viernes, 11 de marzo de 2022

La tortuosa muerte de Jorge Zabalza

Verónica Engler y Jorge Zabalza en el Memorial de los Detenidos Desaparecidos, en el Cerro Montevideo Martha Passeggi

 

Los familiares del exrehén de la dictadura denuncian un trato inhumano en el sistema de salud

La tortuosa muerte de Jorge Zabalza

Samuel Blixen
Brecha, 11 marzo, 2022

En una trama de incidentes confusos, episodios extraños y actitudes inhumanas, el último mes de la vida del exguerrillero transcurrió signado por el dolor y el horror.

La denuncia de Veronika Engler sobre las circunstancias de la muerte de su compañero y esposo, Jorge Tambero Zabalza, expone un cuadro terrible y aberrante de actitudes humanas incomprensibles, un proceso dantesco que durante un mes –hasta su muerte, el 23 de febrero– convirtió la internación hospitalaria del Tambero en una prolongación del maltrato, el dolor y la indignidad que vivió en las prisiones de la dictadura. El Tambero, quien durante 13 años fue uno de los nueve rehenes varones de la dictadura, sobrevivió a un cáncer de esófago detectado hace siete años, que condicionó su vida, por las dificultades extremas para alimentarse. Pero murió con un cuadro de insuficiencia renal, con una neumonía purulenta, afectado por una bacteria hospitalaria resistente, con un cuadro de covid, con líquido que rodeaba el pulmón y el corazón, que provocó un derrame pleural; sucio, desnutrido, postrado en una cama que le causaba un enorme dolor en las piernas, siempre boca arriba, sin poder comunicarse, sin una atención básica, a veces delirando.

En una entrevista con Brecha, Veronika descartó una intención premeditada y prefirió explicar ese proceso por la deshumanización generalizada que exhibían algunos médicos, así como parte del personal no médico: «Me cuesta creer que esa actitud esté tan generalizada. Algunos lo trataban correctamente, pero otros lo trataban como un bulto». Acotó que ese trato deshumanizado coincidía con otros relatos sobre la atención de pacientes durante la pandemia y que ella, personalmente, pudo comprobar tanto en el sanatorio del CASMU como en el Hospital de Clínicas durante el último mes de internación de su compañero. En una comunicación con un colega, el padre de Veronika, el doctor Henry Engler, afirmó: «En criollo: no le dan bola. Las órdenes médicas penetran 10 centímetros y se diluyen en el mar de los sargazos. No podemos decir: “Es porque es un hospital público o universitario”. Es porque no hay empatía. Es trágico. Pese a toda la invalorable ayuda tuya. Me acordé de Dante: “Los que aquí entráis, perded toda esperanza”».

EL COMIENZO DEL FIN

A mediados de enero el estado de Zabalza se complicó, debido a que una dilatación del esófago que permitiría que se alimentara se postergó en el Centro de Nefrología del Hospital de Clínicas, donde aparecieron casos de covid. Cuando finalmente se intentó la dilatación, se produjo un desgarro al introducir el endoscopio y el procedimiento fue postergado para los primeros días de febrero. Según el relato minucioso de Veronika, las dificultades para mantener la atención médica en medio del cuadro extremo de Zabalza se incrementaban. El seguimiento después de la operación del cáncer de esófago se hizo siempre con una tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), debido a la dificultad de interpretar las tomografías habituales por la presencia de ganglios grandes, inactivos, que no eran metastásicos. «Desde hace dos años que se está solicitando un PET, que, seguramente, habría evitado que el estado de salud de Jorge llegara a este punto de deterioro. Nunca se lo aprobaron y no sabemos si el Hospital de Clínicas insistió lo suficiente o fue negligencia o desinterés de quienes en la actualidad están a cargo del CUDIM [el centro de imagenología molecular, del que Henry Engler fue fundador y primer director]», contó Veronika.

En la madrugada del sábado 22, Zabalza sufría fuertes dolores en el pecho. «Llamé a la UCM. El médico descartó problemas cardíacos y propuso internarlo para hacerle exámenes», contó Veronika. Como era paciente de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), el personal de la UCM intentó trasladarlo al hospital Maciel, pero no había camas disponibles. Fue derivado a un sanatorio del CASMU. Un examen con eco Doppler reveló una insuficiencia renal y se decidió operarlo. «Me avisan que su vida corre peligro y que su estado es muy delicado. Le hacen diálisis», narró su compañera. Un riñón dejó de funcionar y otro fue entubado mediante una nefrostomía. Pero la operación se postergó, por la comprobación de una infección bacteriana. La situación general de Zabalza se agravaba conforme se volvía cada vez más difícil alimentarlo. «Les advertí que iba a empeorar y que había que tener una solución alternativa, porque lo que lograba ingerir no era suficiente. Además, tuvo diarrea en varias ocasiones, lo que empeoraba todo», añadió.

KAFKIANO

Veronika tuvo que recomponer la historia clínica de Zabalza, porque ASSE no se la entregó al CASMU. La comunicación entre instituciones comenzó a tener ribetes kafkianos: para concretar la dilatación del esófago era necesario trasladarlo al Clínicas, pero para ello se planteó que era necesario que la familia elevara un pedido concreto. La coordinación entre el CASMU y el Clínicas resultaba imposible, porque, según las autoridades de la mutualista, la dirección del Clínicas no respondía las llamadas telefónicas. El director del Hospital de Clínicas, Álvaro Villar, dijo después que nunca había recibido esas llamadas. «En todo ese tiempo existió una enorme confusión sobre qué institución se haría cargo de los análisis y la internación», contó Veronika.

El 3 de febrero, la vía por la que le suministraban los antibióticos y los medicamentos se tapó y, dadas las dificultades para colocarle otra, decidieron sacársela: «Le sacan la vía por donde le pasan los medicamentos, el antibiótico, el gluconato de calcio y la cortisona, y eso me preocupa. Insisto con que le coloquen. Un enfermero me dice que se la colocarán a las cuatro de la mañana, cuando tienen que sacarle sangre. A las cinco insisto. Me responden que no está ordenado sacarle sangre».

