domingo, 27 de junio de 2010

La reforma reformista


Piedras en el zapato

Política económica. Desataron debate en la interna para que gobierno dé vuelco de timón

J.L. AGUIAR

"Por algo me alié con el Partido Comunista". Así se expresó el presidente José Mujica cuando alguna vez le preguntaron de qué manera pensaba llevar adelante la reforma del Estado. Pero el PCU no quiere reformar, sino ampliar el papel del Estado.

"Sin la participación del PCU nada es posible", había admitido Mujica antes de las elecciones nacionales, en sus conversaciones con el periodista Alfredo García, recogidas en el libro Pepe Coloquios que tanta controversia generó.

El aliado que permitió a Mujica alzarse con la postulación "oficial" en la interna del Frente Amplio (en contra de las preferencias manifiestas de Tabaré Vázquez), y que posibilitó su llegada a la Presidencia, se ha convertido para el gobierno -y en especial para el equipo económico- en una piedra incómoda en el zapato.

Y aunque el tamaño de esa piedra pueda parecer pequeño -si uno se atiene al caudal electoral que históricamente ha cosechado el Partido Comunista del Uruguay-, la incomodidad en cambio es considerable, porque el PCU no es ese "hermano menor" que uno pueda desdeñar olímpicamente.

Debido a ello, la reciente noticia de que el Partido Comunista está articulando una alianza con el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) y sectores afines para intentar cambiar el "modelo económico", que capitanea el ex ministro y actual vicepresidente Danilo Astori, por un modelo "alternativo", ha generado cierto revuelo.

No es la primera vez que el PCU intenta un vuelco de timón. Ya en 2007, el dirigente comunista Carlos Tutzó expresaba que "con esta política económica no se va a llegar a la justicia social" y anunciaba que el PCU iba a promover "un cambio de rumbo".

PURO HUMO. ¿Dónde radica la fuerza del PCU y cuáles son sus posibilidades actuales para influir en el rumbo de la política económica del gobierno?

Para algunos -como el publicista y escritor Esteban Valenti- la propuesta del PCU "es puro humo".

¿Qué fuerza pueden tener -se pregunta- cuando apenas representan "un 5% del electorado del Frente, y la mayoría del MPP y el resto de las fuerzas respaldan la conducción económica?"

Otros, en cambio -y eso se advierte estos días en los foros anticomunistas de Internet- comienzan a "ver las orejas al lobo". Es muy difícil precisar la verdadera dimensión de ese "lobo".

El secretismo forma parte del carácter del PCU. No revelan cuál es el número de afiliados, aunque ciertos conocedores lo cifran en 15.000. Lo que sí contaron algunos de los dirigentes consultados, es que "el Partido ha tenido un crecimiento de 5.000 afiliados" durante el período de gobierno de Tabaré Vázquez (2005-2010), el primero del Frente Amplio desde su fundación en 1971.

Tampoco a nivel electoral su fuerza se puede medir con precisión, ya que desde 1962 siempre se ha presentado a las urnas bajo el paraguas de alianzas como el Frente Izquierda de Liberación (Fidel) o Democracia Avanzada.

El PCU no tiene siquiera una página web oficial, a diferencia de cualquier otro partido.

Antonio Romero Píriz, un ex militante comunista, asiduo contribuyente a la sección "cartas de los lectores" de la prensa uruguaya, que estuvo preso con Mujica en la dictadura, se exilió en Suecia y luego se transformó (como todo ex) en un férreo anticomunista, atribuye el poder del PCU a "su organización cuasi militar, la mentalidad religiosa de sus militantes y a una presencia planificada en todos los ámbitos".

Ningún otro grupo frenteamplista -dice- "tiene esa organización y disciplina. Es como un ejército imponiéndose sobre un grupo de civiles desarmados".

INFLUENCIA. En los hechos, la fuerza del PCU reside en el aparato sindical y en los comités de base, donde viejos e incansables militantes continúan dominando las mínimas reuniones y asambleas.

Aunque los comunistas no constituyen mayoría en el Pit-Cnt, tienen figuras de relieve en el Secretariado y en la Mesa Representativa (Juan Castillo, Jorge Bermúdez, Marcelo Abdala, Óscar Andrade) y dominan varios gremios poderosos, como la Federación Uruguaya de la Salud (FUS), Ancap, Antel y el sindicato de la pesca, entre otros. Por otro lado, el MPP -que es la minoría electoral más poderosa en el Frente Amplio- no tiene un sustento importante en el aparato sindical.

