miércoles, 13 de mayo de 2020

Los pactos de hace 10 años


El pacto de Durazno


>>> Orígenes del fracaso progresista de hoy

Jorge Zabalza
Mayo 2010


A l@s que murieron con la mochila puesta. Sus dos primeros hijos han sido los pactos, el del Conrad, firmado con la llamada “clase empresarial”, que se apropia de alrededor del 40% del ingreso nacional, y el de Durazno, contraído con el conocido “brazo armado”, el mayor beneficiario del presupuesto nacional.


El “pacto del Conrad”
despertó los más entusiasta aplausos en los círculos aúreos del
Plata, porque ha espantado dudas y temores, porque ha ofrecido
garantías a la reproducción ampliada, “venid y haced la vuestra” fue la
invitación extendida a las patronales en presencia de dirigentes
sindicales y políticos, aplausos de buenos entendedores a quienes pocas
palabras bastan.
Al Conrad se llegó recorriendo un camino de acercamientos,
exploraciones, tanteos, gestos y señas como al truco, reconciliaciones,
viajes en avión y bandas presidenciales pagados por el responsable de
persecuciones sindicales varias, travesías en BUQUEBUS que presagian
futuros viajes por la galaxia, almuerzos en la mesa puntaesteña
de Libermann, heredero del maffioso Yabrán y padrino de Menem.
De pragmatismo está empedrado el camino de la conciliación.



El “pacto de Durazno”,
por su parte, fué aplaudido por los mandos en ejercicio, los círculos
de retirados militares y la más rancia derecha nacional, exorciza
sentimientos de culpa en quienes hoy ocupan los más altos cargos de la
democracia formal luego de haber conspirado contra ella en 1963, cinco
años que Pacheco rompiera la legalidad permitida, cuando todavía
funcionaba a pleno la formalidad democrática del “Uruguay Batllista”. En
propios y ajenos, el acto de exorcismo trajo asombro, sorpresa y
desconcierto, particular por la iniciativa de
excarcelar, contra viento y marea, a los viejos asesinos y
violadores que comandaron los crímenes del terrorismo de
estado.
Aunque tenga sus raíces en 1972, batallón Florida, el viaje
de ida a Durazno comenzó a principios de lo ’90 en secretas reuniones
con oficiales del servicio de inteligencia del ejército, pasó por
conversaciones amistosas con Gilberto Vázquez, por la defensa de los
asesinos del asesino Berríos, por la cerrada negativa a anular la ley de
caducidad y por vaya a saber cuántos hectolitros de alcohol, transas
secretas y acuerdos vergonzantes. Si algo no se ocultó fueron las
intenciones de olvidar y perdonar, de poner punto final a la lucha por
verdad y justicia, que cada demonio perdone al otro su mochila de
pecadillos y excesos cometidos, cambalache donde todo es igual, la
tortura masiva y las desapariciones forzosas que la ejecución del
maestro de verdugos Dan Mitrione.
En el frenteamplismo los pactos han provocado las
más dispares reacciones, desde hacer la del ñandú o apasionarse justificando
lo injustificable, hasta pretender fundamentarlos en una
misteriosa estrategia de acumulación revolucionaria. A muchos parecieron
inverosímiles, sorpresivos, pero no nacieron de un repollo, no los
vieron venir solamente quienes teníam cerrados los ojos, los dos pactos
son simplemente la concreción consecuente de
elaboraciones previas que pueden resumirse en cuatro tesis:

1) en primer lugar, la que afirma que el socialismo sólo será
posible en aquellas sociedades donde el capitalismo haya arribado al
reino de la abundancia, es el presupuesto político que sirve de
basamento a la estrategia de desarrollar el capitalismo subdesarrollado
como etapa previa al socialismo. Presupuesto teórico nada novedoso, ha
sido históricamente compartido por los partidos socialdemócratas del
mundo entero para postergar “ad infinitum” la lucha revolucionaria.
Falacia y falsificación ideológica, salvo en los países imperialistas,
trabajadores y empresarios unidos para someter a los trabajadores de
los países sometidos, el desarrollo del capitalismo no conduce al reino
de la abundancia de bienes materiales sino , por el contrario, lleva
directamente al infierno de más desocupación, más exclusión y más
marginación.