El 8 de febrero, con una infección bacteriana resistente, con una neumonía purulenta con esputos verdes y sangre, y con un cuadro de desnutrición aguda, Zabalza fue trasladado al Clínicas. Lo internaron en una sala de aislamiento en el piso 9. «El aislamiento es ficticio, lo que quedó demostrado con el contagio masivo de covid. Allí se comparten varios espacios e, incluso, el baño, lo que no tenía ningún sentido ni lógica», prosigue el relato familiar. Con la confirmación del PCR, fue trasladado a una sala de doble aislamiento en el piso 8, pero Veronika no fue informada de ese traslado. Zabalza estuvo solo en una pieza que da a un pasillo, que, a su vez, comunica con el puesto de enfermería. No tuvo la posibilidad de reclamar atención ni pedir ayuda, porque no hay timbre. Su única vía de comunicación era un celular, con el que llamaba a Veronika y a su suegro. En uno de sus mensajes dice: «Amor, estoy encerrado. Sala 10. No puedo llamar a los enfermeros, porque no tengo cómo hacerlo. He gritado, he aplaudido. No tengo cómo llamarlos, no tengo cómo estar informado de nada, no sé qué va a pasar». Veronika comprobó que no lo limpiaban: «Tenía muchas flemas, por las bacterias, y la barba sucia. Con una tijerita traté de recortarle la barba, le cortaba las uñas, pero tenía que limpiarlo con agua Salus porque no había agua».

Durante la tormenta del 13 de febrero, Zabalza logró comunicarse con su suegro y le dijo que estaba pasando un frío extremo. Al día siguiente, el lunes 14, le advirtió por teléfono a su compañera que desde hacía horas estaba totalmente empapado: «Amor, recurro a tu paciencia una vez más. Estoy mojado, todo mojado, desde hoy a las nueve de la mañana. Los médicos estuvieron, me revisaron, me taparon con una frazada y dijeron: “Ya venimos”. Y son las tres de la tarde». Cuando llegó a la pieza, Veronika comprobó que se le había salido la sonda de la nefrostomía y que estaba empapado de orina. Pidió que lo cambiaran y lo higienizaran, pero una enfermera solamente le retiró la sábana orinada, con la que le secó el cuerpo.

Veronika temía, además, por la salud mental de Zabalza, que le mandaba audios de despedida y expresaba el deseo de que sus cenizas fueran tiradas en el Cerro, en el memorial del Che. Como le explicó Veronika al responsable del piso, el doctor Martín Rebella, unas veces estaba totalmente lúcido («Hoy no me controlaron, o sea, no me tomaron la temperatura ni la presión, ni me dieron el desayuno. Están ahí, esperando que la quede. Yo les mando este testimonio. La cosa es así, porque, llegado cierto punto, se termina la humanidad») y otras veces deliraba («Tienen que conseguir un habeas corpus»). Rebella le confirmó a Veronika que Zabalza presentaba un cuadro extremo de desnutrición. Recién el 15 de febrero, de acuerdo al relato, intentaron suministrarle un complemento alimenticio, que ya no podía tragar, y después decidieron colocarle una vía parenteral para alimentarlo: «Ya era demasiado tarde, porque a esas alturas estaba severamente desnutrido y su cuerpo no tenía fuerzas para combatir las múltiples patologías y comorbilidades que lo aquejaban».

INCONSISTENCIAS

El recinto de los enfermeros cuenta con cámaras, pero, según la familia, estas no filman el cuarto de aislamiento, por lo que es imposible saber qué ocurría en la sala donde Zabalza permanecía solo, aislado. La noche del domingo 20, Veronika lo dejó dormido, después de haberle suministrado una pastilla de Zolpidem. «A pesar de que no podía hablar, lo dejé con un ánimo fantástico. Me señalaba con el dedo para arriba. “¿Te van a cambiar de piso?”, le pregunté. Negó con la cabeza. “¿Te vas a ir al cielo?” Volvió a negar con la cabeza y alzó el puño cerrado. “¿Vas a resistir?” Asintió. Lo deje roncando y con ese ánimo. A las cinco de la mañana se había arrancado todas las vías y todas las sondas. No sé qué pasó en el intermedio», narró Veronika. No sabe cuánto tiempo permaneció perdiendo sangre desde que se arrancó las vías y la sonda del pulmón: «Por error, cuando me devolvieron las cosas, me entregaron un bolso con trapos ensangrentados». A partir de ese momento no recibió más alimentación: «Le colocaron suero en un momento en que lo solicité, pero luego se lo retiraron. Desde entonces su deterioro fue en aumento, hasta culminar con su muerte». Descarta que conscientemente haya intentado suicidarse. Pero le escribió a su familia: «Su estado es lamentable y yo estoy al borde del colapso nervioso».

El 22 de febrero, temprano en la mañana, Rebella, de acuerdo a su relato, le comunicó a Veronika que no había nada más que hacer para revertir la situación de Zabalza. «Más tarde, ese mismo día, a eso de las diez, concretamos una reunión, en la que, además del doctor Rebella, participaron el doctor [Miguel] Martínez [decano de la Facultad de Medicina], mi padre, la hermana de Jorge, su hijo y yo». En esa reunión Rebella confirmó que Zabalza estaba desahuciado. Se acordó de que regresaría a su domicilio, en Santa Catalina. En el mismo momento en que se producía esa reunión, Villar ofrecía declaraciones a diarios e informativos de televisión sobre el estado de Zabalza. El Observador reprodujo sus palabras: «Su situación se encuentra en estudio, sin llegar hasta ahora a ser considerada grave». En Telemundo, reiteró: «Hasta el momento [la situación] no es grave, pero sí requiere cuidados médicos permanentes». El País consignó: «Zabalza se encuentra internado en una sala de cuidados intermedios, con “apoyo médico y enfermería las 24 horas”, dijo Villar. “Está controlado y no se plantea ingresarlo al CTI”, dijo». En su conversación con Brecha, Veronika fue terminante: «Villar estaba dando declaraciones a la prensa, diciendo que estaba estable. Mentía, porque decía que estaba en una sala de cuidados intermedios, cuando, en realidad, estaba en una sala de doble aislamiento por covid. Es impensable que Villar ignorara la situación de Jorge». (Véase en la página 23 la entrevista de Brecha con el director del Clínicas.)

MISTERIOS

El martes 22, sobre las 23 horas, Veronika, alojada en la casa de su prima para acceder más rápido al Clínicas, comenzó a recibir por teléfono las condolencias por la muerte de su compañero. Las llamadas tenían un origen. A las 22.30 Diego Burgueño publicó un tuit: «Acaba de morir Jorge Zabalza, un terrorista que si bien reconoció algunos casos de gravedad como delitos de lesa humanidad obvio [sic] que me recibió por 4 horas, lástima que como conclusión de dicho encuentro más allá de su reconocimiento creía viable la lucha armada nuevamente». Hijo del policía muerto en la toma de Pando en 1969, Burgueño parecía tener fuentes que le informaban sobre el estado de Zabalza en el Clínicas. Después borró el tuit, pero en otra comunicación dijo que su fuente era confiable.

