Buenaventura Durruti
por Hugo Bruschi en el AÑO DE LA DIGNIDAD.
Ud. pudo haber llegado al mundo en Cataluña, Andalucía o Asturias, y tal
vez, por razones personales ha decidido cambiar su lugar de nacimiento.
No pierda tiempo ni gaste dinero en falsificadores de documentos. Viaje
al Uruguay y allí sin costo alguno, Ud. automáticamente será "gallego".
Yo creo, que ni la misma Galicia conoce a esta altura, la cifra de
españoles de las más distintas procedencias, que han adoptado en forma
involuntaria, "Patria gallega". Y Don Josep Feliú, catalan, zapatero y
hombre de Buenaventura Durruti, no podía ser la excepción. Ya instalado
en su zapatería, pasó a ser el Gallego José.
Eran mis años jóvenes y
siempre escuché mucho más de lo que hablaba. Por supuesto de lo que
valía la pena escuchar. Y don José a quien acostumbraba visitar en su
negocio y tomar algunos mates - se había recibido de uruguayo - era una
fuente de sabiduría aprendida en las calles y en la vida, en el frente
republicano y en el exilio forzoso, cuando ya no quedaba otra salida.
Una foto de Durruti y un acto de la CNT, acompañaban sus horas de media
suela y taco, de afilados de cuchillos y tijeras. Nunca le pregunté si
era anarquista, sino que más bien hablábamos sin necesidad de etiquetas
que en definitiva no agregan nada. El tampoco preguntaba. Un día me dijo
y no recuerdo en qué circunstancias, que "las buenas costumbres no eran
burguesas ni proletarias, eran buenas costumbres" para luego agregar
.."si tú recibes un favor, agradécelo, si te prestaron dinero, págalo
aunque al otro día no tengas para comer".
También recuerdo una frase que
repetía a menudo, sobretodo cuando se refería a algunos
acontecimientos, que estaban despertando a un Uruguay en estado de
letargo. "Sembrar con el ejemplo". " Si eres estudiante, el mejor y si
eres combatiente, mejor aún". Pasaron los años, yo me fuí del barrio y
un día como el malevo del tango, decidí dar un vistazo alrededor de
aquellas calles. Pasé frente a la zapatería El Obrero que así se
llamaba, aunque bien pudo haberse llamado El Buen Trato, dada su
inquietud por las buenas costumbres. Seguramente, no quiso plagiar
aquella idea original de Rosigna y Moretti. La ví cerrada... llegué
hasta el boliche a tomarme una "espinaca" (para los que no saben
hablamos del Espinillar) y jugarme un truco. Pregunté por el gallego
José y me dijeron que había Muerto y por boca de un muchacho que mucho
no entendía de que se trataba, me enteré de un hecho curioso: " en medio
del velorio, llegó un loco y le tiró una bandera arriba del cajón"
Pregunté por el color de la bandera y me dijo: " roja y negra"...
No
necesité preguntar más, mis sospechas se habían confirmado. Y aquellas
palabras que hablaban de sembrar con el ejemplo seguidas de las buenas
costumbres sin propietarios, me quedaron grabadas para el resto de mi
existencia.
Cuando asistimos a la pérdida de valores - sagrados diría
yo - a la hora de reclamar los cambios, cuando el accionar y el ejemplo
no guardan relación ni invita al entusiasmo, mucho menos convoca a la
esperanza, se necesitan muchos Don José para empezar desde abajo,
cimentando el terreno firme para luego construir con confianza. Y
alguien tendrá que tirar los planos arriba de la mesa, pues esto no va
más y el edificio amenaza con derrumbe. Y tendrá que ser por sobretodas
las cosas, un llamado a la reconstrucción MORAL del país. De un país
que se nos va de las manos. Y esta es una empresa que necesita de todos
aquellos hombres y mujeres de buena voluntad, sin importar el color del
partido o de algún otro verso. De mujeres y hombres que vengan armados
con la más temida de las armas: SU DIGNIDAD.
sábado, 11 de enero de 2014
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