por Gabriel Carbajales
¡Se escucha, se escucha, “El Bebe” vive y
lucha!!!
UNO.-
Saltando agachado cual sapo asediado, rojo como
tomate para conserva, ofuscadísimo, Raúl zafa raudamente de la improvisada
pista de baile, cruzándola con la velocidad del relámpago.
Descolocado por la flojera de carácter que lo
ha dejado a punto de quedar regalado como perejil de feria, se hace humo en un
santiamén, refunfuñando duros improperios hacia su propia persona.
No puede perdonarse haber cedido a la púa de
los compañeros de la secundaria que le repitieron hasta el cansancio que el
baile es la manera más efectiva de abordar con chance de éxito casi seguro a la
damita que le ha provocado un sostenido insomnio desde hace unas cuantas semanas.
Un empecinamiento tempranamente apasionado y la
novedosa voluptuosidad del tentador desafío, parecieron poder más por un
instante que la conciencia de su marcada timidez y la certeza de no saber bailar
nada en absoluto. Ni unos pasitos de vals sencillito, ni siquiera el pericón
escolar.
Casi que a los empujones, Raúl enfila hacia la
mocita de sus desvelos, pero no llega ni a tomarla de la mano. Enseguida le cae
la ficha de que está a un tris de hacer el gran ridículo de la noche de
bailongo estudiantil, y ¡zás!, se convierte en presuroso sapo cururú...
Así, pues, que más que la flamante pasión
todavía imberbe en él, termina imponiéndose ese temor natural a la payasada muy
común en la gente “de tierra adentro”, que no desea pasar a la historia como la
figurita cómica del pago.
Tomarse los vientos como lo hace resulta menos
papelón, al fin de cuentas, que hacer de Cantinflas poronguero para convertirse
en el hazmereir de la población liceal en esa edad floreciente en la que la
muchachada no perdona nada y la cargada en patota puede llegar a ser el alquile
eterno hasta para el más avisado.
(Por unos días, carga con el mote de “Sapo
Cururú”, pero rápidamente vuelve a ser “Raulito” al saberse que luego de la
insólita fuga en cuclillas y saltando, el escurridizo y frustrado danzarín
-chueco, chúcaro y enamoradizo- igual se las ha ingeniado para cautivar el
corazoncito de la tierna dama de sus sueños de ojos abiertos).
DOS.-
Raúl, el protagonista de la escena, rescatada
con pinceladas de todos los colores de una “memoria canera” empeñada en
pintárnoslo como pichón de picaflor compulsivo, es Raúl Sendic Antonaccio, “El
Bebe”, como más nos gusta recordarlo a unas cuantas y unos cuantos de los que
tuvimos la dicha de conocerlo algo. La anécdota, más que esa dudosa condición
de Casanovas inveterado, refleja un carácter y un temperamento que parecen llamados
a condicionarlo a lo largo de toda su corta pero fecunda vida revolucionaria.
Tímido, de pocas palabras, tozudo, medio
revirado aunque muy pacífico y de una sencillez que no le costaba nada, “El
Bebe” Sendic poseía un carácter de marcado amor propio y un temperamento en el
que la sangre empezaba a hervir frente a cualquier situación de menoscabo de
ese amor que en él no tenía nada de egoísmo o petulancia y sí mucho, muchísimo,
de rechazo instintivo a todo lo que representara ser agarrado para la chacota o
sometido a un trato injusto e irrespetuoso, que tampoco toleraba para los
demás.
Poco después de haberle zafado al ridículo
público, Raúl -que ya razonaba y sentía con “la ideología del corazón”
proporcionada por la vida rural sacrificada y una literatura social que una
madre atenta regalaba regularmente a sus hijos- fue convirtiéndose en uno de
los más inquietos agitadores del territorio estudiantil de “Trinidad de los
Porongos”, en el departamento de Flores.
