lunes, 23 de diciembre de 2019

El socio de Salinas

Martín Gutierrez el psiquiatra de la dictadura "...me daba pena verlos presos"



El País

GUTIÉRREZ: “COMPARTIMOS LA DIRECCIÓN DE UNA FIRMA CON SALINAS, NO LA PROPIEDAD

Es psiquiatra, trabajó en el penal de Libertad en dictadura y su nombre aparece en varias causas vinculadas a los derechos humanos: lo acusan de tortura psicológica y en 2016 la fiscal Ana María Tellechea pidió su procesamiento. El nombre de Martín Gutiérrez (80 años) volvió a aparecer hace pocos días tras la designación del futuro ministro de Salud Pública del gobierno de Luis Lacalle Pou, Daniel Salinas. Ambos trabajaron juntos en la empresa EEG Electrodiagnóstico y son parientes políticos. Gutiérrez recibió a El País en su casa en Carrasco.


"Socio" del futuro ministro de Salud Pública




Se abre el portón y aparece la figura de un hombre encorvado, de paso lento y dificultad notoria de movimiento. Sonríe e invita a pasar a su casa. Uno de sus hijos le pidió que “salga a hablar” después que la designación de Daniel Salinas como ministro de Salud Pública puso sobre el tapete otra vez denuncias en su contra por “tortura psicológica” en dictadura. Por eso aceptó esta entrevista con El País.
Se sienta en un sillón en el living, tapizado por cuadros, algunos pintados por él mismo, otros por su esposa. Sobre la mesa hay carpetas con recortes del diario comunista La Hora, que se editaba en la década de 1980, entre otros documentos. Uno de esos artículos de aquel diario se titula “Los psicólogos al servicio del aparato de inteligencia militar” y arranca diciendo que “los psicólogos y psiquiatras formaban parte de la maquinaria de tortura” y que “procuraban detectar las áreas débiles” de los detenidos en “sesiones de interrogatorio”. Otro artículo de La Hora, arriba de esa mesa, lo menciona como responsable de interrogatorios y torturas psicológicas, algo que él niega.
—Usted ingresó a Sanidad Militar en 1971. ¿Por qué?
—En ese año ingresé como médico. Antes como practicante, por un concurso de oposición. Pero los médicos del servicio rotábamos en Sanidad Militar, excepto los jefes, que nunca iban. Había poca gente para atender. Tanto que durante el tiempo que tuve esa actividad habré atendido unos 20 pacientes.
—¿Unos 20 pacientes en cuánto tiempo?
—En todo el tiempo que estuve en Sanidad Militar, que fueron más de 20 años. Pero solo tuve que ver con las medidas represivas un período de tiempo. Más o menos me tocaba una vez por año. Hay una cosa que tenés que entender: nosotros como psiquiatras, como especialistas, atendemos no a todos los pacientes que se te ocurra, sino a los que vienen con un pase del médico general diciendo lo que tiene el paciente. —No entiendo: ¿iba al penal de Libertad una vez por año?
—Sí, una o dos veces por año. —¿Y el resto del año?
—Eso en el penal. En Sanidad Militar tenía consultas tres o cuatro veces por semana.
—Le soy sincero: pienso en alguien que era psiquiatra de una cárcel en plena dictadura y se me pone la piel de gallina solo por las situaciones que usted pudo haber visto allí. —Pero cuando empecé no había golpe de Estado.
—Pero después sí, en 1973. —Sí, hubo un golpe de Estado. Pero antes hubo un período tremendamente agitado, que fue la época de la subversión armada, no sé cómo llamarla. En todo ese período Sanidad Militar sufría las consecuencias. Llegué a atender heridos de guerra.
—¿Pero, ya en 1973, en ningún momento se cuestionó, como algo éticamente reprobable, ser psiquiatra de un gobierno dictatorial? ¿No se cuestionó trabajar en esas cárceles?
—Ni yo ni ningún otro de los colegas. Excepto el jefe, doctor Severino, que era socialista. Creo que le dieron de baja. —¿Realmente no se cuestionó que estaba mal estar ahí?
—No se vivía así. Además yo también atendía a los militares, y a las señoras de los militares, que estaban con alguna dificultad psíquica.
—Respecto a los presos: ¿qué situaciones atendía? En esa época había desapariciones, gente que era torturada.
—Eso era lo de menos. La mayor parte era gente que tenía necesidad de una consulta psiquiátrica porque la sola condición de detenido genera ese problema. En todos los penales del mundo hay psiquiatras como consultantes. ¿Por qué no acá no habría?
—Para entender: cuando le llegaba un preso, ¿qué hacía? —Había una historia. Por ejemplo, en el caso de la hermana de Topolansky (María), el médico me puso que había tenido episodios de alopecia, que se le caía el pelo. Pero en general tomábamos todas las precauciones porque el riesgo de suicidio existía. Gracias a Dios nunca se me murió ningún preso. —Entonces, ¿cuánto tiempo fue psiquiatra en Libertad?
—Y, no sé, el tiempo que duró la guerra supongo. No sé si duró tres o cinco años, no sé.
