El impacto ambiental es profundo, y el abismo no deja de crecer
Necesitamos un sistema ético que posibilite el acceso, el uso y la distribución equitativa en un ambiente sano, inscripto en el marco de los derechos humanos.
Los problemas que enfrentamos son fundamentales y requieren un examen medular de las dinámicas sociales que han producido la crisis.
El modelo de desarrollo actual en los países como la Argentina no es sustentable, ni social ni económica ni ecológicamente, y no será posible mientras subsistan desigualdades en el acceso a los bienes y al control de su utilización, y mientras los pueblos no establezcan sus propios programas de desarrollo.
Entendemos por desarrollo sustentable el desarrollo con la Naturaleza, sin compartir la responsabilidad que le compete al primer mundo, sus gobiernos y corporaciones, por los graves y perdurables desastres producidos por el modelo industrial desde sus orígenes, de los cuales el mundo subdesarrollado debe ser resarcido.
Como el desarrollo sustentable implica la conservación y el uso racional y equitativo de los bienes naturales, la distribución desigual provoca profundas fisuras sociales que redundan en pobreza y deterioro humano y ambiental.
La soberanía del pueblo es la base de la democracia, y el legítimo papel de los gobiernos es facilitar a los pueblos la realización de sus propios programas.
El libre acceso a la información, la libre asociación y expresión, son herramientas para el ejercicio responsable de esta soberanía.
La información y la educación no sirven sólo para sensibilizar ambientalmente al público, sino para crear un estado de opinión. Para ello, debemos hacernos oír, suministrar elementos de juicio para que la opinión surja, crezca y se imponga.
AGROCOMBUSTIBLES: Otra verdad incómoda
El golpe de gracia a las economías regionales,
al ambiente
y a los campesinos.
0 comentarios:
Publicar un comentario
No ponga reclame, será borrado