No al armamentismo. Seguir el ejemplo de Costa Rica. El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, insistió porque “Uruguay no tiene enemigos”.
AP. El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, sostuvo que “Uruguay no necesita de un ejército porque no tiene enemigos. El enemigo que tiene Uruguay, al igual que Costa Rica, sigue siendo la desigualdad y la pobreza. Y para eso los recursos deben salir ciertamente de una disminución del gasto militar”.
Arias se refirió a lo que llama “los dividendos de la paz de un país como Costa Rica, que no tiene ejército desde hace 61 años, y aunque esto parezca una utopía no lo es. El ejemplo costarricense se puede replicar en otras partes del mundo”.
“Y si no hay ningún país en América del Sur que lo haya hecho, creí y sigo creyendo, que un buen candidato para ello es Uruguay. Esa carrera loca armamentista que han iniciado algunos países de Sudamérica, ciertamente Uruguay no debe seguirlos”, indicó Arias. El principal partido de oposición calificó la sugerencia de “impertinente”.
Politiquería uruguaya necesita un ejército
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El Tiempo.com
Montevideo, 6 abr (EFE).- El presidente de Costa Rica, Óscar Arias, afirmó hoy que la sugerencia que hizo a su homólogo de Uruguay, José Mujica, de eliminar el Ejército fue "espontánea" y la planteó "con mucho respeto".
En una entrevista con la emisora de radio uruguaya El Espectador, Arias recordó este martes que su propuesta fue "espontánea" y surgió al ser consultado por una periodista en el canal colombiano de noticias NTN24.
El gobernante costarricense volvió a justificar su planteamiento con el argumento de que Uruguay "es un país como Costa Rica", puesto que ambos tienen "una democracia muy consolidada" e incluso se les ha llamado "la Suiza de Suramérica y de Centroamérica", respectivamente.
Además, respaldo su propuesta porque Mujica, de 74 años, "sufrió mucho años en una celda por defender sus ideas".
En los años sesenta y setenta, el mandatario uruguayo combatió contra Gobiernos constitucionales y la dictadura militar (1973-1985) de la mano de la guerrilla urbana Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, lo que le costó trece años en la cárcel en duras condiciones.
Tras salir de la cárcel se integró a la vida democrática en 1989 con el Movimiento de Participación Popular, que forma parte de la coalición oficialista Frente Amplio.
Arias dijo que la carta que envió recientemente a Mujica para formalizar su propuesta, de la que todavía no ha tenido respuesta, no va dirigida "al presidente, sino al 'Pepe' revolucionario".
Va destinada "a ese hombre que estuvo allí en un oscuro rincón de una celda olvidada durante mucho tiempo y que es un idealista, que defendió sus ideas con una fe inquebrantable en poder construir algún día un Uruguay mejor".
La propuesta de Arias levantó una fuerte polémica en Uruguay, donde fue rechazada por miembros de la oposición, como el ex presidente y senador del conservador Partido Nacional (Blanco) Luis Alberto Lacalle, que la consideró "una falta de respeto".
"No salgo de mi asombro de que se le indique a un país cómo debe organizarse institucionalmente", señaló.
Eleuterio Fernández Huidobro, senador del bloque oficialista Frente Amplio (izquierda), dijo por su parte que Costa Rica no tiene Fuerzas Armadas, "pero tiene una Guardia Nacional que es como un ejército".
El propio Mujica dijo en una breve declaración a la prensa que quiere usar a los militares de su país para "pelear contra la pobreza".
"Cuando se es presidente no se hace lo que se quiere, se hace apenas lo que se puede", agregó el gobernante, que desde que llegó al poder ha planteado a los militares dar vuelta de hoja al pasado y ha propuesto liberar a los presos mayores de 70 años, incluidos los represores.
© EFE 2010Entrevista a Arias de El Espectador
Óscar Arias: “Uruguay no necesita un ejército porque no tiene enemigos”
(emitido a las 8.59 Hs.)
EMILIANO COTELO:
“No le escribo hoy a don José Alberto Mujica Cordano, sino al ‘Pepe’ revolucionario […] para decirle que queda todavía, en el morral del tiempo, una última utopía: la abolición del ejército uruguayo”.
Así, con estas palabras escritas en una carta fechada el 26 de marzo, justo antes de Semana Santa, el presidente de Costa Rica, Óscar Arias, concretaba formalmente una propuesta que había anticipado un día antes en una entrevista con el canal colombiano de televisión NTN24.
(Audio Óscar Arias.)
