dichas tareas.
HI:
Desde 2015 la economía uruguaya ingresó en una fase de enlentecimiento,
lo cual tuvo impactos en el mercado laboral con la pérdida de 30.000
puestos de trabajo y el cierre de numerosas empresas, a lo que se suma
una ofensiva patronal tendiente a flexibilizar el mercado laboral y la
amenaza de desplazamiento de fuerza de trabajo por avances tecnológicos.
En este escenario ¿qué desafíos tiene la clase trabajadora en su
conjunto? ¿Qué agenda programática y qué estrategia general se debería
impulsar?
GC:
Es evidente que toda esta nueva situación que se nos abre a partir del
2005 tiene un quiebre en el 2015: la política económica que toma como
centro el déficit fiscal, que parte de un enlentecimiento económico,
baja de los commodities. Se empieza una política de recortes y ajustes,
moderados, pero ajustes. Actualmente estamos con un nivel de desempleo
que ronda el 9%, con cierres de empresas -principalmente a nivel
industrial-. Todo esto viene de la mano con una ofensiva del capital
contra el trabajo no solo a nivel nacional sino a nivel regional y
global. En Argentina hay tarifazos, ajustes, represión constante a la
movilización popular. En Brasil, estamos con un golpe de Estado que se
le dió a Dilma Roussef y, tras una serie de varias reformas
antipopulares (reformas laborales, presupuestales, tributarias) y que se
corona con el encarcelamiento a Lula.
La
derecha no tiene como único objetivo la recuperación de la
administración del aparato de Estado sino que, y principalmente, viene a
ajustar con fuerza a la clase trabajadora. En Uruguay, se da la
peculiaridad que no es tras el advenimiento de la derecha tradicional al
gobierno en que se procesa el ajuste sino que lo llevan gobiernos del
FA. Se expresa con recortes de inversión y funcionamiento en Empresas
Públicas, se expresa con políticas de privatización en sectores públicos
estratégicos, se expresa en un agotamiento más general de las políticas
más redistributivas. No obstante, tal vez la expresión más clara de ese
agotamiento progresista es ideológica, en la que ante una disyuntiva de
tensión ha optado por el capital en contra del trabajo. Esto pone al
Pit-Cnt en una situación sumamente compleja: una derecha que se viene
con todo, gobiernos del FA que ceden al capital y un pueblo que está
empezando a ser avasallado en derechos.
Es
ahí, en ese escenario de recrudecimiento de la lucha de clases que
tenemos que evitar la lectura de que hay “dos modelos de país”. Esa
discusión sobre caracterización de etapa nos pauta el escenario próximo.
En lo personal, creo que nos hace mucho daño como movimiento sindical
enroscarnos en que hay un “bloque social y político” donde el Pit-Cnt es
una parte constitutiva junto con el gobierno. De lo que sí se trata, es
de que hay dos proyectos de sociedad: el capitalismo y una sociedad
futura, sin explotados ni explotadores. Por esa segunda sociedad, es por
la que debemos pelear como trabajadoras y trabajadores. Esto no quiere
decir que se deba ser indistinto a los gobiernos de turno, pero la
independencia de clase y el objetivo por transformar la sociedad tiene
que ser nuestra orientación estratégica, no subordinada a ningún
gobierno ni partido. Claro que habrá gobiernos más cercanos y más
lejanos, pero los “modelos de país” que se nos plantean, sea el
oligárquico tradicional o el de los gobiernos del FA tienen como
presupuesto perpetuar el modo de producción capitalista. Como Pit-Cnt,
deberíamos afirmar una estrategia propia de superación del capitalismo
y, con ese proyecto de sociedad en mente, pensar posibles alianzas. Lo
otro nos toma de rehenes en cada instancia electoral y nos hace perder
la razón de ser como clase trabajadora.
Después,
hay todo un eje de debates que son más de funcionamiento interno del
movimiento sindical. Todo el debate de autoconstrucción es sustantivo.
Necesitamos llegar al conjunto de la clase trabajadora y no solo al
núcleo militante o a quienes están afiliados a un gremio.
Y por
último, está el eje programático. Tomando como base la necesidad de
modificar radicalmente las relaciones sociales de producción, se abren
toda una serie de desafíos que tienen que ver con combatir la
desigualdad y la dependencia y transitar hacia una economía más
autogestionaria, asociativa y con un Estado jugando un rol
sustantivamente diferente al actual. Asimismo, hay todo un avance
científico-técnico que trae algunas buenas noticias pero toda una serie
de problemas que están reeditando el viejo debate del “fin del trabajo”.