Junto a su hermano Alberto y al futuro
periodista Carlos María Gutiérrez -los tres recientes quinceañeros- promovió
una organización gremial estudiantil y una modestísima aunque muy audaz publicación
juvenil que exponía reflexiones propias del terceto sobre los problemas del
estudiantado y la clase trabajadora, trascripciones de autores revolucionarios
clásicos, denuncias políticas y convocatorias a agites populares locales,
especialmente estudiantiles, en ese vértice demencial de la historia que fue la
segunda gran guerra interimperialista de repudiable destaque del llamado “nazional-socialismo”,
aunque la mayoría de los otros contendores no se quedaba corta en materia de
espeluznantes “crímenes de guerra” tras la quimera de un nuevo reparto burgués
del planeta.
TRES.-
Hay pocas referencias hechas por el mismo
Sendic sobre esos años mozos en los que contrajo un compromiso social
irreductible que mantendría hasta el final de sus días. Pero de esas pocas
referencias directas, no tiene desperdicio este fragmento de una entrevista que
le hizo la revista “Guambia” poco después del 14 de marzo de 1985, día de las
últimas salidas de los campos de concentración del fascismo “uruguayo”, hace 30
años, incluyendo la salida del “Bebe”:
“-(...)
Era una época de muchas convulsiones estudiantiles, porque era la época de la
guerra. Había grandes manifestaciones contra el fascismo. Uruguay no estaba
definido todavía a favor de los Aliados.
-¿Ahí
empezaste a preocuparte por la política, o eso ya venía de tu casa?
-Sí,
verdaderamente. En el liceo fundamos una asociación de estudiantes que se
llamaba «Asociación de Estudiantes Trinitarios», y sacamos un periódico que se
llamaba «Rebeldía» e hicimos una campaña bastante fuerte ahí; hicimos huelgas,
hicimos movilizaciones, hicimos manifestaciones, e hicimos lo que se llamaba
una «democracia», algo como una asonada popular en que se rompieron vidrieras y
esas cosas.
-¡En
Trinidad!!!
-(En
medio de risas) ¡Sí, en Trinidad!
-Habrá
sido un escándalo: todo el pueblo con los pelos de punta... Primera vez en la
historia.¿no?
-Sí,
por primera vez... y última, creo. Y fueron creciendo las manifestaciones
estudiantiles, entonces en determinado momento fue como la chispa que encendió
a la bomba, porque una noche se unió la gente de los barrios, y saqueó todos
los comercios. Yo a esa hora siempre me iba para la chacra, y me perdí la
famosa «democracia» de Flores. que al final quedó como sinónimo de «democracia»
un saqueo de comercios, rotura de vidrieras. Llevaban barricas de yerba rodando
por las calles y gritaban «¡Viva la democracia!!». De ahí que le quedara ese
nombre...
-¿En
qué año fue eso, Raúl?
-Fue
más o menos por el 42. Y después fuimos a Durazno, yo iba en un techo de un
ómnibus, y rompimos cuatro o cinco vidrieras. Era la época en que los nazis, sobre
todo los fascistas, porque había mucho italiano, tenían puestos comercios
importantes en ambos pueblos.
-¿Fueron
a Durazno el mismo día de lo de Flores?
-No,
no. Fuimos dos o tres días después.
-¿Quién
influyó políticamente, de esa barra, en usted?
-Teníamos
algunos profesores muy progresistas, muy formados, como el Dr. Atilio Grezzi,
que era profesor de historia y de filosofía. El nos formó. digo «nos» porque
fue toda una generación donde estaba mi hermano Alberto, donde estaba Carlos
María Gutiérrez; con esos compañeros fue que sacamos ese periódico «Rebeldía»
(...)”.
CUATRO.-
El viernes pasado, en una velada que pudo
realizarse contra viento y marea (los vientos y las mareas de tiempos de
apatía, cierta desmoralización y muchísimo bombardeo conciliador-electoralero) “El
Bebe” empezó a cumplir sus 90 años (nació el 16 de marzo de 1925) recordado por
un pequeño conjunto de luchadoras y luchadores sociales impelidos por la
convicción moral de que esta fecha no debía pasar en silencio o yéndonos a
depositar una flor en el cementerio de La Teja, únicamente.