“Yo me preguntaba el otro día, voy a pedirle al presidente Mujica que considere abolir su ejército, ¿para qué necesita Uruguay un ejército?, ¿quién es el enemigo de Uruguay? ¿Lo va a invadir Argentina? ¿Lo va a invadir Brasil? ¿Para qué necesita Uruguay un ejército? Y voy a pensar en hacerle una carta al presidente Mujica para que considere lo que nosotros consideramos en 1948 cuando nos preguntamos: ¿para qué necesitamos un ejército?, ¿por qué no acabamos con él y le declaramos la paz al mundo? Ciertamente pienso que Uruguay podría hacer lo mismo”.
(Fin.)
EC - En Uruguay, representantes de todos los partidos políticos y hasta el propio presidente Mujica reaccionaron negativamente ante la iniciativa del presidente Arias. Algunos además la rechazaron por improcedente, en la medida en que vieron en esa misiva una injerencia del mandatario costarricense en los asuntos internos de nuestro país.
La semana pasada discutimos el tema en nuestra Tertulia aquí en En perspectiva, y también lo analizamos con el politólogo Julián González, especialista en asuntos de defensa.
Hoy vamos a volver a la fuente, y para eso les proponemos una entrevista con el propio presidente de Costa Rica, doctor Óscar Arias.
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EC - Oscar Arias es abogado, economista, politólogo, empresario y filósofo. Hoy tiene 69 años y está a punto de culminar su segundo mandato de cuatro años al frente del gobierno de Costa Rica. Su primera experiencia como presidente se inició en mayo de 1986, cuando tenía 45 años y América Central pasaba por una situación particularmente turbulenta y violenta. Al año siguiente el doctor Arias impulsó un plan de paz para poner fin a la crisis regional. Aquella iniciativa, conocida como el Plan de Paz Arias, culminó exitosamente en los Acuerdos de Esquipulas II, firmados por todos los presidentes de los gobiernos de América Central el 7 de agosto de 1987.
Pocos meses después, ese esfuerzo lo hizo ganador del Premio Nobel de la Paz. En 1988, tomando como base el dinero obtenido por aquel premio, Arias puso en marcha la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano. Uno de los programas de esa fundación es el Centro para la Paz y la Reconciliación, que trabaja en pro de la desmilitarización y la resolución de conflictos en el mundo en vías de desarrollo, y que recientemente lanzó una iniciativa destinada a que se apruebe un Código Internacional de Conducta para la Transferencia de Armas.
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EC - Señor presidente, su sugerencia al presidente José Mujica para que elimine el ejército en Uruguay generó perplejidad en el sistema político uruguayo. Por dos razones: primero, porque ese debate no estaba en la agenda nacional, pero además resultó desconcertante que el planteo viniera del presidente de otro país, y por lo tanto fue tomado como una injerencia en nuestros asuntos internos. ¿Qué historia hay detrás de estas declaraciones suyas a la televisión colombiana y de la carta que le remitió a Mujica?
ÓSCAR ARIAS:
Fue algo muy espontáneo, estas son ideas que yo he abrazado durante más de 30 años. La ilusión mía era que con el fin de la Guerra Fría, cuando se tumbó el Muro de Berlín en noviembre del año 89, si ya no iba a haber dos superpotencias luchando una contra la otra, podríamos beneficiarnos de los dividendos de la paz. Y creí que de ahí en adelante [debía abolirse] el gasto militar, que para mí es un gasto perverso, un gasto que debería ir a la educación, la salud, la infraestructura, la protección del medioambiente y la lucha contra la pobreza y la desigualdad, para crear sociedades más solidarias e igualitarias.
Me parece que es un gasto perverso, sobre todo en algunas regiones del mundo que ya dejaron atrás las dictaduras, como América Latina, donde ya están tomando fuerza las instituciones democráticas que se consolidan cada vez más –con la excepción de Cuba, por supuesto–. Es demasiado evidente lo que le digo en la carta. Si América Latina deja de gastar los 60.000 millones de dólares que hoy gasta en armas y soldados, tenemos ahí casualmente una cuenta de ahorros en el banco del tiempo, y yo le he venido diciendo al mundo entero desde hace mucho tiempo que es de ahí, del gasto militar, de donde podemos sacar los recursos necesarios que hasta ahora no hemos querido tocar para construir las sociedades latinoamericanas más prósperas que nuestros pueblos nos demandan.
EC - Pero ¿por qué en este momento usted le formula esta sugerencia al presidente José Mujica?
