sábado, 30 de octubre de 2021

No es la pandemia, es el futuro

Enjambre de deliverys de Pedidos Ya, el nuevo empleo.
 

Iñaki Ortega Doctor en economía y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) OPINIÓN
29 octubre 2021

El teléfono tardó 75 años en alcanzar los 100 millones de usuarios, para que el móvil consiguiera esos datos apenas se necesitaron 16 años. Internet logró esos usuarios en siete años y Facebook solamente precisó de cuatro años. Instagram lo hizo en dos, pero la aplicación de videos Tik Tok lo ha hecho posible en solo uno. Esa rapidez para crecer tiene otra cara menos amable que es la increíble velocidad también para desaparecer. De las cinco primeras empresas del mundo en 2005, hoy solo queda una en ese listado. En 1964 el promedio de vida de las empresas del índice S&P500 era de 33 años, hoy es de 22 años y si nada cambia está previsto que en el 2027 sea de 12 años.

Se acuerdan?
 

Charles Darwin, con su teoría de la evolución, demostró que solo sobreviven los animales más dotados para afrontar el complicado día a día. La época tecnológica que nos ha tocado vivir está tristemente protagonizada no sólo por el cierre de empresas sino también por la destrucción de empleos y lo que es peor por la dificultad para crear nuevos puestos de trabajo. Mientras no asumamos que el mercado laboral, como las especies de Darwin, está en plena evolución, no conseguiremos solucionar el problema de nuestro siglo.

La economía, fruto de la disrupción tecnológica, está viviendo el proceso más profundo y rápido de cambios de la historia reciente. Eso ha supuesto que los empleos estén cambiando vertiginosamente. Miles de trabajos que desaparecen, nuevas relaciones laborales, nuevas profesiones, cientos de oficios amortizados, nuevos nichos de empleo, nuevas capacitaciones, necesidades inéditas que hacen que la oferta y la demanda del mercado laboral no casen. Convivimos con alarmantes tasas de desempleo, pero al mismo tiempo las vacantes no dejan de crecer.

Miles de puestos de trabajo que desaparecen y gente que se queda sin trabajo
 

No podemos dejar de recordarlo ahora que los debates para mantener el escudo de los ERTEs versan sobre condicionar estos beneficios a recibir o no una formación. La pandemia no ha hecho más que acelerar un proceso en el mercado laboral que estará protagonizado por la recualificación, conocida como reskilling y upskilling en su terminología anglosajona. No es opinable, sin formación a lo largo de la vida no habrá espacio en el mercado de trabajo.

Para los que no ven progreso en la formación de los trabajadores, estén o no en ERTE, estemos o no en pandemia, los animamos a que sigan leyendo estas líneas. Estudios del Foro de Davos defienden que la mitad de los empleados tendrán que reciclarse antes de 2030 y que eso les supondrá de media seis meses de estudio. CoDir´21 es una reciente encuesta internacional a directivos promovida por la prestigiosa firma Alexander Hughes cuyo resumen es que el 80% de los comités de dirección de las compañías líderes ha de mejorar en capacidades, organización y funcionamiento.

Cultura sólida, habilidades digitales, innovación estratégica, visión compartida y desarrollo sostenido son los aspectos que han de reforzarse en la fuerza laboral para los consejeros delegados de las grandes empresas, según me confirma Ignacio Pascual uno de los expertos de referencia en España en capital humano. Llámese como quiera, upskilling o reskilling. El primero pretende enseñar a un directivo nuevas competencias para optimizar su desempeño; el segundo entendido como reciclaje profesional, aspira a formar a un empleado para adaptarlo a un nuevo puesto en la empresa. Lo importante es saber que se necesitarán trabajadores más especializados -upskilling- y empleados más versátiles -reskilling-. Una fuerza laboral que en el primer supuesto crezca verticalmente y en el segundo horizontalmente. Ambos conceptos comparten que luchan contra la brecha digital en el seno de la empresa y la hacen más competitiva; mejoran los procesos de selección y, en consecuencia, los periodos de adaptación; ayudan a fidelizar y a retener el talento.

El remplazo de mano de obra, los robots remplazan a los humanos. Las máquinas inteligentes pueden armar entre 60 y 80 cajones de lechuga por minuto.
 

Tampoco puede obviarse la necesidad de recualificarse para así entender al otro, formarse para dejarse contagiar de la corriente intergeneracional ¿Acaso no somos cada vez más, como los nativos digitales, impacientes? ¿O quién no aspira a tener la resiliencia de los seniors que acumulan crisis en sus espaldas sin rendirse?

Estos procesos de desarrollo a lo largo de la vida profesional además mejoran la reputación corporativa puesto que siguen los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, concretamente los numerados como 8, 9 y 10. Así mismo promueven una cultura de empresa dinámica adaptada a un entorno en constante evolución. El World Economic Forum ha tasado en un aumento del PIB español de 6,7% de aquí al 2030 y una nada despreciable cifra de 230.000 nuevos trabajos si se mejorasen las competencias digitales.


 

Para terminar, que nadie piense que esta tarea sólo atañe a los emprendedores, directivos y trabajadores. La foto de Darwin debería estar en los despachos de todos los rectores universitarios. Que nadie lo olvide en un sector como el de la educación superior, que aun con más de 700 años de vida, puede desaparecer de un plumazo si deja de ser útil para los imprescindibles y urgentes procesos de upskilling y resikilling que acabamos de describir.