Cuando logró comunicarse con el piso 8, una enfermera le dijo a Veronika que había visto a Zabalza unos 15 minutos antes, es decir que a las 23.10 aún estaba vivo: «Me dijo que él tenía 146 pulsaciones y estaba saturando bajo (84), pero que lograron colocarle la máscara de oxígeno. Le pide a otra enfermera que lo corrobore y me lo reafirma. También me informó que hacía un rato había estado un médico forense, que se vistió y estuvo con él alrededor de cinco minutos. Nos comunicó que lo dejó registrado. Me dice que me quede tranquila y descanse para estar temprano allí, por el traslado de Jorge a casa». El alivio por el desmentido de la muerte se mezcló con la noticia inesperada. ¿Qué hacía un médico forense cerca de la medianoche en una sala de aislamiento de covid? A la 1.45 del miércoles 23 el personal de enfermería registró la muerte de Zabalza, pero no pudo establecerse la hora exacta del deceso. Cuando Veronika preguntó por esa inusual visita, un tal «licenciado Óscar», enfermero encargado del piso, lo desmintió, se ofuscó y la increpó. Sin embargo, la presencia de ese presunto médico forense quedó registrada en las anotaciones de la enfermería. El sospechoso episodio fue denunciado en la dirección y es objeto de una investigación administrativa. Se presume que se trata de un falso médico, que ingresó al hospital exhibiendo un documento judicial falso. La incógnita perdurará, porque, después de una negociación en la que, pese al covid, Forestier Pose accedió a un breve velorio de dos horas, el cuerpo de Zabalza fue cremado sin la posibilidad de ordenar una autopsia.

Veronika resume las circunstancias que –tiene la convicción– comparten otros pacientes: «A Jorge no lo mató el cáncer de esófago, que ya no tenía; no lo mató la falla renal, que estaba controlada. La muerte de Jorge sucedió por no haber recibido la atención hospitalaria; por el EPOC agravado por las bacterias que contrajo en el CASMU y descuidaron en el Clínicas; por los 12 días en una sala de aislamiento debido al covid, que contrajo en una sala del Hospital de Clínicas; por la falta de comunicación entre instituciones e intrahospitalaria. Jorge pasó sus últimos días sufriendo y sabiendo que no se estaba haciendo lo suficiente. Jorge murió atormentado en el horror más espantoso».


Villar aseguró que hubo una «coordinación técnica» entre el CASMU y el Hospital de Clínicas, y que la Cátedra de Infectología controla el cumplimiento de los tratamientos contra las bacterias intrahospitalarias. Descartó que haya faltante de medicamentos y recordó la independencia técnica de los médicos frente a reclamos de los familiares de pacientes para el suministro de fármacos. Sobre el supuesto médico forense que entró a la sala a ver a Zabalza pocas horas antes de su muerte –aspecto del que se sustancia una investigación administrativa–, dijo que no vio «ningún elemento irregular» y que «basta con demostrar su oficio de médico» para que una persona acceda a ver a cualquier paciente.

«¿Ustedes tienen una evaluación del estado mental de Veronika? Lo pregunto porque yo no sé si ella está en el mejor momento para hacer denuncias.» Esas fueron algunas de las primeras palabras de Álvaro Villar, director del Hospital de Clínicas (HC), cuando Brecha lo consultó –en su despacho en la planta baja del edificio– respecto a las condiciones en las que falleció Jorge Zabalza, el 23 de febrero, en una sala de aislamiento del hospital universitario.

Inicialmente, por falta de camas en la salud pública, Zabalza fue internado en el policlínico CASMU, en la madrugada del 22 de enero. En esa etapa, su mayor problema era alimentario. Necesitaba someterse a dilataciones esofágicas para poder tragar. Este procedimiento se realiza en el HC, motivo por el cual sus allegados insistieron en trasladarlo allí, donde, además, ya había sido atendido con éxito en el pasado. Sin embargo, la familia describió un traslado plagado de dificultades. «La nefróloga me dijo que mandó el informe al HC y que Villar no contestaba las llamadas», explicó Veronika Engler, esposa de Zabalza, a Brecha. Este tipo de descoordinaciones son recurrentes en el relato que hace la familia. Al respecto, el director negó al semanario que hubiera existido algún tipo de retraso y afirmó que «hubo una comunicación absolutamente técnica entre los médicos que estaban tratando al paciente en el CASMU y el HC, y ellos no entendían por qué sacarlo de allí: estaba en excelentes manos».

Durante su internación en el CASMU, Zabalza contrajo dos bacterias resistentes que requieren extremo cuidado para que no se propaguen a los demás pacientes. Una vez que ingresó al HC, fue internado en el noveno piso, sala seis, cama siete, donde está previsto que haya una estructura hospitalaria para aislamientos. Según los familiares, el aislamiento no era tal. Su compañera relató que en el lugar hay cubículos separados con mamparas, cerrados por cortinas que generalmente están abiertas. De acuerdo con Engler, enfrente y a los costados había otros pacientes, algunos con acompañantes y otros no. Todos compartían el mismo pasillo, el mismo baño y la misma ducha. Consultado por Brecha sobre este punto, Villar dijo que el hospital se maneja «de acuerdo a la ordenanza que el ministerio tiene para el tratamiento de bacterias», algo que –agregó– lleva adelante el Comité de Infecciones del HC y es controlado diariamente por la Cátedra de Infectología. Consultado específicamente sobre las denuncias acerca de que el baño de la sala era compartido, Villar no las negó directamente e insistió con la idea de que los criterios para el aislamiento también pueden ser diferentes según cada infección. Admitió desconocer los detalles de esta situación particular.

«Esto no es una cuestión en que llaman personalidades y plantean que hay que hacer tal cosa o tal otra», declaró Villar, y destacó la «independencia» de los médicos frente a los reclamos de los familiares. Asimismo, el neurocirujano expresó que Zabalza «vino en una situación pre mortem». «Hiciéramos lo que hiciéramos, él se iba a morir», sentenció. Sin embargo, el médico subrayó que el equipo del HC se dedicó, según sus competencias, a acompañar el proceso: «En ningún momento lo abandonamos, nunca lo dimos por perdido. Lo peleamos hasta el último día y hace años venimos peleando para alargarle la vida», manifestó.

La familia destacó el impacto de la última internación en la salud mental del extupamaro, en especial durante su estadía en el HC. En el CASMU se le había recetado Zolpidem, un fármaco que lo ayudó a conciliar el sueño y mitigar los episodios de angustia. Una vez en el HC, ese medicamento no se le suministró. Según Engler, luego de algunos intentos –sin éxito– de alertar al equipo médico, ella se encargó de adquirirlo fuera del hospital. Además, explicó que tuvo que guardar el fármaco en la sala, ya que le dijeron que si lo dejaba en la enfermería, «se podría utilizar por error en otro paciente». El doctor Villar afirmó que no existió ni existe una falta de medicación en el HC. Declaró: «No siempre coincide lo que la esposa quiere que tome [el paciente] con lo que el equipo médico considera que se le debe dar. Es muy discutible hasta dónde uno debe dar determinada medicación que pueda provocar el peligro de agravamiento». Aun así, remarcó que en cuidados intermedios esa es una droga que se maneja con frecuencia.

