El Comandante de la Brigada de
Infantería Nº5, Coronel Walter Berger, fue sancionado por negarse a la
colocación de una placa que recuerda la tortura y asesinato de Óscar
Fernández Mendieta en mayo de 1972.
Un mes después de su martirio y asesinato, se oficializó el golpe de estado cívico militar.
Fernández
Mendieta estaba haciendo el seminario para convertirse en sacerdote de
la Iglesia Católica, cuando decidió incorporarse a las filas de
propaganda del Partido Comunista Revolucionario.
Repartía la publicación “Causa del Pueblo”, y trabajaba la tierra en el campo duraznense.
Según
informa Alternativa Durzano, se colocaron ya 8 placas recordatorias en
varios puntos del país, y nunca se habían encontrado con una negativa.
Morgantini consideró un agravio
la colocación de una placa en el Regimiento. “Muchos de los que allí
trabajan no eran nacidos”, argumentó la representante del Partido
Nacional.
Durante su intervención en la Junta
Departamental de Durazno, Graciela Morgantini reflexionó sobre el hecho y
dijo que no hay nada que pruebe que el trabajador rural fue torturado
hasta la muerte en el cuartel de Durazno “Tte. Gral. Pablo Galarza”,
como sí sostienen otros actores políticos. “No está comprobado ni
ratificado por la Justicia de nuestro país, en la que todos confiamos.
El supuesto hecho fue en 1973, así que el ciento por ciento de los que
trabajan allí no eran nacidos”, sostuvo.
Las afirmaciones de la curul llegan a
pocas horas de que el MEC ponga una placa en la sede castrense, este 24
de mayo, con presencia de autoridades, en el marco de la Ley de
Reparación Moral.
Por otro lado, la legisladora fustigó a
quienes combatieron a los militares, a quienes llamó “terroristas”, y
recordó el día en que varios soldados salieron de su casa con el clásico
uniforme color oliva y volvieron tapados con el pabellón nacional tras
ser acribillados.
Estas y otras afirmaciones están
contenidas en la intervención realizada el viernes 20 de mayo en la
sesión Ordinaria de la Junta Departamental.
>>> 24 de mayo de 1973
INVESTIGACION DE ROGER RODRIGUEZ
rogerrodriguez@adinet.com.uy
Tres
entonces jóvenes oficiales: Alberto Ballestrino, hijo del general del
mismo nombre, Gustavo Mieres Ultra y Daniel Blanco Fanocchio, ambos
recién egresados de la Escuela de las América (School of America, SOA),
fueron quienes en el Regimiento de Caballería Nº 2 de Durazno, el 24 de
mayo de 1973, un mes antes del golpe de Estado, mataron en la tortura a
Oscar Fernández Mendieta, según una investigación realizada por LA
REPUBLICA.
La muerte de Fernández Mendieta, un joven militante del
Partido Comunista Revolucionario (PCR), provocó un escándalo político
en el Uruguay de aquellos días, cuando se propiciaba el desafuero del
senador Enrique Erro, y, ante el evidente caso de una nueva muerte por
torturas, la bancada del Frente Amplio impulsó una interpelación al
ministro de Defensa Nacional, Walter Ravenna, que no se llegó a
concretar por la disolución de las cámaras legislativas.
Las actas
parlamentarias registran la denuncia que entonces realizó el senador
Juan Pablo Terra, quien documentó ampliamente las contradicciones entre
los informes militares y la partida de defunción, en la que se decía que
la muerte se produjo por un infarto de miocardio, y otros análisis
clínicos que establecieron los múltiples hematomas y quemaduras que
presentaba el cuerpo de aquel joven de 26 años, recién casado y con su
esposa embarazada de dos meses.
