sábado, 28 de agosto de 2010

El tractor


A LA SOMBRA DE UN GIGANTE

Su vasta y noble existencia /Tiene laureados destaques

Y ya no hay nada que opaque / Su espíritu de grandeza

Continuamos publicando los relatos sobre Raúl Sendic Antonaccio, que nosotros con la conformidad, de su autor Ricardo, titulamos como para identificarlos "A LA SOMBRA DE UN GIGANTE", sin otro deseo que poner un título a relatos de un Sendic no tan conocido.

Se nos ha hecho una observación, por un querido cumpa, de que Sendic, lejos estaba de que lo reconocieran como un grande y que lo de poner gigante era un hecho emocional, ya que el Bebe, tenía desde sus inicios con los Peludos, una actitud en hacer esfuerzos en no aceptar liderazgos rápidos , y sobre todo en lo que siempre repetía " Deben aprender a dirigirse ustedes mismos" y si, esta era su verdadera concepción política filosófica, que nos hace recordar al Orejano :...

"Porque no me enyenan con cuatro mentiras / Los maracanases que vienen del pueblo / A elogiar divisas ya desmerecidas

Y hacernos promesas que nunca cumpliero"

Este es el Sendic, verdadero también, es el que hace el esfuerzo por que se diríjan los Peludos por sí mismos, sin depender de dirigentes, de partidos políticos y nada.

Con el paso de los años, desde su muerte, y al leer los relatos, es imposible escapar al hecho emocional, al nudo en la garganta, y para algunos , que se le llenen los ojos de lágrimas y viendo lo que es hoy, su figura ausente de la política de los políticos, pero no de ningún rancho de cualquier rincón del país , donde nos guste o no , se lo venera y es infaltable su foto en la pared o en el único mueble que acompaña a sus moradores, y la verdad es esa; y bien, como decía otro peludo veterano " en ningún velorio se vio a los Peludos llorando y haciendo guardia como cuando se despidió al Bebe"; si estamos como estamos pero sin duda, a la sombra de un hecho político gigante: SENDIC... y a esa sombra muchos nos sentíamos mas seguros ; los dejamos para que lean

" POR LA TIERRA de SENDIC "...

salú posta porteña

EL TRACTOR

Es muy conocido que Raúl hablaba poco. En la última etapa hablaba menos todavía.

Tenía mucha dificultad para hacerlo. Quizás le doliera la mandíbula, aunque nunca lo sentí quejarse.

Pero después de dos o tres frases, hacía como una pausa bastante prolongada.

Cuando viajábamos, yo respetaba mucho sus silencios. Creo que él apreciaba eso.

Aún en viajes bastante largos, nunca le interesó escuchar música u otra cosa.

Se concentraba en el camino, del que no quitaba la vista. Por momentos, sacaba una libretita en la que anotaba con su letra chiquita alguna cosa. Y seguía mirando el camino.

Pero un día las cosas fueron diferentes.

Desde Montes hasta la chacra de Atlántida, a 20 kilómetros por hora, cinchando un tractor que le habían regalado, habló de buena gana lo que le gustaría hacer.

Pero empecemos por el principio.

Atender la puerta en Ejido, era toda una tarea. Todo el tiempo llegaba gente.

A él no le gustaba que nadie esperara, por lo que aunque estuviera ocupado los atendía siempre, ya sea para decirle cuanto tardaría o que viniese en otra oportunidad.

Nadie se iba sin respuesta.

Un día vino un amigo de los de antes, que hacía muchos años que estaba en el exterior. Cuando supo que le habían prestado una chacra en Atlántida, le ofreció un tractor que él tenía; pero le aclaró que hacía años que no se prendía, por lo que tenía que ir con un mecánico por las dudas.

Consiguió un compañero que entendía de esas cosas. Salimos al amanecer de Ejido, y pasamos a buscar al compañero.

Apenas subí, Raúl ya sacó el tema:

-¿Trajiste un gato grande para levantar el tractor?

-Sí, -le contestó éste.

-¿Y aceite para echarle a los pistones?

