miércoles, 29 de febrero de 2012

Reflexiones sobre la "no-historia"

La no-historia de Viet-Nam

Re-editado La imagen arriba censurada, justo de eso se trata la "no-historia", patético!

Aniversarios de la 'no-historia'
Por Noam Chomsky


(extractos)

Los aniversarios no conmemorados dicen tanto acerca de nuestra narrativa nacional como aquellos que reconocemos.

George Orwell acuñó el término "no-persona" para criaturas a las que se les niega el status de persona porque no se atienen a la doctrina estatal. Podemos añadir el término "no-historia" para referirnos al destino de las no-personas, borradas de la historia por razones similares.


La no-historia de las no-personas queda ilustrada con el destino de los aniversarios. Los importantes suelen conmemorarse, con la debida solemnidad cuando es preciso: por ejemplo, Pearl Harbor. Algunos no se conmemoran y podemos aprender mucho sobre nosotros mismos rescatándolos de la no-historia.


Ahora mismo dejamos de conmemorar un suceso de gran significado humano: el 50º aniversario de la decisión del Presidente Kennedy de lanzar la invasión directa de Vietnam del Sur, que pronto se convertiría en el crimen más agresivo desde la Segunda Guerra Mundial.


Kennedy ordenó a las fuerzas aéreas estadounidenses el bombardeo de Vietnam del Sur (en Febrero de 1962, cientos de misiones habían partido); autorizó la guerra química para destruir las cosechas de alimentos y someter así a la población rebelde matándola de hambre; y puso en marcha los programas que finalmente arrojaron a millones de campesinos en suburbios urbanos y campos de concentración virtuales, o "aldeas estratégicas". En ellas los campesinos estarían "protegidos" de las guerrillas indígenas a las que, como sabía la administración, los campesinos apoyaban voluntariamente.


Sin revisión o recurso la acusación es caprichosa y normalmente refleja objetivos políticos: en el caso de Mandela para justificar el apoyo del Presidente Reagan a los crímenes del estado del apartheid al defenderse éste de uno de los "más notables grupos terroristas" del mundo: El Congreso Nacional Africano de Mandela.

Mejor consignar todo ello a la no-historia.



 La “no-historia”  es una necesidad de los partidos hegemónicos


por Jorge Zabalza
La “no-historia”  es una necesidad de los partidos hegemónicos que sostienen al poder económico. Se interpreta el pasado en función de los intereses actuales de la partidocracia. Para no aburrir con divagues filosóficos refiero el caso concreto del grupo de ex-guerrilleros devenidos gobernantes a partir de entregar espíritu e ideología a la clase dominante, que practica el olvido y la tergiversación hacia Raúl Sendic y la historia del movimiento guerrillero de los ’60.

Olvido sutil, al homenajear la figura de Raúl cada año, se habla de los problemas de gobierno en lugar de abundar sobre los temas predilectos del homenajeado: la extranjerización de la producción y la concentración de la propiedad de la tierra, la industria y la banca. Olvido no tan sutil al esconder en un cajón de la calle Tristán Narvaja el problema de los cuatro puntos de Raúl (expropiar el latifundio sin indemnizar, estatizar la banca, no pagar la deuda externa y aumento sustancial de salarios y pasividades para achicar la brecha social).
Tergiversación de la concepción del Frente Grande,  rebajándola  y reduciéndola al llamado “progresismo” que favorece la  contrarreforma agraria, la invasión del capital extranjero en la soja, la forestación y la industria frigorífica;  el progresismo de Mujica entregó  la dignidad de la izquierda uruguaya en el Conrad, al establecer un acuerdo implícto para favorecer a los capitales argentinos que termina con la vergonzosa concesión  a Constantini en la Laguna Garzón. En lugar de No Pago, la deuda externa se duplicó en el período que va del 2005 al 2011... todo en nombre del MLN(T) y de Raúl Sendic. Hipocresía PURA. 
La “no-historia” como la denomina Chomsky es al mismo tiempo una  “tergiversación oficial de la historia real”

De ahí la importancia, no siempre considerada importante, de rescatar la naturaleza revolucionaria del pensamiento de Raúl Sendic y de escribir una historia del movimiento guerillero que no sea un cuentito de hadas y un rejuntadero de anécdotas.


Jorge Zabalza
http://youtu.be/swAoch0_HS8
Jorge Zabalza se pregunta: ¿nuestro gobierno de ex-guerrilleros responderá a la invitación de Silvio?

Compas, uno no puede evitar la preguntita del millon de dólares: ¿nuestro gobierno de ex-guerrilleros responderá a la invitación de Silvio? ¿Qué actitud solidaria con el pueblo cubano se tomará? ¿habrá alguna declaracion pública del Presidente repudiando el bloqueo, tan duro con Obama como con los Bush y Reagan?

NO ! seguro que NO. este gobierno que se llena la boca con la patria grande, mantiene la ocupación militar en Haití, decidida y planificada por Washington y ejecutada por ejércitos subordinados al Pentágono aunque estén radicados en Uruguay y Brasil.

Este Presidente que dos por tres lanza "bolazos" medio filosóficos y que visitará próximamente a Obama, reniega del merecido saludo a Fidel Castro y al pueblo cubano; un viaje presidencial a Cuba es una palabra de aliento, pero como se tiene vergüenza del pasado guerrillero, no se hace lo que hasta el reaccionario del Papa está haciendo y en cambio, se recibe a la "gusanas de blanco" para hacer guiñadas a la reacción y al imperio.