Treinta y cinco años después de
los hechos, por primera vez un soldado que sirvió en aquella unidad
militar rompe la “omertá” y detalla a LA REPUBLICA cómo fue que
asesinaron a Fernández Mendieta, para agregar un nuevo elemento al
todavía nebuloso período histórico: la protección del homicida, hijo de
uno de los coroneles golpistas (miembro de la Logia Tenientes de
Artigas), pudo ser otro inconfeso motivo de los militares para dar el
golpe de Estado…
“Ya viví la pesadilla”
Atiende
con una sonrisa y la mano dispuesta a saludar cuando se le llama por su
nombre. Quizás piensa que es por alguna changa y un trabajo extra para
forasteros siempre se cobra bien. La sonrisa se desdibuja y retrocede
con una puteada contenida cuando su interlocutor se identifica como
periodista de LA REPUBLICA. Camina hacia atrás, reingresa a su casa como
buscando aire o una salida a una situación que quizás preveía. El sabe,
que sabemos que sabe.
La cortina de cintas de plástico de la
puerta de su modesta casa, en las afueras de una localidad del interior,
no termina de hacer un movimiento pendular cuando el ex soldado vuelve a
salir, casi resignado, para enfrentar un presente que lo llevará al
pasado. Dice que no quiere hablar, que no recuerda, que hace mucho que
no quiere saber de aquello que pasó hace tanto tiempo en el cuartel de
Durazno, a donde preferiría no tener que volver a ir. Teme, aún a
distancia.
No oculta su condición de ex soldado. Aunque el calor y
la sequía asfixian, él luce una camiseta verde en la que todavía se
distinguen los símbolos de una unidad militar. Pese a su edad y al
tiempo que ha transcurrido desde su retiro se conserva en buena forma
física, con brazos y piernas musculosas que reflejan la práctica de
deportes, manos grandes y cuadradas por su trabajo manual y el ocre
color de su piel curtida por el sol y el aire del campo.
“Yo les
digo, pero no testifico. Yo les digo pero después niego… son mafia, no
quiero terminar en una laguna… Yo sé que hay que saber. Hace mucho que
hay que saber. Todos deberíamos decir. A mí de qué me sirvió el
silencio. Mire dónde vivo. Pero yo no fui. Yo después niego. Yo le digo
para que usted sepa… ¿Qué gano diciendo? ¿Plata no? (prueba)…
¿”conciencia tranquila”? Si ya viví la pesadilla todo este tiempo…”.
“Le dieron la máquina…”
El testigo comienza a
dibujar aquel Durazno de 1973, tan lejano en el espacio y en el tiempo.
“Hay otros que saben, pero alguno hasta está emparentado con la familia
del muerto. En Durazno no hay otra cosa. O vas al cuartel o vas a la
base. Todos son milico, esposa de milico, hijo de milico o padre de
milico. Hacés un peso si salís de misión. Si no, esperar, jubilarte,
ganar una mierda y vivir de changa….”, se desahoga.
Lentamente, el
ex soldado acepta situarse en aquellos días previos al golpe de Estado.
Algunas veces se había detenido gente por “eso de la subversión”,
quizás se había torturado, pero muertos no. El Regimiento de Caballería
Mecanizada Nº 2 “Gral. Pablo Galarza” no había tenido hasta aquel día de
mayo una historia tan oscura, una vergüenza que se tuvo que ocultar
dentro de la propia fuerza y del sistema político que todavía regía.
Finalmente
habla: “Núñez lo fue a buscar. Lo trajo de la chacra donde vivían los
Fernández Mendieta. Lo llevó al cuartel. Al sótano. Había agua en el
piso. Le dio la biaba y se fue, pero había quedado bien… Después
vinieron los otros. Eran muy jóvenes. Ballestrino, el hijo del general,
Mieres y Blanco. Le dieron la máquina y se les fue. No sabían hacerlo.
Se asustaron. Lo subieron a la enfermería. Blanco le hizo respiración
boca a boca… Ya estaba muerto…”.
Hace silencio. Cierra la charla
con un resignado gesto de “es todo”… un “ya está” que acentúa con la
manos, la boca y las cejas. Hay angustia en su garganta. En sólo ochenta
palabras, que pronunció en menos de 30 segundos, el ex soldado había
derribado un muro de complicidad que por más de 35 años había mantenido
la verdad aplastada por la impunidad. Fernández Mendieta fue muerto en
la tortura. Tres oficiales son los responsables. Ahora se sabe.
