Nora Fernandez
Entre esos educados que hablan inglés debería agradecer el discurso
del primer año de gobierno de José Mujica, presidente de Uruguay. Pero
no puedo. Ni el Uruguay que “compra” ni el Uruguay “alternativo” que
Mujica describe me convencen.
Cuando Mujica habla del placer del conocimiento le encuentro razón.
Esa es la gracia de aprender, de tratar de entender, no se trata de
aparentar conocimiento o “mandarnos las partes,” se trata de tomar el
desafío en serio. Es un proceso que da satisfacción, como nos da
satisfacción resolver un enigma y, luego de resuelto, focalizarnos en
otro. Es, además, mucho mas relevante cuando lo que aprendemos es
aplicable a nuestra vida personal –conocimiento, reflexión, entender,
son procesos que facilitan el desarrollo personal humanos y nos ayudan
a crecer.
Incluso cuando el presidente compara esa experiencia con la que
sienten los que trotan por la Rambla, lo entiendo. No precisamente eso
que dice sobre como el dolor del cuerpo se olvida y cede lugar al
placer, sino en cuanto al placer de significa sobreponerse a los
desafíos mismos de trotar. Mi hermano trota y también disfruta de
superar sus desafíos. Me ha confesado que disfruta más de trotar
cuando más enfrenta a la naturaleza -la lluvia, el frío, el agua
nieve, hacen que el trotar sea más significativo. Piensa incluso
trepar montes y cerros trotando y en esas anda, tratando de convencer
a otros en acompañarlo porque es inseguro hacerlo solo.
El deseo de superación y el placer de superar desafíos es humano, aún
cuando los desafíos por superar puedan ser muy variados. He
descubierto además, que casi todos los seres humanos, dadas
oportunidades de crecer, crecen. Lo he visto en mi experiencia diaria
con la gente. Mucha gente crece en circunstancias inclusos bien
dificiles. Y algunos crecen hasta sin oportunidades –son como un
milagro, una semillita fuerte que resiste, con poca agua y poca luz,
todos los avatares.
Me molesta lo que dice Mujica porque enfatiza lo de “elejir” y olvida
hablar de “oportunidades.” Para algunos el mundo ideal, dice, es uno
lleno de shopping centers y donde todos salen llenos de bolsas de ropa
nueva y electrodomésticos. Nos plantéa la alternativa como educarnos,
en vez de comprar, pero olvida la realidad que viven la mayoría de los
uruguayos. La idea de Mujica es una buena idea, para el Primer Mundo.
Uruguay no tiene justamente problemas de “consumo.”
Es verdad que muchos uruguayos van a los shopping centers, que algunos
hasta los admiran y hablan con cierto orgullo de tenerlos. Pero la
mayoría no van a comprar ni tienen como hacerlo. La mayoría va al
shopping a pasear, como antes iba a 18 de Julio o al Paso Molino. En
Uruguay, no hay que olvidar, no compran quienes quieren comprar sino
quienes pueden hacerlo. Y entre los que no pueden hacerlo, que son
bastantes, están quienes se conforman con mirar y planear para el
futuro en el que sueñan poder hacerlo. A alguno en eso se les pasa la
vida. No debería entonces de extrañarnos que se sobreestime tanto el
valor de comprar, cuando se miran tanto las vidrieras y admira tanto
el mundo inalcanzable de las “cosas.”
Si bien es cierto que comprar no debería ser tan importante, es
dificil convencer a los que no tienen que es mejor olvidarse. Para
quienes desean y no pueden tener, tener no es irrelevante. Pensando en
eso, caí en la cuenta de que Mujica no le habla en su discurso al
Uruguay real, le habla al país ficticio. En el país real la gente no
“elije” entre arreglar las cosas o tirarlas para comprarse nuevas, ni
elije entre comprar un auto pequeño o uno grande, o entre abrigarse y
subir la calefacción. En el Uruguay real la mayoría ni tiene
calefacción, y si la conoce es por televisión cuando esta le muestra
al Norte calefaccionado y rico.
Entonces, la alternativa de país que Mujica plantéa también es una
proposición irreal. Ese país que elije el conocimiento y lo disfruta
como un “plato de tallarines,” no puede darse en realidad sin que
antes pasemos por el país donde es posible satisfacer todas las
necesidades básicas –el techo, la alimentación, la ropa, los boletos
del mes, la salud, llegar a fin de mes con algún peso para el diario o
para ir al cine. Ese es el país que la mayoría de los ciudadanos
buscan por mucho tiempo. Ese país que yo llamo el “País de Tod@s.” El
país que provee empleos que pagan lo suficiente para vivir y una dieta
alimentaria satisfactoria; el país que permite vestirnos y calzarnos y
hasta nos ofrece la posibilidad hasta de soñar un poco. ¿Por qué no?
