COLONIAS PSIQUIÁTRICAS
La salud mental a medio camino
En una recorrida por Etchepare y Santín se
verificaron mejoras edilicias pero también la persistencia de un modelo
cuestionado. En el pueblo Ituzaingó, cercano a las colonias, fueron
denunciadas irregularidades en las casas de acogida de exinternos de los
centros.
La mayoría de los internos tiene pocas actividades recreativas. Foto: El País
FERNANDA MUSLERA23 jul 2016
Hacia el final del predio de la Colonia Santín
Carlos Rossi, en San José, se vislumbra un pabellón sorprendentemente
moderno, en comparación a los otros que suceden a lo largo del camino.
El País entró el miércoles a este centro psiquiátrico contiguo a la
Colonia Etchepare, con el que tiene el triste honor de compartir décadas
de dolor y vejación. De cerca, el pabellón 8 luce nuevo, tiene paneles
solares sobre el techo, calefacción y pisos de cerámica. Al entrar, el
panorama es distinto. Hace cinco meses que en este espacio en el que
conviven 47 mujeres no tienen agua caliente: los paneles solares dejaron
de funcionar y a las internas se las baña con sábanas mojadas con agua
fría, informaron fuentes de Santín.
Amén de las condiciones edilicias, el panorama era
desolador. En el comedor del pabellón 8 se agrupaba una docena de
mujeres, casi todas con esa mirada hacia la nada que una vez vista no se
olvida.
Una señora con los pies descalzos y unos 40 años
sostenía con devoción el peluche de un sapo mientras en una de las
esquinas de la sala una anciana encorvada se tapaba la cara una y otra
vez. Otra mujer se miraba las manos como si con ellas sostuviera algo
irrecuperable y fruncía el rostro en señal de llanto. Las lágrimas,
quizás ya vencidas, no asomaron. Poco después, la inercia fue
interrumpida. Llegó el momento de la medicación.
En agosto del año pasado, estas colonias psiquiátricas estuvieron en el ojo de la tormenta luego de que el programa televisivo Santo y Seña
emitiera un informe sobre Santín y Etchepare, que incluía imágenes de
pacientes desnudos y condiciones edilicias deplorables, además de
acusaciones de todo tipo, entre ellas muertes de internos atribuidas a
su desatención. Uno de estos fallecimientos fue el de un hombre atacado
por una jauría de perros en Etchepare en marzo de 2015. El informe
generó la destitución del director de las colonias, Osvaldo do Campo,
quien fue reemplazo por Federico Sacchi, y la aceleración del proyecto
de Ley de Salud Mental, que entró al Parlamento en diciembre y
actualmente está en la Comisión de Salud del Senado.
Sin embargo, durante el último año poco se habló de la
situación de las colonias, hasta que el miércoles 13 de julio un
interno perdió la vida al ser aplastado por la zorra de un camión en
Santín.
El País ingresó a Santín y Etchepare y fue al pueblo
Ituzaingó, a cuatro kilómetros de las colonias, lugar que alberga a
muchos exresidentes de los centros psiquiátricos. Algunas casas con
cuidadores que existen en este pueblo (llamadas "casas de salud" por los
vecinos), y en la también ciudad aledaña de Santa Lucía, reciben las
acusaciones de varias personas que indican que en ellas se produce lucro
económico y destratos a los pacientes. Se trata de un sistema que
funciona hace años y que va en consonancia con el posterior
planteamiento del proyecto de Ley de Salud Mental, que apunta a cerrar
las colonias y asilar a los pacientes en distintos tipos de
alojamientos. Una de estas alternativas son las "casas de medio camino".
En la actualidad, hay seis en Montevideo. Albergan pacientes del
Vilardebó y buscan incentivar la integración en la comunidad y autonomía
de sus residentes.
¿Rehabilitar y encerrar?
Después de la repercusión mediática que tuvo la
situación de las colonias, funcionarios consultados por El País dijeron
que son "perseguidos" y temen hablar. La tensión se respiraba en Santín,
que ocupa una ínfima parte de las 372 hectáreas del predio que comparte
con Etchepare. "Lo que se ha hecho en los últimos años es ocultar lo
que pasa adentro", señaló Ruben Bouvier, del Movimiento La Salud para
Todos.
