Un ejemplo de "estupidez monetaria"
Autor: William Yohai
10 de enero de 2014
"A esta altura deberíamos plantearnos si seguimos o no con un dólar que es la moneda nacional de un país pero que también la usamos como metro para la economía del mundo y resulta que el tamaño del metro lo cambian dos por tres que hasta parece de goma. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con eso? El comercio necesita un sistema de intercambio y que no sea joda."
Así decía el Presidente Mujica en entrevista[1] hace un par de días.
En efecto, el dólar es un metro que "lo cambian dos por tres que hasta parece de goma". Básicamente, y a lo largo del tiempo, lo cambian hacia abajo. Tal como se puede constatar en las gráficas que siguen:
Las dos de más arriba indican la evolución inverse de los precios del oro y del petróleo desde 1969 (44 años) a la fecha. Dicho de otra forma nos informan acerca del poder adquisitivo del dólar respecto a esas dos materias fundamentales. El oro como refugio histórico final de valor y como patrón monetario para muchas economías hasta principios del siglo XX. El petróleo como fuente privilegiada y hasta ahora casi insustituible de energía condensada para todo tipo de vehículos y maquinaria. En relación al petróleo el dólar ha perdido el 96% de su poder adquisitivo. Dicho de otra forma compra un 4% del petróleo que compraba hace 44 años. en relación al oro ha perdido un 97% de su valor. O sea compra hoy apenas más de un 3% que lo que compraba en 1969[2]. En ambos casos (oro y petróleo) se necesitan más de 25 dólares para comprar lo mismo que en aquel año se compraba con uno.
Esta gráfica muestra el poder adquisitivo del dólar dentro de los mismos EEUU de acuerdo al índice de precios de "todos los consumidores urbanos" que informa la Reserva Federal de Minneapolis. Desde 1969 ha caído un 84%. O, lo que es lo mismo, se necesitan casi 7 dólares para comprar la misma canasta de productos en 2013 que se compraban con 1 dólar en 1969.
INDEXACIÓN POR ÍNDICE DE PRECIOS AL CONSUMO Y DEVALUACIÓN: HISTORIA
Las gráficas que siguen ilustran mediante una mirada rápida un proceso sobre el que poco se habla estos días: la notoria divergencia a lo largo de la historia (los 44 años que van de 1969 a 2013) entre el ritmo de la devaluación del peso frente al dólar y el aumento de los precios, lo que se conoce comunmente como "inflación" y que se mide a través del índice de precios al consumo (IPC).
Aquí sucede lo que cualquier lógica intuitiva indicaría: si el dólar a nivel interno de EEUU pierde poder adquisitivo con el tiempo, si también lo hace a nivel internacional, en particular en relación a productos clave como el oro y el petróleo, es perfectamente esperable que el mismo fenómeno se manifieste a nivel interno de nuestro país. A lo largo del tiempo este proceso ha sido ocultado, al menos parcialmente, por otro paralelo que experimenta nuestra economía: el dólar tiende a apreciarse frente al peso uruguayo a lo largo del tiempo. Es fundamental (ya veremos porqué en concreto) cuantificar ambos procesos.
La gráfica que sigue permite visualizar la evolución de ambas variables. Hemos tomado, de acuerdo a los datos que publica el INE, los promedios anuales, tanto de número índice de los precios al consumo cuanto de la cotización del dólar.
El resultado no puede ser más claro: el aumento de los precios de la canasta de artículos que consume una familia de ingreso medio en el país (definición aproximada del IPC) es sustantivamente mayor al del precio del dólar expresado en pesos uruguayos. Dicho de otra forma, la inflación "se come" a la devaluación. Si dividimos el índice de precios al consumo promedio durante 2013 por el de 1969 nos da una cifra 12,5 veces mayor que si hacemos la misma operación pero respecto a las cotizaciones del dólar, también promedio en esos años.
Dividiendo dichos índices entre sí, año a año, obtenemos los números para construir la siguiente gráfica que representa en forma directa la inflación en dólares que ha experimentado nuestra economía a lo largo de este período de 44 años.