Ese país fundamental, que ni frívolo ni exquisito, nos permite
realizarnos como ciudadanos. Ese país posible no puede parecernos
demasiado pedir. Ese Uruguay es el que supuestamente íbamos a
construir: el Uruguay para Tod@s...
Mujica en su discurso le habla sólo a quienes viven bien, en casas con
calefacción, en Pocitos, Punta Gorda, o algunas zonas de Malvin, Buceo
o Carrasco. Mujica le habla a quienes “despilfarran,” ese concepto
que para la mayoría de los ciudadanos es tan lejano como el de darse
un viajecito a Europa. En ese Uruguay de Mujica es en el que viven
quienes “piensan que vivir es comprar” y navegan en las aguas
tumultuosas del Internet de alta velocidad -porque tienen computadoras
y dinero para conectarse.
Le sugeriría al señor presidente que no quede con la boca abierta.
Porque el Internet ni es un milagro ni la octava maravilla en el
mundo y tampoco trae solamente “educación” y “cultura.” El Internet
puede también ser una cloaca, llena de basura, pornografía infantil,
falsedades y hasta ser espacio propicio para mucha estafa cibernética.
En su magnificación de la informática y del Internet, nuestro
presidente me recuerda a Bill Clinton en su visita a Africa,
continente sin agua potable, electricidad y con mucha hambre, pero que
para el entonces presidente norteamericano requería del Internet para
salvarse. Y me recuerda además a Oprah Winfrey cuando visita
Sudáfrica cargada de muñequitas negras, un hito en su perspectiva
liberadora de niñitas africanas, pero viene a descubrir que las niñas
no querían sus muñecas, necesitaban zapatos. Vale decir, que es una
suerte, y una demostración de la necesidad de dar vuelta las pirámides
de poder del mundo, que la gente común demuestre muchisima más
sabiduría y sentido común que sus dirigentes. Por eso llego a pensar
que Mujica ha escrito su discurso en la Luna, totalmente olvidado de
la realidad tercermundista de nuestro país, o que tiene un gran
cinismo y agudeza mental por lo que pasa muy bien por lunático para
despistarnos.
De todo, pienso, lo peor que Mujica hace en su discurso es ponernos de
ejemplo a Holanda y a los holandeses como “aristocracia del vivir.”
José Batlle, que nos ponía de ejemplo a Suiza deseando para el Uruguay
la misma “neutralidad” cómplice que permitió que los suizos vivieran
muy bien en tiempos de guerra cuidando del dinero de ladrones y
genocidas, al menos no creía que los suizos vivían así vendiendo
chocolates y relojes. Mujica, por otra parte, parece creer esa
fantasía de “Holanda país de las flores y del queso”, cuando nos habla
de su gente educadita bicicleteando de concierto en concierto.
Desconoce la historia. Se le olvida acaso como la Dutch West Indies,
con monopolio del tráfico de esclavos hacia Brasil y el Caribe, y la
Dutch East Indies, con el monopolio de Indonesia, enriquecen a los
ricos de Holanda. Acaso olvida que fue la Royal Dutch Shell la
responsable del asesinato a Saro Wiwa, uno de los nueve Ogoni
detenidos, juzgados y asesinados por la Shell coludida con el gobierno
militar de Nigeria. Esa misma Shell responsable de la destrucción
ambiental del delta del Niger, tierra Ogoni de la que dependen
millones de personas para vivir.
Gus Blok, reclutado en el ejército, recuerda: "Estabamos allí,
admirando la bella naturaleza, las hermosas mujeres, pero no pensando
sobre moralidad…eso fue recién cuando volvimos." Y luego dice
hablando de Indonesia: "Yo no los mataba, pero los torturaba y los
golpeaba. Los ponía al sol hasta que caían. Nunca me dijeron que
hiciera eso –sólo creció en mi. ¿No es acaso terrible? Ellos no me
dijeron que torturara gente, fue algo que yo mismo hice...Quería hacer
mi trabajo bien."
Para desarrollar mentes capaces, no debemos olvidar, hay que
desarrollar poblaciones capaces. Lo fundamental es siempre una buena
alimentación, salud y buen trato. La educación de los futuros
ciudadanos no comienza en la escuela, comienza en el vientre mismo de
sus madres, en su gestación y a través de su desarrollo embrionario
saludable y apoyado. Y luego de nacer hay que atender sus necesidades
particularmente durante sus primeros tres años de vida. Y continuar
apoyándoles a través de toda su vida. Este foco en la educación, en el
inglés y en la informática, no alcanza pero además ni siquiera es una
exclusividad uruguaya. Uruguay sigue, casi paso por paso, el recorrido
que ha seguido Chile con sus fantasias de que le acepten en el Primer
Mundo. Esta puede ser, además, simplemente una buena excusa para
privatizar la enseñanza pública. El destino, señor presidente, está
en atender a nuestro pueblo, darle acceso a buena alimentación y
trabajo, a salud y educación gratuita y, fundamentalmente, proteger a
sus madres...
sábado, 19 de marzo de 2011
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