>>> La dictadura y el “clavo” de la Caja Militar
Opinando N° 5 – Año 10 – Viernes 25 de junio de 2021
Un legado funesto para la sociedad
El próximo domingo 27 de junio se cumplen 48 años de la disolución de las
Cámaras y del inicio de la huelga general desarrollada por la clase obrera, la
FEUU y los sectores populares repudiando el golpe de Estado.
La dictadura cívico militar, llevada adelante por el presidente electo Juan María
Bordaberry y las Fuerzas Armadas, fue un acontecimiento de gran trascendencia
en todos los planos. Aún sigue teniendo una enorme incidencia en la realidad
nacional, en el plano judicial y político pero también en el económico. El crónico
déficit del Servicio de Pensiones y Retiros Militares está relacionado con ella.
Hipertrofia de las Fuerzas Armadas
En el año 1968, el presidente Jorge Pacheco Areco sacó a las Fuerzas Armadas
de los cuarteles y las transformó en actores políticos militarizando y reprimiendo
a los trabajadores públicos y privados de diferentes gremios. La activa
participación protagónica de las Fuerzas Armadas desde abril de 1972 y, muy
especialmente, desde el 9 de febrero de 1973, luego de los acuerdos de Boiso
Lanza, demandó un crecimiento inusitado del número de sus integrantes y de
los recursos presupuestales asignados a ellas.
Las cifras son elocuentes. En 1970 el número de funcionarios militares ascendía
a 17.000, en 1975 eran 25.000, en 1978 eran 28.000 y llegaron a ser 30.000
en 1983 cuando la dictadura comenzaba su fase de repliegue ordenado. Los
efectivos militares por decisión de los Altos Mandos se incrementaron en un 75%
durante el proceso.
Dictadura y gastos militares
En 1970 los gastos militares ascendieron a 1,9% del PBI, fueron de 2,4% en
1973 y llegaron a ser del orden del 4% en 1982. Los gastos militares en
armamento durante dicho período no se incrementaron de manera sustantiva,
en igual proporción al aumento presupuestal. Es razonable suponer que el
aumento del gasto estuvo destinado a la nueva función que las Fuerzas Armadas
comenzaron a desarrollar desde setiembre de 1971 y, especialmente, desde abril
de 1972.
Además con el propósito de favorecer la captación de nuevos miembros y de
satisfacer a los integrantes, oficiales y tropas, se aprobó en 1974 una Ley
Orgánica, vigente hasta el año 2018, con un régimen previsional sumamente
generoso, defendido con uñas y dientes por el general ® Guido Manini Ríos y
alabado por el actual Comandante en Jefe del Ejército Gerardo Fregossi el
pasado 18 de mayo.
Caja Militar: un legado del terrorismo de Estado
La derrota política de los militares y de su proyecto de Constitución en el
histórico Plebiscito de 1980 marcó un jalón decisivo: culminaría con el retorno a
la institucionalidad democrática en el año 1985. Las FFAA, si bien continuaron
jugando un papel tutelar durante el primer gobierno del Dr. Julio María
Sanguinetti y en los sucesivos, comenzaron a cumplir las funciones
tradicionales. Por este motivo, el número de sus integrantes comenzó a
reducirse de manera gradual aunque continuaron manteniendo sus privilegios
en general y en lo referido al régimen jubilatorio y pensionario.
La aprobación de la Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado,
aprobada en diciembre de 1986, refrendada por la ciudadanía en abril de 1989,
impidió que los criminales estatales fueran juzgados, que las Fuerzas Armadas
fueran depuradas, pudieran mantener su poderío e influencia institucional y, sus
privilegios.
La reducción del número de integrantes para adecuarlos a las funciones
constitucionales, unido a la ley jubilatoria generosa y privilegiada, es lo que ha
llevado a que el sistema de pensiones y retiros de las FFAA sea ampliamente
deficitario desde hace más de una década y haya costado, solamente el año
pasado, la friolera cifra de 500 millones de dólares.
