por Gabriel –Saracho- Carbajales,
24 de enero de 2014, Montevideo.-
Un bien social que tampoco se vende, y que se defiende…
Fundamentos
para considerar inconveniente, para posponer o para impulsar un plebiscito concebido
con la idea de frenar el saqueo de nuestros recursos naturales vía reforma constitucional,
hay a montones y todos pueden ser considerados válidos y respetables –y discutibles,
por supuesto-, especialmente si existe la voluntad colectiva de sumar y sintetizar
fuerzas y esfuerzos en una resistencia popular demasiado debilitada y resentida
ya por larguísimos años de fragmentación y división, taimada e interesadamente
estimulados por sectores que han hecho abandono por completo de su autoproclamado
compromiso con el pueblo trabajador y la soberanía nacional.
Pero para
lo que no hay –ni podrá haber jamás- fundamentos ni válidos ni respetables al
menos entre quienes hemos querido hacer de la cohesión popular un “bien social”
tan querible y defendible como los mismos “bienes naturales”, es para emprenderse
acciones políticas unilaterales o “vanguardistas”, que de hecho siembren confusión
y desorientación, trasmitiéndose señales o mensajes explícitos o implícitos que
objetivamente multiplican y acentúan la fragmentación y la dispersión,
contribuyéndose con un debilitamiento que es en definitiva la clave a superar
para estar en condiciones, si no de luchar por nuevas conquistas populares y
transformaciones sociales profundas, sí al menos de hacerlo procurando
obstaculizar lo más posible una estrategia pro imperial y global, que por
cierto no se limita al despojo económico y el daño ambiental de nuestros
territorios.
Con cada
nueva ofensiva de las corporaciones multinacionales asistidas localmente por
co-gobiernos decididamente comprometidos con el saqueo extractivista y otros no
menos perjudiciales –se trate de Aratirí y su regasificadora, o cualquier otro
atropello-, se procura ahondar la división del campo popular como aspecto complementario
fundamental de esa estrategia en lo económico. Cada nuevo traspié del pueblo,
cada agravamiento de sus rengueras, lo aleja de la resistencia al saqueo, pero
también lo aleja, es obvio, de su natural e ineludible horizonte de emancipación
y rompimiento definitivo con los lazos de dependencia respecto a los buitres de
la gran burguesía monopólica y su “dios mercado”.
En
setiembre de 2012, a instancias de una propuesta de impulsar un plebiscito de
alcance nacional prohibiéndose la megaminería –hecha por vecinas y vecinos
organizados de Tacuarembó-, surgió en suelo tacuaremboense algo inédito,
verdaderamente histórico y largamente buscado desde por lo menos el medio siglo
XX: la articulación, humilde pero prometedora, de decenas de organizaciones
sociales del campo y la ciudad –del Interior y de la capital- comprometidas en
la defensa de la tierra, el agua y los bienes naturales, reconociéndose en esta
defensa popular común un poderoso sentimiento de fraternidad y una poderosa razón
para amalgamarnos y luchar lo más JUNTOS posible.
Fue un
nacimiento bastante paradójico, pues sus impulsores de “tierra adentro” se encontraron
con -y se plegaron a él- un consenso franco y respetuoso en el sentido de considerar
inoportuno el llamado a plebiscito, por diversas razones expuestas a lo largo
del debate. Este nacimiento fue también el de una aspiración y una voluntad
para nada caprichosas: decidir por consenso, caminar consensuadamente, acertar
o equivocarnos, POR CONSENSO.
O sea: no
por votaciones que deriven en una “disciplina” o “acatamiento”, sino por
acuerdos colectivos conscientemente buscados, a sabiendas de que consensuar no
es lo mismo que decidir por unanimidad y a sabiendas de que consensuar/acordar
hoy algo, no es lo mismo que definir cosas como si fuesen inmodificables y
definitivas hasta el final de los tiempos. Nada de eso: la Asamblea Nacional
Permanente en Defensa de la Tierra, el Agua y los Bienes Naturales, nació al
fin de cuentas de la NECESIDAD DE INTENTAR ROMPER CON VIEJOS ESQUEMAS DE SEPARACIÓN
ENTRE LA LUCHA URBANA Y LA LUCHA RURAL O SEMIRURAL, Y, CON IDÉNTICA
CONSCIENCIA, DE COMBATIR LA FRAGMENTACIÓN Y LA DIVISIÓN DEL MOVIMIENTO POPULAR
QUE OPERAN COMO FRENO Y NEUTRALIZACIÓN DE RIQUÍSIMAS POTENCIALIDADES DE RESISTENCIA
Y LUCHA A NIVEL NACIONAL.
