martes, 1 de febrero de 2011

Es peligroso pensar amigos


Es peligroso pensar, amigos…

Más peligroso accionar, amigo

Es sedicioso juntarse, amigos

Es terrorista ocupar, amigos

Por la calle Mendoza, azuzando un caballo van unos niños entre la basura trepada a un carro. Por la calle Belloni día y noche deambulan los carros y en ellos los pobres que parecen viejos con 8 o 10 años. Por Repetto, doblan carros, por Andaluz suben carros… la miseria, doblan cada esquina, rumbo a algún rancho, a algún basural…
Pero los jueces, los gobernantes y la gran prensa buscan a los incitadores por la ocupación de tierra en Puntas de Manga. ¿Ironía? ¿Incapacidad? ¿Intencionalidad? ¿Crápulas? ¿Imbecilidades humanas? Nada de eso, el Poder Judicial, es el poder de una clase y la defiende. Por tanto ataca el accionar de los de abajo.
Del centro de la ciudad, de los shopings   de los grandes hipers y supers, de las Puntas y Estes, se trata de alejar a los pobres. A los que poseemos porte de cara, es decir a los que bajamos, con nuestras bocas desdentadas, nuestro olor a basura, con nuestros rostros y manos ásperas y sucias el nivel del país productivo prometido.
Una vez más si no fuera cruel el resultado daría para burlarse de los grandes medíos de comunicación que le hicieron el trabajo, solitos a los responsables del gobierno, como administradores del sistema y por supuesto al dueño del predio. Ninguno de ellos salió a dar la cara. No fueron al lugar. Ni nadie se hizo cargo de ninguna de las demandas. El juez Miguez, conocido juez que ya proceso a militantes sociales y ya intervino en otras desocupaciones actuó presto en la defensa de la propiedad privada. Reconocemos que muy hábilmente envió a los milicos a solicitar que 20 ocupantes lo acompañasen para comunicarles la resolución judicial y  los dejó detenidos. Después pidió otros 40 pero no lo logró, pero si logró cambiar el eje de los reclamos originales: en vez de un pedazo de tierra para levantar la casa, pasó a ser “o se van o quedan presos”.
 Desocuparon y en fin la policía “los trato bien”. Mandados y mandados. Es el país de los mandados. Ahora si el mensajero hace bien los mandados ningún problema el status quo se sostiene y nada más pa’ hacer ¿no?
Se retroalimenta un pensamiento punitivo con los de abajo claramente diferenciado de las contemplaciones con los impunes y los de arriba. Los dueños de la tierra y del Uruguay, protegidos por el Poder Judicial, por el Gobierno y por la policía. Mejor dicho: los administradores locales de las multinacionales. Porque no dejan de ser peones del capital internacional y los peores sudamericanos de nuestro tiempo. Los que les abren la puerta a las garras de los dueños del mundo.
Los que venden el aire, la tierra, el subsuelo. Los que aplauden la instalación de nuevas pasteras. Los que les exigen que manden mercenarios a Haití, al Congo y cumplen como buenos títeres que son.
Por tanto no es casual que el estado de necesidad sea judicializado, criminalizado. En este caso la necesidad insatisfecha de vivienda predominando hizo actuar a un número de familias inusitado para Montevideo. Y debían salir a apagar el incendio. Que no cunda el pánico. Que no cunda el ejemplo. Hay que desalentar estas iniciativas. Porque marcan un camino peligro, el camino de “la toma del palacio” debe ser derrotado. Que nadie más se sume. Que no se le ocurra a nadie más imitar.
La gente dijo entre otras cosas: vivimos de agregados, vivimos hacinados, no tengo casa, tengo tres niños vivimos 10 en un rancho con un solo dormitorio… este predio hace 30 años está abandonado. Pero, los fantasmas se imponen, ahora todos salen a la caza de los incitadores, “tal vez incendiaron el terreno para justificar la ocupación”.
Si a alguien se le hubiese ocurrido ¿esta mal? Pregunto ¿y qué? ¿Acaso no está mal ese germen insano del hambre, del hacinamiento de la promiscuidad, de la falta de libertad?
Los ocupantes también declararon que son votantes del FA y que es el gobierno que los autoriza  a ocupar, porque les prometieron vivienda y no se las dieron.
Ese barrio históricamente ha tenido gran extensión improductiva frente a las necesidades insatisfechas de la mayoría de sus habitantes. Ese barrio durante décadas no tuvo luz ni agua. Debíamos caminar cuadras y cuadras para tomar un ómnibus. En ese barrio en la década del 50-60 los poceros eran requeridos por los vecinos para la realización de pozos en busca de agua. Mi padre era uno de ellos. Construía hondos pozos, buscando las vetas de agua profundas a 15 o 20 metros bajo tierra y también hermosos aljibes que recogían agua dulce de los techos de lata.
 Hoy dicen: allí en el Montevideo rural no se puede parcelar no se puede construir, no se puede llevar el saneamiento. ¿Acaso los jerarcas de la IMM ignoran que allí  viven miles de familias hace décadas en las peores condiciones y sin saneamiento? ¿Qué hubiese cambiado si esas 270 familias construían sus viviendas allí?