«Que me digas que llegó un día y lo encontró hecho pichí puede pasar en cualquier lado. Que no haya podido cerrar la ventana una noche, es cierto, eso te puede pasar, pero hay cosas que ella relata que son de una persona que no está en uso de sus facultades», manifestó Villar en primera instancia respecto a algunos pasajes de la denuncia de la compañera del fallecido. Frente a la pregunta de si es una práctica normal del hospital que un paciente permanezca más de seis horas orinado, expresó que no tiene ninguna constancia de que esa situación haya sucedido realmente. En esta línea, el director del HC alegó que cuando se reciben denuncias por cualquier vía, incluidas las redes sociales, se hacen investigaciones internas, y aseguró que cada vez que la esposa de Zabalza se quejó por algún motivo, eso se contempló.

«Nosotros abrimos el hospital para que ustedes vengan, saquen fotos, les pregunten a los pacientes y a enfermería. Todos van a decir que no faltó personal.»

Cada área del HC es un mundo. El último año, algunos pisos fueron reacondicionados, y Villar aspira a continuar con varios planes de refacción en lo que resta de su gestión, que inició hace un año y que pretende que sea más extensa que un solo mandato. «En cuatro años no hacés nada», aseguró. Colchones de 18 centímetros, luces sobre las camas de los pacientes, un baño cada dos camas, sillones reclinables para las visitas, pintura, relleno para las grietas del piso y las paredes, una solución para los cables inservibles que cuelgan de los techos y que haya más iluminación natural son algunos de los interminables ejemplos que el director listó en una recorrida por algunos de los pisos del enorme edificio. El octavo piso fue donde Zabalza vivió sus últimos días. Una pintura amarillenta y descascarada recubre las paredes de las habitaciones, y lo común –por ejemplo– es que las ventanas no tengan manijas de donde agarrarlas. La enfermería, pequeña y mal iluminada, se encuentra en un extremo del corredor, y a lo largo están las habitaciones. La de Zabalza era la cama diez; no obstante, a pesar de estar a pasos de la enfermería, él relató a su familia que era imposible comunicarse con el personal. Aún más en el estado de debilidad en que se encontraba. Si tenía un problema, contactaba por celular a su esposa y ella –desde afuera– se comunicaba telefónicamente con el piso. Villar afirmó que Zabalza era controlado por cámaras, «algo que solamente tienen los pacientes que se encuentran lejos de la enfermería o en aislamiento».

Un extraño episodio completa el panorama. «Dos o tres horas antes del fallecimiento de Jorge Zabalza ingresó alguien a la sala con identidad falsa y hasta ahora no se me pudo explicar qué sucedió», dice el escrito presentado a nombre de la familia Engler por los abogados Pablo Ghirardo y Juan Fagúndez ante la dirección del HC el miércoles pasado. El escrito expone, a su vez, que «todos los hechos narrados […] fueron comunicados al señor director, pero no hemos obtenido noticias, lo cual nos angustia, dado que se trata de hechos inciertos previos al fallecimiento de nuestro ser querido». También pide que «se investigue, se hagan las acciones administrativas y judiciales necesarias para brindar la máxima certeza sobre los hechos denunciados». Villar también procuró poner paños fríos sobre este asunto. El director del HC aseguró a Brecha que la investigación administrativa sobre este tema comenzó antes de recibir el escrito. Por lo demás, se limitó a decir que la persona de la que hablan los abogados ingresó por «vigilancia» y lo hizo con un carné que demostraba tener la «autorización adecuada para verlo». Insistió con que hay una investigación en curso, aunque «no vimos ningún elemento irregular ni nada». Consultado sobre la identidad de la persona, por si efectivamente entró a la sala como médico forense del Poder Judicial y por si se tiene la certeza de que esa visita no tuvo ningún vínculo con los ribetes de la internación, Villar se negó a dar detalles, pero narró que el hombre «saludó a Zabalza y se retiró». El director del HC no pudo asegurar si el carné era falso o no, tal como presume la familia. Ante la pregunta de por qué un médico forense debía ver a Zabalza a altas horas de la noche –inmediatamente antes de que se constatara el fallecimiento–, aseguró que «en cualquier hospital del país» basta con «demostrar el oficio de médico» para poder pasar a ver a cualquier paciente.

 

De Juan Zabalza


 