OA - Porque fui entrevistado por una periodista colombiana que sabe que yo he venido exponiendo estas ideas desde hace mucho tiempo y me preguntó cuál había sido la reacción de los palestinos cuando me reuní con el gobierno palestino en una gira reciente al Medio Oriente, y le dije que buena. Es un poco el mismo argumento: ¿para qué necesita Palestina un ejército, con todas las necesidades insatisfechas que tiene el pueblo palestino? Y cuando me preguntó si había pensado en algún otro país, se me ocurrió Uruguay, porque Uruguay es un país como Costa Rica, es una democracia muy consolidada –se nos ha llamado la Suiza de América del Sur y de América Central a ambos países–, y sobre todo porque tiene un presidente que sufrió muchos años en una celda por defender sus ideas y ahora tiene el poder, lo han elegido presidente. Por eso dije “no le escribo al presidente sino al Pepe revolucionario”, a ese hombre que estuvo ahí en un oscuro rincón de una celda olvidada durante mucho tiempo, y que es un idealista, que defendió sus ideas con una fe inquebrantable en poder construir algún día un Uruguay mejor.
EC - Pero ese presidente Mujica en su historia no solamente fue un preso durante la dictadura militar, antes había sido guerrillero, se había levantado en armas contra un gobierno democrático y se había enfrentado en particular a las propias Fuerzas Armadas, al punto de que el vínculo, la relación Mujica-Fuerzas Armadas es un asunto delicado que el presidente está tratando de zurcir con contactos, con reuniones, con discursos, como uno que dirigió hace muy pocos días a un grupo de oficiales de las tres fuerzas en una reunión en la ciudad de Durazno. En ese contexto descoloca un poco que alguien venga a proponerle, justamente a Mujica, la eliminación de las Fuerzas Armadas.
OA - Yo lo hice con mucho respeto, mucha humildad, exponiendo los beneficios, lo que he llamado los dividendos de la paz de un país como Costa Rica que no tiene ejército desde hace 61 años, y porque aunque esto parezca una utopía no lo es, el ejemplo costarricense se puede replicar en otras partes del mundo. Nadie habría pensado que países como Panamá y Haití llegaran algún día al convencimiento –sus gobiernos– de que había que abolir el ejército constitucionalmente. Y si no hay ningún país en América del Sur que lo haya hecho, creí y sigo creyendo que un buen candidato para ello es casualmente Uruguay. Ciertamente Uruguay no debe seguir esa carrera loca armamentista que han iniciado algunos países de América del Sur. Mi razonamiento es: ¿de quién se va a defender Uruguay, si todos sus vecinos son demócratas y no tiene problemas con ninguno que amerite un ejército que ni siquiera sé de qué tamaño es, si son 8.000, 10.000 hombres o menos, no sé? Lo único que sé es que un mundo que gasta 1.600 billones de billones de dólares en armas y soldados es un mundo irracional.
EC - El presidente Mujica todavía no ha hecho comentarios sobre su carta, sobre el texto de la carta que usted le remitió. Sí hubo una primera reacción, cuando se difundieron sus declaraciones a la televisión colombiana Mujica también habló con la televisión colombiana e hizo una referencia muy breve:
(Audio José Mujica)
“Pero no nos tenemos que hace trampa porque ellos no tienen fuerzas armadas hace años pero tienen una Policía de Frontera que como te digo una cosa te digo la otra”.
(Fin.)
EC - ¿Qué le responde a esa apreciación del presidente Mujica?
OA - Es casualmente lo que yo le recomiendo respetuosamente, que los ejércitos no son necesarios y que lo que sí tiene que tener un país pequeño como Uruguay, rodeado de naciones amigas y hermanas, igual que Costa Rica, es una policía. Nosotros tenemos una policía que cuida la seguridad de las personas, de nuestros ciudadanos, y no tenemos una policía de fronteras, las fronteras nuestras son muy fluidas, tenemos una política migratoria muy permisiva; aquí tenemos aproximadamente 700.000 nicaragüenses, muchos vienen legalmente, otros ilegalmente, y no tenemos una policía que resguarde nuestra frontera con Nicaragua. En el caso de Panamá es diferente.
Pero es mi recomendación respetuosa, muchos países de América Latina no requieren ejército, únicamente requieren una buena policía. Y una buena policía no necesita tanques, no necesita artillería pesada, no necesita helicópteros artillados, no necesita submarinos, no necesita armas que son muy costosas, armas con las cuales uno podría fácilmente construir muchos puentes, muchas clínicas de salud, muchos hospitales, muchas universidades. Esa es la filosofía detrás de todo esto.
