La Misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) dirigida por Pelin Berkmen concluyó su consulta anual y presentó el informe sobre Uruguay. En el documento, que puede ser consultado en el sitio web del organismo financiero internacional, se constata que “Uruguay se encuentra en una posición envidiable en muchos sentidos”, destacándose “una democracia que funciona correctamente, estabilidad política, solidez en su gobernanza e instituciones, y un elevado grado de cohesión social”.

 También se destaca que tras 15 años de “crecimiento robusto”, el país “goza de un elevado ingreso per cápita y bajas tasas de pobreza, desigualdad e informalidad”. Sin embargo, se advierte que han “surgido desequilibrios y la situación externa sigue siendo un obstáculo”. “El crecimiento, la inversión y la participación laboral se ubicaron en una tendencia decreciente en los últimos años, y se acumularon desequilibrios internos (mayor déficit fiscal, aumento del desempleo).

La deuda se incrementó y la inflación permanece fuera del rango meta. A su vez, la posición externa se ha mantenido robusta con el déficit en la cuenta corriente fluctuando alrededor de cero y con un colchón adecuado de reservas internacionales. En el pasado, Uruguay se benefició de unas condiciones internacionales benignas, como los altos precios de las materias primas y una demanda externa robusta. Sin embargo, esos vientos de cola desaparecieron y fueron reemplazados por un crecimiento mundial y regional lento, bajos precios de las materias primas, mayor incertidumbre, volatilidad en los flujos de capitales y episodios de turbulencias financieras en Argentina. No obstante, las bajas tasas de interés a nivel mundial ofrecen cierto respiro”, expresa el documento del FMI.

EL FMI agrega que el entorno político y económico interno de los próximos años “ofrece una oportunidad para abordar las dificultades económicas de Uruguay”, y que el gobierno que encabezará Luis Lacalle Pou gozará de un “impulso al crecimiento resultante de la construcción” de la nueva planta de celulosa de UPM y “de los proyectos de asociaciones público-privados venideros”.

Para el organismo internacional, el nuevo gobierno debería “utilizar esta oportunidad para revertir la acumulación de desequilibrios y emprender reformas para proteger logros y continuar la convergencia de ingresos”, reduciendo la deuda y llevando la inflación al punto medio del rango meta. “También deberían aprovechar las fortalezas institucionales del país para profundizar la mejora de los marcos de la política fiscal y de inflación objetivo y para implementar reformas estructurales. La recuperación del crecimiento de la productividad es indispensable para mantener la cobertura del estado de bienestar y asegurar la equidad intergeneracional. En este contexto, se necesitan acciones para mejorar los resultados en educación, el empleo juvenil, la inversión privada y la eficiencia de las empresas estatales, así como para asegurar la suficiencia de las pensiones de las generaciones futuras”, expresa el FMI.

El organismo estima que el crecimiento potencial de la economía a largo plazo es de aproximadamente 2 o 2,5%, teniendo en cuenta “el nivel bajo y decreciente de las inversiones y el deterioro de la participación laboral, lo que refleja en parte las tendencias demográficas”.

Los técnicos del FMI proyectan que el crecimiento se recuperará de 0,5% en 2019 a 2,1% en 2020 y a 2,5% en 2021, a medida que “los proyectos de inversión avancen, lo que permitiría contrarrestar los efectos de contagio provenientes de Argentina”. “El crecimiento se reduciría después de 2021, una vez finalizadas estas inversiones. Sin embargo, el nivel del Producto Interno Bruto [PIB] real registraría un aumento permanente de aproximadamente un 1%, gracias al impacto en la productividad. Se espera que la inflación se mantenga en torno al 8% el próximo año, y que luego se reduzca gradualmente hacia el límite superior del rango meta a medida que se desvanezca el efecto de factores temporales y los aumentos salariales sigan la trayectoria descendiente acordada en la última ronda de negociación salarial”, estima el organismo.

Para el FMI, si bien se espera una mejora en los saldos fiscales, se proyecta un incremento de la deuda, y si bien “las necesidades brutas de financiamiento son manejables, el espacio fiscal se está reduciendo”, por lo que es “necesario introducir un plan de ajuste creíble a partir de 2020 para ubicar la deuda en una trayectoria firmemente descendente”. “Dado el esperado impulso al crecimiento proveniente de los grandes proyectos de inversión, existe margen para adelantar el ajuste fiscal”. El FMI propone llevar el déficit primario del sector público no financiero “de su nivel actual de 1,7% del PIB a un superávit de 0,9% del PIB” para estabilizar la deuda en 2024. “Para bajar el endeudamiento es necesario un ajuste adicional. Con un ajuste promedio de ½ por ciento del PIB por año se reducirían 10 puntos porcentuales de la deuda en 10 años. De no registrarse shocks negativos y en la medida que el crecimiento aumente, las autoridades tendrán más margen para lograr un mayor ajuste en los próximos dos años. Eso ayudaría a reducir la deuda más rápido (en parte por la disminución de pagos de intereses futuros), aliviaría el impacto económico del ajuste y reduciría las futuras necesidades de ajuste”, recomienda el FMI.

El informe estima que “una estrategia transparente de información pública y comunicación ayudaría a generar consensos en torno a las medidas seleccionadas”. El FMI también plantea que “es una prioridad encarar los crecientes gastos previsionales”.


El informe completo se puede visualizar en https://ladiaria.com.uy/U0P.