A diferencia de la imagen de decadencia edilicia que
existía hasta hace poco tiempo, se constató en Colonia Etchepare que
varios pabellones fueron construidos o refaccionados. Un grupo de
obreros estaba trabajando en uno nuevo, el número 11. Algunos pabellones
tenían calefacción, otros estufas, algunos eran más nuevos y otros se
presentaban sencillos y con falencias, pero en general las locaciones
están en buen estado para los pacientes.
Tampoco se visualizaron perros en la zona, "Esto es
un lujo. Hasta el año pasado estábamos en un pabellón en que se filtraba
agua y había ratas gigantes", dijo uno de los pocos internos, el que
parecía tener un mayor grado de lucidez. Otro señaló que la comida había
mejorado. Las cucarachas y ratas subsisten, aunque se las combate. Un
gran problema es el mantenimiento. Cada cosa que se rompe puede pasar
mucho tiempo en ese estado.
Desde ASSE se informó de varias obras que se
hicieron, como la demolición de pabellones, la iluminación y el vallado
de los predios y la contratación de siete enfermeros. No obstante las
reformas, el panorama de los internos en Etchepare no parecía variar
mucho de los de Santín: muchos se encontraban en la cama, y la gran
mayoría se sentaba mirando un punto fijo y sin interactuar con los
otros. Lo que llamó la atención es la poca presencia de funcionarios,
por lo general uno por pabellón. En uno de ellos se encontró al
enfermero solo en una habitación jugando con su celular.
"Falta gente y hay turnos que quedan descubiertos y
falta personal abocado realmente a la atención de pacientes", dijo un
trabajador. En la actualidad hay 901 para los dos centros, los cuales
albergan unos 748 internos (412 en Etchepare y 336 en Santín). "El lugar
de trabajo es insalubre, Los funcionarios deberían tener test
psicológicos semestrales. Hubo hasta suicidios", agregó el funcionario.
Otro tema importante es el alto número de faltas. El ausentismo en el
Hospital Vilardebó y las colonias ronda el 30%, de acuerdo a un informe
de salud mental en referencia al 2014 con información suministrada por
la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE). No
obstante, este organismo dijo a El País que el ausentismo es del 10%.
La poca presencia de funcionarios o el desempeño
irregular de algunos de ellos han propiciado situaciones como la del
hermano de Jorge (nombre ficticio), quien llevaba unos 15 años en
Etchepare y murió el año pasado por los golpes que le propinaron otros
internos. "Le expliqué al doctor que otros pacientes le pegaban y le
pedí cambiarlo de pabellón. ¿Y si le pasa algo?, le pregunté, y me
dijo: en mis años de trabajo nunca he visto algo así", contó Jorge, un
obrero de la construcción nacido en Fray Bentos.
Años antes de que su hermano falleciera, sus
compañeros de pabellón lo quemaron con agua caliente y estuvo un mes
internado. "La colonia era como un campo de concentración", expresó. El
mismo día que su hermano murió, el 9 de mayo de 2015, también falleció
un paciente en Santín, informó Ruben Bouvier. "Estaba atado a una silla
por epiléptico. Lo pusieron frente a una estufa y se olvidaron. Cuando
lo fueron a buscar estaba muerto y quemado. Le dio un paro
cardiorrespiratorio. Lo dos casos los denuncié frente al juez en San
José el 22 de mayo de 2015".
Otro tema es la falta de actividades recreativas, si
bien existen algunos talleres y un centro educativo. "Hay algunas pero
son para un grupo mínimo. Los más limpios, los que están en mejores
condiciones", sostuvo un funcionario. Para Cecilia Baroni, psicóloga
encargada de la radio Vilardevoz, del Hospital Vilardebó, uno de los
problemas que más manifiestan los internos es el aburrimiento. La
lejanía de las colonias atenta contra que haya más proyectos y aleja a
los internos de sus propias familias.