El inexorable camino de la justicia
Casi 200 detenidos desaparecidos. 200 asesinados. Miles de presos políticos y
exiliados. La dictadura cívico militar dejó un saldo trágico para la nación entera
en materia de violaciones a los Derechos Humanos pero también en otras esferas
de la vida. Los trabajadores perdieron el 50% del poder adquisitivo de sus
salarios. Una enorme masa de dinero fue destinada a las arcas de los grupos
económicos poderosos, los “malla de oro” de la época, que apoyaron el
proceso. Al retornar a la democracia el 40% de los hogares de Uruguay estaba
por debajo de la línea de la pobreza.
La investigación, el esclarecimiento y la sanción de las graves violaciones a los
derechos humanos es el camino para impedir que ellos vuelvan a reiterarse,
para cerrar la puerta a nuevos procesos similares. Como colectivo seguiremos
reclamando el accionar del Poder Judicial sin restricciones de ningún tipo. El
castigo de los crímenes es indispensable para afirmar el Estado de Derecho y la
plena vigencia de las libertades y derechos. Es lo que corresponde para impedir
que el pasado pueda reiterarse.
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En silencio y con privilegios militares
durante su reclusión, murió la persona condenada por más homicidios de la historia uruguaya.
Murió el represor José Nino Gavazzo
26 de junio de 2021 La Diaria
El represor José Nino Gavazzo murió tras un accidente cerebrovascular. Estaba en prisión domiciliaria y fue trasladado al Hospital Militar, donde falleció.
Gavazzo, nacido en 1939, ingresó al Ejército en el 56, en el arma de Artillería. Integró el Servicio de Información y Defensa (SID) del Ejército.
Durante la dictadura actuó en la División del Ejército I en 1973. Más tarde integró el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). En 1975 fue segundo jefe del Departamento del Servicio de Información y Defensa (SID), que desarrollaba las operaciones de inteligencia y de represión contra opositores, y en 1976 pasó a ser jefe. Junto a otros militares, ejecutó las acciones de represión definidas en el marco del Plan Cóndor; entre ellas, fue responsable del secuestro de Simón Riquelo, el hijo de Sara Méndez, en Buenos Aires.
En 1995 fue procesado por extorsión en una causa asociada a la falsificación de dinero. Fue responsable de múltiples crímenes de lesa humanidad: secuestros, desapariciones, torturas y homicidios. Fue juzgado en Uruguay y en el extranjero.
Por sus delitos de lesa humanidad, siempre estuvo en cárceles asociadas a los privilegios militares. En 2006 ingresó a la Unidad 8 Domingo Arena. En 2013 fue trasladado a un sector especial dentro del Hospital Militar. El 24 de diciembre de 2015 el juez de ejecución Martín Gesto Ramos le dio prisión domiciliaria, régimen en el que permaneció hasta su muerte.
Fue condenado por más de treinta delitos de homicidio muy especialmente agravado cometidos durante la dictadura. 28 de ellos, en reiteración real, se asocian a las investigaciones del segundo vuelo del Plan Cóndor. A estas causas se suman la de María Claudia García de Gelman, la de Roberto Gomensoro y la de Julio Castro.
Continúan las investigaciones de otras causas, entre ellas la de las Muchachas de Abril. Fiscalía pidió su procesamiento por los homicidios de Diana Maidanic, Laura Raggio y Silvia Reyes, que estaba embarazada.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos trabaja en la sentencia de la causa que investiga la responsabilidad del Estado argentino en el secuestro de los hermanos Victoria y Anatole Julien. Se esperaba la resolución de este caso para fines de este año.
En silencio y con privilegios militares intactos, murió la cara de la última dictadura uruguaya.
A los homicidios se suma su responsabilidad en el saldo que dejó la dictadura: 197 desaparecidos.
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