—No sé a qué se refiere con guerra, pero la dictadura terminó a inicios de 1985.
—Pero yo no terminé ahí porque el “Goyo” (Gregorio Álvarez) me echó. Me “renunció” en 1984. Cosas de los militares. Yo era médico militar pero podía actuar en política. Eso suscitó dificultades porque yo era convencional del Partido Nacional e incluso integré la dirección herrerista de la época.
—Leí que en la década de 1970 usted fue redactor del semanario de ultraderecha Azul y Blanco.
—No era redactor ni director. Había otra cosa, el Instituto Oriental de Investigaciones Culturales y Promoción Social. Bajo su amparo económico y político, estaba de alguna forma Azul y Blanco.
—También leí que Azul y Blanco atacaba a figuras de la izquierda, del batllismo y del wilsonismo.
—No me acuerdo mucho. Tanto es así que he pedido una colección para leerla. Yo tenía que ganarme la vida como médico y me casé en ese período. Estaba en un cargo de responsabilidad por arriba. Es ridículo todo lo que dice (Julio María) Sanguinetti.
—En 1984 Sanguinetti lo calificó de “nazi” a usted, según publicó El Observador. —Nosotros a Sanguinetti le habíamos puesto “el guapetón de Camacuá”.
—¿Ustedes quiénes?
—La gente del Instituto Oriental. En la calle Camacuá estaba el diario que dirigía. Y “guapetón” porque en su cargo de ministro de Educación había sacado una ley donde prometía que iba a limitar los desbordes. Mentira. Sanguinetti siempre fue enemigo mío pero yo ni pelota le daba.
—¿Y usted qué opina de la dictadura?
—Mire: la dictadura, como la gente le llama, tiene dos períodos: uno pre y otro post golpe de Estado. En el previo es el cual los tupamaros estaban haciendo lío, asesinando gente y robando, y se dio ingreso a los militares.
—Cuando llega el golpe, los tupamaros ya estaban presos. —Pero había líos. Después hubo un abuso de gente vinculada al Ejército, entre los cuales está el mismo Goyo. Me pareció tan ridículo todo lo que hicieron.
—¿Usted considera que el golpe debía hacerse?
—No sabíamos exactamente qué había que hacer. —Vayamos a las denuncias. Usted está involucrado en varios expedientes. Una de ellos es el caso del periodista Rodolfo Porley y otros militantes comunistas. Lo acusan de tortura psicológica.
—No conozco a Porley ni sé quién es. Sé que hizo denuncias contra mí. Debe haber un problema de Partido Comunista atrás.
—¿Eso a qué viene?
—Porley era comunista, no era ajeno a la situación, sabía bien en qué estaba metido.
—Pero eso no amerita estar preso, ni torturarlo.
—Nunca lo conocí ni torturé. Es ridículo, es estúpido, todo lo de la tortura. Es imbécil que nos digan eso a los médicos. —¿Usted torturó psicológicamente?
—Al revés. Los atendía, no cariñosamente, pero me daba pena verlos presos.
—¿Lo niega?
—¿Qué es tortura psicológica? (N.der.: Un artículo de la revista de la Asociación Médica Estadounidense publicado en diciembre de 1985, al que accedió El País, relata que psiquiatras y psicólogos eran acusados de “ayudar en el cambio de normas y rutinas destinadas a minar la salud mental de los detenidos” y por el “abuso deliberado de drogas neurolépticas” en el penal de Libertad. En ese texto, Gutiérrez es presentado como psiquiatra de Libertad y asesor de la junta militar, y declara que “como meros técnicos” los médicos “cooperaban” con los militares). —Anoche hablé con Porley y él me comentaba que la tortura psicológica puede ser “hasta peor” que la física.
—No existe la tortura psicológica. Yo me entero ahora. No tengo idea. Lleva muchos años estudiar para ser psiquiatra. ¿Sabés lo que hay que hacer? —Cuénteme.
—Ser médico, haber sido interno, haber hecho el posgrado o tener competencia notoria en el cargo.
—El abogado Federico Álvarez Petraglia señaló en su momento que había dos testimonios que lo identificaban a usted en el centro clandestino de torturas “300 Carlos”.
—No sé ni dónde es el “300 Carlos”, nunca estuve. Todas mentiras de Álvarez Petraglia.
—En 2016 la fiscal Ana María Tellechea pidió su procesamiento por delitos de tortura, aunque luego no prosperó. —La fiscal Tellechea iba a las reuniones de Crysol (asociación de expresos políticos). Tengo una foto que la bajé de internet. —¿Y eso qué tiene que ver? —La inhabilita, m’ijo. Ir a una cueva donde se reúnen los presos políticos... No puede ir un fiscal. Hay cuatro o cinco citaciones más a las que nunca concurrí.
—En aquel caso de Porley su abogado interpuso un recurso de amparo porque dice que prescribió el delito.
—Juzgan todo esto 30 años después del episodio. Como abogados, fiscales y jueces están haciendo mal las cosas.
¿No se cuestionó estar en una cárcel en dictadura? “Ni yo ni ningún colega”.
“Yo fui psiquiatra en el penal de Libertad el tiempo que duró la guerra, supongo”.


