martes, 15 de septiembre de 2009

Las visiones filosóficas del Pepe

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“TENGO EL defecto de decir
lo que pienso y a veces me cuesta dolores de cabeza.
A los tres o cuatro días de salir de la cárcel, dije un discurso en el que afirmé que no creía en ninguna forma de justicia humana.
¡Pa´ qué! Me dijeron de todo. Hasta hoy lo creo.
El ser humano, para poder convivir en sociedad, tuvo que inventar la Justicia porque, si no, sería la ley del Talión. Pero eso de la imagen de la Justicia, una vieja con unos platillos de la balanza... ¡Yo qué sé! Es cierto que necesitamos algo que transé, que nos juzgue”, afirma el candidato del Frente Amplio a la Presidencia de la República, el ex tupamaro hoy arrepentido, Senador José Mujica.
-“Usted también dijo que no cree en los militares viejos presos”; le pregunta el periodista de La Nación, de Argentina, y el ex de todo, responde:
- “Sí, yo no quiero tener viejos presos. Viejos de 75, 80 años... Pero no sólo los militares, ningún preso a esa edad. Hay algunos viejos que están ahí presos, que Dios me libre...”
- “¿Y cómo se saldan esas cuentas del pasado en materia de derechos humanos?”, insiste el periodista.
Y Mujica responde: -“No sé. Entiéndame: soy un hombre que estuvo mucho preso. Mi punto de vista puede estar viciado por conocimiento de causa”. Y ante la disyuntiva de seguir investigando o poner un punto final, afirma: “Yo quiero saber la verdad, pero en la Justicia no creo un carajo.”
-“¿Y cómo se llega a esa verdad, entonces, si no es a través de la Justicia?”, le pregunta la Nación, y Mujica contesta:
-“En lo personal, he pensado: si me dicen la verdad, te conmuto la pena. Si lo que me interesa es la verdad. Pero, ¿las sociedades se bancan eso? Porque la Justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió. Y tengo la conciencia de que lo que pasé no me lo va a devolver nadie. Tengo que cargar con eso como una mochila, una cicatriz, como si uno hubiera tenido un accidente, una enfermedad”.
Es claro, clarísimo. Durante el primer gobierno del Frente Amplio, hubo un pacto entre el gobierno y los milicos, que fue denunciado por el Cnel. Gilberto Vázquez, tras entregarse a la policía. Desde el gobierno no se pudo levantar la mentira. El pacto era simple el juzgamiento de los “más pesados”, una pena de ocho años para ellos, a cumplir en una cárcel “vip”, construída especialmente para ellos en medio de un cuartel, contrastando con la situación de hacinamiento y violación de los derechos humanos de los presos comunes, y en principio la no extradición a la Argentina, donde si deberían cumplir una pena en cárcel común y sin privilegios.
¿A cambio de qué? De que no se investigara.
Por último, un día del “punto final”, del “gran abrazo”, que se intentó de imponer el 19 de junio, el día del Natalicio de Artigas.
La segunda parte del pacto, es evidente que vendía en un segundo gobierno del Frente Amplio, y con Mujica como Presidente: la liberación de los torturadores.

Las visiones filosóficas de El PoTrillo




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