El nuevo sistema Bantotal costó 100.345.414 dólares al BROU
Sin descanso
Persisten más de mil fallos en la nueva plataforma informática del BROU.
Las serias dificultades por la implantación de la plataforma Bantotal fueron detectadas por las gerencias del Brou en octubre de 2014. Se pagaron otros 10 millones de dólares para evitar lo que finalmente sucedió.
Al comenzar la tercera semana de implantación de la nueva plataforma informática para el Core financiero, el Banco República registraba más de 1.200 fallos, algunos, graves, que implicaron pérdidas para los clientes, otros, que costaron a la propia institución; algunos, incómodos, que se reiteraban, otros, irritantes, por las molestias y retrasos que ocasionaban, y aquellos que, una vez corregidos, volvían a concretarse (véase en recuadro una lista tentativa de las principales fallas). La operativa del Brou sigue siendo caótica, por más que se verifica un esfuerzo importante para enfrentar los problemas, en algunos casos apelando a soluciones artesanales, es decir, haciendo las tareas “a mano”, arreglos hechos en el sistema viejo que convive con Bantotal.
El punto crítico que hubiera significado el derrumbe, el pago de sueldos y pasividades, logró superarse pese a algunos retrasos y dificultades, cuando a las 9 de la mañana del miércoles 1 se procedió a cargar las órdenes de pago; pero una porción sustancial de las 350 mil jubilaciones y pensiones que pagan por Brou fue procesada con el sistema viejo. Al promediar la semana, los responsables del Brou y los técnicos de De Larrobla y Asociados y de Ibm Uruguay ya admitían que la aplicación del nuevo sistema, la plataforma llamada Bantotal, no tiene retorno, es decir, no se puede regresar al punto de partida (fechado en marzo de 2014) para intentar una alternativa. La única opción es ir progresivamente resolviendo los problemas que se van acumulando con su implantación, algunos que ni siquiera fueron previstos durante el largo proceso de estudio y planificación. Ciertos fallos, que en la jerga se denominan “tiques”, resultan inevitables porque la plataforma, que De Larrobla y Genexus comenzaron a elaborar en fechas tan tempranas como 2009, no soporta las dimensiones y complejidades de la red operativa del Brou; otros, al parecer, surgieron porque las adaptaciones fueron inadecuadas. Es posible que, mediante una serie de “actualizaciones”, finalmente Bantotal pueda reducir los fallos, pero llevará tiempo y supondrá nuevos gastos, cuya suma se va alejando de aquellos 92 millones de dólares iniciales.
En diciembre de 2016, después de dos años de trabajo de los técnicos de De Larrobla y de Ibm, el costo de Bantotal había trepado a 100.345.414 dólares, y en ese momento se produjo una renegociación de los contratos que se habían firmado en diciembre de 2013. Entonces las gerencias técnicas advertían sobre la “obsolescencia tecnológica de la plataforma actual (Sistema Financiero Bancario), reflejada en la precariedad de su soporte y la imposibilidad de atender adecuadamente las demandas de los nuevos requerimientos comerciales”. La contratación directa de la dupla Ibm-De Larrobla supuestamente iba a superar aquella precariedad. Pero 30 meses después, la Gerencia de Tecnología alertaba sobre la necesidad imperiosa de renegociar los contratos porque “se verificaron dificultades en la ejecución del proyecto, que pusieron en riesgo los objetivos de este, dificultades que se originaron en la propia complejidad del proyecto, la adaptación de las partes (Banco, Ibm y De Larrobla y Asociados), las debilidades en las capacidades de los proveedores y la existencia de circunstancias supervivientes e imprevisibles (impacto de la ley 19.210, del 29-IV-14, de inclusión financiera)”.
Aunque algunas medidas fueron positivas, la gerencia confesaba que “no pudieron revertir los impactos sobre cronogramas del proyecto y ciertas debilidades persistentes en los proveedores, en particular la capacidad de Ibm de ejecutar las especificaciones funcionales y aspectos vinculados con la metodología de trabajo de De Larrobla y Asociados”. Es decir, en diciembre de 2016 ya se percibían las dificultades que aparecerían en 2018, y también la trampa que implicaba: “La decisión de renegociar las condiciones se tomó bajo el entendimiento de que, si bien los proveedores presentaban debilidades en sus servicios, remplazar a cualquiera de ellos conllevaría escenarios de altos esfuerzos de administración y mayores costos, así como de alto riesgo de extensión de los plazos totales del proyecto, y, por ende, un alto riesgo en la continuidad operativa del banco (por la obsolescencia de la plataforma Sfb)”. La solución, por tanto, consistió en abonar otros 10 millones de dólares a cargo del rubro “imprevistos”.
