>>> Contener el dólar, la inflación y los salarios.
En la última semana, el BCU salió a vender
dólares en el mercado diario (spot) y a futuro (forward) por US$ 74,3
millones con el objetivo de contener el fuerte aumento de la divisa y
por añadidura, las presiones inflacionarias que eso genera.
La suba del billete verde impulsa al alza los precios
de los bienes que se comercian con el exterior, es decir importados y
exportados. Con una inflación en 8,53% en los 12 meses a junio y
negociaciones salariales en camino, el gobierno busca contener al dólar,
para que los precios no se disparen en el corto plazo. Además, utiliza
otras medidas como un acuerdo de precios con supermercadoshttp://www.elpais.com.uy/economia/noticias/bcu-vende-dolares-semana-dolar.html
>>>Uruguay y los aprendices de brujo
>>> La devaluación
"Uruguay deprecia su moneda y una de las cosas que
ya es evidente desde la segunda mitad del año pasado es que nuestros
vecinos están corriendo más rápido que nosotros y también nuestros
clientes y nuestros competidores, por lo cual el tipo de cambio real se
ha deteriorado", dijo ayer el gerente senior del Departamento de
Economía de CPA Ferrere, Alfonso Capurro en un desayuno organizado por
el banco HSBC.
"Si quisiéramos mañana tener la misma competitividad
que tuvimos con Brasil en los últimos 30 años precisamos un dólar 30%
más alto, instantáneamente", agregó.
Según Capurro, "era muy difícil que Uruguay pudiera
bajar la inflación o corregir el tipo de cambio real haciendo solamente
política monetaria contractiva y al mismo tiempo tener una política
fiscal expansiva y política salarial con aumentos importantes".
El índice de Tipo de Cambio Real (TCR) que publicó
ayer el BCU aumentó 0,9% en junio respecto a mayo, creciendo por segundo
mes consecutivo, sin embargo el TCR mostró su cuarta caída consecutiva
en términos interanuales (frente a igual mes del año pasado) siendo de
2,3% en junio. Esto evidencia que Uruguay "se encareció" frente a sus
competidores respecto a un año atrás.
A nivel extraregional, la economía se encareció
frente a sus principales socios 1,4% en junio frente a mayo y se abarató
0,7% respecto a junio de 2014. Con la región, el TCR cayó 0,6% respecto
a mayo —por segundo mes consecutivo— sin embargo en términos
interanuales el país perdió competitividad por cuarto mes: 4,5%.
Sube que sube y trepa
Primera quincena agosto 2015.
SUBE QUE SUBE Y TREPA
La
cotización del dólar sube y trepa. El precio promedio que en diciembre
de 2014, oscilaba en torno a $ 24.3, llegó a $ 27 en finales de junio,
para continuar escalando hasta superar claramente los 28 pesos durante
julio.
En el
marco de la actual estrategia económica, de apertura prácticamente sin
restricciones a la circulación de capitales, el proceso era esperable.
La creciente oferta de dólares que sustentó hasta 2014 la política de
contención del precio del billete verde se basó en la venta de empresas y
territorio, mega inversiones y especulación financiera, todos factores
que revierten.
La venta
del patrimonio de los orientales tiene límites, las mega inversiones
más rentables para el gran capital ya fueron realizadas y en
contrapartida, las ganancias de los inversores foráneos van hacia sus
países de origen en forma de dólares o euros, aumentando la demanda de
divisas. La especulación con títulos de deuda del Estado como viene se
va.i
La
inviabilidad de sostener “a la larga” una política de contención del
dólar mediante instrumentos monetarios quedó nuevamente al desnudo. La
ruptura de la “tercer tablita” (en este caso implícita) de los últimos
cuarenta años, parece concretarse. La apreciación del dólar a nivel
mundial, y especialmente el descenso del precio del real brasilero,
frente al dólar le da el golpe de gracia.
La
historia se repite. El “atraso cambiario” y sus implicancias en términos
de carestía en dólares va limitando las posibilidades de exportación.
