Un elenco de terror
CONSEJO DE LA UNIVERSIDAD PARA LA PAZ
El Consejo de la Universidad para la Paz es el ente gobernador de la Universidad, compuesto por 17 miembros. De ellos, diez miembros son designados por el Secretario General de las Naciones Unidas en consulta con el Director General de UNESCO, y siete miembros son ex-officio: el Canciller del Consejo,, el Rector, dos miembros designados por el Gobierno de Costa Rica como país anfitrión, un representante del Secretario General de las Naciones Unidas, un representante del Director General de UNESCO y el Rector de la Universidad de las Naciones Unidas.
Presidente Honorario: Presidente Honorario: S.E. Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidad | |
Emb. Mohamed Sahnoun Presidente en Ejercicio del Consejo (Algeria) | Hon. Ruth Dreifuss Canciller Miembro Ex-Officio (Suiza) |
Sr. Francisco J. Aguilar-Urbina Representante del Gobierno de Costa Rica Miembro Ex-Officio (Costa Rica) | S.R.M. Princesa Basma bint Talal Fondo Jordano Hashemita para el Desarrollo Humano (Jordania) |
Ms. Judy Cheng-Hopkins Representante del Secretario General de las Naciones Unidas Miembro Ex-Officio (Malasia) | Mr. Luis Alberto Cordero Representante del Gobierno de Costa Rica Miembro Ex-Officio (Costa Rica) |
Dr. Luiz Soares Dulci Ex-Ministro de la Presidencia, Brazil (Brasil) | Mr. Marius Enthoven Presidente, Alianza para la UPAZ (Holanda) |
Dr. Jorge Grandi Representante del Director General de la UNESCO Miembro Ex-Officio (Uruguay) | Hon. Wakako Hironaka Ex-Miembro de la Casa de Consejeros (Japón) |
Prof Wang Jisi Decano, Escuela de Estudios Internacionales Universidad de Pekín (China) | Sr. Francisco Luzón López Vice-Presidente, Grupo Santander (España) |
Emb. John. J. Maresca Rector Miembro Ex-Officio (Italia/Estados Unidos) | Hon. William F. Martin Política y Análisis de Washington (Estados Unidos) |
Prof. Konrad Osterwalder Rector, Universidad de las Naciones Unidas Miembro Ex-Officio (Suiza) | Ms. Valentine S. Rugwabiza Subdirectora Organización Mundial del Comercio (Ruanda) |
S. E. Julio María Sanguinetti Ex-Presidente de la República de Uruguay (Uruguay) |
Al Cejas lo conocemos pero quién es el otro?
La Universidad para la Paz (UPAZ), adscrita a Naciones Unidas y con sede en Costa Rica, eligió el viernes al estadounidense John J. Maresca como nuevo rector, así como la incorporación al consejo de la entidad del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti.
Maresca actualmente preside una organización llamada "Business Humanitarian Forum", basada en Ginebra y dedicada a "facilitar la inversión del sector privado en el post-conflicto y en regiones subdesarrolladas", detalló la UPAZ en un comunicado.
Fuente NUEVO HERALD/ The Associated Press
/USA
Foto: En los primeros 6 meses 3500 civiles fueron asesinados por los bombardeos USA.
La invasión de Afganistán se realizó para luchar contra el terrorismo.
Falso.
Unocal se había asegurado un tratado especial con los talibanes para construir el oleoducto, según escribe Hugh Pope en The Wall Street Journal .
El 12 de febrero de 1998 John J. Maresca, vicepresidente de UNOCAL, en unas declaraciones realizadas ante un comité en la Cámara de Representantes de EEUU recordó que:
"La región del Caspio contiene enormes reservas de hidrocarburos sin explotar, una gran parte situadas en la cuenca del propio Mar Caspio. Las reservas totales de petróleo de la región podrían llegar a alcanzar una cifra superior a los 60 mil millones de barriles de petróleo, aunque algunas estimaciones hablan de 200.000 millones...
"Una opción sería construir un oleoducto hacia el sur, desde Asia Central hasta el Océano Índico(...) La única opción posible es cruzar Afganistán...(18)".
No era la única empresa interesada. La compañía norteamericana Central Asia Oil and Gas Industry, estaba lista para invertir en Afganistán en la extracción de gas y petróleo y a construir una refinería de gas y petróleo en el país
Sanguinetti cómplice de Bordaberry
http://youtu.be/wHf6tieZBZU
¿Qué esconde Sanguinetti, el campeón de la impunidad?
El Popular 5 11 10. Por Gabriel Mazzarovich
El debate sobre la vigencia o anulación de la Ley de Impunidad tiene múltiples aristas todas ellas trascendentes pero hay una que expresa la verdadera dimensión de lo que está en discusión: la cerrada defensa de la impunidad de Julio María Sanguinetti.
Este enfoque no pretende quitar importancia al accionar y efectos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al debate político-jurídico sobre la predominancia o no de los derechos humanos universales, a la relevancia de la legislación internacional, al papel y alcance de la democracia directa y a las diferencias internas en la izquierda.
Sin embargo, la postura ultramontana de Sanguinetti, ofrece pistas sobre la profundidad de lo que está en discusión y el papel que la impunidad tiene en la estructura y estrategia de poder de la derecha en nuestro país, y no en el presente, hace más de 40 años.
En medio de un debate complejo, Sanguinetti, acompañado por Jorge Batlle salieron a la palestra con una carta defendiendo la impunidad y alertando, una vez más, sobre los riesgos “para la democracia” de intentar borrarla.
En uno de sus pasajes centrales la carta dice: "Los firmantes, ex Presidentes de la República por el Partido Colorado, responsables por quince de los veinticinco años de gobierno democrático que sucedieron a la apertura de 1985, nos sentimos en la obligación ciudadana de hacer un llamado a la conciencia cívica de la República.
En tal virtud, expresamos que la paz que el país goza y el libre ejercicio de los derechos que poseen los ciudadanos se han asentado en el respeto a una institucionalidad que mucho costó recuperar luego de años de violencia política y dictadura.
Ya no tiene sentido seguir discutiendo la ley. Alertamos al país sobre un paso que degradaría la tradición republicana de subordinación al Estado de Derecho que el Uruguay ha forjado desde la gesta artiguista”.