Tener posicionamientos claros en ese sentido y propuestas alternativas,
que permitan que el desarrollo científico sea en pos de las mayorías,
nos es vital como clase. Nosotros somos contrarios a la postura
“adaptacionista” respecto a las nuevas tecnologías, que la única
alternativa que nos deja es hacer cursos de capacitación laboral para
“reconvertirnos” como trabajadores. El capital históricamente ha jugado
con eso y tenemos que saber cómo lidiar y apropiarnos del cambio
tecnológico. Hay que generar una política que permita discutir cuáles
son los trabajos necesarios socialmente y cómo generamos mejores
condiciones para todas y todos con la aplicación tecnológica. Desarrollo
científico y pleno empleo, solo son contradictorios en el capitalismo.
Otro
eje programático tiene que ver con toda una redefinición de las
Empresas Públicas. Los gobiernos del FA se han centrado en el aspecto
recaudador de las empresas pero para nosotros tienen que jugar otro rol.
En primer lugar, ser garantes de derechos y generar el cumplimiento de
los derechos humanos más esenciales (como el acceso al agua potable, el
acceso a la energía eléctrica, etc). En segundo lugar, deben ser parte
de una estrategia soberanista, desarrollando inversiones, tecnología y
conocimiento para el conjunto del pueblo. Esto implica desandar toda una
serie de limitaciones actualmente existentes como los Manuales de
Cuentas Públicas que limitan la inversión de nuestras empresas, toda una
serie de normativas vigentes y la discusión actual de la “gobernanza”,
que fortalece al poder central y excluye a los trabajadores y a los
usuarios de la toma de decisiones en torno al funcionamiento de nuestras
empresas.
Siguiendo
en este eje, toda la defensa de los bienes comunes y el patrimonio
público es fundamental: la tierra, el agua, la energía. Son estratégicas
y tienen que estar en manos del Estado. Sobre la renta de la tierra, la
concentración y la extranjerización hay ríos de tinta escritos y son
todos elocuentes. Es hora de ponerle el cascabel al gato. Es imposible
cambiar las relaciones sociales de producción sin tener la conducción
del agua, la energía, la tierra y la alimentación. En ese marco, hay que
levantar una gran bandera de la “desmercantilización” de los derechos
sociales elementales de nuestro pueblo: educación, salud, vivienda,
entre otras. El capital ha avanzado mucho en estos ámbitos de la vida y
como movimiento sindical debemos militar a brazo partido por arrebatarle
al capital la injerencia sobre esos derechos.
En
otro orden de cosas, se hace necesaria una política salarial integral.
Como movimiento obrero se ha estado a la saga en cada Ronda de Consejos
de Salario, en cada Rendición de Cuentas. No se puede esperar a que el
Ejecutivo tire las pautas para que los trabajadores empecemos a discutir
si aceptamos o no. Y en ese marco, rediscutir la Seguridad Social tiene
que jerarquizarse. Hablar de AFAPs es hablar de mercantilización de los
derechos jubilatorios, y con tres gobiernos del FA con mayorías
parlamentarias, el régimen sigue sin derogarse.
Otro
de los grandes pendientes, que si bien forma parte de las mejores
tradiciones del movimiento obrero pero que necesita un nuevo abordaje,
consiste en pelear por el acceso universal al acervo cultural y
científico de la humanidad. Hay una suerte de empobrecimiento cultural y
como clase nos debemos volver a levantar banderas de autoformación y
jerarquizar la importancia de la cultura.
Por
último, dos puntos que creo que son de principios. Primero, el combate a
todo tipo de violencia y, en particular, a la violencia de género.
Ahora es más que evidente que este es un flagelo en nuestro país con
decenas y decenas de mujeres asesinadas por hombres que se sienten que
son sus propietarios y se arrogan el derecho de disponer de sus vidas.
Por eso es fundamental plantearse una defensa acérrima de la mujer
trabajadora y la pelea contra las desigualdades de género. Y segundo,
cuando hablamos de lucha contra la violencia debemos seguir peleando por
verdad y justicia, contra la impunidad, porque seguimos conviviendo con
torturadores, con delitos económicos de la dictadura no resueltos,
propiedades que siguen confiscadas y como trabajadores debemos seguir
reclamando contra todos esos vejámenes.
* Militante de Aute.
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