El compañero le preguntó riendo:

¿Y vos como sabés que hay que levantar una rueda y echarle aceite en los pistones?

-Porque anoche estuve leyendo algo sobre eso, ¡por las dudas! Hay cada mecánico burro por ahí, que hay que cubrirse.

Grandes risas de todos El estaba muy alegre.

Llegamos a Montes y en seguida nos abocamos a la tarea. El tractor era bastante nuevo, y estaba bajo un techito. Pero apenas lo abrimos vimos que estaba todo oxidado.

Destapamos la tapa, y levantamos una rueda. Echamos aceite en los cilindros e intentamos girar la rueda. ¡Con qué! Seguimos intentándolo hasta que logramos hacerlo.

Trabajamos dos o tres horas. Después le pusimos batería e intentamos hacerlo arrancar.

No hubo suerte.

Decidimos engancharlo a la camioneta y arrastrarlo hasta la carretera que tenía una bajada grande. Como el día anterior había llovido, la camioneta patinaba, por lo que le dije a Raúl que empujara para ayudarla. Cuando estuvo en posición, empujando desde la parte izquierda de la camioneta, me grita: ¡Dale!

Así lo hice. La camioneta empezó a avanzar apenas, coleando bastante en el pasto mojado, cuando me da por mirar por el espejo retrovisor y ¿qué veo?

¡A Raúl totalmente tapado del barro que tiraban las ruedas de mi camioneta!

Medio intenté parar, pero siento que me grita: ¡No parés que ya sale! Yo seguí, pero pensando: ¡que calentura debe tener el "viejo"!

Continuamos y por fin llegamos a la carretera que era de asfalto.

Paré y fui enseguida a ver a Raúl, pensando encontrarlo a las puteadas. Se estaba sacudiendo el barro como podía, y ¡se estaba riendo! Cuando me acerco me dice:

-¡Esto es lo mío! ¡Como me gustan estas cosas!

Seguimos trabajando, pero no pudimos hacerlo arrancar. Cuando lo hacía era en tres cilindros. El trabajo empezó a hacerse muy agradable, porque Raúl estaba muy alegre. Hacía chistes sobre todo y se burlaba de él mismo por la mugre que tenía.

Se había reencontrado con una vieja amiga: la tierra.

Yo le hice una broma que festejó mucho:

-Hoy cambiamos la consigna Raúl: "Por la tierra de Sendic".

Decidimos llevar el tractor de tiro hasta la chacra. Apenas nos pusimos en marcha, empezó a hablar de todo un poco hasta que llegó a tema que lo motivaba.

-Si pudiera, dejo todo y me voy a una chacra.

-¿A una chacra? ¿Y qué vas a hacer en una chacra?

Su respuesta me sorprendió bastante: era como si hablara para sí, como si estuviera reflexionando. Me di cuenta que lo tenía bien pensado.

-Mirá, lo primero es presentarme a los vecinos. Elijo una hora que estén descansando, y conversamos un poco de todo. Lo primero es preguntarle cómo trabajan ellos.

A la gente de campo le gusta explicar. Pedirle consejo también es importante.

Que puedo plantar y que no. Ofrecerse para dar una mano en alguna cosecha, "así de paso aprendo".

Pero lo más importante es escuchar. Cuando escuchás, la gente se siente respetada.

Te aseguro que en un año, estoy haciendo reuniones con vecinos de dos leguas a la redonda. Cuando la gente comprueba que trabajar juntos da resultados, le empieza a tomar el gustito a la cooperativa. Y de ahí a hacer un Movimiento Agrario es un ratito.

Todo el trayecto habló. Parecía que la tierra que aún tenía en la cara y todo el cuerpo lo inspirara, tal vez diciéndole: ¡no te olvides de mí!

Porque Raúl Sendic tenía un pacto secreto con la tierra.

Para él era algo sagrado.

Algo no negociable.

Algo digno de todos sus esfuerzos.

Ricardo Infante Caminal

postaporteñ@_____________________________________





Ver ademas:
A la sombra de un gigante
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