Además en los ciclos de descenso de precios mundiales de materias primas
y alimentos se aceleran las presiones de grandes exportadores
fomentando la devaluación.
Paralelamente
la invasión de productos importados jaquea un conjunto de actividades
volcadas al mercado interno. El crecimiento del crédito al consumo que
potenció la demanda interna, se transforma en deuda, que la reduce. El
descenso de la actividad interna, disminuye la recaudación del sector
público.
Por otra
parte, los instrumentos utilizados por las autoridades monetarias para
contener el dólar pierden eficacia. La contracción de la emisión de
pesos por parte del Banco Central quita dinamismo a la producción y la
venta de títulos de deuda en pesos ofreciendo tasas de interés elevadas
para quitar demanda sobre el dólar genera costos fiscales crecientes.
El
desarrollo de la película es similar, a la de comienzos de los ochenta y
principios del siglo XXI, aunque cambien los actores y las secuencias
sean más lentas. Más tarde o más temprano el dólar salta arrastrando los
precios de los bienes de consumo.
La
inflación contenida se desborda. El pecio de los productos importados es
afectado directamente. El dominio de los grandes importadores sobre el
mercado local determina que cuando el dólar se incrementa, los precios
suben casi de manera automática.ii
Del otro
lado del mostrador, alimentos y materias primas exportadas, en moneda
extranjera, suben sus precios locales a la par que el dólar.
Los
maquillajes estarán a la orden del día, pero los datos de la realidad
son claros. Combustible, carne vacuna, pollo, cerdo, suben y trepan sus
precios perjudicando esencialmente a los trabajadores ya que la impronta
del modelo es implacable. Las pautas salariales se retrasan respecto a
los precios y el poder de compra del salario se reduce.
En
síntesis una vez más la conducción económica pretende utilizar a los
salarios reales como “variable de ajuste” que permite a los empresarios
restaurar su tasa de ganancia a costo de la calidad de vida de los
trabajadores.
GOTITAS DE ECONOMIA
-
La tasa de desempleo de mayo de 2015 según el INE es de 7,4%. En el mismo mes del 2014 fue de 6.8%. También la cantidad de trabajadores que pasan a seguro de paro crece.
-
El Banco Central del Uruguay, registra que las deudas de las familias con el sistema financiero a fines del 2014 representaron en promedio un 25,1% de sus ingresos anuales. A fines del 2012 era de 21,7% y del 2013 del 24%. Estos guarismos no incluyen otro tipo de deudas como las relativas a compras a plazo.
-
La morosidad de familias y empresas con el sistema bancario viene incrementando los últimos meses.
-
Las operaciones del Banco HSBC en Brasil fueron transferidas a Bradesco.
-
Según datos del INDEC, el producto bruto de la economía Argentina, creció en mayo de 2015, un 2.2% en relación al mismo mes de 2014.
-
El economista Paul Krugman en su columna desde Nueva York, evalúa que Finlandia “está experimentando una depresión comparable a la del sur de Europa y también les está yendo muy mal a Dinamarca y Holanda”.
Políticas de contención
EL
INEXPLICABLE DESPILFARRO DEL BCU
Letras de
regulación monetaria: Un gigantesco agujero negro
6 de julio
de 2015
Autor:
William Yohai
Corren tiempos de austeridad. Aunque el gobierno rehúsa persistentemente utilizar términos de mala fama, como éste o el aún más tenebroso de “ajuste fiscal” es indudable que la política económica transita por esos caminos. Supimos estos días que “ANTEL arena” un faraónico proyecto diseñado para satisfacción de las ansias megalomaníacas de la actual ministra de industria será congelado por tiempo indefinido. La extensión del tendido de fibra óptica (otro plan que luce como un soberbio “lujo de la miseria”) correrá similar destino. Desde estos grandes proyectos hasta el uso de papel de fotocopias en los liceos el supremo poder del estado se apresta a ajustar los cinturones.