En la interna del Frente Amplio, la fuerte presencia comunista en los comités de base le asegura un peso extraordinario (cercano al 30%) en el Plenario Nacional y en el Congreso, donde se elabora "el programa". Y el PCU recurre siempre "al programa que elaboró el Congreso" cuando advierte que el gobierno se aleja de los postulados comunistas.

PROGRAMA. ¿Qué medidas "alternativas" propone el PCU?

En la Mesa Política del Frente Amplio de mañana lunes, cuando comparezca el ministro de Economía, Fernando Lorenzo, los comunistas buscarán respuestas a los 20 planteos que elevaron al gobierno.

Para conocer un avance de esos planteos, El País habló con algunos dirigentes comunistas. El secretario general del PCU, Eduardo Lorier -de licencia en el Senado- no pudo ser contactado.

"Es un fenómeno extraño el de Lorier. Es alguien totalmente desconocido para los que militábamos en los años 70` y 80`. No se sabe de dónde salió", dijo el ya citado Romero Píriz. "Si quiere hablar con alguien de mucho peso, hable con `Púa` Tutzó, que dirige la audición partidaria en CX 40, tiene una posición sumamente ortodoxa y es uno de los que corta el bacalao", explicó Romero Píriz.

Tutzó, ex edil de Montevideo y zapatero de profesión, tiene muy claras las medidas que propone el PCU: están en el programa del FA.

"El programa resuelto en el Congreso y la plataforma electoral que está en función de él, obligatoriamente debe aplicarse por cada frenteamplista, milite donde milite, incluyendo los que están en el gobierno", afirmó Tutzó.

"Con respecto a la política económica, tiene que ver con ir a una fuerte redistribución de la riqueza directa a través de importantes aumentos en los salarios y jubilaciones, y de la riqueza indirecta a través de una fuerte inversión social y la construcción de un país productivo con justicia social. Una parte debe expresarse en los Consejos de Salarios y en el Presupuesto; otros aspectos, en una Convención Nacional Constituyente".

"Lo que nosotros planteamos es aplicar el programa del Frente Amplio, que incluye el papel del Estado como productor directo. Ese programa habla de crear entes testigos, un Ministerio del Mar, un frigorífico pesquero, y de estudiar la viabilidad de un Frigorífico Nacional; para que esto se cumpla debe tener fondos en el Presupuesto, de lo contrario no se va a hacer", explicó Tutzó.

Por su parte, Daniel Marsiglia, también dirigente del PCU, afirma que éste (en referencia al proyecto "alternativo" de Lorier) "no es un planteo del Partido Comunista, es un planteo que está resuelto en el Congreso del que surgió el programa de gobierno para Mujica y Astori. Ahí están las resoluciones sobre el papel del Estado, las empresas públicas y las áreas estratégicas. El Congreso resuelve que el Estado tiene que intervenir no solamente como actor regulador y fiscalizador, sino como productor. Lo dice el Congreso".

Tutzó subrayó que en el anuncio de Lorier, de iniciar un "debate ideológico" dentro del Frente Amplio respecto del modelo económico, "se mezclan" dos cosas.

"Por un lado, lo que tiene que ver con la aplicación del programa del Frente Amplio en este segundo gobierno de izquierda", explicó. "Es claro que existen dos bloques sociales y dos proyectos de país enfrentados, y el objetivo siempre planteado por el PCU ha sido trabajar permanentemente por la construcción de una sociedad socialista en Uruguay".

FRIGORÍFICO. ¿Qué fundamento tiene, en el escenario actual de Uruguay, el reclamo de crear un Frigorífico Nacional?

"El elemento central tiene que ver con la defensa de la base alimentaria de nuestro pueblo", expresó Marsiglia. "El Estado tiene que intervenir para que los vaivenes internacionales de los precios no afecten al mercado local en la canasta básica alimentaria. Muchísimos actores -pequeños y medianos productores, y trabajadores del Estado- tienen que intervenir en esto. Porque el Frigorífico Nacional compra masivamente ganado, lo procesa y no lo va a exportar, lo va a meter en el mercado interno. Eso permitiría que los uruguayos comieran la mejor carne, que hoy no la comen porque se exporta".

"Yo pregunto: ¿por qué subió la carne ahora?" -interroga Marsiglia-. "Me dicen mil cosas… ¿No será porque ganó Uruguay en el Mundial? Porque cuando hay seca, sube la carne; cuando hay mucha lluvia, sube la carne. Sólo para el mercado interno. Lo que pasa es que el mercado interno termina subvencionando algunos cortes de exportación, para que esa carne pueda entrar en otros mercados a precios competitivos".

