Publicado en Semanario Voces
12 de marzo de 2011 Jorge Zabalza
Desde que el pueblo artiguista fue derrotado en 1820, el pobrerío debió sobrevivir como pudo, en campos y ciudades que no les pertenecían, extranjeros en esa patria ajena, buscando la propia en un pajar. Un chacarero me decía que, en verdad, Rivera fué el fundador de esa “patria uruguaya” fabricada por Eduardo Acevedo y Juan Manuel Blanes, es una falsificación ideológica atribuirle a Artigas la paternidad de un Uruguay cuyos propietarios son herederos de los que traicionaron la revolución agraria de 1811.
El Uruguay fundado por Rivera, Lafone y Lucas Obes, la patria de los que se apropian de la riqueza producida por los demás, siempre fue conciente de la necesidad de imponer el “orden y progreso”. Limpió los campos de charrúas y de los Encarnación Benítez beneficiarios de la reforma agraria artiguista, contrató a Latorre para engrillar montoneras y matreros y, en pleno Uruguay Batllista, reino de paz social y democracia, miitarizó el Cerro en 1952 para acabar con la lucha solidaria de los obreros potuerios y de los frigoríficos. En los ’70, para preservar sus ganancias y reducir al mínimo el poder adquisitivo del salario, militarizaron todo el país y largaron como perros de presa al Goyo Alvarez y su banda.
El nuevo fenómeno es la “territorialización de la riqueza”. Los ricos y poderosos protegen sus vergüenzas con guardias de seguridad, rejas electriicadas y alarmas electrónicas. Falta poco para que se prohiba a los mal vestidos caminar por las calles de Carrasco y Punta Gorda como se les prohibe hacerlo en Punta del Este; el ministerio del interior se encargará de mantenr la apariencia estética del “ghetto” de la riqueza. Por supuesto, por razones distintas, lo inverso también es cierto, las señoras de la avenida Arocena no vienen a tomar el té en Santa Catalina... ¡tienen miedo que les roben las carteras Gucci! No se asustan en cambio cuando particpan en el vandalismo social que beneficia a la clase privilegiada.
Al oeste del Miguelete y al norte de Propios está el otro Uruguay, el territorio de los que no pagan IRPF, de los que no son “desempleados” porque trabajan una hora por semana por salarios menores a la sexta parte de la canasta que necesita una familia para vivir casi que con dignidad. No pueden festejar la alegría del FONASA porque, aún afiliados a una mutualista, les resultan inalcanzables las órdenes y tickets. Las escuelas de tiempo completo y las “ceibalitas” no permite que los niños “barriguita de melón” superen la brecha cultural y educativa cada día es más ancha y profunda, los que no desertan de la escuela es muy difícil que hagan el liceo y alimentan los índices PISA que llenan de vergüenza a la gente “bien”. De esa “irregularidad” social se nutre el Pereira Rossell con madres adolescentes y los hogares del INAU con menores infractores, de ella salen las motos del “arrebato” y los autos robados para asaltar cambios, son las “zonas rojas” demonizadas por la prensa y los informativos, culpable de la inseguridad en que vive el territorio libre de pobres.
De la misma manera que, bajo falsos pretextos, los israelíes atacan Palestina y los EEUU lo hacen con Irak, el senador Saravia esgrime la “inseguridad e las zons rojas” como excusa para que los “bien nacidos”, los “orientales verdaderos” invadan con sus hipócritas “misiones de paz” el territorio extranjero donde viven los pobres. Es una versón nueva de la doctrina de la seguridad nacional: las fuerzas armadas dedicadas al control directo de la población, reprimiendo lo que haya que reprimir, premiando lo que haya que premiar. Otra guerra contra su propio pueblo que, uno puede sospechar, se incia en los asentamientos pero a la larga abarcaría la sociedad entera.
Saravia asume el rol de Rivera, Latorre, Pacheco Areco y el Goyo Alvarez, se pone la camiseta del “orden y progreso” y sale a reclamar lo prometido en las asambleas empresariales del Hotel Conrad, Punta del Este. Saravia es auténtico y coherente con su clase social, la oligarquía vacuna, hace lo que deb hacer, la culpa no es suya sino de quienes se agacharon para abrazarlo. No olviden cuando militantes y prensa aplaudían su incorproación a filas del MPP y lo eligieron senador de una fuerza que se suponía tenía definiciones poplares. Moraleja: se debe mirar con cuidado el lomo que se está rascando, el chancho puede haberse revolcado en el barro.
viernes, 18 de marzo de 2011
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A ver estimado, si la gente vota al MPP es porque no es un partido de exterroristas, ni de ultraizquierda, vota a lo que supone es un partido centrado y lo cual es avalado por el MPP poniendo a un tipo de centro como lo es Saravia. Si el MPP pensara dar una imagen de izquierda pura no pondría a Saravia ni de edil.
ResponderEliminarRespetar la voluntad popular parece que está mal visto en este país, hubo una elección y ganó el FA, hubo un pleibiscito y perdió la opción de anular la ley de caducidad. Saravia está a favor de la volundad del pueblo (aunque no nos guste), es un pecado como pare decirle cerdo o vívora en forma indirecta?.
Gracias a gente como Saravia el FA está al frente del gobierno, porque ellos hacen del frente amplio una opción plural. /// Ahora disfrutad de vuestro segundo cuarto de hora y no olvideis quien os ha dado la banda presidencial.
Pablo López Gamio
CUALQUIERA SE PUEDE EQUIVOCAR CON LOS CONCEPTOS SOBRE UN POLITICO.NOS ENGAÑO NUNCA AVISO QUE PODIA SER TRAIDOR. Y NO ESPAMOS AQUI GRACIAS A EL. ESTAMOS ASI GRACIAS A LO QUE ELLOS HIICIERON.........
ResponderEliminarNo fue el MPP el que puso a Saravia, fue Mujica con su política de "abrazarse a sapos y culebras".
ResponderEliminarSaravia no aporta ni un voto. En su pueblo Santa Clara y en su departamento de Cerro Largo nadie lo quiere. Saravia tiene una propuesta fascista, tanto más peligrosa cuanto puede engañar a mucha gente ingenua y angustiada por la violencia delictiva. Si se realizara esta propuesta es previsible una senda de tránsito hacia el fascismo institucional que antes iniciara el gobierno pre dictatorial de Pacheco Areco. En el último plebiscito por anular la ley de impunidad en los hechos hubo 1 millón 100 mil votos en cifras redondas por el SÍ, un 48,5 %. ¿Cuantos votos hubo por el NO, o sea por no anular la ley de impunidad? Entonces: cuál es la voluntad popular? El FA decidió apoyar la anulación en todas sus instancias: plenario nacional , congreso y mesa política nacional, por orden de importancia, y ahora la ratifica y alinea a sus senadores. Más aún: el Frente desde su comienzo impulsó un principio de seriedad política que implica que todos los cargos electivos son de la organización y no del individuo, por oposición a los partidos tradicionales donde cada líder opinaba y votaba a paladar más o menos lo que se le antojara, o sea, individualismo puro frente al colectivismo del FA.
Ese principio fue trastocado por primera vez en el parlamento este año pasado, en que tres senadores divos se largan con lista propia y desprecian una decisión apoyada por todas las instancias de la coalición más todos sus diputados. Los que no acatan deberían hacer como Chifflet: renunciar a su banca. Pero Chifflet es un ejemplo de honestidad y limpieza.
Ricardo Ferré