Dos cosas saltan a la vista: 1) el proceso es de gran significación, tal como señalábamos en los datos numéricos y en la gráfica precedente. 2) el mismo no es lineal. Se distinguen dos períodos en que el mismo se interrumpe: el que sucede a la ruptura de "la tablita" (esquema de paridad cambiaria fijada de antemano que rigió a fines de la década del 70 hasta noviembre de 1981) y el que comienza a fines de los 90, se agudiza con la devaluación brusca de 2002 (última gran crisis económica y financiera) y concluye en 2003. Desde este año hasta hoy, salvo el período, breve, que corresponde a la crisis financiera internacional de 2008-2009, el proceso de inflación en dólares es constante. Y su ritmo es bien acelerado.
Este asunto tiene múltiples aspectos relevantes para nuestra economía. El que se menciona con más frecuencia es el relativo a su incidencia sobre la competitividad internacional de ésta. Es claro que, en la medida en que los precios internos suben en dólares, si este ascenso es mayor que el que experimentan otros países, en particular nuestros socios comerciales, nuestras exportaciones se dificultan y nuestras importaciones se facilitan. El resultado de esta combinación es que tendemos a exportar cada vez más aquellos productos para los cuales el factor productivo esencial son los recursos naturales (la tierra) y a importar aquellos en los que predominan mano de obra y tecnología.
Pero hay otro factor esencial de nuestra economía para el que esta relación es clave: la deuda pública. Y, agregaríamos, su contracara que son las reservas del gobierno, básicamente ubicadas en el Banco Central.
Entre 2000 y 2001 (bajo el gobierno del incalificable Jorge Batlle) el país vendió lo que aún quedaba del oro[3] que históricamente formaba parte de sus reservas. O sea, hasta el año 2000 el país tenía deuda pública nominada en dólares y parte significativa de sus reservas en oro (56 toneladas que valdrían hoy aproximadamente 2.100 millones de dólares). Podríamos decir que éramos, como país, "monetariamente sabios", ya que teníamos deuda en una moneda con tendencia a depreciarse (el dólar) y reservas, parcialmente al menos, en moneda "dura". Porque, históricamente, más allá de que en algún período ha tendido a depreciarse, el oro es la moneda dura por excelencia. Y esto es así porque, dejando de lado una producción (extracción) decreciente en el tiempo y de menor cuantía, el oro no puede ser emtido a voluntad por los bancos centrales-gobiernos de los países. Que es lo que sucede con el papel moneda.
No sorprende, entonces, el resultado de graficar la inflación (más bien variación de precios expresada en oro: Como indica la línea de tendencia (negra) a lo largo del tiempo los precios expresados en oro bajan. Esto se llama también deflación.
A partir de la venta del oro, reiteramos, entre 2000 y 2001, el país cambia completamente la forma de enfrentar la relación entre deuda y reservas. En 2003 se "inventa" una nueva unidad de cambio: la "unidad indexada". Existían en realidad antecedentes; la UR que aumentaba (sigue existiendo) de acuerdo al índice medio de salarios, la URA, que aumentaba de acuerdo a la inflación y la hace tiempo fenecida UHR.
Pero se trataba siempre de unidades de cambio-medida de uso estrictamente interno y limitado, ya sea para calcular alquileres o cuotas para pagar viviendas adquiridas con crédito hipotecario concedido por el BHU.
Con la unidad indexada que reajusta día a día de acuerdo al índice calculado de inflación sucede un fenómeno cualitativamente nuevo: el país empieza a emitir deuda pública en los mercados internacionales (y también en el nacional, claro) nominada en dicha unidad de cuenta. El fenómeno se acelera notablemente a partir de la llegada de Tabaré Vázquez a la presidencia y de Danilo Astori al Minsterio de Economía. Hoy, de acuerdo al informe que emite el BCU respecto al 3er. Trimestre de 2013, el 47% de la deuda pública total está emitido en unidades indexadas y unidades reajustables.
