viernes, 16 de marzo de 2012

Que “por desgracia”, no se resigne a serlo

Gritos Oleo s/madera - 2005


“(…) Cuando el ciclista se aproxima al término de su carrera, llega un momento en que lanza su máquina a toda velocidad: cierra los ojos; no ve más; no puede ya, por ejemplo, ni desviar su máquina, ni tomar en consideración ningún obstáculo del camino… Nuestro pensamiento, cuando nos dejamos llevar excesivamente por una idea sola, se pone en ese estado; y entonces los mejores espíritus razonan de un modo increíble (…)”. (Carlos Vaz Ferreira, el que más leyó “El Bebe” en su juventud).

UNO.- Me consta –nos consta a todas y todos— que en la compleja y matizadísima trama psicológica de la tribu de intención revolucionaria, desdichadamente (también), conocemos el hábito infeliz –con sus nocivas consecuencias-- de confundir crítica o cuestionamiento político, con descalificación personal o grupal fuerte, contundente, muchas veces ladina, injusta e inútil, que suele lanzarse como quien tira mierda al mismo arroyo del cual hay que beber, necesariamente.
Este hábito reproduce como al descuido la clásica y perniciosa mojada de oreja como “técnica” para hacer engranar y sacar de quicio hasta al más tranquilo y bancador de las y los (también) mortales, (también) calentables y (también) vulnerables seres humanos que desde hace más de cuarenta años tratamos de mantenernos a flote en el prolongado naufragio post derrota de un movimiento popular para el que (también) la descalificación fabricada “lógicamente” por la clase dominante y sus escribas y ortibas, fue un ingrediente desmoralizador nada subestimable.
Seguramente la mayoría de nosotros, en grados diversos, ha tenido que pasar por la prueba de sobrevivir política y socialmente, de no desaparecer, de no hacernos humo, de tratar de seguir conduciéndonos positivamente, sin perder horizontes ni principios, esquivando misiles descalificadores no solamente enemigos, sino (también) el “fuego amigo”, además, la mierda “de entrecasa” desparramada graciosamente, esa que suele confundir “lucha ideológica” o “lucha de ideas”, con estupideces, deslealtades y poca franqueza, que lo único que dejan es la exposición al peligro del desánimo y la depresión por provenir desgraciadamente de “nuestras propias filas” (y que nos obligan a ponerle comillas a estas tres palabras, además de tener que ponérselas, alguna que otra vez, a las mismas palabras “compañer@” y “revolucionari@”).
Nadie está hablando de una fantasiosa “revolución cultural” antes de la revolución social que seguramente nos arrastrará a todos por igual, a los que hacemos molde respetuoso y a los que acostumbran a golpear bajo con fastidiosos ataques que, habitualmente, terminan por descalificar al descalificador. Pero algo así como una revolución propia, “de mí mismo”, de mi ser, tiene que haber para que la intención revolucionaria no quede solamente en altisonante e incongruente parloteo sin consecuencias que se reflejen en la práctica social concreta y cuya ausencia, mañana, y hoy mismo, puede colocarnos directa o indirectamente en la contrarevolución.
Algo hay que derrotar en nosotros mismos, en nuestros hábitos, para no terminar siendo lo que no quisimos ser y contra lo cual hasta llegamos a arriesgarlo todo, incluida la vida, la propia, y la de muchas otras compañeras y muchos otros compañeros.
Nadie está pidiéndole imposibles peras al olmo que (también) ha germinado y ha crecido abonado en buena medida por los microrganismos degradados y degradantes de la ideología burguesa, contra los que, en definitiva, con rengueras y todo, se ha rebelado y ha luchado y sigue luchando este olmo defectuoso que somos y en cuya sabia, sin embargo, (también) hemos dejado entrar paulatina y afortunadamente, microorganismos ideológicos distintos y antagónicos, peleados a muerte con las pautas de vida de la burguesía y su metodología fundada en la prepotencia y funcional a lo eminentemente subhumano que hay en la mera elección del vivir de otras y de otros.
Pero sí es al menos justo, pedir(nos) que no multipliquemos al santo pedo los malos hábitos reales, virtualizándolos, convirtiéndolos en impudicia pública, en tablado. No es poco el daño de lo real como para darnos el lujo de dejar pasar así como así su “industrialización ciberespacial”.
Intentemos tan siquiera valernos de la internet para superar lo que en la todos los días, nos cuesta mucho superar, por los motivos que sean. 
Estaría bueno que todos los días y todas las noches --cuando casi involuntariamente entramos a sopesar cómo nos hemos comportado y cómo seguiremos comportándonos en lo cotidiano--, no perdiéramos de vista que la opción por combatir colectivamente la miseria del capitalismo, pasa primero que nada por combatirla en nosotros mismos, por darle batalla sin tregua a los hábitos culturales y sociales que para que no sean nuestra “herencia maldita” --impuesta, arraigada, contumaz, y a veces autotolerada por autocomplacencia conformista--, hay que enfrentarla y derrotarla desde la conciencia y desde un corazón antagónica y frontalmente enemistados con la ética retrógrada que postula que todo es válido en el relacionamiento social humano.
Nadie está libre de tentarse con la descalificación ajena, con la burla, con la pretendida ridiculización, con las baboseadas, las botijeadas y hasta alguna invención rejodida; con algún arrebato de furia verbal adjetivada, o, incluso, con el recurso de la descalificación o la acusación apresurada como reacción o respuesta a la mismísima descalificación motora que despertó nuestra bronca.
Ninguno de nosotros está enteramente libre de lo mismo que cuestionamos; no hay santos ni santificados entre nos (por suerte, ¡dios mío!). Lo que sí hay –y debemos ser humildes para advertirlo y reconocerlo— son (también) conductas sistemáticas, regulares, sostenidas, permanentemente alejadas del chusmerío atomizante y divisionista, que a todos deberían mostrarnos el camino que educa realmente en pensamiento y espíritu revolucionarios; conductas que valen más que mil correos electrónicos o mil discursos, formas de ser que predican como no puede hacerlo la palabra. Militantes así, siembran un ejemplo –un ejemplo revolucionario-- que al menos merecería la atención inteligente de los demás. Y los hay a granel, no nos quepan dudas.