La idea era compartir referencias y vivencias
acerca del pensamiento y la vida práctica de Raúl Sendic, trazándose pequeñas
semblanzas de su personalidad hechas de retazos de la memoria colectiva, especialmente
desde aquellas compañeras y aquellos compañeros más veteranos que más lo conocieron
y vivieron “su época” activamente. Y, luego, tratar de debatir fraternalmente y
desde ópticas distintas, por supuesto, sobre la significación de sus ideas y la
relación de su praxis con nuestra realidad de hoy y el posible porvenir.
La ocasión resultó chica, como de costumbre,
precisamente por lo ocasional del encuentro y por lo vasto de un propósito que
reclama intercambios sistemáticos y una agenda temática bien precisa y clara
con la que hoy no contamos.
No obstante la imposibilidad de ahondar fugazmente
sobre tanta cosa que surge de los intentos de reconstrucción de la vida de
compañeros como Sendic, alrededor de 70 personas, más de la mitad de ellas
nacidas después de la muerte de Raúl en 1989, se sintieron profundamente
hermanadas en el amplio y afable salón de asambleas del Sindicato de Artes
Gráficas del que fue destacado activista el anarquista Gerardo Gatti, uno de sus
más cercanos compañeros de militancia desde que Raúl se vino a estudiar a la
capital, ya afiliado al Partido Socialista.
La
charla arrancó con unas encendidas palabras leídas por uno de los más veteranos “peludos” de Bella Unión a los que Sendic
ayudó a concientizarse y organizarse sindicalmente a fines de los ´50 y
principios de los ´60, sintetizando su pensamiento y sus sinceros afectos hacia
“El Bebe”, en la elocuente expresión que de alguna manera refleja los afectos
de todos los viejos peludos de UTAA de aquellos tiempos de durísima y justa lucha
obrera:
“(...)
Yo no conocí otra persona con tan nobles sentimientos como los que tenía Raúl
Sendic (...)”.
Siguieron otros testimonios muy ricos y
emotivos y hubo varias intervenciones que, apuntando a no caer en un culto a la
personalidad que al mismo Sendic le hubiese disgustado, hicieron hincapié en la
necesidad de rescatar de los relatos, más los contenidos de la lucha que lo
anecdótico y lo circunstancial, señalándose que los hechos hablan de una
experiencia político social todavía palpitante, cuyas proyecciones llegan al
presente y ofrecen aspectos que merecen nuestra atención y consideración como
problemas aún entera y acuciantemente vigentes, como sin duda lo es el tema de
la tenencia latifundista y monopólica de la tierra y una severa pobreza que
decididamente se explica por desigualdades sociales directamente provocadas por
esta estructura de poder económico opresor, explotador y saqueador, que castiga
muy especialmente al pueblo trabajador en todo el territorio y no solamente a
los asalariados y demás actores sociales oprimidos “de tierra adentro”.
Las y los más jóvenes de los presentes casi que
no intervinieron, pero cuando lo hicieron, sobre el final, expresaron
claramente por qué Raúl Sendic no solamente despierta en ellos el interés por conocer
“el pasado reciente”, sino también un respeto sincero y militante más allá de
coincidencias y diferencias acerca de su pensamiento y su práxis, por encima de
pertenencias o afinidades particulares:
Ellas y ellos, apenitas un puñado de mucha
juventud que ve en Sendic un referente creible –tal como lo señalaron
explícitamente-, perciben en este hombre algo que consideran determinante y que
infunde una creciente y muy firme fe en la causa: su moral revolucionaria, su
integridad humana, su consecuencia sin dobleces, se ejemplo práctico de que hay
–y tiene que haber siempre- valores y principios revolucionarios innegociables
por los cuales vale la pena luchar y ampliar la lucha hacia la mayor cantidad
posible de mujeres y hombres que se sientan identificados con el ejemplo de
Raúl Sendic Antonaccio, no endiosado ni convertido en ícono místico, sino
reconocido por su entereza, por su coherencia comprometida, su correspondencia
entre el decir y el hacer, y –lo reiteraron- por tratarse de un muy buen ejemplo
de la existencia estimulante y promisoria de una moral revolucionaria que no es
cosa “de otros tiempos” ni está condicionada por factores circunstanciales o
coyunturales, sino que está regida por un cuerpo de ideas y sentimientos categórica
e irremediablemente opuestos a los de la moral burguesa.