Simplemente hubiera habido menos hacinamiento. Y eso importa. Porque el amontonamiento crea un sin fin de problemas sociales, agudiza el abandono hace promiscua la pobreza. La injusticia es peor porque esa zona aún está rodeada de quintas y terrenos baldíos donde con poco se solucionaría el tema habitacional. Para los que más tienen, para los ricos, son moneditas de cambio, con lo que se daría un alivio a la vida de muchas familias llenas de hijos. 
La defensa de la sacrosanta propiedad por encima de todos y todo. Por encima de los bebes colgados de las tetas de las madres, casi adolescentes frente a la Comisaría, por encima de jóvenes y viejos y también por encima de los vecinos…
Ridículo sería si no observáramos el fondo de lo que se defiende con desalojarlos. Repiten: el camino no es ocupar propiedades privadas. Allí no hay servicios. No hay luz (y ves detrás de los periodistas, que desinforman, el cableado de UTE). Dicen: al frente de la ocupación estaba un hombre que tiene balas de goma en su cuerpo que estuvo preso por rapiñas etc.
Más que un debate es la imposición de una idea:
 Vivan solo en donde hay servicios públicos ¿Cuáles servicios? Amontónense. Vivan el Montevideo rural, súfranlo pero no se apropien de los terrenos al pedo que existen desde siglos atrás improductivos. Miren que para juntarse 270 familias hay una concertación previa ¡eso es sospechoso!
Todo lo que se quiera solucionar colectivamente, es peligroso. Necesitan que cada acción trasmita sumisión, orden, disciplina. Sosteniendo la desigualdad. La que perpetúe la riqueza de unos pocos y la miseria de las grandes mayorías.  La acción colectiva habla de otros valores que se quieren silenciar y omitir. La construcción del nosotros va contra todas las valoraciones banales que se hacen y se revolean en los grandes medios de comunicación y que don Juan y doña María repetirán para condenar a los “usurpadores”. Aunque todos en el fondo, sepamos que en cada barrio hay casas vacías, que no sabemos a quién o quienes pertenecen o que son de fulano o mengano que tiene muchas casas o son terrenos de la IMM.
El valor de la palabra, la construcción del lenguaje común, lo que en general oímos en las paradas, lo que escuchamos en la radio, lo que vemos por TV, trasciende. Se impone. Disciplina. Pero también cansa y no alcanza cuando las necesidades son las que priman y la gente toma conciencia y se anima a salirse del rebaño. Y entonces, las jaurías del poder salen todos prestos a intentar volvernos al corral.
Por eso nuestra reflexión debe trascender…dicen los que han estudiado lo trascendente que son los discursos y por tanto las palabras, que ellas, las palabras, van más allá que cada uno de nosotros mismos. Que ellas caminan siglos y siglos más adelante. Que nosotros nacemos, vivimos y morimos pero ellas siguen vivas y actúan dentro de las cabezas y fomentan conductas humanas. De ahí que el sistema de dominación viva fundamentando la injusticia injustificable. Por aquello de una mentira repetida mil veces…siempre hubo ricos y pobres.
Ese es el lenguaje de los de arriba que repetimos los de abajo para consolar nuestra existencia ¡y perpetuar la indignidad!
Pero las palabras, de los oprimidos rebelados, también tienen su sentido de clase conciente y solidario. Las palabras pueden abrir caminos, la solidaridad puede abrir brechas en la oscuridad. Debemos hacer un esfuerzo para no reproducir el eslabón de la cadena que nos siga teniéndonos presos a preconceptos que eterniza la infelicidad.
Podemos ser mejores siendo críticos.
No repitiendo el mensaje del poder.
Agitando ideas liberadoras.
Hablando de valores solidarios que nos enaltezcan como pobres.
El capitalismo actual, esta barbarie que devasta la tierra y a todo lo vivo que hay en ella, no nos vencerá si pensamos desde otro sitio. De alguna manera debemos optar por las humanas historias que hemos vivido, los mejores momentos que hemos creado socialmente, para compartir con nuestros iguales y poder avanzar. La gente no nace plancha o asesina, egoísta o generosa, la sociedad impone su impronta y por eso el trocar la manera de pensar y hacer en cada sitio que estemos es entrar a revolucionar y construir otros valores, otros seres humanos… porque de verdad hoy somos repudiables como humanidad, porque existe Ayití y Palestina sin tierra, porque existe quién se muere de sed, de desnutrición, porque existe el Barrio Borro y el Nuevo Capra y Bella Unión y Las Láminas y es porque permitimos que exista Punta del Este, Carrasco, el Conrad y la Bolsa de Londres y Nueva York…