Resulta entonces sorprendente lo que se encuentra al analizar con algún detalle los números de la deuda pública que dio a conocer el BCU1 hace apenas una semana.
El calendario de pagos de aquella luce, resumido en un cuadro que elaboramos así:
Explicando el cuadro observamos lo
siguiente:
1) en los 4 trimestres que van desde el
segundo de 2015 hasta el primero del 2016, ambos incluidos, el estado
nacional deberá oblar, que es sinónimo en este caso de refinanciar,
la suma de 9506 millones de dólares. Decimos que pagar y refinanciar
son sinónimos dado que al no existir superávit primario, o sea que
los gastos del estados antes de pagar intereses de deuda son
superiores a la recaudación, se puede afirmar con certeza que estos
últimos no se pagan. Mucho menos se hará con los vencimientos de
capital.
2) de este gran total 1.562 millones lo
son de intereses. De este total, a su vez, 714 corresponden al banco
central del Uruguay (BCU).
La deuda bruta total del BCU es de
8.969 millones de dólares. Ésta se corresponde aproximadamente con
las reservas “sin contrapartida”, o sea, las que no son ni
encajes bancarios ni depósitos de las empresas públicas, que suman
7.895 millones.
En otro trabajo2
analizamos la génesis y evolución del crecimiento sostenido desde
2005 del stock de reservas y su contrapartida en la forma de letras
de regulación monetaria (LRM). La explicación que dan los
gerifaltes del BCU es que era necesario, en un principio, ante la
gran afluencia de dólares a la economía impedir una apreciación
aún más acelerada de la moneda nacional. Recordemos que desde un
nivel en el entorno de 30 hacia 2003 (fondo de la crisis) esta última
se apreció hasta los 19 a principios del año 2013. Generando
grandes problemas para la producción nacional, tanto la destinada a
la exportación como a la que busca el mercado interno y debe
competir con las importaciones.
Entonces, nos dicen, debíamos comprar
dólares para evitar una caída aún mayor de su precio. Y para
evitar el efecto inflacionario de los pesos emitidos con ese fin se
hizo necesario generar títulos en moneda nacional (tanto indexada
como sin indexar).
Desde hace tiempo se ha discutido el
costo de esta política. El mismo ha variado, siendo máximo en los
períodos de apreciación de nuestra moneda donde alcanzó niveles
extraordinarios. Aún hoy, a estar por la información que brinda el
BCU este costo (más de 700 millones de dólares anuales) es
absurdamente alto.
Aquí se impone una aclaración: las
LRM representan un 81% del total de la deuda bruta del BCU. Por lo
cual no corresponde imputar a la política monetaria el total del
pago de intereses (714 millones) informado supra. Asumiendo que, dado
que aquellas pagan tasas de interés reales probablemente mayores que
las del resto de la deuda del BCU, su participación en los pagos de
intereses no debe ser inferior a los 650 millones de dólares.
También se debe descontar de esta
cifra los intereses que el BCU debe estar cobrando por la colocación
de las reservas (mayoritariamente en títulos del tesoro de EEUU). No
conocemos los datos de los instrumentos que posee el BCU, pero se
puede presumir que no devenguen mucho más del 1% anual. En este caso
deberíamos descontar a los 650 millones informados supra unos 80
millones. Podemos suponer con bastante racionalidad que tener esa
masa de reservas “sin contrapartida” y su “espejo” en la
forma de deuda como LRM le cuesta al BCU la friolera de más de 550
millones de dólares anuales.
Suficiente para construir (de acuerdo a
cifras conocidas estos días) unos 7 faraónicos “ANTEL arenas”
o, bajando más a la dura realidad de la clase trabajadora nacional,
no menos de 5.500 viviendas confortables. Calculando el costo de
estas últimas a 100.000 dólares la unidad con terreno incluido.
Todo esto cada año.
Para terminar, nos corresponde plantear
una pregunta: ¿existe, sin cambiar la esencia de la política
económica actual mucho menos el sistema capitalista existente, una
alternativa a este manejo de política monetaria?