Es exactamente el mismo argumento esgrimido desde hace décadas para defender la impunidad: el miedo, la amenaza, el cuco.
Sanguinetti es una figura central de la derecha uruguaya desde 1963 cuando fue electo diputado. Fue ministro de Industria de Pacheco Areco y de Educación de Bordaberry. Dos veces presidente y senador. Fue el factotum de la Ley de Educación que comenzó un proceso autoritario y de degradación.
En la carta se habla de “violencia política”. Durante su gestión como ministro de Educación se produjo la ola de atentados fascistas contra la enseñanza más grave que recuerde el Uruguay. En una nota de Roger Rodríguez se recuerda que “entre abril y agosto de 1972 se concretaron 230 atentados de corte derechista contra liceos, facultades y comités de base del Frente Amplio, donde se dejaron pintadas consignas como "Viva Pacheco, Hitler volverá", firmados por la MNG (Movimiento Nueva Generación), el CREI (Coalición Renovadora de Estudiantes Independientes) y la JUP (Juventud Uruguaya de Pie)”.
También durante su gestión como ministro fueron asesinados los 8 obreros comunistas en la Seccional 20º y Rodríguez Muela en el Liceo 8. ¿Será a esa violencia política que se refiere Sanguinetti?.
Mal puede hablar Sanguinetti de respetar la voluntad soberana del pueblo, cuando él nunca recurrió a ella, muy por el contrario hizo todo lo posible para evitar que se pronunciara.
Sanguinetti, como expresión de la derecha política, fue el principal impulsor y también el principal beneficiario político de la impunidad. La impunidad fue, es y será, una pieza clave en la estrategia de poder de la derecha y el principal responsable de la vigencia de la impunidad es el Partido Colorado.
Sanguinetti amparó y alentó al Comandante en Jefe del Ejército, teniente general Medina, cuando guardó las citaciones de la justicia en un cofre y desató la crisis institucional que terminó en la aprobación de la Ley de Caducidad.
Sanguinetti no eligió el camino de fortalecer la democracia, entre gallos y mediasnoches presionó para que se consagrara la impunidad.
Después desde el gobierno hizo todo lo que pudo para impedir el Referéndum, anulando miles de firmas, sancionando a los militares que se salieron del redil y firmaron, desatando una campaña de miedo y hasta censurando el spot de Sara Méndez en complicidad con los grandes medios.
Sanguinetti luego llevó al paroxismo la aplicación de la Ley, cerrando cualquier resquicio de investigación. Amparó en la Ley todas las denuncias y casos y bloqueó por todos los caminos la acción de la Justicia, incluyendo por ejemplo el asesinato de Zelmar Michelini y Gutiérrez Ruiz. Pero fue más allá, Sanguinetti ascendió a coronel a Jorge Pajarito Silveira y después lo designó Asesor del Comandante en Jefe del Ejército, ¿ignoraba de quién se trataba?, por supuesto que no.
Otro connotado represor acusado del asesinato de María Claudia Irureta Goyena de Gelman y de Alvaro Balbi, entre otros, Ricardo “Conejo” Medina, fue asesor de uno de los senadores colorados con más poder durante el gobierno de Sanguinetti, Pablo Millor.
Sanguinetti llegó a decir, tres días antes, de que se revelará la identidad de Macarena Gelman: “En Uruguay no hay niños desparecidos”.
La vida y la lucha sin desmayos, contra la concepción de Sanguinetti, han posibilitado abrir espacios de verdad y también de justicia, todos esos espacios fueron conquistados contra la posición de Sanguinetti, que siempre estuvo del lado de la mentira y el ocultamiento.
Sanguinetti fue el ideólogo, gestor y beneficiario de una “transición” que llevó a que factores de poder antidemocráticos y conservadores conservaran toda su vigencia.
La impunidad, que defiende Sanguinetti, ampara a torturadores, secuestradores de niños, violadores y asesinos. Pero también ampara los robos, desfalcos, secuestros extorsivos y maniobras económicas varias que se realizaron, de las cuales la compra de carteras de 1982 y el Operativo Conserva, son solo dos muestras.
A esta altura de los acontecimientos caben las preguntas: ¿Qué sabe Sanguinetti? ¿Qué quiere que permanezca escondido? ¿Su defensa ultramontana de la impunidad es solo por un convencimiento ideológico?
Cuando el debate se centra en fórmulas jurídicas y en diferencias políticas actuales, conviene recordar la totalidad del bosque, para no perderse en los árboles.
Terminar con la impunidad, es esencialmente una batalla por la libertad, por terminar con una transición que sirvió como estrategia conservadora de poder y que no puede ser eterna.
Terminar con la impunidad, más allá del juzgamiento de los responsables de los peores crímenes de la historia del Uruguay, es una batalla democrática, por la libertad plena.
¿De que lado está el doctor Sanguinetti?.
http://youtu.be/CL35deArLuY
Sanguinetti: el censurador
Los cómplices civiles de la dictadura.Por Raúl Olivera (*)
El arma más importante para luchar contra la impunidad, es la construcción sólida y convincente de lo que se ha dado en llamar la memoria histórica.
En esa construcción, cada uno de los testimonios de aquellos que sobrevivían al horror, fueron las primeras actas de acusación a la dictadura. Posteriormente, y luego de enfrentar el ninguneo de los grandes medios de difusión y la complicidad de los aparatos del Estado, lo allí consignado fue transformándose en verdades irrefutables.
Pero esa construcción de la memoria histórica sobre nuestro pasado reciente, ha sido una tarea muy dura en la que fue necesario disputar palmo a palmo, cada avance logrado y donde las verdades de las víctimas fueron y son mil veces negadas y otras tantas tergiversadas. Pero siempre, los hechos terminaron poniendo en su justo lugar las verdades y las falsedades.
Una atenta lectura de los cientos de folios que se acumulan en diversas sentencias en los tribunales uruguayos y argentinos, comprueba que no se exageró, que no se invento nada.