Miles de viviendas vacías, terrenos abandonados por décadas que se convierten en taperas o basurales, enormes predios de fábricas cerradas. Como esqueletos de dinosaurios podemos ver por la calle Veracierto, anclados en el tiempo a merced de algún capitalista que los comprará en un remate judicial por chirolas y que lo convertirá en un deposito de Ta-Ta, de CUTCSA, en un cementerio de autos o en un albergue automotriz donde vendrán algunos en 4X4 a elegir nuevos modelos. O en un lugar donde los carritos desfilarán llevándose lo que puedan, como hormigas, un día una chapa, otro un hierro. O donde morirá algún gurí de un balazo, porque un guardia impedirá que se lleve un ladrillo. Y las estructuras que podrían reconvertirse en proyectos laborales colectivos o complejos habitaciones dignos; como es la de Dancotex, se deterioran esperando un cierto tiempo para que algún empresario o multinacional se las lleve por monedas.
 No es simple suposición, que en un país con el escaso crecimiento demográfico del nuestro, el tema vivienda se puede solucionar con un mínimo de distribución de las propiedades ya existentes y no habitadas y los terrenos baldíos. Solución sin el hacinamiento que favorece la venta de droga, la basura amontonada, las enfermedades etc.
En principio relevar toda vivienda vacía. Todo terreno improductivo. Chávez, lo planteó oficialmente para los damnificados por las inundaciones. Planteando que todo el que dijera acá hay una vivienda vacía el estado la expropiaba y se la entregaba al necesitado. Pero nada esperemos  acá; entre la Agencia de Vivienda y todas las instituciones privadas de construcción solo habrá criminalización para el que lo intente.
La impudicia de los que mantienen propiedades mientras otros nada tienen debe terminar.
Somos nosotros los que debemos empezar a hacer visible estas injusticias y terminar con esperas o actos de sumisión ante los ricos.
¿Será posible una Junta Autónoma de Vecinos que ubique en cada barrio las viviendas vacías, planifique y de solución a la necesidad de un techo?  Una Junta por el Nido, que cree cooperativas de Viviendas o tome las propiedades existentes; porque si las iniciativas siguen fracasando seguiremos amontonados en la miseria y con ello gestando en las ciudades el abandono. Eso debemos impedirlo. Y donde está instalada esa lógica derrotarla.
 ¿Estamos a tiempo? Ya hay generaciones enteras en la más absoluta lógica de la dejadez.
 La indolencia ante las necesidades insatisfechas es algo que ha logrado el neoliberalismo. Porque una cosa es ser pobre y otra abandonado, sumiso, entregado a esas condiciones y reproducirlo. El abandono tiene que ver con la falta de esperanza, el no sabernos poseedores de  fuerzas transformadoras. Mientras la gurisa que nace en un Cantegril, crea que a lo único que puede acceder que lo único suyo es su cuerpo y tener hijos, seguirá pariendo en la miseria, sin buscar salir de ese sitio y los hijos que tendrá a los 15 o 17 años la arraigarán más a esa convicción de que siempre hubo ricos y pobres y a ella le toco ser pobre.
La indolencia, no sirve.
Por algo se escribió y cantó: Cielo cielito que sí, cielo del 69 con el arriba nervioso y el abajo que se mueve… ¿no?
Tal vez debamos empezar por ejercer la autonomía sobre nuestras cabezas. Sobre nuestro pensamiento y nuestro sentir. La emancipación entendida como la defensa de ese espacio donde vivo, y en él los derechos que tenemos, las necesidades básicas insatisfechas de los que creamos las riquezas.
Las iniciativas con metas, arraigadas a proyectos colectivos, las acciones con fundamentos sólidos nos sirven para superar las carencias. Para impedir el desvió. Para poner triunfar en los propósitos. Ahora si a las iniciativas se las deja librada a lo que salga, la derrota es cuestión de horas o días, porque ellos tienen el poder. No se llega lejos remando sin objetivos definidos, sin detenernos a medir que harán los poderosos.
Ellos nos temen. Ellos sienten tambalear su tranquilidad siempre, si el abajo se mueve. Como ellos saben que crean sociedad sin derechos, ven un  peligro, cuando decimos necesidad insatisfecha y nos organizamos sin esperar nada y de nadie. Temen y mucho cuando la gente sale a buscar la  solución a sus problemas.
Las razones están de nuestro lado. Debemos hallar las palabras y las acciones que las defiendan entre nuestros iguales convencidos por los de arriba que debemos seguir esperando a que crezca la torta. Ese es el cuento con que nos han acunado durante siglos para comérsela toda ellos.
Debemos construir redes, organizaciones que defiendan los emprendimientos y los desarrollen.
Debemos hallar los mecanismos de base, democráticos que nos representes y entonces actuar y triunfar. Eso ha sido y es posible. Debemos volverlo posible. Aprendiendo de los errores, autocriticándonos. No poniéndonos al margen y viéndolo como un problema de otros: los necesitados.
Las tímidas resistencias convertirlas en gran resistencia.

Enero 2011
IRMA LEITES - POSTA - - postaporteñ@ -

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