>>> Un nazi

Azul y blanco
Martín Gutiérrez fue uno de los principales redactores de Azul y Blanco, un semanario de ultraderecha que se publicó entre 1971 y 1973.
La revista Cuestión lo describía así el 17 de febrero de 1972:
“Azul y blanco no tiene pelos en la lengua, con toda claridad proclama la necesidad de un golpe de estado, incita a las fuerzas armadas a hacer la ‘contrarrevolución’, pide la aplicación de la pena de muerte en el Uruguay, dedica por lo menos dos páginas por edición a enseñar el uso de armas de fuego, destaca las ventajas que por sobre los regímenes democráticos tienen los gobiernos totalitarios y remata sus editoriales con frases del tipo: sus editoriales con frases de este tipo: ‘La dialéctica de las palabras debe ceder su lugar a la dialéctica de las pistolas’ y ‘Si quieres paz, prepárate para la guerra’”.
“Desembozadamente fascista”, concluía Cuestión. El semanario era la expresión de un grupo político también llamado Azul y blanco. El ministro de Economía de la dictadura Alejandro Vegh Villegas fue invitado a participar.
"Algunos de ellos creían que yo era nazi. Y tan errados no estaban, porque yo tenía cierta simpatía con el nazismo y con la tradición alemana”, relató en una nota que se publicó en El Observador el 28 de mayo de 2016.
“Pensaban que yo podía ser una ayuda para ellos en este tema del nazismo. Y me invitaron a participar de una reunión de una agrupación llamada Azul y Blanco, que era nazi. Yo fui, fue en Colonia, pero después de ver lo que era no fui nunca más (...) Yo tenía cierta simpatía pero cuando me propusieron participar de Azul y blanco claramente lo rechacé.(...) ¡Yo era una especie de bolchevique para ellos!".
Una reunión similar pero con presencia de argentinos y chilenos se realizó en 1973 en Punta del Este. Una descripción de lo ocurrido se publicó en la revista derechista chilena Orden Nuevo, el 13 abril de 1975, en la pluma de Sergio Miranda Carrigton, un representante de Chile en el cónclave.
“La huella más honda me produjo el conocimiento del Dr. Martín Gutiérrez, joven y brillante líder del nacionalismo uruguayo”, escribe. “Gutiérrez es inteligencia, entusiasmo y ardorosa energía, hombre que proyecta el nacionalismo hacia el plano mundial”.
En 1982 Gutiérrez lideró el Movimiento Nacionalista de Montevideo, un grupo prodictadura que participó de las elecciones internas habilitadas por el régimen militar.
En 1984, mientras ejercía como psiquiatra en el penal de Libertad, Gutiérrez se candidateó a diputado por la Lista 1 del Partido Nacional. Los integrantes de la fórmula presidencial del partido, Alberto Zumarán y Gonzalo Aguirre, lo desautorizaron.
El semanario Jaque informaba el 2 de noviembre de 1984: “En un comunicado, la fórmula Zumarán-Aguirre advirtió a la población que no respalda ‘ni personal ni políticamente’a la lista N° 1 a diputados por Montevideo, que encabeza el psiquiatra de Sanidad Militar, Martín Gutiérrez”.
Jaque definía a Gutiérrez como “ex redactor político del semanario neofranquista Azul y Blanco". Se agregaba que “fue subdirector de Psiquiatría de Sanidad Militar” y que “actuó durante muchos años como único psiquiatra en la penitenciaria militar de Libertad”.
Una semana después, Jaque reproducía declaraciones del entonces candidato presidencial del Partido Colorado, Julio María Sanguinetti.
"Sanguinetti calificó de ‘nazi’ al líder del Movimiento Nacionalista de Montevideo Dr. Martín Gutiérrez en un programa de televisión.
Gutiérrez, psiquiatra de Sanidad Militar y candidato a diputado por Montevideo (lista 1) dijo que las afirmaciones constituían ‘injurias, que rozan mi moral, mi honor y el de mis amigos y seguidores’. Sanguinetti hizo el comentario luego de conocerse una resolución de la fórmula Zumarán-Aguirre quitándole todo apoyo personal y político a Gutiérrez y el MNM (...) El dirigente colorado dijo que la aclaración debió haberse producido antes, ya que se conocían los antecedentes de Gutiérrez”, decía Jaque.
Sanguinetti también escribió sobre Gutiérrez en su libro “La agonía de una democracia” citando un artículo del diario Acción donde se llamaba a Azul y blanco “la tatucera gorila” y se denunciaba “su inequívoca filiación nazi-fascista”.
Gutiérrez ha sido señalado por ex presos políticos como responsable de aplicación de torturas psicológicas, acusaciones que ha negado.
En 2011 fue acusado de torturas por Rodolfo Porley, expreso en el penal de Libertad.
En 2014 fue citado como indagado, pero no concurrió al juzgado.
En 2016 la fiscal Ana María Tellechea pidió el enjuiciamiento de Gutiérrez por “reiterados delitos de tortura”.