Hola compañeras y compañeros de facebook, vengo a hablar del tema de la muerte de mi padre, el Tambero, en que condiciones se dio, pero tambien vengo a hablarles a ustedes, la gente que en esta pandemia de mierda tuvo que soportar ver a familiares ir sin poder despedirse, la gente que pudo verlos pero solo los vio agonizar, la gente hundida en ese sentimiento de impotencia absoluta frente al semejante dilema que es tener a tu persona amada ahi, cerquita, en sus peores momentos, y no poder hacer nada.
En gran parte de latinoamerica, no solo uruguay, los hospitales estan totalmente sobrecargados, con falta de camas, con brotes de covid constantes aunque hayan protocolos y es algo de lo que se debe hablar y divulgar, lo que mi padre paso fue terrible pero como le paso a el le puede pasar a tu abuelo, a tu padre o a cualquier familiar.
Lo que voy a empezar a escribir ahora es una carta al director Alvaro Villar del clinicas resaltando algunas contradicciones que tuvo en su respuesta al articulo del diario Brecha sobre el ultimo mes agonizante de mi padre, y tambien mi opinion porque como hijo tengo todo el derecho a opinar.
Primero que nada villar vos te dignaste a "expresar" que Zabalza «vino en una situación pre mortem». «Hiciéramos lo que hiciéramos, él se iba a morir»
Vos sabes bien que cuando fue trasladado al clinicas, aunque estaba ya en malas condiciones aun tenia la oportunidad y la voluntad de seguir viviendo, te deberia haber quedado bastante claro por todos los dias que aguanto en tu agujero de mierda, mi viejo iba a mejorar, habia superado muchisimas cosas, la falla renal por ejemplo, empezo a decaer mas cuando entro a tu hospital y despues fue encajado en esa sala de supuesto aislamiento, en la cual habian multiples personas y baños compartidos, creo que tenes clarito que ahi contrajo covid y otra bacteria mas, una bacteria muy poderosa ademas, en el bañito compartido de tu salita aislada, ¿como te atreves a decir que vino en una situacion pre mortem sabiendo perfectamente lo que paso? si en tu hospital el seguia repicando no digo que hubiera vivido hasta los 100, pero podria haber disfrutado por lo menos un ultimo año con su familia, el cual se nos fue arrebatado por varias malas decisiones administrativas en tu hospital, si tenes la minima dignidad, tendrias que pedirle perdon a toda mi familia, y tambien a veronika por desubicarte con ella al tratarla de loca, la evaluacion mental tendria que ser para vos, a ver si sos capaz de ejercer tu cargo, con tus acciones dejas claro que no.
Siguiendo, despues declaraste que: «No siempre coincide lo que la esposa quiere que tome [el paciente] con lo que el equipo médico considera que se le debe dar. Es muy discutible hasta dónde uno debe dar determinada medicación que pueda provocar el peligro de agravamiento». Aun así, remarcó que en cuidados intermedios esa es una droga que se maneja con frecuencia.
Me pregunto por que hablas tanto de veronika? Por que tan a la defensiva? Acaso te queres lavar las manos queriendo hacer quedar a una mujer como una loca y una persona que puso en peligro a mi viejo con este argumento lamentable? El zolplidem ya estaba recetado desde que el estaba en el casmu no? Que digas que se maneja con frecuencia me deja a entender que es de muy bajo riesgo, todos sabemos que el zolpidem es inofensivo, no nos tomes como idiotas.
«Que me digas que llegó un día y lo encontró hecho pichí puede pasar en cualquier lado. Que no haya podido cerrar la ventana una noche, es cierto, eso te puede pasar, pero hay cosas que ella relata que son de una persona que no está en uso de sus facultades»
De nuevo, por si no te quedo claro yo te relato en lo que fallaron, fallaron al nutrirlo recien lo intentaron el 15 de febrero SEMANAS despues de ingresado a tu hospital, las medidas impuestas por el ministerio para el tratamiento de bacterias fallaron evidentemente, fallaron con la aislacion ya que contrajo covid, fallaron en proveer equipamiento en condiciones apropiadas, fallaron en darle higiene basica, fallaron en proveer necesidades basicas en los peores momentos de una persona, cosa que es tu deber loco, despues te dedicaste a decir que no tenias ninguna constancia, pues la tenemos nosotros en forma de audio, tenemos todos los audios de el pidiendole ayuda a veronika porque no lograba conseguirla adentro, te pones a hablar de que abris el hospital para sacar fotos y pendejadas asi, viejo te dedicas a dar buena cara como director en vez de siquiera intentar entender por lo que paso mi familia y miles de familias mas, no tenes corazon viejo, se lo llevo el estado, lamentable
Por ultimo queria hablar de un ultimo tema, hablaste de la persona que entro con identidad falsa, dijiste
«Dos o tres horas antes del fallecimiento de Jorge Zabalza ingresó alguien a la sala con identidad falsa y hasta ahora no se me pudo explicar qué sucedió»
Aca hay otro gran ejemplo de la incapacidad que maneja tu hospital, decis que en cualquier hospital del pais se puede pasar con oficio medico a ver a cualquier paciente, aunque el oficio sea falso, otra paja al pajar de problemas en tu hospital y en el sistema de salud en general, que lo admitis vos mismo, son inhumanos dejando pasar a cualquiera, viejo pedirte que renunciaras seria una payasada, no tendria punto, otro payaso sin escrupulos te reemplazaria, lo unico que puedo hacer es divulgar un poco lo que es la mafia medica y el sobrepoder medico que ejercen muchas veces, vos mentis, como otros en tu posicion, intentas sacarte el tema de encima como si fuera solo lo de mi viejo? no me jodas, esto pasa en todo el uruguay, a todas las familias, de todas las edades y la gente quiere un cambio.
Y bueno ya esta, largue todo lo que queria, no me queda mas que volver a hundirme en mis pensamientos.

 