"Así va el mundo" dice Traverso y esto es lo que se consiente públicamente con silencio cómplice (aunque en la intimidad y al calor de una copa de vino, se cante a toda voz Guantanamera). Ya es hora de salir del clóset !.

Jorge Zabalza



Invitación de Silvio Rodríguez

Segunda cita
Creo que la Revolución Cubana dignificó a nuestro país y a los cubanos.
Y que el Gobierno Revolucionario ha sido el mejor gobierno de nuestra Historia.
Sí: antes de la Revolución La Habana estaba mucho más pintada, los baches eran raros y uno caminaba calles y calles de tiendas llenas e iluminadas.

Pero, ¿quiénes compraban en aquellas tiendas? ¿Quiénes podían caminar con verdadera libertad por aquellas calles? Por supuesto, los que "tenían con qué" en sus bolsillos. Los demás, a ver vidrieras y a soñar, como mi madre, como nuestra familia, como la mayoría de las familias cubanas.

Por aquellas avenidas fabulosas sólo se paseaban los "ciudadanos respetables", bien considerados en primer lugar por su aspecto.

Los harapientos, los mendigos, casi todos negros, tenían que hacer rodeos, porque cuando un policía los veía en alguna calle "decente", a palos los sacaban de allí.

Esto lo vi con mis propios ojos de niño de 7 u 8 años y lo estuve viendo hasta que cumplí 12, cuando triunfó la Revolución.

En la esquina de mi casa había dos bares, en uno de ellos, a veces, en vez de cenar, nos tomábamos un batido.

En varias ocasiones pasaron marines, cayéndose de borrachos, buscando prostitutas y metiéndose con las mujeres del barrio. A un joven vecino nuestro, que salió a defender a su hermana, lo tiraron al suelo, y cuando llegó la policía ¿con quién creen que cargaron? ¿Con los abusadores? Pues no. A patadas por los fondillos se llevaron a aquel joven universitario que, lógicamente, después se destacaba en las tánganas estudiantiles.

Ahí están las fotos de un marine meando, sentado en la cabeza de la estatua de Martí, en el Parque Central de nuestra Capital.

Eso era Cuba, antes del 59. Al menos así eran las calles de la Centrohabana que yo viví a diario, las del barrio de San Leopoldo, colindante con Dragones y Cayo Hueso. Ahora están destruidas, me desgarra pasar por allí porque es como ver las ruinas de mi propia infancia. Lo canto en "Trovador antiguo". ¿Cómo pudimos llegar a semejante deterioro? Por muchas razones. Mucha culpa nuestra por no haber visto los árboles, embelesados con el bosque, pero culpa también de los que quieren que regresen los marines a vejar la cabeza de Martí.

Estoy de acuerdo en revertir los errores, en desterrar el autoritarismo y en construir una democracia socialista sólida, eficiente, con un funcionamiento siempre perfectible, que se garantice a sí misma. Me niego a renunciar a los derechos fundamentales que la Revolución conquistó para el pueblo. Antes que nada, dignidad y soberanía, y asimismo salud, educación, cultura y una vejez honorable para todos.

Quisiera no tener que enterarme de lo que pasa en mi país por la prensa de afuera, cuyos enfoques aportan no poca confusión. Quisiera que mejoraran muchas cosas que he dicho y otras que no.

Pero, por encima de todo, no quiero que regrese aquella ignominia, aquella miseria, aquella falsedad de partidos políticos que cuando tomaban el poder le entregaban el país al mejor postor.

Todo aquello sucedía al tibio amparo de la Declaración de los Derechos Humanos y de la Constitución de 1940.

La experiencia pre-revolucionaria cubana y la de muchos otros países demuestra lo que importan los derechos humanos en las democracias representativas.

Muchos de los que hoy atacan la Revolución, fueron educados por ella. Profesionales emigrados, que comparan forzadamente las condiciones ideales de "la culta Europa", con la hostigada Cuba.

Otros, más viejos, quizá alguna vez llegaron a "ser algo" gracias a la Revolución y hoy se pavonean como ideólogos pro capitalistas, estudiosos de Leyes e Historia, disfrazados de humildes obreros.

Personalmente, no soporto a los "cambiacasacas" fervorosos; esos arrepentidos, con sus cursitos de marxismo y todo, que eran más papistas que el Papa y ahora son su propio reverso. No les deseo mal, a nadie se lo deseo, pero tanta inconsistencia me revuelve.

La Revolución, como Prometeo (le debo una canción con ese nombre), iluminó a los olvidados. Porque en vez de decirle al pueblo: cree, le dijo: lee.

Por eso, como al héroe mitológico, quieren hacerle pagar su osadía, atándola a una remota cumbre donde un buitre (o un águila imperial) le devore eternamente las entrañas.
Yo no niego los errores y los voluntarismos, pero no sé olvidar la vocación de pueblo de la Revolución, frente a agresiones que han usado todas las armas para herir y matar, así como los más poderosos y sofisticados medios de difusión (y distorsión) de ideas.

Jamás he dicho que el bloqueo tiene toda la culpa de nuestras desgracias. Pero la existencia del bloqueo no nos ha dado nunca la oportunidad de medirnos a nosotros mismos.

A mí me gustaría morir con las responsabilidades de nuestras desdichas bien claritas.

Por eso invito a todos los que aman a Cuba y desean la dignidad de los cubanos, a gritar conmigo ahora, mañana,
en todas partes: ¡Abajo el bloqueo!


Director General: Lázaro Barredo Medina. Director Editorial: Oscar Sánchez Serra.
Granma Internacional Digital: http://www.granma.cu/

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