Inicio el juicio contra Videla por robo de bebés otros represores, escucharon los cargos por sustracción de niños nacidos en cárceles clandestinas. Victoria Moyano acusa.
"Las desaparecidas daban a luz encapuchadas, no podían ver el rostro de sus hijos", dice Carlos Muñoz, un sobreviviente del campo de exterminio de la ESMA antes del inicio ayer de un juicio que ventilará por primera vez el robo de bebés en la dictadura argentina.
Buenos Aires | AFP
Muñoz, de 53 años, y Víctor Basterra, de 66, otro ex desaparecido, abren la puerta del casino de oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) como responsables del Museo de la Memoria, el mismo acceso por donde entraron encapuchados hace unos 35 años para ser torturados hasta límites intolerables.
'La maternidad' estaba en el piso superior del casino de oficiales, atravesado por una 'avenida de la felicidad', que los verdugos bautizaron con cinismo porque conducía a la sala de torturas. "En una de las piecitas, en 'Capucha', estaba la sala de las embarazadas. Daban a luz encapuchada y engrillada. En la mayoría de los casos no les conocieron el rostro a sus hijos", dice a la AFP Muñoz, quien oficia de guía junto a Basterra por el emblemático centro de la muerte, por donde pasaron 5.000 prisioneros, de los que apenas un centenar sobrevivió.
'Capucha' era una de las salas donde los detenidos desaparecidos permanecían esposados y con los ojos vendados sin poder moverse, a riesgo de ser sometidos a sesiones adicionales de tortura. "A mi esposa la secuestraron con mi hija de dos meses. Cuatro horas más tarde me trajeron a mí. Uno de los represores prohibió que la identificaran por su nombre: se llama María Eva", dijo Basterra al referirse a María Eva Duarte de Perón, Evita, la carismática segunda esposa del tres veces presidente Juan Perón, odiada por esos militares.
La niña y su madre fueron liberadas cuatro días después de ser secuestradas, al igual que la hija y la esposa de Muñoz, pero otros 500 niños fueron robados en la dictadura, muchos en la ESMA, de los cuales 102 recuperaron su identidad gracias a una paciente labor de la entidad humanitaria Abuelas de Plaza de Mayo.
El jefe de los grupos de secuestros de la ESMA, Héctor 'el Tigre' Acosta, estará en el banquillo de los acusados desde ayer por el robo de hijos de desaparecidos junto a los ex dictadores Jorge Videla y Reynaldo Bignone, entre otros ex jerarcas.
Acosta es juzgado además por delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA junto al ex capitán de fragata Alfredo Astiz, "el Angel Rubio de la Muerte", quien participó en el secuestro de Muñoz en 1978 y también en los operativos contra las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, en 1977.
En este juicio, muchos de los verdugos de la ESMA fueron acusados e identificados por los sobrevivientes por las fotos, unas 120 en total, que Basterra tomó y conservó en forma clandestina cuando era obligado a confeccionar documentos falsos en ese campo de concentración de la capital argentina. "Los fotografiaba y les devolvía el negativo pero por supuesto guardaba uno. Este gesto establecía una relación de confianza. Después de un tiempo, cuando podía salir vigilado en todo momento por los carceleros me ponía los negativos en los testículos. Así generé un archivo de los represores", dijo Basterra, un ex obrero gráfico, quien estuvo más de cuatro años desaparecido.
Señaló que encaró esa arriesgada labor luego de que otro prisionero le dijera: "Víctor, si zafás de esto, que no se la lleven de arriba. Y eso fue como un mandato para mí".
Y por esa misma puerta que Basterra y Muñoz cierran al finalizar su jornada en el museo, durante la dictadura salieron cientos de prisioneros que luego eran arrojados vivos y narcotizados al mar, en los denominados "vuelos de la muerte".
"Que este lugar se llene de gente, de niños, para que aquí se trasmita la memoria, para que esto no se produzca más", dijo Muñoz sobre los delitos de la dictadura, que dejó 30.000 desaparecidos según organismos humanitarios.
AFP /
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