 

>>> Una respuesta

 “¡Qué utopía expone ese texto! Lo que dice no existe en ningún lugar de la Tierra ". Así comenzaba un comentario del lector sobre mi breve texto “Coronavirus, capitalismo y ecocomunitarismo” (reeditado en inglés, gracias a la traducción de Jane K Brundage, en Resilience, el 21/04/21 aquí de su publicación original en Rebelión y Aporrea revistas (en español) bajo el título “Coronavirus: el capitalismo enfrenta a la economía contra la salud y la educación. La respuesta e-comunitarista”.
Un intelectual argentino cuyo nombre se ha perdido, se preguntó en una reflexión que luego popularizó Eduardo Galeano:
 “¿Para qué sirve la utopía? Porque cuando caminamos diez pasos, la utopía se aleja diez pasos más, y cuando caminamos cien pasos, se aleja otros cien ”;
y él respondió:
 "Bueno, para eso es exactamente ... caminar". 


Hacemos nuestra esa visión en nuestra propuesta de Ecocomunitarismo, un orden utópico poscapitalista que, nunca del todo alcanzable, opera sin embargo como un referente de la acción cotidiana, reuniendo los siguientes aspectos, entre otros:
 Una economía ecológica sin mecenas aplica el lema: de cada uno según sus capacidades y a cada uno según sus necesidades, respetando el equilibrio ecológico y la interculturalidad. En esta economía cooperativa, las actividades productivas obligatorias tienden a cero, de manera que cada ser humano puede desarrollarse culturalmente y formarse en el deporte, o disfrutar del simple ocio libre en el que sentimos que vivimos y disfrutamos de la vida. Las actividades se rotan para satisfacer las diversas vocaciones individuales y no penalizar a nadie con asignación exclusiva o permanente a actividades sin recompensa. La energía es limpia y renovable, y uno de sus componentes fundamentales es la agroindustria orgánica que produce abundantes alimentos saludables. En esta economía, los salarios y el dinero desaparecen.
 Una política de todos es intercultural y se basa en la democracia directa facilitada por Internet.
 Una educación ambiental socialmente generalizada promueve una vida solidaria entre los humanos y respetuosa de la naturaleza no humana desde la infancia hasta la muerte y, adaptada a cada grupo de edad, incluye la educación sexual para el libre disfrute del placer consensuado, superando el machismo y la homofobia, y si el individuo así lo desea, por la renuncia voluntaria al placer sexual.
 La comunicación horizontal y simétrica pone los actuales monopolios u oligopolios de los medios en manos de las comunidades y,
 Una estética de liberación anima a todos a producir y admirar el arte.
Si alguien dice que es imposible la plena realización de todos (y otros) de sus aspectos, respondemos como el intelectual argentino popularizado por Galeano: El ecocomunitarismo es el horizonte que nos guía en cada acción cotidiana, de tal manera que la Humanidad puede verse impedida de estancarse en el capitalismo asumiendo - en nombre del “realismo” - que el capitalismo es el “fin de la Historia”.
En mis 33 años de carrera docente universitaria, en las últimas tres décadas cuando presenté mi propuesta Eco-comunitaria, muchas veces tuve que responder a mis alumnos planteando la misma pregunta-observación formulada por el lector al inicio de estas líneas. Lo hice usando varios ejemplos. Aquí, recuerdo tres, que muestran que lo que durante muchos siglos de historia se creyó imposible, se materializó más tarde.
Tomemos el caso de la esclavitud. Probablemente desde que existió, hubo seres humanos que, en nombre de la dignidad y la libertad, se rebelaron contra ella. Un ejemplo paradigmático de esa lucha repetida nos ha llegado: la insurrección liderada por Espartaco en el territorio italiano de la todopoderosa Roma en el siglo I aC ¿Qué sucedió? Espartaco fue derrotado, pero su antorcha fue retomada una y otra vez hasta que diecinueve siglos después, la esclavitud clásica fue abolida gradualmente en Europa y más tarde en el resto del mundo. Así, la Humanidad tuvo que esperar diecinueve siglos, pero lo que parecía imposible se volvió real, gracias a las repetidas luchas fallidas de miles y quizás millones de soñadores.
Segundo ejemplo. En muchas de mis aulas, las mujeres constituían la mayoría del alumnado, y les señalé que si la Universidad moderna tal como la conocemos se remonta al menos al siglo XIII, sólo a fines del siglo XIX eran mujeres. capaz de frecuentar sus aulas (primero como estudiantes y luego como profesores). Además, les recordé el ejemplo, entre otros, de Marie Curie, que tuvo que dejar su Polonia natal porque las primeras puertas para que una mujer europea estudiara Física en la universidad se abrieron en París. Conclusión: lo que parecía imposible para la Humanidad durante al menos siete siglos se hizo realidad gracias a la lucha de muchas mujeres (y algunos hombres).
Tercer ejemplo. Desde al menos el mito griego de Ícaro, la cultura occidental ha sabido que los seres humanos, admirando las aves, querían volar. Sin embargo, en Occidente se necesitaron al menos 25 siglos para que un ser humano se elevara por los aires (primero con globos aerostáticos y un siglo después con aviones). Confirmación: lo que parecía imposible durante al menos 25 siglos se hizo realidad gracias a la tenacidad de muchos pioneros (la mayoría, fracasos).
Bueno, deseamos y esperamos algo similar en relación con el comunitarismo electrónico. Con el tiempo, aunque de forma incompleta, seguirá al capitalismo, que todavía disfruta de una juventud vacilante de sólo unos cinco siglos. Mi convicción está respaldada por los millones de personas que hoy luchan defendiendo ideas e-comunitarias o similares. John Lennon escribió y cantó en "Imagine": "Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único".

 

 

 








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