Decíamos, que esa lucha por la verdad, no es una tarea fácil. Muchas veces, debió desarrollarse contra el peso del Estado en gobiernos elegidos democráticamente, que se hacían cómplices de los atropellos del Estado dictatorial. Aun en las dos ultimas administraciones, en las que no seria justo atribuirle complicidad, no han sido pocas las dificultades que se encontraron para que el Estado asuma como una responsabilidad primordial de su acción, el contribuir a establecer la verdad y desde ella hacer justicia.
Cuando la construcción de la memoria histórica tiene entre sus prioridades, el lograr la acción punitiva del Estado, muchas veces los acentos son puestos, en el esclarecimiento exhaustivo de la acción de la dictadura, descuidando las complicidades más actuales. Complicidades que muchas veces no calibramos en sus justos terminos lo que ellas constituyen: verdaderos actos delictivos.
La cultura de impunidad existente en los países que vivieron largos y sangrientos periodos de terrorismo de Estado, instaló una lógica perversa. En esa lógica ha sido necesaria, la revelación o la aceptación de los artífices de la mentira y el ocultamiento de algunos hechos, para que, lo que venían sosteniendo las víctimas, fuera aceptado como real. Los “vuelos de la muerte” llevados a cabo por la dictadura argentina habían sido reiteradamente denunciados, sin embargo fue necesario que fuera admitido por el marino Schilingo, uno de los participantes, para que recién fueran aceptados como hechos indiscutibles. Lo mismo pasó con los traslados y las ejecuciones masivas de prisioneros uruguayos por parte de la dictadura de nuestro país.
Sobran los ejemplos en los cuales los artífices de la mentira y el ocultamiento, se transforman en una suerte de garantes de verdad. Esa anomalía, es parte de la cultura de impunidad que aún vivimos.
Dentro de esa lógica, ocurrió en democracia un hecho, al que nos queremos referir. Al igual que los ejemplos mencionados, ese hecho fue en su momento denunciado, pero, sin embargo no parecía tener el “certificado de verdad” indiscutible que solo parece estar habilitados para dar los victimarios y sus cómplices por acción u omisión.
El hecho ocurrió en 1989 durante el gobierno del Dr. Sanguinetti, cuando se realizó el primer intento para anular la ley de impunidad mediante el referéndum del voto verde.
El episodio lo encontramos prolijamente recogido en una edición de la editorial “Fin de Siglo”de abril del 2010. Con el titulo de “LA VIDA TE DA SORPRESAS”, José Luis Guntin. da cuenta de una especie de autobiografía.
¿Quién es Guntín? Ocupó la bancada del Senado por el partido colorado, fue fundador y redactor responsable del semanario “OPINAR”, fue hombre de confianza de Enrique Tarigo y en 1994 ocupo la dirección de Canal 5.
Los hechos de los que se da cuenta en las páginas 206 a 210, ocurrieron en los días previos al referéndum de abril de 1989.
Según relata Guntin, Sanguinetti, imposibilitado constitucionalmente por ser el Presidente de la República de ser “el paladín en contra del “voto verde”, le traspasa esta responsabilidad” Enrique Tarigo, quien “sería el vocero del voto amarillo” en el plebiscito”. Y que “para Sanguinetti era más importante el triunfo en el referéndum que la victoria de Tarigo en las elecciones internas, porque de no lograr lo primero, tendría un enorme problema institucional”.
Pero volvamos al plebiscito - continúa escribiendo Guntin-, en las jornadas previas a la votación. El “voto verde” hacía mucho más ruido y las encuestas indicaban que se aproximaba peligrosamente a ser la mayoría. Cada día, descontaba diferencia.
Sanguinetti estaba muy preocupado y, cuanto más inquieto, más eran los avisos que le hacía hacer a Tarigo.
Las cámaras de Canal 10 siempre se encontraban prontas para filmar por orden de De Feo. Los publicistas asesores eran el gordo Ferrero y Roberto Ceruzzi (de Corporación Thompson) (1), y muchas de las reuniones se llevaban a cabo en la residencia presidencial.
Yo, como hombre de confianza de Tarigo, participé en muchas de ellas. Y así fueron pasando los días y cada vez se fue acercando más la jornada de la votación.
Lo que les voy a contar ahora, sucedió durante la última jornada en que se podía realizar publicidad, es decir, dos días antes del referéndum.
Esa mañana, temprano, serían las nueve, me llamaron urgente de Presidencia para que concurriera al edificio Libertad. Fui lo más rápido que pude.
Subí al séptimo piso y en el despacho del presidente estaban, sentados alrededor de la mesa, Sanguinetti, Tarigo, Miguel Ángel Semino (2), secretario de la Presidencia, Jorge de Feo (3), el ingeniero Horacio Scheck de Canal 12 y Walter Nessi (4), prosecretario de la Presidencia.
Los saludé rápidamente, porque imaginé que el tema era grave y urgente para convocarnos tan temprano en la mañana.
Apenas terminé de saludarlos, el Presidente me dijo que estaban deliberando acerca de un aviso, un tape, que el día anterior, a última hora, había llegado a los canales proveniente de la Comisión pro Referéndum.
“Queríamos que lo vieras y nos dieras tu opinión”, me dijo Sanguinetti. Le contesté: “bueno”, y salí detrás de Nessi a mirarlo.
Aparecía en la pantalla una señora que inmediatamente reconocí. Era Sara Méndez y en el tape hablaba de su tragedia y la de su hijo, Simón Riquelo, desaparecido años atrás.
Hablaba con mucha calma, mirando a la cámara, y contaba su dolor de madre de no saber dónde estaba su hijo. Y afirmaba que el triunfo del “voto verde” podía ayudar a que lo encontrase, porque las circunstancias de su desaparición se investigarían más a fondo. Y que por eso, ella le pedía a quienes la escuchaban que votaran “verde” el domingo próximo, para que ella pudiera reencontrase con su hijo. Todo dicho de un modo muy convincente.
Le pedí a Nessi que me lo dejara ver varias veces. Lo más impactante del aviso era que, después de hablar Sara Méndez, cuando ella se quedaba callada, la cámara continuaba filmándola unos cinco segundos en silencio.
Su cara, su angustia, sus deseos de recuperar a su hijo, su dolor, estaban todos en esos instantes en que ella no hablaba, pero que seguía en pantalla.
