miércoles, 20 de julio de 2016
La República y las gallinas
INDISCPLINA PARTIDARIA, la columna de Hoenir Sarthou
1) GALLINAS.
Todos los días, después del almuerzo, mi abuela ponía los restos de sopa y de guiso en una olla vieja, en la que ya había cáscaras de queso y pedazos de pan del desayuno, y salía hacia el fondo, donde estaba el gallinero. Recuerdo las corridas, el revuelo de plumas y el cloqueo excitado de las gallinas apenas la veían aparecer. Se peleaban por quedar junto al tejido de alambre, sobre la parte en que estaba el comedero, donde caía la pasteta húmeda que picoteaban con fervor. Supongo que, para las gallinas, mi abuela sería algo así como la Providencia, aunque, de cuando en cuando, sobre todo en víspera de feriados, entraba al gallinero sin hacer caso de las corridas ni del revuelo de plumas, atrapaba a una gallina y se la llevaba. Las gallinas parecían no recordar que la elegida nunca volvía. Seguían celebrando cada aparición de mi abuela como la de una benefactora.
2) CELULOSA
El Presidente anunció alborozado que UPM instalará una segunda planta de celulosa en la cuenca del Río Negro. Producirá casi el doble de la celulosa que produce la controversial planta del Río Uruguay. Se supone que la empresa invertirá unos cuatro mil millones de dólares para instalar la planta. Pero el Estado deberá invertir mil millones de dólares para proporcionarle la infraestructura logística necesaria en la zona que la empresa elija. La inversión contará también con exoneraciones tributarias y con zona franca, o sea que pagará pocos impuestos. Generará muchos empleos mientras se construye la planta y muchos menos cuando esa etapa termine. Consumirá mucha agua, afectará más tierras y volcará al Río Negro enorme cantidad de residuos contaminantes. Sólo producirá celulosa, porque la pasta de papel y el papel se fabricarán en otros países. Los partidos de oposición también han celebrado la noticia.
3) TAPÓN
No nacimos como una república, sino como un tapón. Nadie, ni mucho menos Artigas, pensaba en la Banda Oriental como un Estado independiente. Según las malas lenguas, la Cruzada Libertadora, que dirigió Lavalleja, se planeó en un saladero del sobrino de Lord Ponsomby. Fuimos la estrategia de Inglaterra para terciar y debilitar a Argentina y a Brasil. Una estrategia exitosa.
4) REPÚBLICA
Sin embargo, fuimos una república. Al menos en la primera mitad del Siglo XX lo fuimos. Quizá porque el mundo estaba demasiado ocupado en sus guerras como para ocuparse de nosotros. Lo cierto es que una generación de figuras cultas y audaces, masones, cristianos, anarcos, espiritualistas, racionalistas, batllistas, nacionalistas, etc., tuvo el valor de pensarse y pensarnos como República. La reforma escolar vareliana se propuso formar ciudadanos. Se terminaron las guerras civiles y se creó un Estado. Con sufragio libre y ferrocarriles, con liceos departamentales y libertad de cultos, con sindicatos y pluralidad de partidos, con empresas públicas y libertad de expresión, con seguridad social y universitarios hijos de inmigrantes, con seguros estatizados e igualdad de derechos civiles de la mujer, con monopolio del juego y legislación obrera. Fuimos una de las sociedades más igualitarias de América. A algunos podría no convencerles el modelo y a muchos podrá no gustarnos en qué derivó, pero había un proyecto de país. Un proyecto que no era designio de Estados extranjeros ni de organismos o empresas multinacionales. ANCAP, UTE, AFE, el Banco de Seguros, el Hipotecario, el BPS, las jubilaciones, las asignaciones familiares y la universalización de la escuela pública no nos fueron “aconsejados” por el FMI, ni por el Banco Mundial, ni por la ONU, ni por la OCDE. Fueron instrumentos estratégicos de una sociedad republicana, que se regía por sí misma.
5) “¿CUÁNDO SE JODIÓ EL URUGUAY, ZAVALITA?”
En la segunda mitad del Siglo XX, terminadas las guerras “calientes” y empezada la “guerra fría”, empezaron a pasarnos cosas raras. Aparecieron las “cartas de intención”, la deuda externa, las exigencias de “modernizarnos”, “abrirnos al mundo” y adaptarnos al “libre comercio del mundo libre”. En 1973 se nos aplicó la receta continental: golpe militar para Chile, Argentina y Uruguay, que se sumaron al ya “golpeado” Brasil y a otras sempiternas dictaduras de la región. Los golpistas fueron formados en la “Escuela de las Américas” y hoy sabemos que el golpe fue asistido y monitoreado por el Departamento de Estado de los EEUU, en particular por el asombroso Henry Kissinger. Terminada la dictadura, siguieron pasándonos cosas raras. Por ejemplo, en 1987 (primer gobierno de Sanguinetti), se aprobó repentinamente una ley que promovía la forestación. No hubo explicación ni debate. Nadie explicó por qué había que forestar. Y nadie preguntó. Tampoco se explicó por qué el Banco Mundial subsidiaba la forestación. Después, en el gobierno de Lacalle, se permitió forestar más tierras y se intensificó la plantación de árboles. Durante veinte años se siguió plantando sin tener muy claro qué se haría con tanta madera. Entonces, sorprendentemente, aterrizaron en el Uruguay las empresas dedicadas a la celulosa. ¿Casualidad?