INFARTO "POLITRAUMATIZADO"
El mismo día de la
muerte por torturas de Oscar Fernández Mendieta se realizó una reunión
de altos oficiales en el cuartel de Durazno para dar una versión de lo
ocurrido. Optaron por decir que fue un ataque cardíaco. Para cubrir a
los médicos militares, llamaron al médico policial, pero se negó omitir
los hematomas que se constataban en todo el cuerpo del joven.
Aquel
24 de mayo de 1973, el jefe del Servicio Sanitario de la Unidad, Dr.
Julio César Rossi Salina ya había hecho un parte que sus mandos le
ordenaron. “En el día de la fecha en la Enfermería del Regimiento
“General Pablo Galarza” de Caballería Nº 2 (MM), siendo la hora 19.15
fue examinado el cadáver correspondiente a OSCAR FELIPE FERNANDEZ
MENDIETA, oriental, casado, de 26 años de edad, siendo la causa de la
muerte, de acuerdo al examen clínico realizado un infarto de miocardio,
presenta además dicho cadáver escoriaciones en la región prontoparietal,
hombro izquierdo y hemitórax izquierdo”.
Dos días más tarde, la
esposa de Oscar, Graciela Ferreira, pidió que se hiciera una nueva
autopsia del cadáver de su esposo, pero sólo logró que permitieran
hacerle un examen externo por parte de los médicos Eduardo Pastor, en su
calidad de antiguo médico de la familia, Edison Scaffo y Carlos
Schettini, quienes ampliaron los detalles de la tortura recibida por
Fernández Mendieta, en un acta clínica.
Allí se describe: “Cabeza:
2 erosiones frontales izquierdas; una parieto temporal derecha;
erosiones en el labio inferior. Hombro izquierdo: tres erosiones sobre
región deltoides. Dos erosiones subclaviculares izquierdas. Hematomas de
mano derecha e izquierda. Hematoma de extremidad inferior de antebrazo
izquierdo. Gran hematoma en región toráceo abdominal (de unos seis por
ocho cm). Erosiones en cara externa y superior de muslo izquierdo.
Hematoma y erosiones en ambas rodillas. Hematoma en cara externa de
muslo derecho. Se observan además dos incisiones suturadas: una
longitudinal toraceoabdominal en Y, una transversal de abdomen”.
Las
incisiones correspondían a la autopsia que finalmente le habían
practicado los propios médicos militares Juan José Navarro y Julio Rossi
Salinas, junto al médico policial Hugo Bosch, quien finalmente firmó el
extraño diagnóstico en la partida de defunción: “Infarto de miocardio
(politraumatizado)”.
"BURDA MANIOBRA"
La
muerte del militante Oscar Fernández Mendieta motivó una carta que el
líder de Partido Comunista Revolucionario, Winston Mazzuchi, envió al
presidente de la Asamblea General, Jorge Sapelli, el 4 de junio de 1973,
en la que advertía que la represión contra el PCR era una "burda
maniobra" para demostrar la existencia de un "peligroso movimiento
subversivo" con apoyo de la República Popular de China.
Mazzuchi
denunciaba que en todo el país los militantes del PCR habían sido
detenidos y en ese contexto se había producido el asesinato de Fernández
Mendieta. "Esta provocación que denunciamos es parte de una escalada
fascista que se viene procesando en nuestro país desde hace meses para
instaurar una dictadura militar", preveía la carta.
Winston César
Mazzuchi Frantchez sería desaparecido junto a otro líder del PCR, Nebio
Ariel Melo Cuesta, el 8 de febrero de 1976 en Buenos Aires.
"A ELLA TAMBIÉN LA TORTURARON..."
En
la ciudad de Durazno, todavía vive Carmen Ferreira, cuñada de Oscar
Fernández Mendieta, cuya viuda, Graciela Araceli, está radicada en
Londres. Carmen recuerda lo ocurrido en 1973, y muestra indignación
porque hoy le niegan que su hermana haya estado presa. Carmen habla de
corrido y cuenta, sin interrupción, lo que no pudo decir durante 35
años..
