por Gabriel Carbajales
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plan de ahorro y enriquecimiento empresarial jamás imaginado.
Un futuro de
tirar manteca al techo y lanzar el rancho por la ventana.
Una vida
placentera y libre de penurias económicas, cómodamente instalados en una de las
aerodinámicas megatorres habitacionales del este del sur al estilo de la más
audaz arquitectura del “primer mundo”…
…y, si no
podés, si ya estás totalmente marginado y sumergido, tranqui, el Estado benefactor
te asistirá con algún plan de emergencia social para que puedas asegurarte el
plato de polenta o arroz, unos kilitos de yerba y la cuota del celular, y, si
no te alcanza, ahí tenés el 22 con el que de vez en cuando podés mandarte una
extra rastrillando a algo o a alguien...
Un mundo de
soluciones al alcance de cada quien.
Un mundo
perfecto con alternativas para todos los gustos y por encima de la obsoleta y
fantasiosa lucha de clases.
La sociedad
de la igualdad tiene todo previsto. No falla nada, ninguna omisión, nada librado
al azar o a la buena de dios...
Cobertura
integral de todo lo imaginable, y más aun, pues ya hemos entrado en otro año
electoral pletórico de propuestas y opciones de vida próspera, confortable y de
ensoñación.
Hemos
empezado el año de una nueva sesión multitudinaria de ejercicio colectivo de “nuestros
derechos ciudadanos…”… y en los escaparates del universo mediático partidario,
todo nos está anunciando la nueva fiesta cívico-ciudadana llena de gestos
democráticos, tolerancia y grandeza de espíritu.
La mesa está
servida y otra vez el circo “democrático” sale con fritas y algún postre de
regalo.
El tótem
auxiliar pero mayor de la sociedad dividida en clases (el subalterno principal de
la sacrosanta diosa de la “propiedad privada”),
vuelve a erguirse ufano y firme de carácter, en la certeza de que nadie,
absolutamente nadie, se saldrá de los carriles “normales” y “sagrados” de la convivencia
republicana para mostrarse irreverente ante su presencia “soberana”.
(¿Quién se
atreverá a no extenderle su mano a la forma más civilizada de “convivencia
pacífica”?).
El gran
fetiche de la “democracia” vuelve a mostrarse enérgico, musculoso, arrollador,
imbatible. Toda su omnipotencia nos desafía del amanecer hasta que nos vamos a
la cama haciendo cálculos de porcentajes y combinaciones acertadas e
inteligentes…
Poco importa
lo que la experiencia ya nos haya enseñado a lo largo de muchas décadas de
esporádicas reapariciones del gran macaco invencible y su impactante despliegue
de ofertas y contraofertas jamás cristalizadas.
Eso no
interesa. Él siempre pondrá ante nuestros ojos, nuevas esperanzas, nuevas
ilusiones, nuevos rumbos para “el cambio de cara a la gente”; para que volvamos
a creer que es posible la elección “igualitaria” entre quienes llevamos la vida
menos igualitaria imaginable. En “su día”, tanto explotadores como explotados,
tanto sacrificados laburantes como verdaderos truhanes mantenidos por la
miserable costumbre de “vivir” a y de los demás, confluiremos para cumplir con
el mito de la adoración al muñeco que representa mejor que nada la hipocresía,
la estafa y la voluntad de proseguir “in eternun” con la farsa repudiable de “un
gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”… ejercido por los enemigos
del pueblo y los que se destierran de él para pasarse a las filas de la
genuflexión “inteligente”.
Ya empezó el
14, este año al que algunas y algunos tímidamente han empezado a llamarle “año
de la dignidad”, por despechados, por “malhumorados”, por descreídos, por lo
que sea, aunque todos acaloradamente resueltos a pegarle un tinguiñazo en el
hocico al gran tótem invencible del sistema, al mito travestido cada cuatro o
cinco años para hacer de la sumisión, la ignorancia y el más necio idealismo,
una pura religión de esperanzada y eterna confianza en…
¿En qué?...
En una “democracia” que es la antítesis de la democracia, pues la única
democracia posible, la única practicable, la única deseable, es la que podamos
practicar entre iguales y sin compartir ni un cachito de esperanza con quienes
viven vejándonos y buscando nuestra aprobación a través de la ranura loca de “su
democracia”, una democracia de chupasangres y mafia organizada.
Será o no “el
año de la dignidad”, pero lo que sí es re-seguro –más seguro que el mejor de
los seguros que nos ofrece el marketing sistemático- es que desde la traición a
la rosada de octubre del año 2009, ha venido anidando y creciendo, un odio y
una furia altanera y humilde contra el “doble discurso” y el declarativismo de
cuño burgués, jodido y taimado, que sin la más mínima duda hallará su cauce de
expresión combativa a la hora de que algunos, tal vez la mayoría arrolladora,
vuelva a arrodillarse a los piés del gran-pequeño tótem de la mayor fábrica de
mentiras de la historia que es el capitalismo…
No se
reciben apuestas, no; pero la “sorpresa” de la dignidad indignada, dejará a más
de uno con el cuerito haciéndole guiñadas, y a más de uno, también, frente al enorme
desafío de asumir de una vez por todas una actitud francamente revolucionaria
que tenga en cuenta la creatividad audaz y rupturista que surge bien de abajo,
de ese pueblo que no es militante, que no volantea ni discursea, pero que sí
tiene sangre en las venas y materia gris-libertaria en la cabeza, aunque algunos
lo subestimen y parezca dormir la siesta eterna del burro.
Saldrá con
fritas, y con postre de regalo.
Ponele la
firma.
Gabriel –Saracho-
Carbajales, 16 de enero de 2014.-
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