DOS.- No pocas veces he visto gente compañera –compañera, muy querida y muy buena gente-- propiamente llorando de rabia y desazón gracias a la descalificación hecha por quienes en su alma contaban como hermanos; más de una locura irreversible y más de un suicidio en prisión, en el exilio o “en libertad”, fueron fruto del hábito descalificador organizado, que no siempre es ingenuo, pueril o solamente expresión de “cultura de viejas conventilleras”… A veces oculta lo incalificable que descalifica y condena para siempre.

TRES.- No puede moverme ningún ánimo de docencia ni sermoneo ateo; no soy ningún santo a pesar de mi nombre ni tampoco un iluminado por esforzarme en tratar de expresarme escribiendo y de hacerlo lo mejor posible para realmente comunicarme con otras y con otros. Ha habido momentos en que los me mordí la lengua para no responder con ingeniosas soreteadas a bochornosos y nada valerosos picaneos desprovistos totalmente de ingenio, tan siquiera de ironía inteligente, que no venían necesariamente dirigidos a lo personal, aunque sí, ostensiblemente, al escarnio de ideas, ideales y prácticas que pueden (y deben) criticarse, pero no ultrajarse así nomás.
Si puedo y si se puede, prefiero el encare lo más sereno posible, sin esconder la leche, ese que aún con palabras duras, deja abiertas las puertas para la crítica cierta y pone a nuestro alcance la oportunidad de rectificar. Pues lo más jodido de la predisposición al “descalifique” es que, en general, resulta ser el más fuerte estimulante –ida y vuelta-- de la deshonestidad; su antesala triste, pesada y acuciante.
Me salgo de la vaina, sin embargo, por descalificar a los que los descalifican sus propios hechos sistemáticos e ilevantables; me regocijo dándoles duro con la materia prima que ellos mismos y su egoísmo burgués o pequeñoburgués, nos brindan. ¡Son descalificados de por vida por la vida que llevan y cháu!. Se merecen nuestros comentarios re-descalificadores hasta hacernos cagar de la risa, si es posible (aunque también hay límites, por cierto… pero eso es harina de otro costal, creo).