De Henry Engler


Publico aquí mis comentarios sobre parte del artículo que Brecha publicó luego de entrevistar al Dr. Alvaro Villar, actual director del Hospital de clínicas. Seguramente el Dr. Indicará que yo, al igual que mi hija, no estoy bien de la cabeza. Ojalá yo nunca acepte ser normal como él.
 LA VERSIÓN DEL DIRECTOR DEL HOSPITAL DE CLÍNICAS, ÁLVARO VILLAR, SOBRE LA MUERTE DE JORGE ZABALZA
«La peleamos hasta el último día»
Camila Ghemi
11 marzo, 2022
Villar aseguró que hubo una «coordinación técnica» entre el CASMU y el Hospital de Clínicas, y que la Cátedra de Infectología controla el cumplimiento de los tratamientos contra las bacterias intrahospitalarias.
Descartó que haya faltante de medicamentos y recordó la independencia técnica de los médicos frente a reclamos de los familiares de pacientes para el suministro de fármacos.
Sobre el supuesto médico forense que entró a la sala a ver a Zabalza pocas horas antes de su muerte –aspecto del que se sustancia una investigación administrativa–, dijo que no vio «ningún elemento irregular» y que «basta con demostrar su oficio de médico» para que una persona acceda a ver a cualquier paciente.
«¿Ustedes tienen una evaluación del estado mental de Veronika? Lo pregunto porque yo no sé si ella está en el mejor momento para hacer denuncias.» Esas fueron algunas de las primeras palabras de Álvaro Villar, director del Hospital de Clínicas (HC), cuando Brecha lo consultó –en su despacho en la planta baja del edificio– respecto a las condiciones en las que falleció Jorge Zabalza, el 23 de febrero, en una sala de aislamiento del hospital universitario.
Comentario de Henry Engler: La falta de respeto por la familia sigue en la línea de la falta de respeto por el paciente Jorge Zabalza. ¿Un médico que cuestiona el estado mental de un familiar porque cuenta lo que pasó?
Inicialmente, por falta de camas en la salud pública, Zabalza fue internado en el policlínico CASMU, en la madrugada del 22 de enero. En esa etapa, su mayor problema era alimentario. Necesitaba someterse a dilataciones esofágicas para poder tragar. Este procedimiento se realiza en el HC, motivo por el cual sus allegados insistieron en trasladarlo allí, donde, además, ya había sido atendido con éxito en el pasado. Sin embargo, la familia describió un traslado plagado de dificultades. «La nefróloga me dijo que mandó el informe al HC y que Villar no contestaba las llamadas», explicó Veronika Engler, esposa de Zabalza, a Brecha. Este tipo de descoordinaciones son recurrentes en el relato que hace la familia. Al respecto, el director negó al semanario que hubiera existido algún tipo de retraso y afirmó que «hubo una comunicación absolutamente técnica entre los médicos que estaban tratando al paciente en el CASMU y el HC, y ellos no entendían por qué sacarlo de allí: estaba en excelentes manos».
Comentario de Henry Engler: Cuando se evaluó la posibilidad de trasladar a Zabalza al Clínicas, me comuniqué con el Dr. Raúl Rodríguez presidente del CASMU y con el Dr.Marcelo Gilard Director asistencial del CASMU. Gilard me dijo que trató de comunicarse con el Dr. Alvaro Villar pero el no contestó al teléfono ni respondió sus mensajes. Le envié mensaje a Villar por Whatsapp quien me dice que del CASMU no lo llamaron y no le enviaron mensajes.
Durante su internación en el CASMU, Zabalza contrajo dos bacterias resistentes que requieren extremo cuidado para que no se propaguen a los demás pacientes. Una vez que ingresó al HC, fue internado en el noveno piso, sala seis, cama siete, donde está previsto que haya una estructura hospitalaria para aislamientos. Según los familiares, el aislamiento no era tal. Su compañera relató que en el lugar hay cubículos separados con mamparas, cerrados por cortinas que generalmente están abiertas. De acuerdo con Engler, enfrente y a los costados había otros pacientes, algunos con acompañantes y otros no. Todos compartían el mismo pasillo, el mismo baño y la misma ducha. Consultado por Brecha sobre este punto, Villar dijo que el hospital se maneja «de acuerdo a la ordenanza que el ministerio tiene para el tratamiento de bacterias», algo que –agregó– lleva adelante el Comité de Infecciones del HC y es controlado diariamente por la Cátedra de Infectología. Consultado específicamente sobre las denuncias acerca de que el baño de la sala era compartido, Villar no las negó directamente e insistió con la idea de que los criterios para el aislamiento también pueden ser diferentes según cada infección. Admitió desconocer los detalles de esta situación particular.
Comentario de Henry Engler: Si desconoce los detalles, ¿por qué opina? En el CASMU Zabalza enfermó de neumonía y se le detectaron bacterias en el pulmón: una de ellas la Entrobacteria Cloacae, bacteria resistente hospitalaria. Cuando llegó al Clínicas tenía aún esputos verdes y se habló de neumonía multibacterial. Además en CASMU le encuentraron en el recto otra bacteria resistente hospitalaria la Escherichia Pneumonie. ¿La Catedra de Infectología aceptó ponerlo en una sala donde había otros pacientes, separado por cortinas y un baño con WC y ducha común y dónde se termina contagiando del Covid? ¿Ir a bañarse o defecar en un lugar común teniendo una bacteria resistente en el recto y otra en los pulmones? ¿Y qué pasa con los demás pacientes? Tenemos que pedirle a la cátedra que nos explique como razonaron y por qué tomaron esa decisión. Hay muchos infectólogos en Uruguay que deberían pronunciarse
respecto a esto que yo como simple médico considero aberrante. El Dr. Villar ¿desconoce esto? ¿Quizás es un invento de mi hija trastornada?
 «Esto no es una cuestión en que llaman personalidades y plantean que hay que hacer tal cosa o tal otra», declaró Villar, y destacó la «independencia» de los médicos frente a los reclamos de los familiares.
Comentario de Henry Engler: Supongo que las “personalidades” deben ser el Decano de Medicina Dr. Miguel Martínez, el ex-director de ASSE Dr. Marcos Carámbula y el otro debo ser yo. Pongo como ejemplo que en el CASMU no tenían idea de que el 29 de noviembre en el Clínicas le habían hecho a Zabalza una tomografía con contraste y ellos no tenían el informe. No había habido ninguna comunicación. Tuve que pedir yo el informe al Dr. Cuello del Clínicas para hacerlo llegar a los médicos del CASMU y también traté de explicarles a los médicos del CASMU la historia Clínica de Zabalza, que conozco bien y no tenían. Les expliqué que lo habíamos seguido con PET durante años porque era muy difícil interpretar las imágenes tomográficas. Llamé como médico, no como personalidad y claro que también
soy familiar. Pero cuando un paciente no tiene la historia clínica con él, desentrañar las patologías es tremendamente complejo y lleva a mucha confusión y demoras. Hablé con varios médicos del CASMU y además me contacté con el Dr. Marcos Carámbula y el Dr.Miguel Martínez pidiéndoles ayuda porque la situación era muy compleja. Ellos seguramente también molestaron al Dr. Villar. Tuvimos, tanto yo como mi hija, total apoyo de ambos. El Dr. Rebella, encargado médico del piso, veía a Zabalza y nos informaba lo que hacían o harían. Ellos trataron de hacer cuanto pudieron, pero ya empezaba a ser demasiado tarde.