2) En segundo lugar, como Uruguay carece del capital inicial
necesario para un proyecto de capitalismo nacional, se propone llenar
ese vacío con inversiones transnacionales. Esta tesis promete un
paraíso con puestos de trabajo para todos, absurda trampa
intelectual en la que dejan el cuero hasta los más zorros. En realidad
la inversión de capital extranjero significa simplemente más botnia,
más portucel, más aratiri, más iirsa, más triple play privado, más
cuentas vidrio por tierra y subsuelo, más exportaciones sin valor
agregado, más exoneraciones fiscales y, perecuación de la
tasa de ganancias mediante, más desocupación, más trabajo precario, más
hambre y miseria.

3) Con el objetivo de lograr un
clima de paz social y tranquilidad política que ofrezca las mejores
condiciones para los negocios y la rentabilidad, la tercer
tesis imagina la construcción de un gran movimiento que
trascienda los límites de todo lo conocido, abracémonos pues por encima
de las diferencias de clase y de las partidarias, cantemos a coro el
himno de la refundación nacional y vayamos concretando
con “políticas de Estado” el Uruguay treinta años más viejo. Adiós
barra chica, adiós barra freanteamplista, a volar por los espacios
siderales embarcado en la misma nave que otrora supo conducir Juan
Domingo Perón.

4) La cuarta tesis, la última por ahora, parece pesadilla de
calabozo. La tarea de refundar la Nación precisa del
basamento organizado y armado de las fuerzas armadas, esas cuya
existencia aparece nuevamente cuestionada, pero que son muy eficientes
en la suplencia de las tropas yanquis en Haití y el Congo, dejándolas
libres para puedan ejercer su función genocida en Irak y Afganistán. A
estas fuerzas armadas, falsamente denominadas nacionales, les tocan dos
tareas en territorio uruguayo, por una lado recuperar simpatías
participando “acciones cívicas”, las mismas cuyo contenido ha develado
repetidas veces el compañero Víctor Licandro) y, por el otro, continuar
disuadiendo y previniendo rebeldías de esos mismos cuya simpetía
requieren. Los promotores de la refundación “a la uruguaya”, siempre le
han dado mucha importancia a sus relaciones con el terorrismo de
estado, perciben que el éxito de su proyecto nacional depende del
respaldo de las fuerzas armadas, después de todo, comentan en corrillos,
Hugo Chávez no habría logrado hacer todo lo que hizo sin el apoyo del
ejército venezolano...

El tercer pacto
El consentimiento masivo, la
creencia ciega y los oídos sordos definen
la coyuntura política, aunque ello no sea de nuestro gusto, son las
características principales de esa multitud variopinta que marcha
hacia la tierra prometida siguiendo a sus profetas, el elemento
subjetivo que hace posible los pactos con la clase dominante y la casta
militar, pues sin tan impresionante apoyo popular serían imposibles
acuerdos tan escandalosos como los acordados en el Conrad y Durazno.

La barra de los
luchadores políticos, organizados en varios partidos, conforman la
columna que vertebra esa multitud en marcha, fervorosamente convencidos
de ser garantía del cumplimiento del tercer pacto, la
alianza con los asalariados empobrecidos, hasta ahora promesa electoral
más que pacto. A pesar de que llevan un par de
lustros tragando monstruosas pastillas y agachándose hasta el suelo
para abrazarse con espeluznantes culebras, son el reclute
más calificado desde 1990 a la fecha, porfiadamente reproducen el
mensaje de los profetas, pero también son los que han sabido vestir con
teoría política el giro hacia la socialdemocracia, le aportan solidez a
la marcha de la turbamulta inorgánica y constituyen otro de los rasgos
principales de la coyuntura.