CINCO.-
Estos párrafos desordenados, arrebatados, borroneados
a primera sangre, han pretendido no sólo describir algo de lo que ninguna “gran
prensa” ni ninguna pequeña prensa renegada se hará eco ni por asomo; han
pretendido, también, transmitir “el alma” de una velada de mucha emoción y
sincera confraternización, que permite afirmar que 90 años después del
nacimiento del “sapo cururú” que supo eludir el ridículo poco después de los 15
años, sigue vive un revolucionario de pura cepa que también quiso y pudo eludir,
luego, muchas veces, las situaciones en las que “el panorama político” ofrecía
posibilidades de seguir invocando “la justicia social” y “la igualdad”, aunque abandonando
valores y principios sin los cuales lo anterior es pura cháchara vacía y vil renunciamiento
que terminan colocándote en el peor de los ridículos: pensar y vivir parecido a
aquellas y aquellos que en tu juventud rebelde e irreverente cuestionaste hasta
el odio eterno y que a la vejez viruela trocaste en conciliación patética y lastimosa.
SEIS.-
Esta nochecita de cumpleaños del Viejo Raúl
–antítesis del político y del cajetilla floreados en el “arte” del burocratismo
y la demagogia populista-, otro puñadito de trabajadores y estudiantes que
quieren seguir rascando y rascando para que la moral revolucionaria no se vea
sopapeada y convertida en hazmereir de la burguesía mandadera y la que
realmente manda, pateará desde las puertas del diario del latifundio (“El
País”, el mismo que enchastró miles de primeras planas mostrando al “facineroso
Sendic y sus secuaces” alzados por la locura de “tierra pa´l que la trabaja”),
en la Plaza Libertad, hacia las puertas de esa “asociación rural del Uruguay”
de la avenida del mismo nombre que el país inventado por la oligarquía a la que
representa y a la que defienden las mismas fuerzas represivas a las que una
vuelta se les ocurrió que “El Bebe” debía colocarse en cuatro patas y “ladrar” en
la plaza de armas del cuartel de sus mismos pagos, desmayándolo a rebencazos
gracias a que en su media lengua mutilada por una bala fascista, les decía:
“las bestias de cuatro patas son ustedes, no nosotros, manga de hijos de p…”.
SIETE.-
Hoy, a la hora de la salida del laburo, una
pequeña, diminuta “nave de los locos” a la que algunos zonzos llaman “radicales”
y “ultras”, te estará invitando en pleno 18 a plegarte al cumple de Raúl “Bebe”
Sendic Antonaccio y encaminarte hacia la casona de los latifundistas cipayos,
al grito de “POR LA TIERRA Y CONTRA LA POBREZA, EXPROPIAR EL LATIFUNDIO!!!”.
Se leerá una proclama reivindicando cosas sin
las que la emancipación social es una auténtica utopía fuera de la realidad, y
un cerrado aplauso saludará a Raúl con la fuerza de la confianza en las reservas
morales de un pueblo laburante que ha sabido resurgir de las cenizas más de una
vez, al calor de la presencia viva y empecinada de todas y todos los caídos que
más temprano que tarde vuelven a llamarnos a la resistencia y la lucha por una
causa que verdaderamente sigue sin admitir “la menor demora”.
Estás invitad@; “El Bebe”, el Compañero Sendic
Antonaccio, nos invita…
¡Habrá Revolución y habrá Socialismo, Raúl! ¡Tu
lucha no ha terminado!. ¡Tus 90 son ímpetu de juventud justa y rebelde y
renovación activa del compromiso revolucionario sincero y audaz por la conquista
de un mundo sin explotados ni explotadores!!!.
¡Se escucha, se escucha, “El Bebe” vive y
lucha!!!
Gabriel –Saracho- Carbajales, Montevideo, 16 de
marzo de 2015, Primavera de la Dignidad
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