Asimismo, el neurocirujano expresó que Zabalza «vino en una situación pre mortem». «Hiciéramos lo que hiciéramos, él se iba a morir», sentenció.
Henry Engler: Todos nos vamos a morir. El problema es cuándo y como. Y si por causa de incomunicaciones, decisiones organizativas equivocadas y desinformación nos morimos antes de tiempo, ¿quién es responsable? O como en este caso, en que Jorge se fue apagando de hambre y con una serie de pestes hospitalarias. Cualquiera se muere de inanición. Eso es seguro. Y fué lo que pasó después de 30 días.
Sin embargo, el médico subrayó que el equipo del HC se dedicó, según sus competencias, a acompañar el proceso: «En ningún momento lo abandonamos, nunca lo dimos por perdido. Lo peleamos hasta el último día y hace años venimos peleando para alargarle la vida», manifestó.
Henry Engler: Además del equipo médico, hay que tener en cuenta que el personal de enfermería es el que está 24 horas con el paciente. ¿Qué pasa si algunos no atienden al paciente, no reaccionan ante sus reclamos y lo ignoran irritándose contra el familiar que ve esto y se queja?
La familia destacó el impacto de la última internación en la salud mental del extupamaro, en especial durante su estadía en el HC. En el CASMU se le había recetado Zolpidem, un fármaco que lo ayudó a conciliar el sueño y mitigar los episodios de angustia. Una vez en el HC, ese medicamento no se le suministró. Según Engler, luego de algunos intentos –sin éxito– de alertar al equipo médico, ella se encargó de adquirirlo fuera del hospital. Además, explicó que tuvo que guardar el fármaco en la sala, ya que le dijeron que si lo dejaba en la enfermería, «se podría utilizar por error en otro paciente». El doctor Villar afirmó que no existió ni existe una falta de medicación en el HC. Declaró: «No siempre coincide lo que la esposa quiere que tome [el paciente] con lo que el equipo médico considera que se le debe dar. Es muy discutible hasta dónde uno debe dar determinada medicación que pueda provocar el peligro de agravamiento». Aun así, remarcó que en cuidados intermedios esa es una droga que se maneja con frecuencia.
Comentario de Henry Engler: Vean la falta de información sistemática del Dr. Villar. El zolpidem se lo recetaron en el CASMU. Lo toleró muy bien. Pero nos informaron que NO había en el Clínicas. Mi hija lo consiguió, habló con el Dr. Rebella médico responsable quien autorizó su administración. Que Villar diga que darle zolpidem es un antojo de la esposa de Zabalza es denigrante.
«Que me digas que llegó un día y lo encontró hecho pichí puede pasar en cualquier lado. Que no haya podido cerrar la ventana una noche, es cierto, eso te puede pasar, pero hay cosas que ella relata que son de una persona que no está en uso de sus facultades», manifestó Villar en primera instancia respecto a algunos pasajes de la denuncia de la compañera del fallecido.
Comentario de Henry Engler: No es mi mi hija la que no está en uso de sus facultades mentales, lo que ocurrió, es demencial. En un hospital donde el responsable de todo lo que pasa es el Dr. Alvaro Villar. Yo la he acompañado en estos días oscuros y soy testigo de este pasaje por el infierno dantesco, que Villar niega. La falta de respeto `por la familia es intolerable.
Frente a la pregunta de si es una práctica normal del hospital que un paciente permanezca más de seis horas orinado, expresó que no tiene ninguna constancia de que esa situación haya sucedido realmente.
Henry Engler: Parece que el Dr. Villar piensa que todo es fantasía y falsedades y que su concepto de la realidad es lo único que cuenta.
En esta línea, el director del HC alegó que cuando se reciben denuncias por cualquier vía, incluidas las redes sociales, se hacen investigaciones internas, y aseguró que cada vez que la esposa de Zabalza se quejó por algún motivo, eso se contempló.
«Nosotros abrimos el hospital para que ustedes vengan, saquen fotos, les pregunten a los pacientes y a enfermería. Todos van a decir que no faltó personal.»
 Comentario de Henry Engler: Si no faltó personal, no pueden decir que estaban sobrepasados de trabajo. Entonces las graves faltas de una parte de ese personal implican: carencia de ética, de profesionalidad, de empatía y de dignidad. Esas personas deberían ser identificadas y obligadas a cambiar de oficio. Es responsabilidad del Dr. Alvaro Villar que eso ocurra.
Cada área del HC es un mundo. El último año, algunos pisos fueron reacondicionados, y Villar aspira a continuar con varios planes de refacción en lo que resta de su gestión, que inició hace un año y que pretende que sea más extensa que un solo mandato. «En cuatro años no hacés nada», aseguró.
Comentario de Henry Engler: Entonces pensemos en los pobres que en los próximos años tengan que pasar un tiempo en el hospital. Seguramente la mayoría no van a tener un médico en la familia y familiares que reclamen como tuvo Jorge. Y pobre de esos pacientes porque si alguien de la familia se queja, van a decir que están mal de la cabeza. Y si tienen una enfermedad seria: “se iban a morir de cualquier modo”.
Colchones de 18 centímetros, luces sobre las camas de los pacientes, un baño cada dos camas, sillones reclinables para las visitas, pintura, relleno para las grietas del piso y las paredes, una solución para los cables inservibles que cuelgan de los techos y que haya más iluminación natural son algunos de los interminables ejemplos que el director listó en una recorrida por algunos de los pisos del enorme edificio. El octavo piso fue donde Zabalza vivió sus últimos días. Una pintura amarillenta y descascarada recubre las paredes de las habitaciones, y lo común – por ejemplo– es que las ventanas no tengan manijas de donde agarrarlas. La enfermería, pequeña y mal iluminada, se encuentra en un extremo del corredor, y a lo largo están las habitaciones. La de Zabalza era la cama diez; no obstante, a pesar de estar a pasos de la enfermería, él relató a su familia que era imposible comunicarse con el personal. Aún más en el estado de debilidad en que se encontraba. Si tenía un problema, contactaba por celular a su esposa y ella –desde afuera– se comunicaba telefónicamente con el piso. Villar afirmó que Zabalza era controlado por cámaras, «algo que solamente tienen los pacientes que se encuentran lejos de la enfermería o en aislamiento».
Comentario de Henry Engler: Me cuesta entender que quien se expresa en esta entrevista sea el Dr. Alvaro Villar. Tengo la sensación de que con todo lo que falta hacer en el Clínicas su preocupación pasó de focalizarse en los pacientes y la atención esmerada del personal de enfermería 24 horas por día, a los materiales deteriorados que llevarán años cambiar. No reconozco al Alvaro Villar que conocí hace un tiempo en el Maciel. Allí el centro de las preocupaciones eran los pacientes. La arrogancia y el desprecio con que habla de mi hija, esposa de Zabalza defendiendo lo indefendible me produce indignación y decepción. ¿ A quién defiende? ¿ a la mala praxis, a su reputación o a ambas? Juzguen ustedes.