"Mi hermana repartía un diario. Ellos ya se habían casado.
Yo los iba a visitar y ellos a mí. Un día viene mi hermana, cruza un
campito que había por la calle Charrúa, en el barrio Tabaré. La veo muy
pálida. ¿Qué te pasa, qué te pasa?, le dije. "Me mataron a Oscar", me
dijo. ¿Cómo?, le pregunte pensando en un accidente. "Me lo mataron en el
cuartel", dijo. ¿Cómo te lo van a matar en el cuartel?, pregunté. "Sí,
fueron allá a casa y lo detuvieron, se lo llevaron en un jeep. Todavía
la di un bucito por si hacía frío. Fui a la mañana a preguntar si
precisaba algo y me dijeron que le llevara calzoncillos. Yo le llevo
calzoncillos y le llevo tabaco y ya estaba muerto", dice. Pero yo no te
puedo creer ¿qué pasó?, digo. "Lo mataron, lo mataron", dice... Entonces
yo fui con ella a la empresa fúnebre. No entendía lo que estaba
pasando. Después ella me explicó que lo habían matado y que lo había
torturado y que los médicos le estaban haciendo la autopsia. Después fue
mi marido y me levantó de allí, porque él estaba en el cuartel, era
soldado y me dijo que si yo estaba allí lo comprometía. Y yo le dije que
por qué te voy a comprometer a vos. Y me dijo que no fuera más y que no
fuera más. Después tuvimos un encuentro familiar y mis padres también
dijeron que no fuera porque era cuestión de la subversión. Mi papá era
retirado militar, mi hermano era militar y mi marido, militar. Y yo les
dije que yo a mi hermana no la pensaba abandonar y que yo iba a ir. A
los días vino una señora, vecina, que trajo dulce de membrillo y pan
para los chiquilines, y me dijo: "Te vengo a avisar algo, a tu hermana
la detuvieron, está en la Base y te vengo a avisar a vos porque
lamentablemente sólo los familiares pueden ir"... Estuvo tres meses
presa. Ella estaba embarazada. Yo iba y le llevaba tanjerinas, por
ejemplo. Cuando llevaba tres meses de matrimonio ya tenía dos de
embarazo. Y a ella la torturaban también ahí. Ella me lo decía... Y
ahora, cuando voy a hacer un trámite por la ley de reparación para mi
hermana, no me quieren dar comprobante de que estuvo presa. Fui a Boiso
Lanza y dijeron que me iban a mandar. En la Brigada Aérea II me dieron
los papeles en la mano. No estaban en sobre y faltaban hojas. Después
las dieron, pero dicen que no estuvo detenida, no hay registro...".
WILSON: 'SE PRACTICA LA TORTURA'
Cinco
días después de la muerte, en la sesión parlamentaria del 29 de mayo de
1973 el senador Juan Pablo Terra presentó un pedido de informes al
Ministerio de Defensa Nacional sobre lo ocurrido a Oscar Fernández
Mendieta, en el que incluía los certificados del médico militar Julio
César Rossi Salinas y de sus colegas civiles Eduardo Pastor, Edison
Scaffo y Carlos Schettini.
El senador Terra había podido viajar a
Durazno y ver el estado en que había quedado el cuerpo del joven:
"Considero anormal la afirmación de que el "infarto al miocardio" pueda
ser diagnosticado en un examen clínico del cadáver. Por otra parte,
examiné personalmente el rostro, cuello y parte superior del tórax del
cadáver, apreciando heridas con aspecto de quemaduras, hematomas y las
señales de una autopsia", denunció el legislador del PDC.
Al
pedido de informes de Terra, se sumó otro del senador Zelmar Michelini
quien solo en aquella sesión del 29 de mayo, presentaba otros tres
reclamos sobre personas detenidas, expulsadas o torturadas. La tortura
que ya se practicaba en forma indiscriminada era la preocupación diaria
de quien luego denunciaría esos crímenes ante el Tribunal Russell.