Después de la quinta vez en que lo pasó lo miré y le dije a Nessi:
“Está muy bueno”. Entonces, él me dijo que tenía otro proyecto de comercial que quería mostrarme. “Dale”, le contesté.
Ahí me llevó a otro monitor y lo encendió. Comenzaron a aparecer las imágenes y el audio. Se trataba de otro aviso, no muy acabado. Se refería a la muerte de Pascasio Báez, el peón rural que asesinaron los tupamaros, con total sangre fría, en una “tatucera” cercana a Pan de Azúcar, simplemente porque podía advertir a los uniformados lo que había visto por casualidad.
Pero el spot filmado era largo y confuso. No estaba bien estructurado, y aunque por supuesto eso se podía arreglar, no era un aviso para nada efectivo si se pasaba solamente durante una jornada. El otro, el de Sara Méndez, sí.
Se lo dije enseguida al prosecretario. Él quedó un poco desanimado ante mis palabras, porque creía que con este comercial neutralizaría el efecto del otro. Le expresé que, para mí, no sería así. El aviso de Sara Méndez era muy efectivo en un único día de salida al aire, el otro no. No le quise señalar que el suyo estaba confuso y mal realizado, porque ése no era el punto, pero le aseguré que, en mi opinión, era muy superior el efecto de la pieza enviada por la Comisión pro Referéndum. El contra aviso no servía de nada.
Walter me miró con cara de desilusión y me dijo que volviéramos al despacho del Presidente para que yo les expresara mi opinión.
Volvimos. Seguían las mismas personalidades sentadas en torno de la misma mesa. Todas las miradas se centraron en mí, cuando me senté en un lugar libre. Sanguinetti me preguntó qué me habían parecido ambos video-tapes. Contesté, más o menos, lo que le había dicho a Nessi. Que el de Sara Méndez me parecía muy efectivo, aunque se pasara durante un único día; y que el otro, el de Pascasio Báez, no servía de nada, resultaba muy confuso y que, aunque se mejorara, no tendría efecto alguno en una única jornada de proyección.
Los rostros de todos los presentes se tensaron. Qué problema se les había aparecido el día previo al receso publicitario!
Hubo un minuto de silencio en la sala. Por fin, alguien me preguntó si me parecía que con ese aviso podía triunfar el “voto verde”. Les pregunté qué decían las encuestas sobre la diferencia existente ahora.
“Ganamos por poco”, me contestó alguien. “ Cuánto es ese poco?” repliqué. “Unos puntos”, oí decir.
“Entonces, este aviso puede hacer que gane el ‘voto verde”, les expresé.
El silencio y los rostros preocupados aumentaron. Lo rompio De Feo, quien le habló directamente al Presidente.
Le dijo que si era así, bastaba una palabra suya para que esa publicidad no apareciese en ninguno de los canales. Lo miró a Scheck, quien asintió. “Hablamos ahora con Hugo Romay y ninguno de los avisos aparece. Podemos argumentar que llegaron tarde a los canales y que ya teníamos las tandas completas” expresó De Feo entusiasmado.
Sanguinetti lo miró y nos miró a todos con cara preocupada. El silencio se hizo más denso en su despacho. Nadie hablaba. Era el turno de que el Presidente decidiera qué hacer.
Demoró en hablar y, cuando lo hizo, le manifestó a De Feo que sí, que se hiciera así, que no saliese el aviso de Sara Méndez. lo dijo en tono muy bajo, apenas se oyó, pero sí de forma concluyente.
De Feo inmediatamente se dirigió al teléfono a llamar a Romay (5) y todos nos fuimos levantando de la mesa para retirarnos.
Yo estaba impactado por lo que había presenciado. Un presidente constitucional había prohibido una publicidad de la oposición. Sin motivo válido alguno. Sólo para no poner en riesgo el resultado de la votación y salvarse de un grave problema institucional.
Me impresionó mucho, pero me quedé callado.
¿Qué podría haber hecho?, me preguntaba después, cuando me alejaba del edificio Libertad. ¿Decir que era una barbaridad antidemocrática? No me animé. Preferí el cómodo silencio.
Quienes no se quedaron en silencio fueron los perjudicados, los censurados. De lo que voy a contar no fui testigo, pero lo sé por los periodistas de Búsqueda. El día de la prohibición del aviso, concurrieron a este semanario la propia Sara Méndez y el señor Hugo Cores a denunciar lo sucedido. Búsqueda lo consignó y Arbilla denunció ante la SIP esta censura de prensa. Creo que en esos tiempos todos creían que había sido acción exclusiva de los canales privados de televisión. No sabían de la participación directa del presidente Sanguinetti que acabo de relatar.
Tres jornadas después, el “voto amarillo” aventajó al “verde” por un margen no muy grande.
Sanguinetti respiró tranquilo y también todos los que lo rodeábamos”.
Hasta aquí una trascripción textual de lo escrito por Guntin en las mencionadas páginas.
Sanguinetti, sigue escribiendo columnas en el Diario El País” de Madrid, dictando cátedra sobre sus valores democráticos, los De Feo, los Romay, los Scheck siguen liderando un monopolio de los grandes medios de difusión. Y el Uruguay sigue conviviendo con la ley de caducidad. ¡Eso es un claro ejemplo de una cultura de impunidad!
NOTAS
(1) Roberto Ceruzzi de Corporación Thompson y el empresario inmobiliario y accionista de Canal 12, Carlos Cardoso fueron según se denuncio hace poco tiempo, empleadores del ex militar Eduardo Ferro en Hotel Las Dunas de Punta del Este.(N de R)
(2) Miguel Angel Semino, siendo en la administración Batlle embajador en Francia, escribió una columna en ULTIMAS NOTICIAS en la que discrepó con la Suprema Corte de Justicia de Uruguay que sentó la tesis de que la libertad de prensa y de información son derechos tan trascendentales que “pueden ser ubicados en un plano superior al de otros derechos civiles” y que ambas (las dos libertades) conforman una garantía institucional para la vida en democracia. Sobre lo último dice estar totalmente de acuerdo, pero sobre lo primero tiene “grandes reservas” y son dentro del marco de la hipotética polémica sobre los límites de las libertades de prensa y de información.(N de R).