Tanto los contratos de 2014 como la renegociación de 2016 revelaban dos aspectos peculiares: uno fue la aplicación de un criterio de contratación directa, fundamentada en un criterio de secreto. “Existen circunstancias que exigen que la operación debe mantenerse en secreto ya que se torna desaconsejable la promoción de un proceso licitatorio de carácter abierto atendiendo a la naturaleza de la información que en el marco del mismo debe brindarse a las empresas interesadas en participar”; no queda claro por qué ese riesgo no corría para Ibm y De Larrobla y sus asociados, Genexus, Artech, etcétera. La licitación, se afirmó, podría “exponer la casi totalidad de los procesos del banco, incluyendo ventajas competitivas, así como eventuales debilidades del organismo en materia tecnológica y comercial, susceptibles de ser utilizadas por la competencia”.
La otra peculiaridad refiere a uno de los argumentos que justificaban el cambio de la plataforma. En los considerandos del decreto firmado por el entonces presidente José Mujica para declarar de interés nacional el proyecto Core del Brou (que implicaba, claro, exoneraciones fiscales), se afirma “que dicho emprendimiento permitirá al Brou renovar sus sistemas informáticos para poder adecuarse a las nuevas tecnologías, y en particular a la instrumentación de la ley de inclusión financiera”. Dicho de otra manera: el cometido de Bantotal era modernizar la tecnología para que pudiera aplicarse la inclusión financiera demandada por organismos internacionales. Pero, en octubre de 2016, la renegociación del proyecto se atribuyó a “las debilidades en las capacidades de los proveedores y la existencia de circunstancias supervivientes e imprevisibles (impacto de la ley de inclusión financiera)”. El argumento conlleva una contradicción porque no podía ser imprevisible la inclusión financiera que justificó la contratación directa. Una contradicción de 110 millones de dólares.
A prueba de fallos
La enumeración de los fallos que se produjeron en el Brou a raíz de la implantación de la nueva plataforma llamada Bantotal puede resultar tediosa. Se consignan sólo algunos de los 1.200 “tiques” registrados desde el lunes 16 de julio, algunos de los cuales (casi quinientos) siguen “abiertos” (es decir, no solucionados) y más de cincuenta fueron calificados de “críticos”.Cerca de 10 mil clientes que figuran como apoderados y ordenadores de cuentas corrientes, plazos fijos y cajas de ahorro no migraron de los antiguos registros a Bantotal.
Hubo préstamos liquidados y no acreditados en ningún lado; tuvieron que ser regularizados uno a uno.
Hubo cuentas corrientes que quedaron sin fondos porque no funcionó la carta orden que habilita a compensar con fondos de otras cuentas.
Se cobró Iva a los sobregiros de cuentas corrientes, aunque éstas están exoneradas.
No funciona la solicitud de chequeras por canales.
Las buzoneras funcionan intermitentemente.
Las transferencias de e-brou no mostraban ni remitente ni asunto, y aunque se efectuaba la transferencia, la pantalla anunciaba que no se había completado la operación; en algunos casos, los clientes duplicaron la transferencia.
Durante varios días no se pudieron hacer las adhesiones a Bps ni a Dgi de modo que el cliente no podía pagar.
El sistema de pagos interbancarios (que funciona sólo por Internet para bancos privados en territorio nacional) rechazaba las operaciones por “error”. Quedaron suspendidas varios días y sin la posibilidad de acceder al dinero.
Se produjeron retrasos en la acreditación de depósitos.
Hubo operaciones en cajeros automáticos (retiros de las cuentas que fueron duplicadas por el sistema. Aún no han devuelto ese dinero porque el sistema no prevé cómo hacerlo).
No funciona la activación de cuentas inmovilizadas.
Hubo fallas en la aplicación de los débitos automáticos; los pagos de servicios (Caja de Profesionales, Dgi, Bps, Antel, Ute, Ose, todos con sus respectivos vencimientos) daban error. El dinero era debitado de la cuenta, acreditado correctamente al ente o a la cuenta de la transferencia, pero el usuario veía la operación como rechazada. Se recibieron miles de llamadas porque el dinero no estaba ni en la cuenta ni acreditado al servicio correspondiente.
El sistema no habilita nuevos adelantos sobre sueldos; sólo funcionan los que ya estaban vigentes.
No funciona la apertura de ahorro en sueldos.
En algunos casos, se duplicaron depósitos.
Las devoluciones de Dgi no se pudieron hacer en tiempo y forma. En algunos casos, el cliente optó por Abitab.
Se duplicaron pagos a tarjetas; después se devolvieron las duplicaciones, pero en algunos casos se devolvió dinero que no se había duplicado.
Los saldos de plazos fijos en unidades indexadas aparecen en pesos y con una cotización que no es la del día.
Hay cuentas de clientes del Brou que no aparecen en Bantotal, y también clientes que no migraron.
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