Juan "Polidoro", amigo que nos alertó hace ya varios años sobre el fenómeno, ha afirmado, y lo compartimos, que ahora la deuda pública uruguaya es "incalculable". Es claro: como no se conocen ni la inflación, ni la devaluación, ni, por tanto, la inflación en dólares futura, la deuda, al menos si la expresamos en dólares es "incalculable". De acuerdo a los números que manejamos más arriba si alguien hubiera tenido una deuda de 1.000 dólares (dejando de lado los intereses) en 1969 y no hubiera pagado nada ni contraído nueva deuda; en 2013 debería 1.000 dólares. Si, por el contrario, hubiera contraído una deuda de 1.000 dólares pero ésta hubiera reajustado de acuerdo a la inflación en dólares durante el mismo período, debería a fines del año pasado 12.460 dólares. También en este caso haciendo abstracción de intereses y sin que se hubieran producido pagos o se hubiera contraído nueva deuda.
De la planilla de liquidez internacional que publica también el BCU extraemos el dato de la composición de las reservas[4]: el oro figura apenas en forma simbólica; constituye el 0,7 por mil de aquellas. Unos U$S 11,7 millones en un total de más de 16.000.
Se podría argumentar que Uruguay, siendo un país pequeño no está en condiciones de tener una parte mayor de sus reservas en oro. Para tener una idea comparativa a nivel internacional presentamos la siguiente tabla[5]:
Como es posible observar Uruguay no figura en la tabla (que está ordenada de acuerdo a la cantidad de oro en términos absolutos), por la razón de que prácticamente no tiene reservas en oro[6]. Sólo Brasil compite con nosotros (menos del 1%) en este item, aunque debemos aclarar que, entre 2012 y 2013 duplicó sus reservas, desde unas 33 a unas 66 toneladas.. En el caso de China existen muchas dudas a nivel de los analistas acerca de la fiabilidad del dato del bajo porcentaje de sus reservas en oro. Muchos suponen que esta cifra es una subrepresentación de la realidad. China estaría comprando oro en forma subrepticia para no hacer subir el precio en forma exagerada.
Se impone una pregunta: ¿Porqué los bancos centrales tienen parte de sus reservas en oro?
A nuestro juicio las respuestas son dos: 1) como demostramos más arriba el dólar pierde constantemente poder adquisitivo. En mayor o menor medida todas las monedas "de papel" lo acompañan. Lo hacen, en términos generales, porque mantener sus monedas en permanente revaluación frente al dólar les quitaría competitividad internacional. Otras veces la devaluación es fruto de movimientos, en el sentido de la fuga, de capitales. 2) en la misma dirección, los países importadores de petróleo necesitan tener alguna forma de "ancla" frente a una eventual suba brusca del precio de éste. El oro funciona, en ese sentido, como un seguro.
Los Estados Unidos de América están perdiendo peso económico, político y militar en el concierto mundial. Esto sucede a partir del pico que dicha preponderancia alcanzó después del derrumbe del campo socialista hacia 1991. Múltiples son las manifestaciones de este fenómeno y no las enumeraremos aquí[7]. El sistema monetario mundial surgido de los acuerdos de Bretton Woods después de la segunda guerra mundial establecía una primacía del dólar como moneda de reserva e intercambio internacional. Al mismo tiempo los EEUU se obligaban a conservar unas reservas de oro suficientes para que cualquier banco central pudiera rescatar los dólares que tuviera en oro proveniente de aquellas a una paridad fija de 35 dólares por cada onza troy. Hacia 1970 el presidente de Francia, De Gaulle comenzó a llevar a la práctica esta previsión. El presidente de EEUU, Richard Nixon decretó el fin de dicha paridad, provocando una insolvencia de hecho de EEUU.
El fenómeno de huida desde el dólar tuvo como consecuencia un proceso inflacionario en aquel país (que era por entonces el principal acreedor neto internacional) que fue suprimido en forma brusca en 1980 por el entonces presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, mediante una brutal suba de la tasa de interés de referencia a niveles impensables del orden de 15%. El dólar volvió a fortalecerse, se derrumbó el precio del oro que había subido extraordinariamente, y América Latina entró en profunda crisis debido a la fuga de capitales y la imposibilidad de refinanciar su cuantiosa deuda externa. Desde entonces los EEUU han disfrutado de lo que el ministro de De Gaulle, Valery Giscard D'estaign llamó el "privilegio exorbitante" de emitir, sin respaldo alguno[8], la moneda de reserva internacional. Esto le ha permitido financiar sus crecientes importaciones, en particular las de petróleo, y sus guerras.
