Los restos hallados en el batallón 14 pertenecen a Luis Eduardo Arigón Castel. Secuestrado el 14 de junio de 1977 en su domicilio en un operativo donde participaron represores de civil y soldados que se identificaron como miembros de las Fuerzas Conjuntas.
El rastro de la crueldad en el batallón 14: un cuerpo bocabajo, semidesnudo, cuya silueta quedó impresa en la cal.
Luis estaba casado y tenía dos hijas, trabajaba como empleado de una librería en la Galería del Notariado en Montevideo. Era militante sindical de la Federación Uruguaya de Empleados del Comercio e Industria (FUECI) y de la Convención Nacional de Trabajadores (C.N.T.), era también un militante del Partido Comunista de Uruguay.
Fue secuestrado en su domicilio en un operativo donde participaron represores de civil y soldados que se identificaron como miembros de las Fuerzas Conjuntas. Fueron testigos del secuestro y allanamiento de la casa, su esposa e hijas.
La familia buscó datos sobre el lugar de detención los que le son negados, las distintas fuerzas y autoridades de la dictadura negaron que se encontraba detenidos. Varios testigos lo identificaron siendo sometido a torturas en el CCDyT La Tablada. Su esposa presentó en 1985, apenas recobrada la democracia una denuncia penal por su secuestro y desaparición.
El 30 de julio de 2024, 47 años después de su secuestro, en el marco de las excavaciones en busca de detenidos desaparecidos en el Batallón No. 14, se encontraron restos humanos cuya identificación concluyó el 24 de setiembre de ese año. La Fiscalía, junto al equipo de antropología forense y Madres y Familiares de uruguayos detenidos desaparecidos comunicaron en conferencia de prensa que los mismos pertenecían a Luis Eduardo Arigón Castel.
Cobardía
"Matar a una persona y esconderla es de cobardes", dijo la hija de Luis Eduardo Arigón.
“No puedo creer que los seres humanos, no me importa del pensamiento político que sean, hagan este tipo de cosas.Matar a una persona y esconderla es de cobardes, ni en las guerras se hace eso. Lo que hizo esta gente es algo que para mí es vergonzoso, es de cobardes” Sabina Arigón
https://www.gub.uy/secretaria-derechos-humanos-pasado-reciente/sites/secretaria-derechos-humanos-pasado-reciente/files/documentos/publicaciones/ARIG%C3%93N%20CASTEL%2C%20Luis%20Eduardo%20Ficha%20accesible.pdf
-Coronel Carlos Canclini a la viuda de Arigón en 1977:
- Debe estar incomunicado. Cuando levanten la incomunicación le van a avisar. En cuanto hable.
-¿Y si no habla? respondió Sara Barrocas de Arigón.
-Vos perdé cuidado que nosotros sabemos cómo hacerlo hablar.
Testimonio de Eduardo Platero ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre situación de personas desaparecidas y hechos que la motivaron3: “(...) Que fue detenido la noche del 13 de junio de 1977 y conducido a La Tablada. (...). En el transcurso de esos 40 días en La Tablada, en dos oportunidades murió gente cerca de mí. En una oportunidad, estimo que fue en la primera sesión de torturas, que comenzó en la madrugada del 14 y prosiguió, en lo que yo estimo, nueve días, estando colgado, a mi lado estaba un hombre que respiraba penosamente; los custodias discutían si aguantaría o no, por sus precarias condiciones. En un momento dejó de respirar y nos bajaron a ambos, chocaron nuestros cuerpos. Se trataba de una persona corpulenta, lo que me hace suponer que pudo haber sido Arigón; las otras personas desaparecidas en ese período (Baliñas y Tassino) no responden a esas características físicas (...)”.
Testimonio de Juan Ángel Toledo ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre situación de personas desaparecidas y hechos que la motivaron4: “(...) Que fue detenido en la madrugada del 14 de junio de 1977 y conducido a La Tablada. (...). Tengo la certeza de que allí estaba Arigón. Oí que una detenida lo llamaba por su seudónimo Ignacio. Estuvo allí 40 días. Cuando estaba esperando que lo trasladaran presenció hechos vinculados con Arigón. (...) Era su voz, era una persona que deliraba, que había sido muy golpeada; era alguien que permanentemente estaba pidiendo comida a cualquier hora; uno veía que estaba desequilibrado y la respuesta que le daban era golpearlo continuamente al punto que un hombre dijo que estaba orinando sangre. Sentí que lo habían trasladado a una pieza que estaba a la derecha del patio donde yo estaba sentado en ese momento. Allí llegó un médico. Pude oír las conversaciones y que dijeron: “Hay que llevarlo rápido que se queda”. Al rato se dejó de sentir la voz, los quejidos de quien supongo era Arigón. Pusieron una camilla prácticamente a mis pies y depositaron allí a una persona. (...). Su cara era irreconocible por la barba, tenía el torso desnudo, como si le hubieran hecho masaje para reanimarlo; estaba rígido. Un guardia dijo: “hay que aflojar la mano; es el tercero que se nos muere en un mes” (...)”.
Declaración de Milka Baubeta ante Juzgado Letrado de Primera Instancia de lo Contencioso Administrativo5. La misma afirma conocerlo desde el año 1965 y agrega: “(…) Fui detenida en la madrugada del 14 de junio de 1977 en ese establecimiento, “La Tablada” (…). Ante la pregunta de si vio a Arigón y cuál era su estado físico, Baubeta responde que efectivamente vio a Arigón en La Tablada y que su estado físico era “realmente deplorable. Y su estado síquico, de acuerdo a su estado físico era desesperante. (…) (era interrogado sobre) un viaje a Cuba que él decía no haber realizado sino que había realizado uno a San Pablo en la fecha que le preguntaban. En referencia a la pregunta sobre el tratamiento a los detenidos en La Tablada dice: “(…) Permanentemente allí nos castigaban, nos tiraban del cabello, nos daban punta piés, pero además nos metían la cabeza en un balde lleno de materias fecales, de orines, era un olor repugnante. En un momento que me levantaron la venda vi a Arigónecon el cabello empapado y la cara como machucada. Lo vi dar unos pasos y no podía caminar, se caía. En referencia a la pregunta sobre si Arigón puede haber sido liberado o fugado del lugar de detención, Baubeta responde “No creo eso de ninguna manera” y continúa diciendo “(…) Una noche oí a un torturador que decía: “Gracias a Dios que te has muerto y no te tengo que seguir pegando” y la voz que se iba apagando era la de Arigón. (… ) Una noche oí gritar a un torturador: “Se muere, se muere, yo no soy culpable de este crimen sáquenlo de aquí”, Otro dijo: “llévenlo a un Hospital” y otro dijo “no, tírenlo al mar”. Lo vi dar unos pasos y no podía caminar, se caía. Porque una noche oí a un torturador que decía: “Gracias a Dios que te has muerto y no te tengo que seguir pegando” y la voz se iba apagando, era la de Arigón”.
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