En relación con la pretensión de crear una flota pesquera nacional, Marsiglia dice que "el argumento es el mismo". "En un país que es de pesca no puede ser que un kilo de merluza cueste $ 200. Es un alimento muy importante y que el uruguayo no lo come mucho porque es caro. ¡Es un plato de lujo en el mercado gastronómico local! El tema es que la mayoría se exporta", explica.

Pese a estas reivindicaciones, los analistas tienden a creer que no es el precio de la carne ni el precio de la merluza lo que más inquieta al PCU.

A partir de la próxima semana, cuando la dirección comunista reciba a Lorenzo, puede quedar resuelta esta duda.

Un partido acostumbrado a las alianzas para incidir en el Frente

Desde mediados del siglo pasado, y aún desde posiciones marginales, el PCU ha jugado un papel que ha tenido enorme trascendencia en la política uruguaya.

Cuando Rodney Arismendi tomó las riendas del PCU en el congreso de 1955, se planteó una nueva línea estratégica que incluía la unificación del movimiento sindical y la unidad de las fuerzas políticas de izquierda. Aunque el PCU representaba entonces poco más del 2% del electorado (dos diputados), logró con el tiempo plasmar esos objetivos: en 1962 fundó la coalición electoral FIDEL (Frente Izquierda de Liberación; su votación pasó del 2,6% al 3,6%, un senador y tres diputados); en 1966 tuvo un protagonismo clave en la creación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT); en 1971, participó en la fundación del Frente Amplio (obtuvo el 6% de los votos; dos senadores y cuatro diputados).

A partir de entonces, una y otra vez fue "dado por muerto", y una y otra vez revivió.

En la dictadura (1973-1985) sus dirigentes y militantes fueron encarcelados, asesinados o se vieron forzados al exilio.

Cuando lograba recomponerse tras el retorno de la democracia, obteniendo en 1989 su mayor votación histórica (10%, cuatro senadores y diez diputados) el derrumbe de los países socialistas desató otra crisis (1992), que parecía terminal: la mayoría de los dirigentes, que postulaban una renovación hacia posiciones socialdemócratas (Jaime Pérez, Esteban Valenti, entre otros) se marcharon tras ser derrotados por el ala marxista-leninista; el PCU se quedó sin cuadros ni dirigentes y tuvo que volver a reinventarse.

En 2004, la UJC rompió con el Partido acusándolo de no defender "los intereses de la clase obrera y el estudiantado", y armó otra organización. El PCU se quedó sin jóvenes; pero volvió, lentamente, a recomponer un aparato juvenil.

Incluso en medio de esas detonaciones, nunca dejó de tener una influencia determinante en la interna del FA

Cuando los ex comunistas renovadores fundaron Confa y pretendieron ingresar al FA, durante muchos años vieron frustrada su aspiración por la oposición del PCU. Cuando los "jóvenes rebeldes" de la UJC fundaron el FADA (Frente Artiguista Democrático Avanzado) y pretendieron incorporarse al FA, tampoco pudieron, por la oposición del PCU.

Hoy, insertos en el gobierno, continúan ganando posiciones, paso a paso, como los peones de ajedrez. Bajo la administración de Tabaré Vázquez, el PCU se quedó con el Ministerio de Desarrollo Social (Marina Arismendi). En este nuevo período, mantiene esa misma cartera (Ana Vignoli) y logró colocar a Ana Olivera al frente de la Intendencia de Montevideo.
Centralismo democrático

No existen, al menos públicamente, diferencias en la interna del Partido Comunista.

El principio del "centralismo democrático" permite que todos los afiliados puedan discutir libremente en las reuniones "las cuestiones políticas y de Partido". Pero cuando se toma una resolución, sólo cabe el acatamiento. "La mayoría decide y todos los afiliados están obligados a cumplir la decisión adoptada", señala el estatuto. Las diferencias deben quedar dentro del partido.

El disenso es una condena a la marginación. Así ha ocurrido, por ejemplo, con la ex ministra de Desarrollo Social Marina Arismendi, o con la ex directora del Hospital de Clínicas Graciela Ubach. Ambas habían objetado, en su momento, la decisión del PCU de apoyar la candidatura de José Mujica. Arismendi se inclinaba por la fórmula que promovía Tabaré Vázquez: Astori-Mujica, "en ese orden".
El País Digital

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