En plena tarde caminando por Malvín residencial un hombre joven revolviendo en un contenedor verde de basura, encontró algo y se llevó un bocado a la boca. Al ver que lo estaba viendo, se rió y me dijo. Es pal perro!, guau guau! y se lo comió. Ese hombre vivía ahí, allí estaba su colchón y una bolsa con sus cosas. Allí transcurría su vida...
>>> La ministra Marina Arismendi
“Que no haya niños ni embarazadas en situación de calle en el país demuestra que trabajamos bien. Es la gran noticia de este censo”, afirmó la ministra Marina Arismendi en alusión a un trabajo de campo realizado con las personas que no tienen techo. Dijo que el perfil de esta población cambió. Ya no hay familias ni madres con hijos en la calle, sino personas con problemas de salud mental y consumo problemático de drogas.
DIEGO PÍRIZ 05 jul 2016
Desde que se abrieron los refugios del Mides
por el Plan Invierno, la galería techada del emblemático edificio
Lamaro, con vista a la rambla, alberga a un promedio de 15 personas que
conviven día y noche: ancianos y jóvenes, drogadictos, hombres y mujeres
—una de ellas embarazada— duermen con sus abrigos y colchones de
polifón bajo el techo del edificio ubicado en la esquina de Lorenzo
Carnelli y Cebollatí, a tres cuadras de la Embajada de Estados Unidos.
"Siempre se ve ahí a una docena al menos, pero desde
que comenzaron las lluvias hay cada día más", aseguran los vecinos del
barrio. Propietarios e inquilinos del edificio han denunciado en
reiteradas ocasiones la situación.
Mabel, que vive hace 17 años en uno de los apartamentos del edificio, aseguró a El País que los reclamos y
denuncian han sido constantes desde que ella recuerda. "Hace muchos años
que vivo acá, hicimos denuncias ante la Policía y ante el Mides, pero
siempre pasa lo mismo: vienen, se los llevan, ellos dejan sus cosas y
luego vuelven, no hay ninguna solución", indicó.
La mujer, jubilada, aseguró que cuando le "sobra algo
de comida se las caliento y se las doy, porque con estos fríos es muy
complicado que estén así sin comer nada. Sé que no les soluciono la
vida, pero es lo que puedo hacer, y también sé que no se van a ir, hagan
las denuncias que hagan".
Víctor, un vecino de la cuadra también coincide con
Mabel. Asegura que en algunos momentos la situación se torna "muy
difícil porque muchos de los que duermen ahí son adictos a las drogas".
Según el hombre, "por las noches se escuchan los gritos de las peleas
que han terminado con más de una persona en la seccional".
Un joven que dijo que se llamaba "Maikhom", indicó a
El País que ya tiene "cuatro anotaciones por la Ley de Faltas, a
causa de dormir en la calle".
Según relató, "en caso de que me agarren durmiendo
una vez más, voy a tener que hacer tareas comunitarias o me mandan a la
cárcel, igual no me importa, voy a seguir acá".
Tiene tanta experiencia que advierte: "La Ley de
Faltas se aplica si nos encuentran durmiendo en un espacio público, por
eso nos despertamos temprano, antes de que lleguen los oficiales",
asegura.
Sin salida.
Los refugios del Mides que se encuentran a escasas
cuadras de allí y que albergan a decenas de personas por las noches,
nada pueden hacer —dicen los funcionarios— para cambiar la situación de
quienes rechazan ayuda y deciden estar en la calle.
Nicolás tiene 37 años y hace tres semanas que vive
bajo el edificio. Estuvo en Rivera dos meses tratando de rehabilitarse
porque es adicto a la pasta base, volvió y "el único lugar seguro" que
encontró en la calle fue ese.
"Comida no me falta porque voy a comer de lunes a
viernes al refugio, los fines de semana se me complica, pero salgo a
pedir, estoy acá porque no tengo adónde ir", aseguró Nicolás, que vestía
una remera de manga larga y se cruzaba de brazos para tratar de darse
calor. Ayer a las 17 horas, había 10° C.
"¿A qué querés que vaya?, si vas ahí te roban todo,
hasta los zapatos. Ya me pasó dos veces, no voy a ir de nuevo para que
me sigan robando lo que me queda", dijo Nicolás.
La misma situación afronta una familia entera de
cinco personas, incluida una anciana de 85 años. Hace 6 años que todos
viven en la calle, y desde hace 3 semanas están resguardados bajo los
techos del edificio de la calle Lorenzo Carnelli.
"Lo único que queremos es una pieza, con eso nos
conformamos, para poder bañarnos y conseguir trabajo", indicó a
El País la hija de la anciana, que tiene 45 años. La mujer dijo que "por
estar en situación de calle nadie te da trabajo, y mi mamá, con su
edad, no puede hacer nada, cobra una jubilación mínima que no da para
nada".
La abuela de los dos jóvenes de la familia, que se
encontraban consumiendo pasta base en el momento en que El País la
entrevistaba, dijo que el frío de estos días la está matando: "Ya sé que
voy a morir de frío", dijo.
"A mi edad tengo que pasar por esto y
desgraciadamente nadie nos da una mano, ojalá que esto sirva para que
alguien vea en qué situación estamos, con hambre y frío y que nos pueda
ayudar", confesó la señora mayor.
La hija enfatizó en que no pretende recibir un
regalo, sino que está dispuesta "a trabajar para pagar todo lo que sea
necesario con tal de estar mejor".
Prefieren no ir a refugios por los robos
La mayoría de las personas que se encuentran en
situación de calle y que fueron consultadas por El País
aseguraron que prefieren estar a la intemperie y no ir a los refugios
que proporciona el Ministerio de Desarrollo Social, porque allí los
"tratan mal" y les "roban la ropa". Pese a ello, sí concurren a los
refugios para alimentarse al mediodía. Ayer el menú consistió en guiso
de lentejas con verduras, según contaron los indigentes.
Justicia no puede aplicar ley de faltas
La Suprema Corte planteó que la Justicia se enfrenta
a una suerte de "círculo vicioso" a la hora de aplicar la Ley de Faltas
que dispone el traslado de las personas que acampan en forma permanente
en espacios públicos.
Según la norma, deben cumplir pena de 7 a 30 días de
trabajo comunitario. El problema radica en que estas personas no tienen
"domicilio fijo", según el Mides, y no se les puede citar a cumplir la
pena.
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