El desarrollo, a partir de los últimos años, de nuevas tecnologías de petróleo y gas natural en EEUU, en particular la fractura hidráulica, permitió a este país aumentar la producción y reducir las importaciones de estas materias primas estratégicas. Esto ha detenido, por algún tiempo, el proceso de deterioro del papel del dólar en el mercado mundial. Pero este proceso es inexorable.
Dado que mantener reservas en oro en lugar de dólares contribuye a debilitar la posición internacional de esta moneda se puede afirmar que la proporción de reservas que un país mantiene en oro es un indicador de proximidad con la política imperial. Dicho de otra forma, más reservas en oro, menos proclividad a aquella. A pesar de que el presidente Mujica no menciona al oro en su declaración no dudamos de que es consciente, junto al equipo económico, de la validez de esta afirmación. Desde el punto de vista de los intereses del país hemos demostrado que estamos ante lo que afirma el título: ESTUPIDEZ MONETARIA
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[1] http://www.republica.com.uy/
[2] La razón para elegir el año 1969 como base es que es el primer año del cual el INE informa la cotización del dólar en una planilla fácil de acceder. Consideramos que es una perspectiva histórica muy razonable para comprender fenómenos económicos de largo aliento.
[3] "Uruguay llegó a tener en 1999, 56 toneladas de oro, distribuidas en las bóvedas del Banco Central y en el exterior que se vendieron entre los años 2000 y 2001. Si se observa el precio del metal hoy en día, el negocio fue muy malo. Por esas 56 toneladas de oro se obtuvieron entre 500 millones y 600 millones de dólares: hoy valdrían 2.840 millones, casi 5 veces más". http://www.oroyfinanzas.com/
[4] Reservas Internacionales 1 y Posición en M. Extranjera del BCU: www.bcu.gub.uy
[5] http://www.relbanks.com/
[6] El oro físico que informa el BCU son algo más de 300 kilogramos igual a 0,3 toneladas.
[7] Estamos preparando un trabajo en ese sentido.
[8] Si se calcula el precio que debería tener el oro para que Estados Unidos pagara su deuda pública con las más de 8.000 toneladas del metal que dispone nos da una cifra sorprendente: más de 58.000 dólares la onza troy. El precio actual es de 1.220.
Información disponible también en este link: resonandoenfenix.blogspot.com
Buen post, hoy en día hay que tener en cuenta tantos valores que uno se termina perdiendo en como cambian los valores de todas las unidades además del dólar. Acá dejo un enlace sobre el valor de la UR en Uruguay actualizado para quien esté interesado.
ResponderEliminarSi Uruguay tuviera la lucidez de comprar plata (que haora no vale nada) y acuñar una moneda para el ahorro popular, y usar parte del excedente eléctrico en el minado del bitcoin, la situación sería otra, ya que estamos a las puertas de un colapso económico mundial.
ResponderEliminarMuy bien explicado el post. Todo radica en el poder de los dueños del BPI, FMI, BM, bancos centrales, todo privado. Para lograr esto tienen una masa crítica de ejércitos para poder dominar. Hay que darles vuelta eso y sacarlos del medio, es difícil? seguro que lo es, pero si no se intenta en todos los países desde abajo pararnos frente a los políticos y decirles "uds. son simples peones y administradores de la estafa del dinero fiat" vamos a seguir así. Esto no es nuevo, tiene siglos siendo generoso, en la era actual se puede tomar desde 1930 con la formación del BPI o banco de pagos internacionales, lugar donde se pergenia toda la estafa. El valor intrínseco del dinero fiduciario siempre vuelve a cero, desde 1944 todos los países tienen su moneda asociada al dólar, moneda que desde 1971 no tiene respaldo oro, o sea que las monedas no valen nada en la actualidad, lo único que las hace valer es la ilusión de las personas que aceptan que los billetes valen.
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