Lo que
hoy está planteado, no es una “polémica” entre si plebiscito sí o plebiscito
no. Hay un hecho consumado impulsado unilateralmente por una parte de quienes
expresaron compartir el espíritu con que nació la ANP; y hay un número importante
de colectivos y personas comprometidas en la lucha antisaqueo en el sentido más
amplio, que ya no discuten u objetan la oportunidad o no del plebiscito.
Hay otra
cosa: hay una METODOLOGÍA COLECTIVA identificable con la actitud de la gente
organizada de Tacuarembó. Una FIOLOSOFÍA que trasciende los detalles o los
aspectos puntuales de cómo luchar o resistir… Y hay OTRA METODOLOGÍA, opuesta,
decidida a avanzar (¿?) al margen del espíritu y las fuerzas surgidas bajo el
sol tacuaremboense, que no supieron o no quisieron CONSENSUAR con otra gente –reconsiderando
lo decidido en setiembre del 12 y reafirmado posteriormente- UNA INICIATIVA QUE
NO ES LA QUE SOSTUVIERON EN EL AÑO 2012 (más allá de la formalidad de si
seguían o no en la ANP, que muchos de ellos sí siguieron o nos dijeron que
seguían).
No se
trata de una “polémica” –ni siquiera de una polémica estéril-, pero sí del
contraste entre metodologías distintas y encontradas, y, también, de dos
maneras de asumir un compromiso que va más allá de un plebiscito ganado o perdido
o de cuánto fueron creciendo el par de marchas anuales contra el saqueo y otras
movidas en el mismo sentido, que es en realidad lo más que ha podido hacerse
hasta ahora, pero no lo único que podremos hacer.
Darnos
por conformes con bien intencionadas exhortaciones a plegarnos como sea a la
recolección de firmas tal como la cuestión está planteada, equivale a no
disponernos jamás a ponerle freno a aquello que nace mal parido. Equivale a
barrer debajo de la alfombra, de nuevo y, en esta oportunidad, a transitar una
aventura de cuyos resultados ni el santo de los milagros puede predecir sus
posibles connotaciones para una lucha que ni es solamente contra el saqueo
minero, ni tampoco contra un gobierno pasajero que será muy bien relevado por
el siguiente para proseguir una embestida baguala antipueblo y antinación que
apelará a lo que sea con tal de no retroceder ni un milímetro así como así.
No es
nada lindo tener que decir todo esto, pero menos lindo sería seguir dando
vueltas a un círculo viciado y vicioso de prácticas políticas que –ya lo podemos
afirmar, por cierto-, al fin de cuentas, contribuyen a reproducir, entre otras
malformaciones, el MÉTODO del ponchazo fuerte y el “hago la mía” con apariencias
de movida que busca sumar a partir de iniciativas que están restando de
antemano por vía de lo más elocuente que hay sobre la tierra, y que son los
HECHOS, los tozudos hechos que hablan por nosotros.
Vaya uno
a saber. El verano, los alertas de todos los colores de cada día nuestro; las
mismas reservas de sinceridad y capacidad autocrítica de muchísima gente para
la que los errores metodológicos no responden necesariamente a desviaciones de
los contenidos ni alejamiento de los principios… y el tiempo, ese tiempo que
pasa y nos irá mostrando cuánta energía colectiva y entusiasmos se necesitan
aún para aquello que no sabemos a dónde nos conducirá; toda la mezcla de
señales de la realidad, capaz todavía producen un arrebato de humildad
necesaria, y a otra cosa, mariposa… Conversando se entiende la gente, ¡qué
jorobar! (al menos cuando se lo quiere y cuando no nos metemos la de cuero en
las axilas para que nadie la toque).
Eso sí:
sin esa humildad sincera, sin eso que debemos llamar honestidad, sin un mínimo
de autosinceramiento directo y frontal, no hay tu tía. Para rascar y
encontrarlo, todavía hay tiempo; y no plegarse así nomás a la idea de que hay que apoyar
todo-todo venga como venga y de donde venga, es estratégico no sólo en la
resistencia antisaqueo, sino fundamentalmente en la defensa del movimiento
popular concebido también como un bien social innegociable que “no se vende, y que
se defiende”.
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