La cifra estimada de pacientes que reciben visitas
es entre el 15% y el 20%, sostuvo el expresidente de la Sociedad de
psiquiatría del Uruguay (SPU) Ángel Valmaggia, quien fue director de las
colonias en 2005. El alto promedio de internación por paciente (20
años), la separación de la familia y la pobreza generan que sea muy
difícil para muchos salir de las colonias.
"Hay situaciones lamentables. El paciente que murió
por el camión entró a los 19 años y murió a los 63. No hay ningún delito
que tenga esa condena. En las colonias no se puede rehabilitar nadie.
Se tiene que rehabilitar en la comunidad", sostuvo el psiquiatra. El
actual presidente de la SPU, Rafael Sibils, se expresó en el mismo
sentido. "A lo largo de la historia de las colonias no ha habido
proyectos de rehabilitación exitosos", sostuvo.
Valmaggia y Sibils esperan que las colonias
desaparezcan, en consonancia con el compromiso asumido por Uruguay con
la Organización Mundial de la Salud, que establece el cierre de los
manicomios en el continente para el año 2020. Sin embargo desde ASSE y
el Ministerio de Salud (MSP) se apuntó a que el cierre no implica
necesariamente la desaparición de los predios de Etchepare y Santín,
sino que lo que se van a prohibir son los ingresos (que se siguen dando
por disposición judicial, pero disminuyeron). "Los colonias como tales
se cierran, eso no implica que el lugar físico se cierre, se tienen que
transformar en hogares con una rehabilitación. No hay que plantear
falsas oposiciones", indicó Ariel Montalbán, responsable del Programa de
Salud Mental del MSP .
Según el citado informe sobre salud, el crédito
anual asignado para las dos colonias ascendió en 2014 a $ 542.663.867.
Tanto Valmaggia como Sibils entienden que el presupuesto podría usarse
en las estructuras alternativas al encierro. Las colonias ahora se hacen
llamar Centro de Rehabilitación Médico Ocupacional y Sicosocial
(CE.RE.M.O.S). "Mejor uno podría decir cerremos", bromeó Valmaggia.
No obstante, la experiencia dejada por el modelo de
las casas con cuidadores en Ituzaingó y Santa Lucía plantea advertencias
para la puesta en práctica de alternativas de este tipo.
Solución cuestionada.
En Ituzaingó, —un pueblo de unos 800 habitantes que
lleva muchos años dedicándose al cuidado de enfermos psiquiátricos en
varios hogares de los vecinos— sobre las cinco de la tarde del miércoles
el movimiento era casi nulo. Minutos después, un grupo de expacientes
de las colonias salió de la colorida casa en la que funciona el centro
recreativo del pueblo y se encaminó en una fila silenciosa e
involuntaria hacia sus hogares, a escasos metros de distancia. El País
habló con una de las vecinas, que alberga seis hombres en su hogar. Su
hermana tiene una casa más grande en la que habitan unas 20 personas. Al
ser consultada por el costo para un señor mayor que quisiera vivir
allí, se informó que el precio era de unos $ 20.000. En este tipo de
casas conviven exresidentes de las colonias con pacientes particulares.
Varias personas dijeron que este intento por generar una mejor calidad
de vida en los exhabitantes de las colonias está lejos de funcionar. "No
voy a decir nada, pero nunca mandaría a un pariente mío ahí", aseguró
nerviosa una las vecinas de Ituzaingó consultadas sobre una casa en
particular. Otros expresaron recelo, manifestaron que las condiciones de
los pacientes dependen de la buena voluntad del cuidador y que muchos
de estos carecen de formación específica para estar a cargo de personas
con patologías mentales.
"A algunos los tienen con el mínimo y tienen
problemas psiquiátricos ellos mismos. Los pacientes no ven con asiduidad
a profesionales", dijo una fuente.
Varios denunciaron la falta de fiscalización. "Se terminan transformando en pequeñas colonias", señaló otra persona.
De acuerdo con ASSE, 139 personas se encuentran a
cargo de 89 cuidadores en los pueblos y ciudades próximos a la Etchepare
y Santín.