(3) Empresario de televisión. Al frente de la familia que maneja el canal 10, Bajo su égida se encuentra también radio Carve y Nuevo Tiempo, y participa en el canal cable TCC. (N de R).
(4) El periodista uruguayo de la CNN en Español Jorge Gestoso en 1989 afirmó que en Uruguay hay censura y auto censura, y que el Presidente Sanguinetti presionaba a periodistas y directores durante su primer período por intermedio de Walter Nessi. Gestoso en 1989, efectuó una cobertura objetiva del plebiscito contra la ley de impunidad. En esa ocasión, Nessi llamó a Gestoso para decirle que “no le había gustado” una entrevista suya a Sanguinetti para la CNN. En noviembre de 1994, Gestoso volvió a entrevistar al entonces re electo presidente, y le preguntó si en su segundo mandato iba a presionar a la prensa tal como lo hizo en el primero. Dicha pregunta y su correspondiente respuesta nunca se emitieron en el servicio de la CNN que difundía entonces Canal 4. Más aún, pocos días después la televisora dejó de emitir el servicio de CNN. (N de R)
(5) Empresario de radio y televisión. es la principal figura de CX 20 Radio Monte Carlo, de Monte Carlo TV Canal 4 y de la TV para abonados Montecable. Fue uno de los fundadores y directivos de la Organización de la Televisión Interamericana (OTI) y participó en la formación de la Red Uruguaya de Televisión del interior y de la TV satelital (N de R)
(*) Tomado de Trabajo & Utopía, Órgano de difusión del Pit Cnt, Montevideo, Julio de 2010 - Año XI - No. 100.
Lunes 27 de agosto de 2007
Representantes de Crysol y Familiares calificaron al actual senador de "artífice de la impunidad" Organizaciones sociales rechazan designación de Sanguinetti como presidente de la UPAZ
La Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Crysol suscribirán la carta de Serpaj en rechazo al nombramiento del ex presidente Julio María Sanguinetti como miembro y presidente del Consejo de la Universidad para la Paz (UPAZ).Tal como publicó LA REPUBLICA en su edición de ayer, el Servicio de Paz y Justicia en América Latina, mediante su Secretariado Nacional, Serpaj-Uruguay, expresó en una carta dirigida a la sede de UPAZ en Costa Rica su “profunda preocupación” por el nombramiento de Sanguinetti como miembro y presidente de Consejo de la institución. En la misiva, que fue firmada por el Premio Nobel de la paz y actual presidente honorario de Serpaj-América Latina, Adolfo Pérez Esquivel, se señalaba que “los antecedentes del Señor Sanguinetti en esta materia son incompatibles con una universidad cuyos programas académicos están comprometidos con el derecho internacional de los derechos humanos y la paz”.
En el mismo sentido se expresó ayer Adriana Cabrera, integrante de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, quien señaló que Familiares rechaza rotundamente la presidencia del ex mandatario “ya que fue un artífice de la impunidad en nuestro país”. Cabrera recordó la famosa frase de Sanguinetti: “No hay que tener ojos en la nuca”, diciendo que la Asociación siempre ha luchado por lo contrario, “por defender la memoria, la verdad y la justicia, lo que Sanguinetti obstaculizó sistemáticamente durante sus dos períodos de gobierno”.
Por su parte, Gastón Crysoni, dirigente de Crysol, manifestó que si bien la organización aún no ha analizado el tema, personalmente coincide totalmente con las afirmaciones vertidas por Serpaj en su carta. En la misma se señala que el actual senador de la República, “no sólo fue una figura política decisiva en las negociaciones que llevaron a la salida de la dictadura cívico militar en 1984; él fue, sobre todo, el artífice de la política de impunidad para los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, y el garante de su implementación durante los primeros 20 años de democracia, a través de sus dos períodos como presidente del Uruguay. Es por eso que en la comunidad de DDHH uruguaya se ganó el apodo de ‘campeón de la impunidad’”.
UPAZ: “Una institución internacional de enseñanza superior para la paz”
En el artículo segundo de la carta de creación de la UPAZ, se señala que los objetivos de la misma son “brindar a la humanidad una institución internacional de enseñanza superior para la paz y con el objetivo de promover el espíritu de comprensión, tolerancia y coexistencia pacífica entre los seres humanos, estimular la cooperación entre los pueblos y ayudar a superar los obstáculos y conjurar las amenazas a la paz y el progreso mundiales, de conformidad con las nobles aspiraciones proclamadas en la Carta de las Naciones Unidas. Con tal fin, la Universidad contribuirá a la ingente tarea universal de educar para la paz por medio de la enseñanza, la investigación, los estudios pos-universitarios y la divulgación de conocimientos fundamentales para el desarrollo integral del ser humano y de las sociedades mediante el estudio interdisciplinario de todas las cuestiones vinculadas con la paz”.Según figura en la página Web de la UPAZ, la designación del ex presidente Julio María Sanguinetti para ocupar el cargo de miembro y el presidente del Consejo de la Universidad para la Paz se realizó el pasado 29 de junio y contó con el aval del secretario general de la ONU, Ban Kimoon, y del director general de la Unesco, Koichiro Matsuura. *
El Muerto |||: Premio Nobel solicitó el cese de Sanguinetti de Universidad para la Paz
Rechazan cargo del Dr. Sanguinetti en la UPAZ
Ante el nombramiento del Sr. Julio María Sanguinetti como miembro y Presidente del Consejo de la Universidad para la Paz, los activistas y defensores de los DDHH Adolfo Pérez Esquivel (Presidente Honorario SERPAJ América Latina), Ana Juanche Molina (Coordinadora Latinoamericana SERPAJ - AL) y Guillermo Payssé (Coordinador Nacional - SERPAJ Uruguay), enviaron una Carta Abierta a dicho centro académico, rechazando el nombramiento por entender que "no reúne los requisitos éticos para presidir el Consejo de una universidad cuya finalidad es formar a las generaciones jóvenes para que impregnen las políticas públicas, los Estados nacionales y las relaciones internacionales con los valores de la paz y los derechos humanos."Realizan "una brevísima reseña histórica de la conducta del Dr. Sanguinetti" y su relación con la impunidad en nuestro país, solicitando "que la UPAZ" revise "esta designación" y busque "una persona acorde con estos principios para presidir el Consejo."