Martín Gutiérrez fue acusado de ser nazi en 1984.

Otro caso aislado de Cabildo Abierto...


Aunque el indicado como futuro ministro de Salud Pública del gobierno del presidente electo Luis Lacalle Pou, el neurólogo Daniel Salinas, negó haber sido socio del psiquiatra Martín Gutiérrez Oyhamburo, denunciado por su participación en torturas durante la dictadura (1973-1985), varios documentos públicos muestran un nexo entre ellos.
"Jamás fue socio mío", respondió Salinas a la prensa tras reunirse con Lacalle Pou. Admitió que el presidente electo le preguntó sobre su vínculo con Gutiérrez, pero lo calificó como una "preocupación menor". "Tengo toda la documentación de que jamás fui socio", sostuvo.
El Observador encontró tres documentos que vinculan a Salinas con Gutiérrez.
En el Diario Oficial, el 7 de octubre de 2014, se publicó un edicto que da cuenta que Salinas se incorporó como socio a la firma EEG Electrodiagnóstico Médico.
Martín Gutiérrez ha sido señalado en repetidas oportunidades como propietario de esa firma.
El 14 de enero de 2016 se publicó otro edicto en el cual Martin Patricio Gutiérrez Tastas, hijo del psiquiatra, cede su parte de EEG Electrodiagnóstico Médico al indicado futuro ministro Julio Daniel Salinas Grecco y a Diego Martin Salinas Soto.
El tercer documento data de 2007 y muestra que Martín Gutiérrez Oyhamburo y Daniel Salinas Grecco tramitaron en forma conjunta el registro de la marca Neuropsyche ante la Dirección Nacional de Propiedad Industrial.
Ambos otorgaron en forma conjunta un poder a la agente de la propiedad industrial Martha Piñeyro Camacho para que llevara adelante el trámite.
En esa oportunidad Gutiérrez fijó una dirección que hoy sigue figurando como su domicilio en la guía de teléfonos de Antel.
Esa misma dirección figura en numerosos documentos la sede del laboratorio Pharmaservice Norepley, donde entre 2015 y 2017 trabajó Gonzalo Daniel Salinas Soto, según su perfil de Linkedin.
Contactado por El Observador, Salinas dijo no poder atender por tener reuniones agendadas.
Cuando se le enviaron estos documentos a través de WhatsApp, respondió en forma escueta.
“Siempre actué dentro del marco legal y ético”, manifestó. Cuando se le insistió en conversar, señaló: “Lo que tenía que decir fue dicho. En algún momento se generará la oportunidad. Tengo que seguir”. Y ante la insistencia del periodista, finalizó: “Discúlpeme, lo hablamos luego. Tengo que seguir conduciendo ya que me están esperando para una reunión”.







2 comentarios:

  1. Fue profesor mío en las dominicas en el 69 el y Britos nos daban algo como religion

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  2. Jajjajajjajaa jajajjajaa están calientes porque el SR Salinas les hecho todos los acomodados HDRMP de ASSE jjaajjajajajaa

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