El
30 de mayo la bancada de legisladores del Frente Amplio, integrada por
los senadores Terra, Michelini, Enrique Erro y Enrique Rodríguez,
presentaron una moción para convocar a sala al ministro de Defensa
Nacional, Walter Ravenna, para que diera explicaciones sobre las
circunstancias de la muerte de Fernández Mendieta, evidentemente víctima
de las torturas recibidas.
La sesión, registra una esclarecedora
intervención del senador blanco Wilson Ferreira Aldunate: "En 1973 y en
nuestro país, se practica la tortura. Pero es mucho peor todavía que el
hecho mismo, la solidaridad que luego despierta. No serían tan graves
las circunstancias con ser bárbaras si fueran condenadas, censuradas, y
merecieran la repulsa indignada de aquellos a los que, precisamente,
puede imputárseles responsabilidad", denunció.
Finalmente, el
ministro Ravenna se negó a concurrir a sala por considerarse "ofendido"
por una carta pública del senador Terra, quien a principios de junio
viajó al XII Congreso Internacional de la Democracia Cristiana. El
llamado a sala se volvió a pedir y aprobar en la sesión del 6 de junio.
Ese día el debate quedó sin quórum. Veinte días después el Senado fue
disuelto.
Habla la madre de Oscar, María Mendieta Camacho, de 98 años de edad
"AHORA DEBE HACERSE JUSTICIA"
María Mendieta Camacho tiene 98 años y no dudó en afirmar "¡Ahora
debe hacerse justicia!" cuando LA REPUBLICA le informó del testimonio
que dio un ex soldado que identificó a los responsables de la muerte de
su hijo Oscar Felipe. En su casa de Montevideo, "Maruja", como le dicen,
abraza el retrato de su hijo muerto y habla del único de los hermanos
que no llevaba el nombre de la virgen.
Tuvo cinco hijos: José
María, Oscar Felipe, Carlos María, María Alicia y Luis María... "A Oscar
le puse Felipe, porque alguien tenía que llevar el nombre del padre.
Somos de raíz católica, por los Mendieta y por los Camacho. Los
Fernández no. El abuelo era colorado y en una batalla encontró en un
arroyo como una virgen acuñada en piedra. Juro que si volvía la llevaba
para la casa y así lo hizo... Una vez al año, hacía una ceremonia con la
virgen...", narra.
"Oscar era muy justo y muy franco. El decía
las cosas como eran y no faltaba a la verdad... En eso era como los
Mendieta. De una palabra sola, de poca conversación. En casa no existía
la mentira. Oscar dejó el seminario porque le preguntó a las tías, que
eran muy católicas, cómo ayudaba más a la familia, si siguiendo en el
Seminario o viniendo a trabajar la tierra. Y vino a la tierra", dice.
José
María es un año y medio mayor que Oscar. "Nosotros estuvimos juntos de
muy chicos. Oscar luego se fue a estudiar de cura y por cuatro años nos
veíamos solo cuando nos visitaba... ¿De qué cuadro? (sonríe)... Se le
ocurrió ser hincha de Cerro. Todos decíamos Nacional o Peñarol, pero él
se hizo de Cerro. Ibamos a colegio católico. Un día, en misa, nos
preguntaron si queríamos estudiar en el seminario. Cuando a mí me
apuraron dije que no, pero él, igual de rápido, dijo que sí, y se fue a
Paso de los Toros".
Cuando dejó el Seminario en 1967, Oscar se
puso a trabajar la tierra. Primero en un establecimiento llamado La
Pequeña y luego en una chacra, donde lo detuvieron. "Hacía la huerta a
pala. No había herramientas. Después, se dedicó a plantar semilleros de
trébol. Se casó con Araceli tres meses antes de que lo mataran. Ella
estaba embarazada de dos meses. Tuvo una nena, se llama América Sol,
vive en Londres con la madre y estamos en contacto", dice.
Fernández
Mendieta pertenecía al entonces legal Partido Comunista Revolucionario
(PCR) que en Durazno tenía un coordinador en apoyo al periódico "Causa
del Pueblo", que se vendía públicamente en los quioscos de Montevideo.