Durante el primer gobierno frenteamplista se afiliaron a la
tesis “gobierno en disputa”, disputarle el control a los
sectores de derecha del Frente. Se proponían la
restauración del programa popular y, para ello, luchar por
la conquista de la colina coordinadora primero, luego la colina
plenario y finalmente el cerro Congreso. Hay que reconocer que esas
barras no tan chicas alcanzaron su objetivo, revirtieron la correlación
en las internas y triunfaron en las elecciones nacionales, son mayoría
en todos los terrenos, en el aparato orgánico, en las bases populares y
en el campo electoral.

Derrotada la derecha, de adentro y de afuera, no
les quedaba nada más que disputar, ahora sí el gobierno frenteamplista
era “su” gobierno, la instalación del nuevo presidente debiera haber
significado la puesta en práctica de políticas de redistribución del
ingreso, anulación de la ley de caducidad, de defensa de las empresas
públicas, etc. Pasada la hora de “disputar”, estaba
sonando la de hacer, pero ¡oh, sorpresa! el candidato de
la izquierda frenteamplista se transformó en presidente de la derecha
frenteamplista, reafirmando públicamente, reiterada y descaradamente,
que continuará la misma política económica del gobierno anterior que, a
su vez, continuaba la de los que lo precedieron. Hasta los más sordos
entienden.

Aún así, los luchadores políticos, viejos y nuevos, están aceptando las
nuevas e increíbles explicaciones, se comen pastillas cada vez mayores y
las culebras que abrazan son cada vez más fieras. El
cumplimiento del tercer pacto, el pacto con el pueblo, postergado hasta
que no ardan las velas: continuará la contrarreforma agraria y la
distribución del ingreso seguirá favoreciendo a los más privilegiados,
seguiremos siendo los mejores pagadores de deuda externa del mundo, la
verdad y justicia vuelve a ser forzosamente desaparecida, los
funcionarios públicos reclaman salario y el presidente se ofrece como
intermediario frente a su propio gobierno (¿), las
cárceles al ministerio de defensa reeditando la experiencia del EMR
No.1, la educación sigue esperando...

Entonces aparece otra tesis,
fresquita ella, que propone “influir” sobre el nuevo
gobierno, o sea, como el presidente, pese a ser producto
de los esfuerzos de las barras chicas no de pelota, hay que presionarlo
para que cumpla con la parte del discurso “te digo una cosa”. Hay que
“influir” para que no “haga la otra cosa”, excarcele a
los viejitos asesinos, olvide su promesa de transformar
en colonias 250.000 hectáreas de buenas tierras, las soluciones
habitacionales queden en proposiciones electorales, y la “lucha contra
la pobreza” perezca de inanición en el continuismo que anunció la nueva
ministra de desarrollo social. En definitiva, el “influir” sustituyendo
al “disputar” simplemente como recurso ideológico para no pensar en
terminar con el sistema, en luchar por la emnacipación social.


Catecismo y herejía
Capítulo aparte merecen los que sobrevivieron a la primer derrota, la del ’72,
que salieron erguidos de los calabozos en 1985, pero vienen perdiendo
por goleada en esta otra derrota, la segunda, la más profunda, la que
está quebrando convicciones hasta en los más viejos guerrilleros, los
que se comían los niños crudos, los que nos convocaron a dar la vida
por la revolución... y muchos la dieron nomás, aunque ahora se tenga el
atrevimiento de descalificar su memoria, arrojando dudas sobre si
estaban o no en lo cierto al luchar por la revolución social ¡Vaya
descaro!.

Se está ofrendando nuestra historia en el altar de los pactos
con la clase dominante y sus milicos. Sin embargo, es tan absurdo negar
la historia, negar lo que está en las pruebas documentales, en los
discursos entre 1985 y 1994, en las entrevistas y documentales donde se
asumía el pasado guerrillero para recaudar fondos en Europa...que,
mejor, ni hablar!

Francamente creo que esta negación de sí mismos, esta especie
de autodestrucción del guerrillero que fueron, es el comienzo de la
tercera derrota, la derrota de los que se han adscripto a las
instituciones liberales, que están conciliando a troche y moche.