Me mueve a “terciar” en este asunto bien titulado “Por desgracia”, el propósito de que se comprenda que no es poca la militancia que se esfuerza por no contagiarse de estos malos hábitos. Que no es poca la gente que trata de no entrar por ningún aro del egocentrismo o algún ismo de cófrades medievales, y que cada vez es más la gente que evita escuchar, leer o repetir, bolazos que buscan enardecer, que tocan el traste, que ofenden, y que a veces logran, por un rato, que lo nuestro sea casi el mismo “putishow” vacío y decadente de la clase a la que sí le corresponde que sea así por ser precisamente la clase de la decadencia y de la podredumbre sin límites y sin remedio.
No le aconsejaré a nadie, escriba con seudónimo o no, difame soterrada y taimadamente o no, escribiendo, hablando o murmurando, qué hacer con sus malos hábitos si éstos ya no tienen vuelta. Que sepan, nomás, eso: cada vez son más minoría los que pierden el tiempo, el buen humor y hasta las ganas de luchar, tratando de seguirles el raye o de adivinar qué cosas “muy de adentro y de allá lejos”, les corroen el alma al punto de que la pretensión de exponer argumentos, interpretaciones o simples reflexiones, pasa totalmente inadvertida tanto para el que rechaza las ofensas como para el que goza con ellas (que los hay, los hay).

CUATRO.- No coincido con el criterio de que cada cosa escrita que cae, debe ser, sí o sí, difundida. Querría que en todas las usinas de debate e intercambio fraterno que por suerte pululan en el área virtual útil de intención revolucionaria, volviera a la papelera de reciclaje todo lo que parece salido de ella por sus formas y por sus contenidos.
Al menos después de haber trabajado en Reg SA, la empresa de la “hazaña del pluralismo” de los ´80 de Federico Fasano –ahí la tienen, cagando gente una vez más; dejando en la calle y sin una moneda a centenares de trabajadores después de haber desparramado la mierda más reaccionaria sobre “los radicales” del movimiento sindical--, no me cabe, ya, ni la palabra “pluralismo”, me suena a “todo es lo mismo”, a “democratismo”, a supuesta y amplia generosidad al cuete y sin más rumbo y destino que la ambigüedad prima hermana del no comprometerse con nada.
No puedo probarlo, es enteramente subjetivo, pero estoy seguro de que “La Posta”, al igual que las demás usinas compañeras, no publica todo lo que cae en sus ojos (y no por darme bola a mí, necesariamente; o porque sean notas insultantes o algo así). Me imagino disparateos y exabruptos seguramente más grossos que los del petulante que mandó cerrar la boca a lo papi poniéndole la moña a su hija para ir al preescolar; me imagino cosas horribles dichas por no se sabe quiénes, que ojalá sigan bien sepultadas bajo las losas heladas del cementerio ciberespacial de lo absolutamente inútil.
Me imagino, también, que nadie gusta de ponerse en censor, y que a veces nos cuesta discernir espontáneamente entre censura y simple y prudente pudor. Pero trato de no imaginarme otras cosas que (también) operan como la descalificación ligera por vía del prejuicio.

CINCO.- Y como no me gustan los fantasmas ni andar haciendo de tal ni de cazador de tales, comparto con las demás amigas y los demás amigos de la rueda, mi más sincero y consciente deseo de no pudrirla, de bajarla al piso y pisarla fuerte para no meternos más goles en contra sin juez para putear. Que todos nos preguntemos si buena parte de estos percances de hoy no habrán nacido, de pronto, de un mal saludo o una “distracción” que nos pegó en el forro o en la pelvis, ayer, anteayer, hace un año o muchísimo tiempo de un tiempo en el que de pronto nuestra única comunicación terminó siendo ésta, la virtual, la bienvenida, la re-rápida y al alcance de los dedos, pero que no sustituye nada de lo otro, de lo real y palpable, de lo que se desenvuelve al calor de los cuerpos y las almas y que a veces es nada más que un abrazo sin tensión o una sencillita mirada compañera y cómplice a la vuelta de la esquina o a los costados de una mesa de discusión.
Es como que a veces hiciera falta un “Tiro al aire”, un “Bala perdida” (suiza o no), un cabezudo que esconde el rostro, un choque infeliz provocado por algún bocabierta que se nos cruza regalado, para que la pasión nos alerte y nos ponga en guardia haciéndonos ver, de pronto, que nosotros ya venimos tensionados, que nos pesan cosas que pasan adentro nuestro y no las hemos soltado, que joden el “adentro nuestro” colectivo, que existe y del que somos parte aún si decidiéramos vivir metidos en la cueva cibernética o alguna otra más real y aireada.

