Con gas pimienta .
Con Jair Krischke
Las movilizaciones en Brasil
Dilma escuchó, pero aún no sé si entendió
El
gigante de América del Sur vive una etapa convulsionada por protestas
sociales que llaman la atención del mundo entero. Un extraño y complejo
fenómeno político que recién se empieza a analizar.
La
Rel convocó a nuestro compañero Jair Krischke, presidente del
Movimiento de Justicia y Derechos Humanos (MJDH), para reflexionar al
respecto.
-¿Cuál es tu análisis de las manifestaciones de protesta que están sacudiendo al país?
-Todo
empezó en mayo pasado en Porto Alegre donde hubo varias manifestaciones
seguidas en protesta contra el aumento del precio del boleto del bus.
Hubo represión excesiva y luego la protesta se fue extendiendo a todo el
país. Ahora aparecen otros temas como el de la corrupción, los gastos
gigantescos que se están haciendo para la Copa del Mundo, la mala
asistencia sanitaria pública, el déficit de la educación y otros.
Estamos todos muy sorprendidos por cómo se están dando estas manifestaciones.
Siempre es bueno que haya movilización popular, pero la forma en la que se está dando es muy preocupante.
En
la calle hay de todo, desde la ultraizquierda hasta la ultraderecha, lo
que es algo totalmente nuevo. Vemos trotskystas, anarquistas, pero
también a losskinheads brasileños,
a los llamados "Carecas do Brasil", una facción nazi, los neofascistas,
otros llamados "Integralistas" de extracción neonazi. Un punto en común es que la gran mayoría es gente joven.
-¿Son manifestaciones espontáneas o coordinadas solo por las redes sociales?
-Se
dice que son espontáneas, sí, aunque nada es totalmente espontáneo. Lo
que me llama la atención es que justo al final de cada protesta se
registran actos de violencia, de vandalismo o sencillamente delictivos. Y
esto ocurre en todo el país. Es probable que al principio fuese
espontáneo, pero ahora creo que esos actos violentos están organizados.
También llama la atención que no admiten banderas partidarias. Se las quitan a quienes las llevan y hasta se ha visto quemarlas.
Yo siempre digo que a quien no le gustan los partidos políticos es a la dictadura.
-Hay que admitir que los partidos brasileros están bastante desdibujados…
-Es cierto que están muy mal, muy desprestigiados, y que al final parecen ser todos la misma cosa.
Vemos que están dando sostén al gobierno del PT, de Dilma, personajes que provienen de la dictadura como José Sarney, que fue presidente del ARENA, el partido de la dictadura. Podemos ver a Fernando Collor de Mello dando gobernabilidad a Dilma. Es algo que a las gentes, es muy difícil de comprender.
Si un brasileño hubiese estado congelado durante los últimos 40 años y ahora viera esto se creería loco. Esto es algo muy malo.
Juan Arias, corresponsal en Brasil del diario español El País, escribió que los
indignados en Estados Unidos o Europa luchaban contra los recortes, no
querían perder lo que tenían, la primavera árabe se enfrentó a las dictaduras, pero acá se lucha por avances, por logros.
-Parece un buen momento, siendo que hay tanto dinero en Brasil…
-Pero está desapareciendo. Desde hace tiempo sostengo que el éxito del plan económico de Lula se dio por una coyuntura internacional, por la crisis que estalló en los países centrales, ya que Brasil recibió
el éxodo de los capitales que buscaban refugio y nuevas oportunidades.
Pero a medida que aquella crisis se empieza a resolver, esa enorme
cantidad de dinero está regresando a su origen. Los inversores están
levantando vuelo de Brasil.
Pienso
que el país perdió la oportunidad de desarrollar cosas esenciales como
la infraestructura que es muy pobre. Y esto también está reclamando la
gente.
-¿Qué efecto tuvo la aparición de la Presidenta en la cadena de televisión?
-Dilma asumió
erróneamente una actitud profesoral, pedagógica, y creo que no debió
hacerlo. Estuvo mal asesorada. Se hizo un video apresurado, mal
realizado, con fallas técnicas, poco reflexionado.
-¿Qué otras cosas pueden estar motivando la protesta?
-También es posible que, entre otras cosas, esto tenga que ver con la gente del PT, porque José Dirceu –ex jefe del gabinete de Lula– está condenado desde noviembre de 2012 a once años de prisión por corrupción en el tristemente famoso caso “Mensalao”.[1]
Conozco bien a Dilma desde hace muchos años, y sé que ella no se interesa en lo que ocura con Zé Dirceu. Si Dilma es reelecta, es muy probable que Dirceu termine inevitablemente entre rejas. Y hay mucha gente que en ese caso se sentiría amenazada porque es muy posible que Dirceu se lleve gente con él.
-Si
ello fuera así, hay que desgastar a Dilma, y lograr que no sea
candidata en las próximas elecciones y que el candidato fuera otro…
-Puede ser un juego interno. Dilma nunca
fue candidata a nada, y de repente es Presidenta de la nación. Le falta
la maña del político clásico. Ella es muy frontal y con mucho carácter.
Se dice que ya ha salido más de un Ministro corrido desde su despacho.
Esto dificulta mucho su vida política porque, como se dice en el
ambiente, “le falta cintura política”.
Pero es una persona, íntegra, honesta, y de Zé Dirceu no quiere ni oír hablar.
-¿Cómo crees que evolucionará este proceso?
-Es muy difícil de prever. Pienso que esto va a continuar por las propuestas que están surgiendo. En cuanto a Dilma, creo que ella escuchó, pero aún no sé si entendió.
Ilustración: Rel-UITA / Alfredo Martirena, Cuba. Cartonclub México
Rel-UITA - 3 de julio de 2013
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