En 1990 el Movimiento por la Tierra publica una recopilación de las columnas de Raúl en Mate Amargo bajo el título “La deuda externa, la tierra y otros temas”. La cuarta entrega del especial de Zur a 30 años de la muerte de Sendic propone volver sobre algunos extractos de aquellas columnas. La selección de textos está a cargo de Jorge Zabalza.
"Marx
vaticinó que el capitalismo crearía a su propio gran enemigo y
enterrador, el proletariado. Pero este capitalismo decadente de finales
del siglo XX está creando otro enemigo más caótico, inorgánico y
agresivo, que lo acosa de continuo: los sectores marginados, que se
refugian en la delincuencia. Las estadísticas demuestran que a
una desocupación juvenil en ascenso corresponde una delincuencia juvenil
también en ascenso. El sistema, la distribución desigual de los
ingresos en el mismo, condenan a la privación de las cosas más
elementales. Simultáneamente, el sistema incita al consumo de las cosas
más superfluas.
El sistema tiende un cerco sobre el peón y el pequeño productor rural y los obliga a emigrar, para hacinarse en las grandes ciudades. El sistema arroja a la desocupación a un sector en aumento de la población. Si busca defenderse con la venta callejera, el sistema lo persigue. El sistema enseña a robar y matar desde la televisión. A la delincuencia la crea una clase social, pero afecta a toda la población. Para terminar con la delincuencia hay que terminar con el sistema. (…)
De hecho, el levantamiento orgánico de un pueblo contra la injusticia no es la única forma de desestabilizar el sistema. También se están viendo países, empezando por Estados Unidos, que han entrado en una descomposición creciente (delincuencia, droga) que mantiene a la sociedad en continua zozobra y desestabilización del sistema, y en los cuales los ricos son como en el Perú, acorralados por sus propias víctimas.
Estos flagelos que castigan a toda la sociedad, dentro de la cual las clases privilegiadas son las principales destinatarias de la violencia que gestaron, aparecen como un componente obligado y nada transitorio del capitalismo decadente de este fin de siglo. Las medidas policiales se han mostrado inoperantes, como los ejércitos contra las guerrillas, para contrarrestar la violencia. Es que el sistema la retroalimenta de continuo. Hay que cambiar el sistema”.
“Montevideo todavía está a mitad de camino: no se ha convertido aún en la ciudad salvaje que es Nueva York, o Rio, Lima o Caracas, pero está lejos de ser la aldea pacífica de hace 20 años. Los vecinos de los barrios pobres, como si la pobreza que los obliga a vivir en ellos no fuera bastante castigo, sufre una razzia cada noche, durante la cual los jóvenes son empujados sin miramientos dentro de los camiones celulares, por el único delito de ser joven y vivir allí”.
Este gobierno que ahondó el abismo entre la riqueza y la pobreza a nivel nunca conocidos, está ahora sembrando un odio entre la juventud marginada, que caerá sobre la sociedad toda.
Tomado de “Raúl Sendic el tupamaro, su pensamiento revolucionario” de Jorge Zabalza (2010, Letraeñe Ediciones)
El sistema tiende un cerco sobre el peón y el pequeño productor rural y los obliga a emigrar, para hacinarse en las grandes ciudades. El sistema arroja a la desocupación a un sector en aumento de la población. Si busca defenderse con la venta callejera, el sistema lo persigue. El sistema enseña a robar y matar desde la televisión. A la delincuencia la crea una clase social, pero afecta a toda la población. Para terminar con la delincuencia hay que terminar con el sistema. (…)
De hecho, el levantamiento orgánico de un pueblo contra la injusticia no es la única forma de desestabilizar el sistema. También se están viendo países, empezando por Estados Unidos, que han entrado en una descomposición creciente (delincuencia, droga) que mantiene a la sociedad en continua zozobra y desestabilización del sistema, y en los cuales los ricos son como en el Perú, acorralados por sus propias víctimas.
Estos flagelos que castigan a toda la sociedad, dentro de la cual las clases privilegiadas son las principales destinatarias de la violencia que gestaron, aparecen como un componente obligado y nada transitorio del capitalismo decadente de este fin de siglo. Las medidas policiales se han mostrado inoperantes, como los ejércitos contra las guerrillas, para contrarrestar la violencia. Es que el sistema la retroalimenta de continuo. Hay que cambiar el sistema”.
“Montevideo todavía está a mitad de camino: no se ha convertido aún en la ciudad salvaje que es Nueva York, o Rio, Lima o Caracas, pero está lejos de ser la aldea pacífica de hace 20 años. Los vecinos de los barrios pobres, como si la pobreza que los obliga a vivir en ellos no fuera bastante castigo, sufre una razzia cada noche, durante la cual los jóvenes son empujados sin miramientos dentro de los camiones celulares, por el único delito de ser joven y vivir allí”.
Este gobierno que ahondó el abismo entre la riqueza y la pobreza a nivel nunca conocidos, está ahora sembrando un odio entre la juventud marginada, que caerá sobre la sociedad toda.
Tomado de “Raúl Sendic el tupamaro, su pensamiento revolucionario” de Jorge Zabalza (2010, Letraeñe Ediciones)
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