¿Enfoque salomónico?. ¿Por qué no?... De pronto sirve para que un buen debate, un debate de ideas –no una carnicería--, nos permita tentar respuestas aproximadas y relativas, muy relativas y seguramente muy subjetivas, pero de intención revolucionaria, sobre nuestras dificultades para avanzar en cosas que ni siquiera les llamo “unidad”; apenas “compañerismo” elemental, diría.

Gabriel –Saracho—Carbajales, 16 de Marzo de 2012.-

Ver el hilo:


Estimada Gente:
Cómo en todas las cosas de la vida , se me ocurre, ha llegado el momento de "cerrar" el espacio que "parasitan" los "tiros suizos" o pegar un salto de calidad y tomar las precauciones necesarias para que un montón de personas , de Compañeros , no nos quedemos sin la opinión y sin las capacidades que demuestran Compañeros a la hora de transmitir....tomo por caso a la Compañera Verónika o a Jorge..
.Desarticular con argumentos , con postura política y con altura los hechos puntuales a los que nos han llevado un montón de personas (ayer "compañeros" ) va a significar el trabajo de gente que piense , de gente que escriba y se manifieste, de gente que ayude a pensar y de gente que ayude a pasar el mensaje....
A priori digo que he aprendido a no "tragarme la pastilla" fácilmente , que , como cualquier hijo de vecino, puedo equivocarme....pero también sé que cuento con elementos cómo para saber que no ha habido mala intención en la "Posta" .....
Acuerdo total y completamente con los Compañeros que reclaman que de ninguna manera , y sobre todo en nombre de ninguna falsa pluralidad , los "tiros suizos" puedan seguir participando con total impunidad.....de ahí es que pienso que llegó el momento de dar el salto de calidad y poner este espacio al servicio cierto de los que pretenden, pretendemos, que el proceso uruguayo retome el camino que nunca debió abandonar.
Creo que es uno de los pocos casos en lo que acuerdo con aquello de que "la casa se reserva el derecho de admisión...."
Con el compromiso de siempre, aquel abrazo

WALTER CASTILLO
- postaporteñ@ 728 - 2012-03-15


QUE PASA


Hola cumpas; ¿qué pasa que la posta admite las lamentables opiniones de estos mamarrachos que  discriminan a las mujeres  haciéndolas callar?
¿Qué pasa?, justo en el mes de la mujer. En esta fecha que nos recuerda como los dueños de una fábrica textil en los Estados Unidos prendieron fuego a un montón de mujeres trabajadoras que reclamaban lo que les correspondía.
Demostrando su ineptitud y su incapacidad de  resolver el problema. Apelando a una resolución terriblemente cobarde como fue la de prender fuego a las trabajadoras.
Qué lamentable decisión la de los que no pudiendo responder con medidas razonables, lo han hecho con medidas reprochables.
Frente a las opiniones de alguien que se hace llamar "Tiro Suizo" yo me pregunto ¿qué te pasa chabón? ¿No te alcanzan los huevos para decir quién sos? oh, oh, oh, lo siento.
Te cuento: el hotel denominado "tiro suizo" era un lugar totalmente facho, ¿vos sos igual?
Vayamos lentamente; las opiniones de Verónica son producto  de una mujer que tiene muy claro lo que piensa. Y en este sentido yo digo; cómo hace cada uno? se pone favor de quienes cree que son los que tienen la  razón.
Por mi parte digo que yo no sé si estoy de acuerdo con lo expresado por Verónica, pero si sé que su opinión y el criterio reflejado es totalmente creíble y aceptable y que nadie puede decir los disparates que dice este fenómeno denominado "tiro suizo" y lo que es peor que loa cumpas de la posta le permitan humillar y minimizar las opiniones de una compañera a la que todos y todas conocemos
Marcia
Para los que no estén al tanto yo soy Marcia Rodríguez Otegui, una cumpa conocida


 

 Ver además:

El Muerto |||: Por desgracia

 

 

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