Son muchísimos los que
todavía siguen presos de fidelidades y emociones, se han vuelto
defensores irracionales de la camiseta, pero la mayoría conservan la
capacidad de pensar críticamente, algunos más, otros menos, pero se
mantiene la costumbre de analizar los acontecimientos a la luz de sus
conocimientos de la economía política y las ciencias sociales, del
marxismo. Los más conservan calor de brasas en sus
corazones y, aunque hayan entrecerrado sus párpados,
confío en que serán los primeros en desengañarse. En
realidad, si no fuera por la confianza en la resurrección
del pensamiento crítico, no tendrían sentido estos y otros análisis que
ensayo comunicar públicamente. Escribo pensando en ellos. Pensando en
ellos recuerdo que la lucha contra la pobreza que promovió Raúl Sendic,
estaba ligada al no pago de la deuda externa, a la reforma agraria y la
estatización de la banca...al homenajear su memoria, está muy mal
justificar la bajada del carro silenciando, omitiendo y tergiversando el
programa propuesto por el fundador de la guerrilla
tupamara como condición imprescindible para combatir la pobreza.

La lucha contra la
pobreza no puede desconocer la naturaleza salvaje del
capitalismo, creador de miseria para los asalariados,
incapaz de traer prosperidad a los pueblos, barbarie que nadie ha podido
evitar a lo largo de la historia y nada indica que el nuevo
progresismo vaya a ser la excepción; más allá de la excelencia de los
amortiguadores que gobiernan el país, el proyecto obvia
el hecho de que los intereses de clase son más fuertes que la
amortiguación política...esta es una pintura dibujada con
pinceladas esquemáticas es cierto y, por supuesto, con colores herejes,
pero, sin embargo, está claro que es materialmente imposible formar
una nueva sustancia uniendo el agua con el aceite, el verso de la
“unidad nacional entre asalariados y patrones para terminar con la
miseria” es eso, un verso, nomás.

La opción por influir en el gobierno desde
adentro, más allá de la voluntad humana, implica la aceptación de
esas cuatro tesis teóricas que y de los dos pactos que
fundamentan. Pactos y tesis imposibles de ignorar, están ahí, hechos
sólidos y contundentes, presentes en los discursos de todos los días y
en los documentos de congresos y plenarios, concepción
socialdemócrata y la estrategia conciliadora de clases, es la práctica
cotidiana conque nos gobierna el “nuevo progresismo”.

Puedo parecer un estúpido
a los lectores de “Hervidero”, explicando la letra ”A”
del abecedario, lo ya evidente de por sí, lo que no necesita
explicación, pero todo indica que se cumplirán los pactos con burgueses y
asesinos mientras que la alianza con el pueblo asalariado y
empobrecido será nuevamente postergada.

Por supuesto, el catecismo
progresista se renovará con nuevos versículos...que los recite quién
quiera y quién quiera se haga cómplice de la postergación de la lucha.
La opción es ideológica, sigue siendo entre contribuir a adormecer las
consciencias o luchar por esclarecerlas. ¿Quién influye más sobre el
presidente, el pacto con los burgueses del Conrad o el discurso “entre
amigos” del cementerio de La Teja? ¿Quién influye más en su cabeza, el
reconfimado pacto con los milicos o la “presión” cuerpo a
cuerpo de Familiares?

Del punto de vista de la herejía se puede sospechar que los
profetas estén caminando hacia el agujero moralmente más negro de toda
la galaxia, cosa que no percibe ni interesa a la hinchada que los
acompaña en su andar laberíntico, pero que debieran analizar quienes
poseen la experiencia necesaria para hacerlo, cuesta hacerse a la idea
de que tantos hermanos y tantas hermanas estén aceptando conscientemente
tanto el pacto del olvido y perdón como el que decreta a la burguesía
en libertad para su cacería...¿en aras de qué?

Jorge Zabalza
>>> Hace 10 años





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