La Universidad para la Paz fue creada en 1980 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas y tiene su sede en San José de Costa Rica.
SERPAJ invita a las organizaciones y personas que quieran adherir al siguiente pronunciamiento, a escribir a las siguientes direcciones de la Universidad para la Paz en Costa Rica: vvalle@upeace.org; jmaresca@upeace.org; aabdala@upeace.org; gtsai@upeace.org; webmaster@upeace.org; acadmin@upeace.org; info@upeace.org; rdreifus@worldcom.ch
Carta abierta a la UPAZ ante nombramiento de Sanguinetti
(Transcribimos a continuación la carta de SERPAJ)
"El Servicio Paz y Justicia en América Latina, a través de su Secretariado Nacional, SERPAJ-Uruguay, quiere expresar su profunda preocupación por el nombramiento del Sr. Julio María Sanguinetti como miembro y Presidente del Consejo de la Universidad para la Paz.
Desde nuestra larga trayectoria como organizaciones de la sociedad civil defensoras de los derechos humanos en Uruguay, el Cono Sur y América Latina, consideramos que los antecedentes del Sr. Sanguinetti en esta materia son incompatibles con una universidad cuyos programas académicos están comprometidos con el derecho internacional de los derechos humanos y la paz.
El Sr. Sanguinetti no sólo fue una figura política decisiva en las negociaciones que llevaron a la salida de la dictadura cívico-militar en 1984; él fue, sobre todo, el artífice de la política de impunidad para los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, y el garante de su implementación durante los primeros 20 años de democracia, a través de sus dos períodos como presidente de Uruguay. Es por eso que en la comunidad de DDHH uruguaya se ganó el apodo de "campeón de la impunidad".
He aquí una brevísima reseña histórica de la conducta del Dr. Sanguinetti en esta materia:
Durante las negociaciones entre políticos y militares desarrolladas a lo largo de 1984, Sanguinetti se encargó de asegurarles a los dictadores salientes que él como futuro presidente garantizaría que ninguno de ellos tendría que responder por sus crímenes ante ninguna instancia pública. Eso, a pesar de que en la sociedad uruguaya -como en toda la región- había un reclamo muy fuerte de Verdad y Justicia; y que en la Concertación Nacional Programática (acuerdo social amplio para el programa de la transición) se aprobó explícitamente el compromiso de investigar y sancionar dichos delitos.
Una vez asumida la Presidencia, Sanguinetti ignoró todos los acuerdos alcanzados en la mencionada Concertación, y durante sus dos primeros años de gobierno buscó por todos los medios asegurarse las mayorías necesarias para aprobar en el Parlamento una ley de impunidad, mientras desde el poder Ejecutivo se protegía a los militares acusados, se obstaculizaba la actuación del poder Judicial, y se alentaba en la ciudadanía un clima de amenaza y temor sobre la posibilidad de un golpe militar en caso de que los militares fueran enjuiciados.
Finalmente, en diciembre de 1986, y un día antes de que los militares acusados tuvieran que declarar ante un juzgado civil, el Parlamento sesionó con carácter urgente para aprobar la ley "de caducidad de la pretensión punitiva del Estado", que consagraba la impunidad de todos los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. De esta manera el Presidente cumplía el compromiso con los militares que ya había anunciado su ministro de Defensa (el mismo general de la dictadura que había negociado la transición, y que había anunciado que ningún militar concurriría a declarar en un juzgado).
En los dos años siguientes, la sociedad civil organizada a través del movimiento sindical, estudiantil y cooperativo, las organizaciones de derechos humanos y la oposición política, impulsaron una vigorosa campaña para anular la ley de impunidad mediante un referéndum popular. Este amplio y plural movimiento -presidido por tres mujeres familiares de víctimas de la dictadura- juntó 634.702 firmas (en una población de sólo 3 millones) en menos de dos años para hacer posible el referéndum, creó 350 comités locales en todo el país, y visitó puerta a puerta más de 400.000 hogares. En ese tiempo, el gobierno de Sanguinetti continuó operando por todos los medios para hacer fracasar la iniciativa popular (incluyendo la manipulación escandalosa de la propia Corte Electoral, la mentira y la censura de prensa para desinformar, amedrentar y confundir a la opinión pública).
Paralelamente, la ley de impunidad uruguaya recibió la condena de los principales organismos internacionales de derechos humanos, tanto en el sistema interamericano de la OEA como en el de Naciones Unidas, por su flagrante incompatibilidad con los principios y tratados del derecho internacional de los derechos humanos. El gobierno de Sanguinetti ignoró y descalificó sistemáticamente estos pronunciamientos críticos de la comunidad internacional.
La campaña de desinformación y terror impulsada por Sanguinetti tuvo su fruto en una ciudadanía todavía atemorizada que recién salía de una feroz dictadura, y la ley de impunidad fue ratificada por referéndum en 1989. No obstante, la propia ley de impunidad establecía en su artículo 4 el deber del poder Ejecutivo de investigar el paradero de los detenidos-desaparecidos. En una verdadera burla a esa obligación, Sanguinetti encargó la investigación al fiscal militar José Sambucetti (juez y parte en los delitos a investigar), que por supuesto no arribó a ningún resultado.
Así, durante sus dos períodos de gobierno, Sanguinetti se dedicó a descalificar los reclamos de Verdad impulsados desde los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales; negó la existencia de personas desaparecidas en Uruguay; obstruyó sistemáticamente todos los esfuerzos encaminados ya no a hacer justicia sino a investigar la verdad y el paradero de los detenidos-desaparecidos; jamás respondió ningún planteo de las organizaciones de familiares de las víctimas, ni accedió a sus solicitudes de entrevista.
Así, en 20 años jamás un solo militar tuvo que declarar ante un juzgado en Uruguay, ni siquiera como indagado o testigo, y no se promovió ningún tipo de investigación oficial sobre el período de la dictadura. El principal responsable de esa efectiva política de olvido oficial que buscó impedir la elaboración de la memoria histórica (con gravísimas consecuencias para el conjunto de la sociedad, hasta hoy) fue Julio M. Sanguinetti.