EC - Costa Rica tiene una policía y además tiene un servicio aeronaval.
OA - No, Costa Rica tiene como fuerza aérea unos cuatro o cinco Cessnas, tiene unas patrulleras para enfrentar el narcotráfico por las dos costas. En buena parte el éxito que hemos tenido en capturar mucha cocaína, 90 toneladas de cocaína por mar y por tierra, se debe a la ayuda que nos brindan las patrulleras de Estados Unidos, ni siquiera puedo decir que es por mérito propio, porque nuestra policía es muy débil. La principal crítica a mi gobierno fue que no habíamos gastado mucho más en seguridad interna, yo aumenté el número de policías en unos 3.000 aproximadamente, pero no tenemos más de 10.000 policías. Y no es que anden desarmados como los bobbies ingleses, pero ciertamente Costa Rica solo tiene que comprar armas muy ligeras, revólveres, porque no necesitamos más.
En eso consiste esta propuesta mía de hace 30 años. La Fundación Arias para la Paz, que fundé con el dinero del Premio Nobel, ha venido trabajando en el tema de la desmilitarización en todo el mundo, y fue en la Fundación Arias que logramos crear, redactar con ayuda de otros premios Nobeles de la Paz, pero también de intelectuales de todo el mundo, sobre todo en Europa, el Tratado sobre el Comercio de Armas que hoy está en conocimiento general de la Asamblea General de las Naciones Unidas y ha sido presentado por mi gobierno.
EC - Usted mencionó al pasar a Estados Unidos, y justamente, en varias de las declaraciones que han formulado dirigentes políticos uruguayos luego de su planteo hay alusiones a Estados Unidos. Por ejemplo, algunos legisladores dijeron: “Puede perfectamente decirse que Costa Rica cuenta con el ejército más grande del mundo. Porque tiene un acuerdo con Estados Unidos por el cual este país se ocupa de defenderlo ante una agresión externa”. ¿Cómo son esos acuerdos con Estados Unidos?
OA - Eso no existe, es todo lo contrario. Cuando yo fui presidente por primera vez… no sé si usted recuerda quién era Jean Kirkpatrick; era la embajadora del gobierno de Estados Unidos ante Naciones Unidas.
EC - Estamos hablando del año 1986.
OA - Sí, estamos hablando de ese año. Ella era muy conservadora, una profesora universitaria muy respetada, muy amiga del presidente Ronald Reagan, y en una oportunidad me dijo: “Mire, presidente, Costa Rica no es un país viable, porque no tiene ejército”, y yo muy indignado le dije: “No lo tenemos y nunca lo vamos a tener; ¿no se da cuenta usted de que nuestra indefensión es casualmente nuestra mejor defensa, que mientras no tengamos ejército ningún país se va a atrever a tocarnos?”. Eso fue cierto durante los años ochenta, es algo que le menciono al presidente Mujica. Mucha gente nos decía: “Tarde o temprano, si usted tiene partidarios de la contra nicaragüense en territorio costarricense, Nicaragua lo va a invadir”, y yo decía: “No le voy a dar ese pretexto”.
Lo primero que hice cuando llegué al gobierno fue sacar a los comandantes de la contra que habían escogido Costa Rica para convivir aquí con nosotros, porque no quería ninguna excusa del gobierno sandinista para cruzar la frontera y atacar a la contra. Esa fue una preocupación mía, yo no iba a permitir que un comandante de la contra ocupara una pulgada cuadrada de territorio nacional. Eso fue lo que más me enfrentó con Ronald Reagan cuando saqué a toda la contra nicaragüense del territorio nacional y le di muy poquitos días, 48 horas, para que se fuera. O bien se podían quedar si renunciaban a la acción militar como salida para pacificar América Central. Solo uno de ellos, Alfonso Rovello, renunció a ello y se quedó en Costa Rica, pero el mismo hijo de la presidenta que vino después, doña Violeta Chamorro, Pedro Joaquín Chamorro, que convivía entre nosotros, tuvo que abandonar el país. Y lo mismo Calero y mucha otra gente.
De manera que es todo lo contrario, Estados Unidos no tiene que defendernos nunca porque Costa Rica no le hace daño a nadie declarándole la paz al mundo.
EC - Entonces, ¿cuál es el alcance de los acuerdos vigentes con Estados Unidos? Usted algo citó al pasar a propósito del servicio de guardacostas.