Según supo El País, ha habido denuncias, por
ejemplo, sobre encargados que se quedan con la pensión que reciben los
enfermos psiquiátricos, de unos $ 9.000 por mes, o que sacan préstamos a
nombre de los pacientes. "Lo que dicen los usuarios es que en ocasiones
no los dejan salir, les dan la comida cuando se les ocurre, los
castigan por determinadas cosas", sostuvo Cecilia Baroni, quien aclaró
que el problema no es del dispositivo sino de los controles que se
realizan. "Los abusos en las casas de salud son sumamente frecuentes",
dijo Ángel Valmaggia.
Ariel Montalbán indicó que el MSP ha ido en algunas
ocasiones a Ituzaingó y se corroboró que las casas funcionaban bien. No
obstante, reconoció, en el país existen muchas otras casas donde la
fiscalización se hace necesaria. "Es una prioridad del MSP, es una
debilidad que se pretende corregir". ASSE sostuvo que no ha recibido
denuncias sobre irregularidades de este tipo. Uno de los funcionarios de
las colonias, en cambio, fue enfático sobre este tema. "Si hicieran un
control real, el 90% de estas casas no queda".
Una historia que se repite a lo largo de las décadas.
Las situaciones deficientes en las colonias
Etchepare y Santín Carlos Rossi no son nada nuevo, ya que albergan
importantes problemas desde su creación. Etchepare fue fundada en 1912
durante la presidencia de José Batlle y Ordóñez, como forma de desagotar
el alto número de pacientes del Manicomio Nacional (hoy Hospital
Vilardebó), que tenía 1.500 internos en 1910, según el ar- tículo
"Noventa años de la Colonia Etchepare", de los psiquiatras Margarita
Arduino (exdirectora de este centro) y Ángel Ginés. En 1936 se fundó
Santín Carlos Rossi. A mediados de siglo las dos colonias y el Vilardebó
albergaban unas 5.000 personas. En las primeras décadas del siglo
pasado el número de muertes era muy elevado, y no todas las personas
eran ingresadas por trastornos psiquiátricos, sino que muchos que allí
confluían eran personas con falta de recursos "económicos y sociales".
Esta situación perpetúa aún hoy el prolongado lapso de residencia de
los internos. La capacidad de egreso de las colonias a lo largo de su
historia ha sido muy baja. No obstante, ASSE informó que en el último
año se le ha dado de alta a 22 pacientes. En 1966 un experto francés
visitó las colonias y señaló el mal estado de la edificación, la
ociosidad de los internos y la imposibilidad de una rehabilitación real.
Cincuenta años después, y luego de numerosas constataciones de las
realidad de las colonias, se siguen señalando las mismas carencias.
Para la psicóloga Cecilia Baroni, a cargo del proyecto Vilardevoz e
integrante de la Comisión Nacional Por una Ley de Salud Mental (en la
actualidad rige la Ley del Psicópata, de 1936), el problema no es tan
complicado como parece. "En las colonias, el Vilardebó y los refugios
del Mides hay unos 2.000 uruguayos. Si no podés solucionar eso es porque
sos inepto o porque no querés".
Muerte del interno aplastado era "inevitable".
La muerte de un hombre de 63 años el 13 de julio en
la Colonia Santín Carlos Rossi, tras ser aplastado por un camión con
zorra que descargaba leña en el predio, volvió a disparar las críticas
sobre la desatención de los enfermos en las colonias. Sin embargo,
funcionarios consultados dijeron que la tragedia era "inevitable" porque
el hombre, que llevaba 44 años internado, era un "fanático" de los
autos y siempre se tiraba a mirar sus ruedas. ASSE dijo a El País que al
paciente se le brindó asistencia inmediata, se realizó la denuncia y se
decretó una investigación administrativa. Esta muerte trae el recuerdo
de otros decesos ocurridos en circunstancias cuestionables en los
centros psiquiátricos, como el de febrero en el Vilardebó, cuando una
joven se ahorcó con su propia ropa en una sala de máxima seguridad de la
institución. "Estuvo 40 minutos haciéndole gestos a los de vigilancia.
Tuvo que morir para que se cerrara esa sala", dijo la psicóloga Cecilia
Baroni, de Vilardevoz.
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