Patota estatal
Más de 40 organizaciones respondieron la semana pasada a una
convocatoria de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría
del Pueblo (INDDHH), con el objetivo de dialogar y conocer la posición
de la sociedad civil con respecto al borrador de proyecto de urgente
consideración que pretende aprobar el gobierno electo.
Allí hubo
consenso en cuestionar, en primer lugar, el mecanismo elegido por las
nuevas autoridades para hacer prosperar sus iniciativas.
Instituciones
como Amnistía Internacional, Cotidiano Mujer y el Servicio Paz y
Justicia (Serpaj) sostuvieron que, si bien está previsto en la
Constitución, un proyecto de urgencia “restringe la posibilidad de
diálogo y excluye de la discusión a la comunidad”.
Afirmaron
también que el borrador difundido toca aspectos centrales de la vida
democrática y los agrupa bajo el rótulo de urgentes, inhabilitando una
discusión necesaria sobre un conjunto de temas importantes y
prioritarios para el país.
En cuanto al contenido, varias organizaciones expresaron su preocupación por el capítulo relativo a la seguridad pública.
En ese marco cuestionaron el “enfoque punitivo” del ante proyecto, que apunta a la instalación de un “Estado policial”.
Fue el caso de la organización Idas y Vueltas, que criticó la intención
de que retirados policiales y militares porten armas y puedan forma
parte de la seguridad pública aún en situación y retiro.
También
en relación al artículo 11, que agrega un artículo al Código Penal con
sanciones de prisión ante el “agravio a la autoridad policial”.
Serpaj advirtió, a su vez, sobre la autonomía que el anteproyecto le
asigna a los funcionarios policiales. En particular, en lo referido a la
extensión del principio de legítima defensa.
Ovejas Negras, en tanto, puso el foco en el artículo 14, que prohíbe la ocupación de los espacios públicos.
Se considera que, en gran parte, el contenido de la propuesta de reforma
“Vivir sin miedo”, rechazada por mayoría en una consulta popular, está
incluida en el articulado.
La preocupación incluye el eventual
aumento del plazo de detención en dependencias policiales sin dar aviso a
la Justicia, que pasaría de dos a cuatro horas.
El colectivo Nada Crece a la Sombra consideró que el capítulo sobre
seguridad es una “propuesta simplistas, que privilegia el encierro como
solución” y que, paradójicamente, tendrán como efecto el agravamiento de
la inseguridad pública, el aumento de la superpoblación carcelaria y el
deterioro de las condiciones de vida en las cárceles.
La Red
Pro Cuidados cuestionó que a los adolescentes se los vuelva a llamar
“menores”, que en los casos de conflicto con la ley se les prive del
régimen de semilibertad por delitos gravísimos y que se aumenta la
posibilidad de que estén encerrados por hasta diez años.
También
que se quiera conservar, en forma permanente, los antecedentes de los
que cometieron delitos graves cuando pasen a ser mayores de edad.
La Red Especial Uruguaya y la Asociación Down del Uruguay, entre otros,
criticaron la intención plasmada en el borrador de derogar el artículo
33 de la ley General de Educación que establece la importancia de
promover la inclusión de personas con discapacidad en los ámbitos de la
enseñanza formal.
Colectiva Mujeres, por su parte, sostuvo que
los cambios proyectados en el proceso de inclusión financiera expondrían
a muchas personas a situaciones de vulnerabilidad y desprotección en
cuanto contrataciones fuera de la ley e incumplimiento de laudos
salariales.
Allí se puso el foco en las personas migrantes y en
las empleados bancarios, que son los que han logrado más protección
social a partir de la obligación del pago de haberes por medios
electrónicos.
Mundo Afro expresó su preocupación por el artículo 268 del borrador, que
reduciría los montos habilitados en el Estado para compra directa, lo
que podría colocar a las cooperativas de limpieza que tienen contratos
en el sector público en un escenario muy complejo.
Varias
organizaciones se pronunciaron en contra de lo establecido en el
artículo 349 del anteproyecto, que habilitaría al poder Ejecutivo a
imponer restricciones al derecho de huelga.
También por los cambios propuestos en el artículo 360, relativos a las
competencias del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), a la
eliminación de una serie de colectivos de su área de responsabilidades y
a la forma incorrecta de aludir a las personas con discapacidad y a las
personas mayores, a los que el borrador menciona como “discapacitados” y “adultos mayores”.
Se
cuestionó que se le quite al Instituto Nacional de las Mujeres la
rectoría en lo relativo a las políticas de género y en cambio se le
adjudique la promoción del “respeto a la vida”, reduciéndose además la
responsabilidad de la prevención de la violencia contra la mujer al
ámbito familiar.
En el diálogo, la Comisión de Derechos Humanos
del Pit-Cnt ratificó su preocupación sobre las iniciativas para
“proteger la libre circulación” plasmadas en los artículos 448 al 450
del borrador.
De ser aprobados, “se promovería una política estatal de criminalización
de la protesta social, que afectaría los principios liberales que ponen
límites al poder punitivo”.
Según el movimiento sindical, en el
anteproyecto se utiliza un nuevo lenguaje de persecución penal,
haciéndose referencia a “piquetes”.
Por Sergio Sommaruga
Finalmente el gobierno decidió ingresar la LUC al parlamento.
Lo hizo el jueves pasado.
Claramente, esta decisión de Lacalle, no es una señal alentadora; aunque si es aleccionante.
No es alentadora, porque da cuenta de una indiferencia radical del
gobierno al pedido fundado de vastas organizaciones del campo social
para que no lo hiciera, o al menos que le sacara el carácter
de”urgente”.
Incluso, muchas de esas organizaciones ni siquiera pedían que no la presentara. Solo le pedían que postergara su envió al parlamento mientras estuviese vigente la declaración de la emergencia sanitaria.
Parecía obvio que así lo hiciese, pero lo obvio esta en el cementerio de los incautos.
No importaron ni razones, ni obviedades.
Se impuso el apetito por demostrar quien tiene el poder.
Y se impuso la necesidad de avanzar en la construcción política del
ajuste neoliberal, que es, en definitiva, lo que esta ley nefasta
representa.
Estamos ante un proyecto de ley de más de 500 artículos,
que modifica de forma regresiva y muy negativa, un conjunto de aspectos
centrales para la vida democrática de la sociedad. Y para peor es una
ley de aprobación automática.
A los 90 días, si la ley no es aprobada con votos, se aprueba de facto.
Si, de hecho.
No importa si hay debate.
No importa la postura de las organizaciones sociales.
No importa que diga la academia.
No importa si la población se entera.
No importa la emergencia sanitaria. Es más, hasta parecería que se usa
como contexto para evitar las movilizaciones de protesta.
Que nada de lo anterior importe, más allá de todas las diferencias, es desalentador.
Porque indica que estamos ante una versión de la democracia
representativa llevada al extremo del reduccionismo. Una versión que
vendría a significar que: como gané, tengo derecho a hacer lo que
quiero, por encima de todos y de todo.
De ahí al autoritarismo, solo hay una cuestión de grados.
Lo aleccionante de esta mala decisión del gobierno es que nos indica
dos cosas. Que la radicalización del ajuste contra los trabajadores y el
pueblo se viene con todo y que vamos a tener que repensar nuestras
prácticas de cuidado para que no sean de confinamiento.
Porque el confinamiento, a la luz de la voluntad del gobierno, es como afilar el cuchillo con el que nos van a degollar.
sábado, 25 de abril de 2020
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