Esta política de impunidad y negación de las violaciones a los derechos humanos tuvo su punto culminante en ‘el caso Gelman’, que trascendió internacionalmente. El mundialmente reconocido poeta argentino Juan Gelman dedicó casi un cuarto de siglo a buscar al bebé nacido en cautiverio de su nuera desaparecida. La joven de 19 años había sido detenida embarazada junto a su esposo en Argentina, en 1976; luego de que éste fuera brutalmente asesinado, la joven fue trasladada clandestinamente a Uruguay junto a un grupo de activistas de nuestro país, gracias a los operativos de coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur, hoy conocidos como Plan Cóndor. Una vez que la joven dio a luz en Uruguay, fue asesinada y hasta hoy permanece como desaparecida. De su bebé no se supo nada durante 24 años. Juan Gelman obtuvo informaciones extraoficiales de que su nuera había dado a luz en Montevideo, y por eso entre 1998 y 1999 intentó entrevistarse con Sanguinetti para pedirle su colaboración en la búsqueda del bebé. Sanguinetti jamás accedió a esa solicitud, negó conocer cualquier información sobre el hecho, y hasta descalificó a Gelman en una respuesta pública donde afirmaba que los hechos mencionados por el poeta eran falsos y que en Uruguay no se habían producido desapariciones forzadas. Eso provocó que durante todo el año 1999 se desarrollara una campaña internacional en la cual varios premios Nobel y personalidades del mundo de la cultura (entre muchos otros, García Márquez, José Saramago, Gunther Grass, Pérez Esquivel, Susan Sontag, Eduardo Galeano, etc.) escribieron centenares de cartas exigiéndole a Sanguinetti que accediera a la solicitud de Gelman e investigara el paradero de su nieta.
Sanguinetti jamás hizo nada, hasta que al año siguiente, y a pocas semanas de haber dejado la presidencia, la nieta de Gelman fue localizada después de 24 años, y se inició el proceso de restitución de su verdadera identidad. Pero lo más sorprendente fue descubrir que el apropiador de la joven era un amigo personal y hombre de confianza de Sanguinetti, a quien el presidente había puesto como candidato a senador y nombrado jefe de policía del departamento de San José. Quedó así en evidencia que, mientras le negaba a Gelman los hechos que éste denunciaba, y afirmaba no saber nada sobre el paradero de su nieta, Sanguinetti estaba deliberadamente encubriendo a su amigo el apropiador de la joven, y una vez más operando activamente para garantizar el ocultamiento y la impunidad de los responsables de desapariciones, ejecuciones y torturas, a los que defendió y protegió a cualquier precio durante 20 años.
Las organizaciones que, como SERPAJ, durante décadas hemos trabajado por hacer cumplir y respetar el derecho internacional de los derechos humanos en nuestros países, porque estamos convencidas que es condición insoslayable para una verdadera democracia, consideramos que el Sr. Julio Sanguinetti no reúne los requisitos éticos para presidir el Consejo de una universidad cuya finalidad es formar a las generaciones jóvenes para que impregnen las políticas públicas, los Estados nacionales y las relaciones internacionales con los valores de la paz y los derechos humanos.
Esperamos entonces que la UPAZ revisará esta designación y buscará una persona acorde con estos principios para presidir el Consejo.
Montevideo, 24 de agosto de 2007
Adolfo Pérez Esquivel - Presidente Honorario SERPAJ América Latina
Ana Juanche Molina - Coordinadora Latinoamericana SERPAJ - AL
Guillermo Payssé - Coordinador Nacional - SERPAJ Uruguay"
Desde nuestra larga trayectoria como organizaciones de la sociedad civil defensoras de los derechos humanos en Uruguay, el Cono Sur y América Latina, consideramos que los antecedentes del Sr. Sanguinetti en esta materia son incompatibles con una universidad cuyos programas académicos están comprometidos con el derecho internacional de los derechos humanos y la paz.
El Sr. Sanguinetti no sólo fue una figura política decisiva en las negociaciones que llevaron a la salida de la dictadura cívico-militar en 1984; él fue, sobre todo, el artífice de la política de impunidad para los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, y el garante de su implementación durante los primeros 20 años de democracia, a través de sus dos períodos como presidente de Uruguay. Es por eso que en la comunidad de DDHH uruguaya se ganó el apodo de "campeón de la impunidad".
He aquí una brevísima reseña histórica de la conducta del Dr. Sanguinetti en esta materia:
Durante las negociaciones entre políticos y militares desarrolladas a lo largo de 1984, Sanguinetti se encargó de asegurarles a los dictadores salientes que él como futuro presidente garantizaría que ninguno de ellos tendría que responder por sus crímenes ante ninguna instancia pública. Eso, a pesar de que en la sociedad uruguaya -como en toda la región- había un reclamo muy fuerte de Verdad y Justicia; y que en la Concertación Nacional Programática (acuerdo social amplio para el programa de la transición) se aprobó explícitamente el compromiso de investigar y sancionar dichos delitos.
Una vez asumida la Presidencia, Sanguinetti ignoró todos los acuerdos alcanzados en la mencionada Concertación, y durante sus dos primeros años de gobierno buscó por todos los medios asegurarse las mayorías necesarias para aprobar en el Parlamento una ley de impunidad, mientras desde el poder Ejecutivo se protegía a los militares acusados, se obstaculizaba la actuación del poder Judicial, y se alentaba en la ciudadanía un clima de amenaza y temor sobre la posibilidad de un golpe militar en caso de que los militares fueran enjuiciados.
Finalmente, en diciembre de 1986, y un día antes de que los militares acusados tuvieran que declarar ante un juzgado civil, el Parlamento sesionó con carácter urgente para aprobar la ley "de caducidad de la pretensión punitiva del Estado", que consagraba la impunidad de todos los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. De esta manera el Presidente cumplía el compromiso con los militares que ya había anunciado su ministro de Defensa (el mismo general de la dictadura que había negociado la transición, y que había anunciado que ningún militar concurriría a declarar en un juzgado).