A nuestro entender la respuesta es
claramente positiva. No vemos ningún obstáculo para que el BCU
comience a pagar los títulos emitidos (LRM) a su vencimiento. Para
evitar una apreciación excesiva del dólar y las consiguientemente
mayores presiones inflacionarias podría perfectamente ir
paulatinamente vendiendo reservas “sin contrapartida”. Retiraría,
de esta forma, los pesos circulantes “en exceso” que la no
renovación de las LRM implicaría.
Si la memoria no me falla hace ya
tiempo que uno de los economistas “del sistema” planteó esa
solución.
El stock de reservas se reduciría,
pero al mismo tiempo lo haría la deuda del BCU y, por consiguiente,
la deuda pública bruta. En forma grosera este esquema no modificaría
la deuda pública neta.
Los únicos perjudicados serían los
bancos privados e intermediarios que lucran en forma fácil y segura
a costa del Estado nacional...¿será esa la razón por la que el
tema no se resuelve de una buena vez?
1Www.bcu.gub.uy/finanzas
públicas/calendario de pagos
2Www.resonandoenfenix.blogspot.com
“ACTIVOS DE RESERVA DEL
BCU, LETRAS DE REGULACIÓN MONETARIA, INFLACIÓN ¿PROBLEMAS?”
EL INEXPLICABLE DESPILFARRO DEL BCU (parte 2)
Reservas, sandeces y otras yerbas
Agregado de último momento: los rimbombantes anuncios acerca de inversiones del gobierno y su real magnitud*.
29 de julio de 2015
Autor: William Yohai
Como si nos hubieran leído1 el tema de las reservas está en boca de actores políticos y económicos varios. Una primera explicación: el país entra en un área de turbulencia económica que, pasadas g elecciones nacionales y departamentales, debe ser enfrentada por el gobierno. Como siempre, hasta las elecciones se “tira la pelota para adelante”. Ahora la realidad de una economía en franca desaceleración que encuentra al estado con un déficit fiscal abultado y una inflación que no cede conforma un conjunto difícil de resolver. El papel del estado en la economía uruguaya es muy grande. Más allá de los números de funcionarios públicos y el porcentaje del gasto público en el pbi están los datos que cualquiera que ande en la calle puede palpar. Es difícil encontrar una empresa que no dependa, más o menos directamente, de su relación con el estado.
Hace unos días un dirigente sindical controvertía los anuncios “austerianos” del poder ejecutivo con el argumento que, ante la crisis internacional que estalló en 2008-2009 el estado había salido, mediante el aumento del gasto y la inversión pública al rescate de la economía. Y lo había hecho con éxito. Recordando aquellos tiempos citamos2:
“A lo largo de 2009, se aplicó una política fiscal anticíclica con el objeto de contener la demanda y
el producto. El déficit fiscal del sector público no financiero experimentó un incremento y se
ubicó en un 1,6% del PIB, mientras que la relación entre la deuda bruta del sector público no
financiero y el PIB alcanzó el 47%. La inflación se ubicó en el 5,9% anual, dentro del rango
objetivo establecido en el programa monetario.”
En 2008 el déficit fiscal había alcanzado el 1,4% y la inflación un 9,2%. Respecto a este último dato cabe aclarar que 2007 y la primera mitad de 2008 proporcionaron abundante alimento a esta última a través del brutal aumento de los precios de los principales commodities.
Hoy nos encontramos con un déficit global del sector público de 3,4% y una inflación mayor a 8%. Respecto al último dato es bueno aclarar que se contrapone a la evolución de los precios de casi todo lo que el país comercia internacionalmente, desde lo que exporta hasta lo que importa.
