Por Sergio Sommaruga
“Ponciano señala que cuando le tocaba torturar personas se imaginaba que la persona era su padre y los hacía sufrir con más ganas; como él nos hizo sufrir a nosotros”.
Ponciano es uno de los tantos narcos mexicanos que entrevistó la investigadora Karina García Reyes en su estudio para tratar de entender porque los jóvenes ingresan al salvaje mundo del narco.
Tras escarbar profundo, García Reyes encontró lo mismo que está en la superficie, pero que nos enseñan a no ver.
Ni monstruo ni víctima.
Todos y cada uno de los jóvenes sicarios son herederos del desamparo. Son los hijos perfectos de la exclusión social, el abandono afectivo y el empobrecimiento cultural.
Todos vienen del hambre.
Del hambre de pan y de cariño.
Todos vienen de la pobreza profunda y de un padre violento y alcohólico, que les pegaba hasta dejarles el dolor tatuado.
Si. La imagen fantasmal que persigue a Ponciano y atiza su crueldad, viene de la memoria torturada de su niñez.
Así de perfecto y jodido es el sistema capitalista.
Tira la piedra y esconde la mano.
No hay monstruo ni víctima, porque esencialmente el problema no es individual, es sistémico.
En América Latina el capitalismo fabrica por millones a los “Ponciano”, para sacrificarlos sin culpa en el altar de la cárcel o la muerte.
Mientras los Ponciano no dejan de nacer y morir con la fuerza bruta del que no pide permiso, el 1% más rico de la sociedad sigue siendo cada vez más rico, más poderoso y más dueño del circo.
Esa es nuestra pandemia estructural. La tragedia continuada de América latina.
Urge dejar dejar de ver con los ojos del opresor, de escuchar con los oídos de los de arriba, y de hablar con las palabras del 1% mas rico.
Urge la conciencia de clase y el amor revolucionario.
Urge luchar con todas nuestras fuerzas e ingenio contra el neoliberalismo y la desigualdad, contra la política económica del gobierno y el ajuste, contra el desempleo y las privatizaciones.
Ésta no sólo es una lucha política.
Es un lucha por la vida
Urge saber que si no cambiamos todo, no dejarán nacer Poncianos entre los nuevos 50 millones de pobres que dejará la pandemia en América Latina, que se sumarán a los 190 millones que ya sufren a diario la pobreza y la exclusión social.
Así funciona el capitalismo.
Hay que cambiar todo lo que tenga que ser cambiado.
Hasta que la dignidad se haga costumbre!
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