Sofía Kortysz y Lourdes Rodríguez
20 abril 2018
“Sí, vi cuando la detenían.” Eso respondió Alma Rodríguez, compañera de militancia de Elena Quinteros, desaparecida en 1976, frente a un juez militar cuando la consultó sobre su paradero. Así consta en su legajo –al que accedió Brecha–, un documento donde por primera vez la maestra del Pvp aparece mencionada con uno de sus alias: “Mary Amestoy”. El interrogatorio de Alma Rodríguez en el Regimiento de Caballería número 6 fue bajo la responsabilidad de Lawrie Rodríguez, un militar que tiene un pedido de procesamiento por el homicidio de Iván Morales, de la Opr-33, y está vinculado a otros crímenes de lesa humanidad.
Era el 25 de junio de 1976. Integrantes del Organismo Coordinador de Actividades Antisubversivas (Ocoa) irrumpieron en la casa ubicada en Navarra 1938. En la cama de dos plazas estaba Victoria, la hija de Alma Rodríguez –compañera de militancia del Pvp y colega de la maestra Elena Quinteros–, que entonces tenía dos meses, y en la cocina su abuela paterna. Alma, que había salido a hacer una llamada, vio militares al regresar a su casa. Dudó unos segundos qué hacer y finalmente entró. Las tres fueron detenidas.
Victoria, que ahora tiene 42 años, cuenta a Brecha que aquel día Alma identificó a Jorge “Pajarito” Silveira. El mismo que a la mañana siguiente se apersonó en bulevar Artigas 1045 para entregarla a sus abuelos maternos. Su madre estaba en el 300 Carlos. Su tío, que conocía a Silveira del barrio Malvín, también pudo identificarlo en esa ocasión.
Esa no fue la última vez que Silveira tocó a la puerta en casa de la familia de Alma. En 1984, luego de siete años de prisión, la encontró en su vivienda de Arenal Grande, junto a Victoria, que ya tenía 8 años. El teniente ingresó a su casa y le preguntó:
—¿Le dijiste a alguien?
—A la Cruz Roja –respondió Alma.
—No hables más porque vas a tener problemas –le avisó con gentileza.
El sujeto omitido, como siempre, era Elena. Alma se había mudado al complejo habitacional Campo Español y hasta allí también la fueron a buscar, ya en democracia. En junio de 1985 tres militares irrumpieron apenas unos segundos después de que se marchase su compañero. Al grito de “¡Bolche de mierda!”, la tomaron del cuello y le advirtieron: “No declares nada”. Es que Alma sería hasta su muerte, en 1998, una testigo ocular de la primera detención de Elena.
LA CONEXIÓN. Pero ni las amenazas ni su fallecimiento pudieron eliminar el rastro que los propios represores dejaron en el legajo militar de Alma, al que accedió Brecha. Allí consta que en setiembre de 1976 el juez militar de instrucción de cuarto turno, coronel Washington Suárez, echa por la borda todo plan de ocultamiento al preguntarle a Alma la ubicación de varias personas, entre ellas “Mary Amestoy” (véase fotografía). Y Alma responde con una frase que podría comprometer a quienes quisieron desaparecer a Elena: “A Mary sí, vi cuando la detenían”.
Este documento, perdido durante años en la Suprema Corte de Justicia, es el primero de todos los que se conocen en que Elena es mencionada, con uno de sus alias, y también en los que alguien afirma haber visto su detención. Un pedido de acceso a la información realizado por el Observatorio Luz Ibarburu (Oli) al Ministerio de Defensa permitió que se conociera en qué expediente militar fue adjudicada la vivienda que habitaba la militante desaparecida Elena Quinteros –en la calle Masini– a la División de Ejército I, hecho revelado por una investigación realizada por Brecha en 2016 –y que, cabe recordar, continúa siendo usufructuada por los militares; ahora por la viuda y los hijos de un oficial caído en Haití.
A partir de la respuesta del Ministerio de Defensa, el expediente fue localizado, entre otros 3 mil, en el Archivo Judicial de Expedientes Provenientes de la Justicia Militar (Ajprojumi), del Poder Judicial, y su acceso fue solicitado por el Oli. Allí aparecen, efectivamente, la adjudicación de la propiedad de Masini al Ejército (el 1 de junio de 1979 le fue entregada al teniente segundo Daniel Fredes y en 1980 la solicitó la División de Ejército I) y también las menciones a Elena, esfumada de la documentación de la que se había tenido acceso hasta este momento.
NOMBRES. Aunque Alma Rodríguez fue detenida el 25 de junio de 1976, la primera acta que figura en el legajo, realizada en el Regimiento de Caballería número 6, es del 27 de agosto de ese año. Del período transcurrido entre junio y agosto, en que Alma pasó en el 300 Carlos, no hay constancia. El interrogador de Alma, que no preguntó por Elena, fue Nelson L Martínez, quien aparece vinculado a la detención de Gilberto Alberto Coghlan, militante de la Fau-Opr-33, fallecido en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas en 1973 tras la tortura.
Tampoco preguntó por Elena el juez sumariante del Regimiento de Caballería número 6 Lawrie Rodríguez, para quien la fiscal Ana María Telechea pidió en agosto de 2017 el procesamiento con prisión por el homicidio especialmente agravado del dirigente de la Fau-Opr-33 Iván Morales en esa unidad militar en 1974. Lawrie Rodríguez, a quien Interpol detuvo por auxiliar al coronel retirado prófugo Gilberto Vázquez,1 también fue juez sumariante del estudiante tupamaro Hugo de los Santos, asimismo fallecido un año antes en el mismo regimiento. En el legajo, de más de 300 páginas, aparecen otros nombres de militares que podrían estar vinculados o conocer qué pasó con Elena. Recientemente, de acuerdo a Televisión Nacional de Uruguay, el juez Nelson dos Santos citó a declarar para el 10 de mayo a dos testigos presentados por el Oli y a una ex soldado.
“Naturalmente que la justicia podrá actuar; no hay más que pedir al Ministerio de Defensa datos sobre quiénes son los responsables.” La vigencia de esta afirmación, pronunciada en el Parlamento en 1985 por el senador Germán Araújo, podría también cerrar hoy este informe.
- La República, 16-VII-06.
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