OA - Dentro del Plan Mérida, por el que Estados Unidos ayuda fundamentalmente a México y a América Central con algunos pocos recursos para combatir el narcotráfico. Usted conoce muy bien que de Colombia los cárteles se pasaron a México, lo que está sufriendo el presidente Felipe Calderón enfrentando a esos cárteles en muchas ciudades y en muchos departamentos de México. Eso bajó también a Guatemala y a El Salvador, donde tienen maras involucradas con el narcotráfico; nosotros tenemos en menor escala, porque somos un país de paso para el narcotráfico y mucho se queda aquí. Entonces en ese combate al narcotráfico Estados Unidos, por medio del Plan Mérida, ha ayudado a México y en menor medida a Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica.
EC - ¿En qué ha consistido esa ayuda?
OA - En muy poca cosa, francamente. Si nos hubieran dado unas cuantas patrulleras yo lo habría agradecido, pero no. No tenemos equipo bélico para enfrentar al narcotráfico, más bien la queja de los costarricenses es que es muy poca cosa. Pero no confundamos las cosas, una cosa es tener un ejército y otra cosa es tener una guardia civil o una policía para darle seguridad a la ciudadanía o para luchar contra el narcotráfico.
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EC - “No pretendo irrespetar la soberanía de una nación hermana. Tan solo quiero brindar un consejo que veo escrito en el muro de la historia de la humanidad: los ejércitos son enemigos del desarrollo, enemigos de la paz, enemigos de la libertad y enemigos de la alegría”.
Así dice el presidente Óscar Arias en su carta a Mujica, en la que también señala:
“En gran parte del mundo, y sobre todo en América Latina, las fuerzas armadas han sido la fuente de la más ingrata memoria colectiva. Fue la bota militar la que pisoteó los Derechos Humanos en nuestra región. Fue la voz del general la que pronunció las más cruentas órdenes de captura contra estudiantes y artistas. Fue la mano del soldado la que disparó en la espalda del pueblo inocente. En el mejor de los escenarios, los ejércitos latinoamericanos han significado un gasto prohibitivo para nuestras economías. Y en el peor, han significado una trampa permanente para nuestras democracias.
Uruguay no necesita un ejército. Su seguridad interna puede estar a cargo del cuerpo de policía, y su seguridad nacional no gana nada con un aparato militar que jamás será más poderoso que el de sus vecinos, que además son países democráticos”.
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EC - Cuando conversamos la semana pasada con el politólogo Julián González, un especialista uruguayo en asuntos de defensa, él sostenía: “Si quien tiene la soberanía sobre una superficie de tierra o de mar o un pedazo de cielo no la ejerce, corre el riesgo de que venga otro a sustituirlo”.
En el debate que se ha dado acá algunos legisladores especularon con que lo que usted está planteando como sugerencia resulta funcional a ideas e intereses de Estados Unidos. Incluso a partir de estas reacciones González recordaba:
“Hay como una concepción norteamericana que estuvo muy claramente expresada en la época de la Guerra Fría y que volvió a intentarse cuando terminó la Guerra Fría: la idea de que Estados Unidos nos brinda el gran paraguas de defensa y que nosotros nos tenemos que ocupar de lo que son nuestros territorios y limitarnos a ellos porque igual Estados Unidos tiene el poderío militar necesario para darnos la protección”.
¿Qué dice usted a propósito de esta advertencia?
OA - Los militares siempre tienen que probar cuán necesarios son. Y por eso existen. El país más belicista posiblemente, si no del mundo ciertamente de este continente, es Estados Unidos, y yo he sido muy crítico de Estados Unidos por ese espíritu belicista que lo ha caracterizado a lo largo de su historia. Es un país que nació peleando en 1776 contra los ingleses, después hizo otra guerra en 1812 contra los ingleses, después invadió México en los años treinta y cuarenta, después vino la Guerra de Secesión, la guerra civil en los sesenta, después vino la guerra por la independencia de Cuba contra España y se quedó con Puerto Rico, después vinieron la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, Corea, invadió territorio latinoamericano en muchas ocasiones.
Yo contaba la anécdota en Estados Unidos un poco irónica de que la única razón por la cual Estados Unidos no tiene golpes de Estado es que no hay embajada estadounidense en Washington. Así que no crea en esas acusaciones hacia mí, de que como costarricense tengo un ejército que me va a defender; yo he sido el más crítico de la política estadounidense de seguir aumentando el gasto militar. Y se lo decía al presidente Obama: no importa el que sea, candidato demócrata, candidato republicano, cualquier candidato que ofrezca reducir el gasto en defensa pierde las elecciones. Y eso es muy lamentable. Yo he sido muy crítico de eso.
