miércoles, 1 de septiembre de 2010

Los cebollinos y el cuplé de la murga





-relatos sobre Raul Sendic Antonaccio-



La chacra de Atlántida lo ponía de buen humor. Tendría unas diez hectáreas con casas y algunas instalaciones. Un día me dijo que fuera a buscar unos cebollinos que le habían regalado para plantar en la chacra. Se hizo una reunión en la sede del Movimiento (Madrid y Magallanes). Se anotaron para la tarea una cantidad enorme de gurises que quedaron en ir el domingo siguiente. El clima era de gran alegría.

Me encargó que llevara los cebollinos y que me viniera en seguida, que teníamos que hacer.

-¿No les digo como tienen que plantarlos?

-Vos dejalos, ellos se van a arreglar.

Así se hizo. Cuando llegué le entregué los cebollinos al "peludo" que cuidaba la Chacra (viejo conocido de Raúl). Les había preparado una ladera cerca de las casas, bien arada y rastrillada. Pronta para plantar.

Quedé en venir al otro día con algún encargo que me hizo.

Esa noche llovió mucho.

Al otro día, llegué temprano. El peludo estaba tomando mate bajo el alero.

Su comentario medio me descolocó.

-¿Viniste a buscar los cebollinos?

-¿Qué pasó, no plantaron?

-Plantaron, pero están todos juntos. -Dicho esto siguió tomando mate tranquilo-

Era una invitación a que lo viera con mis propios ojos. Fui hasta la ladera y...!no lo podía creer!

¡Los cebollinos estaban amontonados en una fila en la parte baja de la ladera!

¿Qué había pasado?

Los habían plantado en fila, hacia la bajada ¡en la parte inferior del camellón! Apenas empezó a llover, arrastró todas las mudas hacia el bajo.

Fui hasta donde seguía tomando mate el peludo.

-¿Porqué no les dijiste -le increpé.

-Raúl me dijo que ellos sabían. ¿Querés que me haga retar?

En el camino de vuelta a Montevideo pensaba: "que calentura se va agarrar el viejo, y ¡eso que yo le dije!"

Pretendiendo sorprenderlo le largué de sopetón:

-¡A que no sabés que pasó con los cebollinos! Me escuchó con atención y cuando yo esperaba una puteada (a pesar que él nunca lo hacía).....¡ lanzó una gran carcajada!

Me descolocó completamente.

-Conseguí otro cajón de mudas y que el domingo que viene las planten.

-¡Pero Raúl...!

-Ricardo...-me dijo amablemente- lo importante son los gurises, no los cebollinos. Vas a ver que la próxima vez lo hacen bien.

Así fue.

Lo más increíble podía pasar en el entorno de Raúl. Y eso que él huía constantemente de cualquier cosa que pudiera parecerse a la notoriedad: la sufría constantemente.

Su timidez era proverbial. La única vez que apareció ante una multitud fue en el estadio Franzini. Subió al estrado, y ¡ni una vez miró al público! ¡Tampoco hizo pausa en lo que leía cuando la gente estallaba en aplausos! Fue una prueba para él.

En una ocasión, Marta Varvatsulis le comentó que una murga había hecho un cuplé para él.

Como se interesó por lo que decía, Marta se animó a ir un poco "más lejos".

Le empezó a hacer el "verso" que podían ir al Jardín de la Mutual que esa noche actuaba Araca La Cana, para escuchar sin que nadie los viera. El se negó de entrada, pero ella, persistente, continuó, disminuyendo riesgos. "Llegamos después que empiecen... nos sentamos bien atrás a lo oscuro... te ponés una gorra...etc."

Resultado increíble: ¡lo convenció!

Armaron plan de batalla... ¡y allá fueron!

La discreción fue total... esperaron que todo estuviera oscuro, se sentaron bien atrás, gorro hasta las orejas... pero... ¡siempre hay alguien que te descubre!

Le pasaron el dato a la murga...!y todo el cuplé se dirigieron a él mientras cantaban!

¡Raúl no sabía dónde meterse de la vergüenza!

Cuando terminó la gente aplaudía enfervorizada de pié...!no a la murga...a él!

Porque la murga también lo aplaudía.

¡Ya era demasiado!

Le dijo a Marta: ¡Vamos!

¡Abandonó su puesto cobardemente! (*) sin esperar a ver los otros conjuntos.

(*) Era proverbial su "cobardía" para recibir elogios. Pero era la ÚNICA que se permitía.



Ricardo Infante Caminal
ricardoinfante366@hotmail.com

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