Dicho más suscintamente, el país tiene hoy en el plano fiscal y en el de la inflación una situación sensiblemente peor a la de 2008-2009. Lo cual reduce significativamente el margen de maniobra del gobierno para estimular la economía. Acentuando esto, venimos de un 2014 que experimentó un sensible aumento de la inversión pública, dato típico de los años electorales3. Todo parece indicar que la misma caerá sustantivamente los próximos trimestres. Los anuncios en ese sentido son claros, comenzando por la suspensión del emblemático “ANTEL arena”, el enlentecimiento (¿suspensión total?) de la instalación de fibra óptica, la conclusión de obras importantes por parte de ANCAP (desulfurizadora, planta de etanol, calizas), etc.
Aparecen entonces en el panorama propuestas para financiar inversiones públicas que el país necesita por su funcionalidad pero además como garantía contra una eventual recesión económica por medio de mecanismos atípicos. Analizaremos en primer lugar el tema de la utilización de las reservas del BCU para ese fin.
Los llamados “activos de reserva” están compuestos por 3 partes fundamentales: a) los encajes bancarios llamados “obligaciones en moneda extranjera con el sector financiero”. Montaban 7.560 millones de USD al 17 del presente (último dato publicado).
b) las “obligaciones en moneda extranjera con el sector público” o sea, depósitos del gobierno central (tesorería), empresas públicas e intendencias en el BCU. Montaban USD 2.571 millones.
c) “activos de reserva sin contrapartida de los sectores público y financiero” que montaban USD 7.793 millones.
El gran total sumaba 17.924 millones de USD.
Los encajes bancarios constituyen una medida para frenar la multiplicación de dinero que realizan habitualmente los bancos comerciales (y casas financieras, cooperativas de crédito, etc) y dar seguridad al sistema. Todos recordamos la última corrida bancaria los primeros meses de 2002 y la rápida caída de las reservas que se observaba día a día. En aquella época el ítem “c” estaba reducido a un mínimo. Y el “b” desapareció rápidamente en la medida que el gobierno se encontró sin posibilidades de emitir deuda para mantener su volumen. En el actual esquema de política económica, considerando en particular la absoluta libertad al movimiento de capitales y las potenciales tensiones que esto somete al sistema financiero resulta difícil justificar el “tocar” el ítem “a”. Algo parecido sucede con el “b”. Este dinero se supone es, básicamente, la “caja” de la tesorería para emergencias. La principal; una eventual “sequía” de crédito externo.
¿Que pasa con el ítem “c”? como hemos demostrado en un trabajo anterior4 estas reservas son una contrapartida, un “espejo”, del stock de letras de regulación monetaria5 (LRM). Al 17 de julio estas sumaban 7.443 millones de USD. Cotejando los números surge una idea clara: estas reservas se formaron y “defienden” una deuda del BCU de volumen aproximadamente equivalente. Lo más importante de todo: esta deuda es en pesos pero de corto plazo. La gran mayoría de ella vence en menos de un año. Lo cual significa que el BCU necesita emitir (y lo hace) deuda todos los días hábiles para mantener estas reservas en su actual nivel.
Como explicamos en otro trabajo reciente6 según el informe sobre deuda pública cerrado el 31 de marzo del presente el BCU preveía pagos de intereses por 714 millones de USD para el año móvil desde el segundo trimestre de 2015 hasta el primero de 2016. Y allí afirmamos que este monto significa, probablemente, una pérdida atribuible a la diferencia entre los intereses que percibe el BCU por esos dólares que integran las reservas y los que paga por las LRM que tiene en circulación a una tasa de interés aproximada del 13%. En conclusión, tampoco parece adecuado utilizar estas reservas para inversiones de largo plazo (carreteras, equipos de generación de energía, etc.).
En el último trabajo citado proponíamos cancelar paulatinamente las LRM con los dólares que forman estas reservas para liberar el abultado pago de intereses que generan, que estimamos en 550 millones de USD anuales. Y esta podría ser una fuente genuina de fondos para inversiones.
Como si nos estuviera respondiendo el ex presidente Mujica dijo hace pocos días: “Las reservas por ahora están para prevenir el susto. Son cosas que no se usan pero están ahí para impresionar a quien viene de afuera que lo primero que mira es cómo está la caja, si está equilibrada o no”.