El 24 de mayo de 1973 a las 16.00 horas lo detuvieron en la chacra donde
vivía. Al día siguiente por la mañana, un vehículo militar fue a buscar
a sus padres a 70 kilómetros de Durazno para comunicarles que había
muerto.
"Durante la dictadura nos dijeron que lo que le había
pasado a Oscar lo tenía un juzgado militar. Hubo una abogada en el tema,
pero nunca supimos nada. Después no se presentó denuncia. Yo tenía los
papeles de la defunción que habían hecho los médicos. Los doctores
Eduardo Pastor, Edison Scaffo y Carlos Schettini se la jugaron y vieron
el cuerpo aunque habían prohibido abrir el cajón. Hicieron un acta que
dice todo", explica José María. "Yo había perdido las esperanzas, pero
con esto, ahora, nos vamos a presentar ante la Justicia...".
RESPONSABLES
Alberto
Ballestrino (h), Daniel Blanco Fanocchio y Gustavo Mieres Ultra
pertenecían a la promoción 1972 de la Escuela Militar, la primera que
egresa de la Escuela de Toledo, de la que también fueron parte
destacados oficiales como Raúl Gloodtofsky, Daniel Castellá, Miguel
Dalmao, Ramón Trabal y Juan Villagrán, entre otros.
Toda esa
generación (salvo Ballestrino) realizó el curso "Internal Security Opns
CC-6" en la norteamericana School Of America (SOA) entre el 10 de enero y
el 3 de febrero de 1972 en Panamá, donde coincidieron con el entonces
capitán José "el francés" Baudean, quien efectuaba el "Military
Intelligence Off 0-11".
El joven Ballestrino siempre estuvo a la
sombra de su padre y pasó la mayor parte de su carrera en el Regimiento
de Caballería Nº 1 Blandengues, bajo la protección del Gral. Manuel
Fernández, miembro de la Logia Teniente de Artigas como su padre Alberto
"la Chancha" Ballestrino.
En 1973 Ballestrino padre tenía el
grado de coronel y era uno de los golpistas que luego ingresó al
Parlamento, junto a los generales Gregorio Alvarez y Esteban Cristi
según registra una histórica foto. Ballestrino fue jefe de Policía de
Montevideo y ascendió a general en 1977. Murió en 2003. Su hijo se
retiró como capitán y es hoy pastor de una Iglesia Evangélica.
Blanco,
nacido el 22 de abril de 1952, es quien realizó una carrera militar más
larga. Era capitán en 1980 y llegó a coronel en el año 2003. Fue
coordinador del Area Militar en el Calen, coordinador de instructores en
la Escuela de Sanidad de las FFAA, profesor de Administración General
en el IMES y estuvo en la Dirección de Personal del Ministerio de
Defensa. Pasó a retiro.
Mieres Ultra llegó al grado de mayor en
1986 y también fue "exiliado" en el Regimiento de Caballería Nº 1. Su
familia sería originaria de Mercedes, Soriano, donde tendría un hermano
apodado el "Mono"; en tanto el oficial Núñez, quien detuvo a Fernández
Mendieta, habría estado con el grado de mayor en el Penal de Libertad,
donde le apodaba "Mamelli".
El Regimiento de Caballería Nº 2 de
Durazno fue un activo centro de represión, que competía con la Brigada
II de la Fuerza Aérea. El RC Nº 2 estaba subordinado a la División de
Ejército III, con asiento en Paso de los Toros, cuyo comandante era el
general Rodolfo Zubía, pero la unidad de Durazno tenía particular
autonomía en la acción.
El Partido Comunista Revolucionario (PCR)
era un "objetivo" del Batallón de Ingenieros Nº 5 de Mercedes, donde se
centraba la atención sobre quienes ya habían sido "fichados", y del
Regimiento de Caballería Nº 4, donde también se centraban las acciones
sobre el OPR 33, que dirigía Gilberto Vázquez. Todos actuaban con el
Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA).
(PUBLICADO EN EL DIARIO LA REPUBLICA EL DOMINGO 25 DE ENERO DE 2009)