EC - En sus gestiones desde la fundación que encabeza, ¿cómo le ha ido en el diálogo con los países latinoamericanos que, según destaca, están inmersos en una carrera armamentista? Me refiero por ejemplo a Brasil, a Venezuela, a Colombia. ¿Qué eco ha tenido en esos gobiernos?
OA - Mi crítica a los 60.000 millones de dólares que gasta América Latina en armas y soldados es permanente. En todas las reuniones de países iberoamericanos a las que América Latina acude con Portugal y España, siempre de manera recurrente hablo de la inutilidad del gasto militar en América Latina, y recientemente me he encontrado un aliado, que es el presidente Alan García de Perú.
EC - Pero con los presidentes Lula, Chávez, Uribe, ¿qué respuestas ha tenido?
OA - Me han escuchado hablar; es demasiado obvio que ellos no piensan como yo. El presidente Lula está gastando recursos adicionales, alrededor de 5.000 millones de dólares, en adquirir nuevas armas; el presidente Chávez también, Colombia tiene una guerrilla que no sé si todavía es marxista pero es financiada por el narcotráfico y evidentemente requiere un ejército; México también.
Pero con todo el respeto, querido amigo periodista, Uruguay no necesita un ejército porque no tiene enemigos. El enemigo que tiene Uruguay, que tiene costa Rica, sigue siendo la desigualdad y la pobreza y mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo. Y para eso los recursos deben salir de una disminución del gasto militar, o bien, si se tienen la visión y el coraje que tuvo José Figueres aquí hace 61 años, acabar con las fuerzas armadas. Nada más quiero recordarle que tuvimos una pequeña guerra civil en el año 48 y que José Figueres fue el comandante victorioso de esa guerra civil. Murió poca gente. El ejército era pequeño, es cierto, pero podía haber habido una gran resistencia y don Pepe Figueres dijo: “Voy a acabar con el ejército, porque quiero convertir este cuartel en el museo nacional”. Y si usted nos visita algún día se va a dar cuenta de que el cuartel más importante del ejército costarricense es hoy el Museo Nacional.
EC - ¿Ha vuelto a conversar con el presidente Mujica? Tengo entendido que usted lo llamó en el momento en que le estaba remitiendo la carta. ¿Qué ha ocurrido desde entonces?
OA - No ha ocurrido nada, me dijo que me iba a contestar. Yo le dije: “Presidente, respetuosamente le he mandado una carta con algunas ideas, yo no me siento disgustado ni ofendido si usted no las comparte”. Él fue muy gentil y me dijo “le voy a contestar”, pero yo entendía que venían estos días feriados de Semana Santa.
He leído algunas cosas que se han dicho allá, les agradezco a ustedes los medios el haber publicado la carta entera para que el uruguayo promedio la lea y pueda sacar sus propias conclusiones. Y no importa cuál sea la respuesta del presidente Mujica, creo que hice bien por lo menos en estimular un pequeño debate en su país, y que mediten sobre esto que les estoy recomendando.
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EC - El diario Últimas Noticias informa esta mañana que el presidente José Mujica se tomará su tiempo para responder la carta que le envió Óscar Arias, y además pretende usar un tono respetuoso para evitar conflictividad con Costa Rica.
Dice el matutino que “la carta en la que el presidente Arias le propuso a Mujica la abolición del ejército desató una ola de críticas dentro del sistema político uruguayo, pero Mujica quiere mantener las buenas relaciones de Uruguay con Costa Rica, y buscará en su respuesta evitar todo tipo de agresión o menosprecio”, según dijeron fuentes oficiales. “Aunque su posición respecto al ejército es contraria a la que planteó Arias, Mujica está aún pensando en las palabras que usará para contestarle. No quiere que se tome la iniciativa Arias como una broma, como una intromisión o falta de respeto, como se ha dicho”, señaló un informante. También cabe la posibilidad de que Mujica participe en la ceremonia de trasmisión del mando en Costa Rica, en mayo, cuando asumirá como presidenta Laura Chinchilla, que fue impulsada por Arias como su sucesora. Si se confirma la visita a ese país, el mandatario uruguayo aprovechará para tener una reunión bilateral con Arias.
Transcripción: María Lila Ltaif
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¿Para qué necesita Uruguay un Ejército?
¿O tendrá razón Arias?
Buena idea ?
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