Respecto a esta afirmación cabe responder varias cosas: 1) Reducir las mismas significaría al mismo tiempo reducir la deuda pública bruta. La deuda pública neta permanecería igual. Y los correspondientes “ratios” sufrirían los mismos cambios. 2) De acuerdo al análisis en que la “calificadora” Moody's7 mejoró la posición de la deuda uruguaya no surge que una reducción del circulante de letras de regulación monetaria con una simultánea disminución de las reservas empeoraría la situación.
El otro caballito de batalla que se ha puesto a circular como fuente posible de financiamiento para inversiones son los fondos de las AFAP. Según se desprende de la información que brinda el BCU el 70% de los mismos están colocados en títulos públicos de distinto tipo. Una parte sustantiva (del orden del 30%) en letras de regulación monetaria del mismo BCU.
El resto se reparte entre inversiones en empresas privadas y públicas, ya sea a través de títulos de deuda o de fideicomisos, títulos de organismos multilaterales de crédito y países grandes (probablemente la mayoría de los EEUU) y colocaciones en depósitos bancarios y certificados de depósito. Queda un remanente del 10%, que curiosamente ha crecido los últimos tiempos, que estaría disponible para estas inversiones que se proponen. Su monto no supera los 1.000 millones de dólares. Cifra no despreciable pero que tampoco tendría peso decisivo en la economía. Téngase en cuenta que los últimos años la inversión (formación bruta de capital) en el país ha superado el 20% del pbi, o sea, bastante más de 10.000 millones de dólares anuales. De ese total la inversión pública ha montado, durante los últimos 5 años un promedio del 18%, más de 2.000 millones de dólares en términos absolutos.
Salvo esta “reserva” que ostentan las AFAP no vemos otra fuente de fondos para inversión (habría que discutir si esta fuente se puede considerar “pública” dado que los fondos pertenenecen, al menos en teoría a los trabajadores afiliados) pública que no implique aumentar el endeudamiento público. Porque si las AFAP utilizaran fondos que están invertidos en títulos públicos para, por ejemplo, obras de infraestructura deberían vender aquellos en el mercado. Sería necesario que otros inversores los adquirieran, siendo por tanto el efecto neto idéntico al de nuevas emisiones de deuda pública. Supongo, al no ser un conocedor profundo de la legislación al respecto, que los demás fondos de las AFAP (colocaciones financieras líquidas, títulos de organismos multilaterales) no se pueden destinar a otro objeto por razones regulatorias.
Está claro, entonces, que cualquier proceso de inversiones de gran porte que se planteé por parte del estado solo puede partir de una base: nuevo endeudamiento público.
A estos efectos conviene hacer algunas de puntualizaciones: 1) por un lado la situación internacional del país (prolíficamente alabado por su política “seria”, “responsable”, “cumplidora de sus compromisos”) genera un cierto, difícil de precisar cuantitativamente, margen para ampliar el endeudamiento público. A ello contribuyen factores como la ya mencionada mejora de la calificación crediticia por parte de Moody's.
2) Por el otro lado no podemos olvidar una realidad insoslayable: el país no registra superavit fiscal primario. Dicho de otra forma lo que recauda el estado no alcanza para pagar sus gastos corrientes e inversiones antes del pago de los intereses de la deuda pública. O sea que la deuda sólo puede crecer en al menos el monto de estos intereses. Que se puede estimar en un 3,5% del pbi, en términos absolutos, más de 1.500 millones de dólares anuales.
3) El crecimiento económico del país se está, en el mejor de los casos, enlenteciendo. Dados los múltiples signos que se observan en ese sentido, tenemos la impresión de que está, realmente, entrando en recesión. O sea que el pbi se está contrayendo. Faltan como dos meses para que el BCU libere la información relativa al segundo trimestre del año. Hasta tanto no tenemos el dato concreto.