En los dos años siguientes, la sociedad civil organizada a través del movimiento sindical, estudiantil y cooperativo, las organizaciones de derechos humanos y la oposición política, impulsaron una vigorosa campaña para anular la ley de impunidad mediante un referéndum popular. Este amplio y plural movimiento -presidido por tres mujeres familiares de víctimas de la dictadura- juntó 634.702 firmas (en una población de sólo 3 millones) en menos de dos años para hacer posible el referéndum, creó 350 comités locales en todo el país, y visitó puerta a puerta más de 400.000 hogares. En ese tiempo, el gobierno de Sanguinetti continuó operando por todos los medios para hacer fracasar la iniciativa popular (incluyendo la manipulación escandalosa de la propia Corte Electoral, la mentira y la censura de prensa para desinformar, amedrentar y confundir a la opinión pública).
Paralelamente, la ley de impunidad uruguaya recibió la condena de los principales organismos internacionales de derechos humanos, tanto en el sistema interamericano de la OEA como en el de Naciones Unidas, por su flagrante incompatibilidad con los principios y tratados del derecho internacional de los derechos humanos. El gobierno de Sanguinetti ignoró y descalificó sistemáticamente estos pronunciamientos críticos de la comunidad internacional.
La campaña de desinformación y terror impulsada por Sanguinetti tuvo su fruto en una ciudadanía todavía atemorizada que recién salía de una feroz dictadura, y la ley de impunidad fue ratificada por referéndum en 1989. No obstante, la propia ley de impunidad establecía en su artículo 4 el deber del poder Ejecutivo de investigar el paradero de los detenidos-desaparecidos. En una verdadera burla a esa obligación, Sanguinetti encargó la investigación al fiscal militar José Sambucetti (juez y parte en los delitos a investigar), que por supuesto no arribó a ningún resultado.
Así, durante sus dos períodos de gobierno, Sanguinetti se dedicó a descalificar los reclamos de Verdad impulsados desde los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales; negó la existencia de personas desaparecidas en Uruguay; obstruyó sistemáticamente todos los esfuerzos encaminados ya no a hacer justicia sino a investigar la verdad y el paradero de los detenidos-desaparecidos; jamás respondió ningún planteo de las organizaciones de familiares de las víctimas, ni accedió a sus solicitudes de entrevista.
Así, en 20 años jamás un solo militar tuvo que declarar ante un juzgado en Uruguay, ni siquiera como indagado o testigo, y no se promovió ningún tipo de investigación oficial sobre el período de la dictadura. El principal responsable de esa efectiva política de olvido oficial que buscó impedir la elaboración de la memoria histórica (con gravísimas consecuencias para el conjunto de la sociedad, hasta hoy) fue Julio M. Sanguinetti.
Esta política de impunidad y negación de las violaciones a los derechos humanos tuvo su punto culminante en ‘el caso Gelman’, que trascendió internacionalmente. El mundialmente reconocido poeta argentino Juan Gelman dedicó casi un cuarto de siglo a buscar al bebé nacido en cautiverio de su nuera desaparecida. La joven de 19 años había sido detenida embarazada junto a su esposo en Argentina, en 1976; luego de que éste fuera brutalmente asesinado, la joven fue trasladada clandestinamente a Uruguay junto a un grupo de activistas de nuestro país, gracias a los operativos de coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur, hoy conocidos como Plan Cóndor. Una vez que la joven dio a luz en Uruguay, fue asesinada y hasta hoy permanece como desaparecida. De su bebé no se supo nada durante 24 años. Juan Gelman obtuvo informaciones extraoficiales de que su nuera había dado a luz en Montevideo, y por eso entre 1998 y 1999 intentó entrevistarse con Sanguinetti para pedirle su colaboración en la búsqueda del bebé. Sanguinetti jamás accedió a esa solicitud, negó conocer cualquier información sobre el hecho, y hasta descalificó a Gelman en una respuesta pública donde afirmaba que los hechos mencionados por el poeta eran falsos y que en Uruguay no se habían producido desapariciones forzadas. Eso provocó que durante todo el año 1999 se desarrollara una campaña internacional en la cual varios premios Nobel y personalidades del mundo de la cultura (entre muchos otros, García Márquez, José Saramago, Gunther Grass, Pérez Esquivel, Susan Sontag, Eduardo Galeano, etc.) escribieron centenares de cartas exigiéndole a Sanguinetti que accediera a la solicitud de Gelman e investigara el paradero de su nieta.
Sanguinetti jamás hizo nada, hasta que al año siguiente, y a pocas semanas de haber dejado la presidencia, la nieta de Gelman fue localizada después de 24 años, y se inició el proceso de restitución de su verdadera identidad. Pero lo más sorprendente fue descubrir que el apropiador de la joven era un amigo personal y hombre de confianza de Sanguinetti, a quien el presidente había puesto como candidato a senador y nombrado jefe de policía del departamento de San José. Quedó así en evidencia que, mientras le negaba a Gelman los hechos que éste denunciaba, y afirmaba no saber nada sobre el paradero de su nieta, Sanguinetti estaba deliberadamente encubriendo a su amigo el apropiador de la joven, y una vez más operando activamente para garantizar el ocultamiento y la impunidad de los responsables de desapariciones, ejecuciones y torturas, a los que defendió y protegió a cualquier precio durante 20 años.
Las organizaciones que, como SERPAJ, durante décadas hemos trabajado por hacer cumplir y respetar el derecho internacional de los derechos humanos en nuestros países, porque estamos convencidas que es condición insoslayable para una verdadera democracia, consideramos que el Sr. Julio Sanguinetti no reúne los requisitos éticos para presidir el Consejo de una universidad cuya finalidad es formar a las generaciones jóvenes para que impregnen las políticas públicas, los Estados nacionales y las relaciones internacionales con los valores de la paz y los derechos humanos.
Esperamos entonces que la UPAZ revisará esta designación y buscará una persona acorde con estos principios para presidir el Consejo.
Montevideo, 24 de agosto de 2007
Adolfo Pérez Esquivel - Presidente Honorario SERPAJ América Latina
Ana Juanche Molina - Coordinadora Latinoamericana SERPAJ - AL
Guillermo Payssé - Coordinador Nacional - SERPAJ Uruguay"
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