 LA MUERTE DE ZABALZA Y LAS INCONSISTENCIAS EN LAS RESPUESTAS DEL DIRECTOR DEL CLÍNICAS
 

Algo anda mal
Samuel Blixen
24 marzo, 2022


Si solo fuera Brecha y su capacidad para difundir falsedades, vaya y pase; la coartada de atacar a los periodistas es un recurso bastante sobado. Pero insinuar locura gratuitamente para desestimar denuncias es algo que pone en cuestión la dimensión ética del denunciado, más cuando se trata de un médico ante un caso de muerte por inanición.
El director del Hospital de Clínicas, doctor Álvaro Villar, optó por descalificar las denuncias de Veronika Engler sobre las circunstancias de la muerte de su compañero Jorge Zabalza, sugiriendo locura. «¿Ustedes tienen una evaluación del estado mental de Veronika? Lo pregunto porque yo no sé si ella está en el mejor momento para hacer denuncias», declaró a Brecha, semanario al que, de paso, también descalificó, pretendiendo enseñarle cómo hacer periodismo, y al que acusó de difundir «falsedades muy importantes».
La historia clínica de Zabalza, desde su internación en el Hospital de Clínicas, el 8 de febrero, hasta su muerte, el 23, rebate las afirmaciones de Villar y expone las contradicciones en las que incurrió para justificar una atención y un desenlace que cuestionan su ética, incluido el argumento de la «salud mental».
Después del informe publicado por este semanario, Villar sostuvo en el programa Desayunos informales (16-III-22), de Teledoce, que Zabalza falleció como consecuencia de «una enfermedad que no tenía cura, un cáncer de esófago». El cáncer, que había sido tratado años antes, no fue la razón puntual por la que fue internado de urgencia en el CASMU a mediados de enero; de hecho, fue la necesidad de efectuar un tratamiento de dilataciones esofágicas para facilitar la ingesta. Y ese tratamiento impuso que Zabalza –afectado, además, por una bacteria hospitalaria– fuera finalmente internado en el Clínicas. La historia clínica consigna que el 3 de febrero se le realizó una dilatación, pero, en realidad, esa intervención nunca se hizo.
De hecho, durante los 15 días que permaneció en el Clínicas, Zabalza sufrió un deterioro sostenido de desnutrición, que finalmente provocó su muerte. La denuncia de Veronika, «la loca», sostiene: «La historia del 15 de febrero pone que está clínicamente estable. Allí dicen que le dan complemento nutricional [que es por vía oral], pero él prácticamente ya no ingería alimentos. Hablan de desnutrición severa. ¿Por qué, estando en un hospital ,dejaron que llegara a este punto?». El certificado de defunción no explicita la causa de muerte.
Los detalles son aún más sobrecogedores: recién el 17 de febrero, según la historia clínica, intentan colocarle una vía central para alimentarlo, pero, de acuerdo con Engler, «no lo logran». «Al día siguiente [18 de febrero] lo hacen de mañana, pero comienzan a pasarle la alimentación después de las 21 horas. Por un lado, saben y escriben que está severamente desnutrido y, por el otro, se dan el lujo de demorar 12 horas en alimentarlo; hasta esa hora ni siquiera le estaban pasando suero.»
Recién el 18 de noche comienzan a pasarle alimento por vía central y eso dura dos días, hasta que Zabalza se arranca todas las vías. «Después de eso no le colocan una nueva vía», afirma Engler en su testimonio documental. Se dispuso una vía central para la nutrición parenteral recién después de tres semanas de internación: «El deterioro debido a esta situación fue en aumento, sin que se tomaran medidas suficientes. Jorge murió de inanición».
En todo el episodio que desencadenó su exposición pública, Villar no logró ponerse de acuerdo sobre el estado de salud de Zabalza. Primero sostuvo (en El Observador, 22-II-22) que su situación era estable: «Su situación se encuentra a estudio, sin llegar hasta ahora a ser considerada grave». Pero después de publicada la denuncia, sostuvo que Zabalza había ingresado en el Clínicas en estado premortem: «Hiciéramos lo que hiciéramos, él se iba a morir».
De hecho, la historia clínica incorpora los dos conceptos: una situación estable dentro de un estado sumamente grave. «Me dijeron que era un paciente en estado delicado, pero que había que “pelearla”, no que estaba premortem; tampoco se lo dijeron a mi padre, que es médico», afirmó Veronika a Brecha. El 22 de febrero –cuando Villar declaraba a la prensa que la situación de Zabalza no se consideraba grave–, el médico responsable del piso, Martín Rebella, anunciaba a los parientes, por primera vez, que el paciente estaba desahuciado.
La determinación de negar todos y cada uno de los cuestionamientos indujo al director Villar a formular afirmaciones que después resultaron inconsistentes. «No siempre coincide lo que la esposa quiere que tome el paciente con lo que el equipo médico considera que se le debe dar. Es muy discutible hasta dónde uno debe dar determinado medicamento que pueda provocar el peligro de agravamiento», sostuvo Villar para explicar por qué no se le suminstró a Zabalza zolpidem, un medicamento que se le indicó en el CASMU antes de ser trasladado al Clínicas y que procuraba inducir el sueño para prevenir ataques de pánico. De la misma forma se apresuró a afirmar que la comunicación entre el Clínicas y el CASMU había funcionado con normalidad, cuando los hechos y los registros revelan lo contrario.
Cuando la locura no funciona como justificativo («hay cosas que ella relata que son de una persona que no está en uso de sus facultades»), Villar apela al recurso de «no tengo conocimiento». Desestimó la denuncia de que Zabalza permaneció más de seis horas mojado en orina cuando se le salió la sonda respectiva, afirmando: «No tengo constancia de que esa situación haya sucedido realmente».
En los últimos momentos de vida del exguerrillero, ocurrió un episodio extraño, por el que su familia reclamó explicaciones. En la medianoche del 22 de febrero, y una hora antes de que se certificara el fallecimiento, una persona ingresó en la sala donde Zabalza estaba internado, aislado por covid, y permaneció unos minutos. Primero se negó esa visita y después, cuando se comprobó que había un registro de su presencia en Enfermería, resultó que el médico de guardia no había sido informado de la visita de quien resultó ser un médico forense. La inesperada presencia de un forense, antes del fallecimiento, encendió las sospechas de la familia, más cuando esa misma noche Veronika y su prima habían recibido expresiones de condolencia por la muerte, anticipada en redes sociales tres horas antes de ocurrida. En esas circunstancias no es de extrañar que se pusiera en duda el carácter de médico forense del visitante, que sí lo era y que concurrió esa noche, a esa hora, con la intención de despedirse de Zabalza.
Aunque afirmó que se había ordenado una investigación administrativa, Villar desestimó la denuncia de la familia asegurando que no hubo ninguna irregularidad y que «en cualquier hospital del país basta con demostrar el oficio de médico para poder pasar a ver a cualquier paciente». Someras consultas de Brecha a médicos y funcionarios de hospitales ponen en duda la facilidad del trámite con que el director del Clínicas justifica la presencia del médico forense.
La actitud descalificadora hacia Brecha y hacia la periodista que le hizo el reportaje («se hizo una nota con falsedades», dijo en Desayunos informales) exhibe la misma intolerancia que caracterizan sus desmentidos. Si se descarta una actitud prescindente en función del pasado político del paciente, entonces la postura del director del Hospital de Clínicas frente a las denuncias que cuestionan la atención revela una actitud de soberbia que impide reconocer algunos episodios evidentes y que adquiere mayor significado en la medida en que esa actitud puede constituir la norma. Pero algo anda muy mal cuando, para descalificar, se apela al estado mental del denunciante.

 

 

5 comentarios:

  1. Tuvieron que matarte antes de la llegada de la Parca, Tambero...
    Tu insistencia a vivir y ser coherente nadando en un mar lleno de traidores/ dicharacheros/ adhesistas inescrupulosos que odiaban tus verdades y posturas incomodaban...

    El gesto de tus manos explicativas muestran la direccion a seguir...

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. En la Quinta columna está la explicación a lo que pasa NOS MATARAN COMO A PERROS. Twich: ricardoquintacolumnero
    hacédselo llegar al hijo de Zabalza y su mujer.
    Siga el viaje en PAZ querido Zabalza. La JUSTICIA LLEGARA SI LOS HABITANTES DEL MUNDO DESPIERTAN DEL ENVENENAMIENTO MASIVO Y PROTOCOLO DE MUERTE DE LA OMS.

    ResponderEliminar
  4. Estamos en una guerra contra una élite satánica, que fue perseguida justamente por hacer sacrificios humanos y luego por hacerse dueña de todo el mundo bancario y la mayoria duerme y no se entera... asi siguen desapareciendo grandes valores. Lamentablemente me enteré muy tarde de todo este circo y no puedo creer que la gente que sabía no hiciera nada contundente para proteger al tambero... lamentable porque era un notable ser humano, con sus ideas como todos, pero con ética, con valores, con una gran humanidad... Estamos demasiado dormidos compañeros...

    ResponderEliminar

No ponga reclame, será borrado