6) MÁS RAREZAS
Desde entonces siguieron pasando cosas “raras”. Hace un par de años, se votó la ley de bancarización. Sin que nadie lo pidiera, sin que hubiera ningún reclamo popular de servicios bancarios o de crédito, de pronto, el gobierno decidió promover la “ley de inclusión financiera”, nombre eufemístico de una ley que impone que todas las transacciones monetarias, incluso el pago de sueldos y jubilaciones, se hagan a través de instituciones financieras. La reforma trae dos efectos: el completo control de las operaciones por el sistema tributario, y, sobre todo, enormes ganancias para los bancos. Ganancias que, por supuesto, costean hasta los más modestos usuarios obligados de los “servicios” bancarios. ¿Nadie recordó que, en 2008, el capital financiero descontrolado hundió a los EEUU y a Europa? ¿Alguien duda de quién le “sugirió” al gobierno promover esa ley? Y conste que en el resto de América se votaron al mismo tiempo leyes de bancarización muy parecidas. Otro ejemplo: la ley que despenaliza y autoriza la producción de marihuana contó con el apoyo político y financiero del millonario George Soros, quien, curiosamente, ha estado vinculado a empresas de la agroindustria.
7) SIGNO DE LOS TIEMPOS
Dentro de algún tiempo, cuando los historiadores estudien esta época, probablemente señalen, como hecho político más significativo, el vaciamiento de poder de los viejos Estados, y, como hecho cultural, la desaparición de la ilusión democrática. Señalarán que las decisiones importantes dejaron de tomarlas los Estados y pasaron a manos de corporaciones financieras y extractivas globales que fueron controlando a los Estados y a los organismos internacionales. Constatarán que las leyes nacionales y los tres poderes estatales fueron perdiendo importancia y que el mundo pasó a regirse por tratados, protocolos de buenas prácticas, recomendaciones de organismos técnicos y fallos de tribunales arbitrales supranacionales. Quizá señalen que las personas, controladas por cámaras, satélites y sistemas informáticos, siguieron teniendo cierto campo de decisión: podían elegir entre una amplia oferta de presidentes, marcas de ropa y celulares, orientaciones sexuales, dioses a que rezarles y bancos a los que pagarles intereses.
8) CABEZAS
Desde luego, el advenimiento de ese mundo (que ya está llegando) sería imposible sin un relato ideológico que lo habilite. No es casualidad que la enseñanza, la cultura y la producción académica decaigan. Por un lado, se han convertido en nuevas mercaderías, y, si estuvieran al alcance de todos, no habría negocio. Por otro lado, si muchas personas insistiéramos en pensar con nuestros propios cerebros, en percibir la realidad detrás del mundo fantástico y atroz que nos presentan la publicidad y las cadenas periodísticas, si porfiáramos en defender nuestras opiniones y nuestros verdaderos intereses en contra de lo que se nos dice que es “moderno”, “actual”, o que “marca tendencia”, la instalación del nuevo mundo no sería tan fácil. Pero, claro, la libertad no es un relajado goce de derechos y placeres. Cuesta esfuerzo. Requiere estudio, trabajo, coraje, sacrificio y reflexión.
9) CIUDADANOS
La única valla que nos separa de ese mundo huxleyriano u orwelliano es la vieja noción republicana de ciudadanía. La tradición por la que cada persona tiene el derecho -y quizá la obligación- de conocer, tomar posición e intervenir en las decisiones de la sociedad que integra. Puede parecer una obviedad. Pero observen qué transmite el discurso ideológico y publicitario dominante: la impotencia, el deseo de derechos, diversión, seguridad y placer, el desgano de aprender y de pensar, la manipulación de la emoción y de la pasión, la construcción de falsos enemigos (la otra raza, la otra religión, el otro sexo, el otro partido político, el otro cuadro de fútbol). Todo aquello que no roce siquiera las bases del nuevo poder que está imponiéndose en el mundo.
10) REVOLUCIÓN
No sé si estamos a tiempo todavía, pero es claro que la única actitud de verdadera rebeldía, diría que la única realmente revolucionaria, es, paradójicamente, recrear una noción de ciudadanía acorde a la nueva realidad. Comienza por adquirir –y transmitir-, sin prejuicios, los elementos para entender esa realidad. Una tarea que es social pero también individual, de autoeducación. Quizá por eso valga la pena, incluso más allá de sus resultados prácticos. Al menos para no celebrar cada vez que alguien parece tirarnos comida.
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Hoenir Sarthou QUE ORGULLO SENTIRIA TU PADRE DE TI
ResponderEliminarLEGUE A CONOCER A TU PADRE
QUE GRAN HOMBRE
FELICITACIONES
MUY BUENA SINTESIS