Mientras escribíamos este trabajo, hace dos días el presidente de la República anunción un ambicioso plan de inversiones para el quinquenio por más de 12.000 millones de dólares. Dio una distribución por sectores de estas supuestas inversiones. Y hoy mismo8 un periodista de “El Observador”, Martín Viggiano ha escrito un trabajo del cual transcribimos la parte final: “Si se sacan de la cuenta global esos US$ 200 millones de inversión al tren, correspondientes a lo ya programado con dinero del Focem, restan explicar US$ 160 millones. Según dice el documento del gobierno, US$ 90 millones serán invertidos por medio de una PPP para el tramo de 145 kilómetros de la línea Algorta-Fray Bentos, que es importante para el transporte de madera y granos. En esa obra hubo algún interés de empresas chinas, pero quedó por el camino por idas y vueltas durante el gobierno de Mujica. Desde el MTOP se confirmó ayer a El Observador que la PPP es, hasta ahora, solo una idea.
A la cuenta le quedan entonces US$ 70 millones. De ellos, US$ 60 corresponden a un préstamo que ya aprobó la Corporación Andina de Fomento (CAF), destinado a la nueva operadora ferroviaria Servicios Logísticos Ferroviarios (SLF). El dinero no llegó a sus arcas porque le resta cumplir con requisitos de la CAF, según detalló el ministro Rossi en el Parlamento.
Por lo tanto, al pasar raya quedan US$ 10 millones de inversión nueva y no prevista anteriormente para el ferrocarril en Uruguay. No hace falta decir si es mucho o poco, o si es justo o no. Lo cierto es que Vázquez le soltó la mano a un sueño de Mujica”.
Como se colige de la lectura el trabajo se refiere sólo a un ítem del ambicioso plan esbozado; la correspondiente al ferrocarril. Ignoramos si la seriedad del resto será del mismo tenor que éste. Sea como sea, también hoy mismo se ha anunciado que la empresa GDF SUEZ-MARUBENI no va a construir la planta regasificadora de Puntas de Sayago. Gran noticia en nuestra opinión, pero le resta otros 390 millones de dólares al plan anunciado hace sólo dos días por el gobierno.
Digamos de paso que el ministro de economía informó que el dicho plan no implicaba ni aumento del déficit fiscal, ni inflación, ni se haría a costa de un mayor endeudamiento público (“el endeudamiento no es la base de este plan de obras”). Con lo cual sólo caben dos opciones: o el ministro ha encontrado algún depósito secreto de divisas extranjeras u oro, o el dicho plan es pura charla destinada a insuflar ánimo en capitalistas y consumidores. Ya que ambos parecen estar entrando en un sostenido pesimismo que no pronostica nada bueno para la economía del país. Como lo primero suena más bien difícil nos inclinamos por la segunda opción. Sin dejar de prevenir que la suma de la inversión pública y privada durante el quinquenio 2010-2014 fue de 55.000 millones de dólares (un 21% del pbi del período)9.
El anuncio de invertir algo más de 12.000 millones de dólares en el quinquenio actual queda, en este contexto, completamente desvirtuado si el mensaje se quiso comunicar es que “no jugamos al achique” o expresiones por el estilo. Carece de significación, ya que si esa fuera efectivamente la totalidad de la inversión, pública y privada, prevista estaríamos ante una caída dramática, inimaginable, de la misma. En cuanto a la inversión (formación bruta de capital fijo) pública del quinquenio anterior (la gran mayoría de la misma en infraestructura), sumó la cifra de 10.600 millones de dólares, bastante más que la planteada en el “paquete” anunciado que la cifraría en los 8.000 millones.
La única conclusión que se puede extraer de estos anuncios (unidos a los que pronunció hoy el ministro de economía acerca de la “extrema solidez de la situación financiera del país”) es que la situación es más grave que lo que los distintos indicadores parciales y la “sensación térmica” que se percibe en la calle parecen indicar. Me atrevería a decir que son una muestra de verdadera desesperación.
Como dicen en los aviones: “señores pasajeros abróchense los cinturones de seguridad”.
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