Alejandro Végh Villegas, ministro de Economía del régimen, durante una conferencia de prensa en 1974.
PUBLICADO EN "CARAS&CARETAS" EL VIERNES 5 DE JULIO DE 2013
OPE PASQUET Y LA REVISION DEL COLABORACIONISMO CON LA DICTADURA
La responsabilidad de los partidos políticos en el golpe de
Estado de 1973 y la connivencia de algunas de sus figuras públicas con
la dictadura, era un debate largamente pospuesto por parte del sistema
político uruguayo que durante 40 años había cobijado el tema con un
manto teñido de impunidades bajo el cual, cada protagonista relata su
versión oficial de los hechos para que solo en un lejano futuro sus
acciones u omisiones sean, eventualmente, juzgadas. Pero algo cambió
durante el acto recordatorio que se celebró hace una semana en el
Parlamento…
TEXTO: ROGER RODRIGUEZ / rogerrodriguez@adinet.com.uy
"Yo
siento que no puedo señalar responsabilidades de nadie, pero creo que
tengo el derecho de hacerlo y tengo el deber de hacerlo para señalar las
responsabilidades de mi partido. El decreto de disolución de las
Cámaras está firmado por el presidente Juan María Bordaberry. El
presidente Bordaberry fue elegido por el lema Partido Colorado, esa es
nuestra gran responsabilidad, es cierto que no fue elegido en una
elección interna y no fue elegido por la Convención, pero eso no le
quita al hecho su carácter de tal, fue elegido por el lema Partido
Colorado y esa es nuestra responsabilidad"…
La histórica frase de
autocrítica que surgió de los labios del diputado colorado Ope Pasquet
Iribarne (quien tenía apenas 17 años aquel 27 de junio de 1973) no
estaba en el libreto preparado para la sesión parlamentaria de
recordación del golpe de Estado, en la cual las bancadas habían acordado
la intervención de un solo orador por cada partido y, de algún modo, no
pretendían que el acto se constituyera en una sesión de interminables
debates –a pesar de que se trataba de un aniversario “redondo”-, cuando
otros temas, como el ingreso de la ley presupuestal estaban por
colocarse sobre la mesa.
Sin embargo, las palabras de Pasquet
Iribarne provocaron una fuerte repercusión dentro de su propio partido,
donde Julio María Sanguinetti salió a explicar que Juan María Bordaberry
“no era una figura política, no tenía tradición partidaria, venía del
mundo del gremialismo rural y desgraciadamente tuvo una débil convicción
democrática y no supo enfrentar al golpe” y Jorge Batlle (que tenía
previsto emerger en la sesión como un héroe por su encarcelamiento de
aquellos días) espetó un “está clavado que es idiota. Esto estaba mucho
antes organizado, esto no lo organizó Bordaberry. El imbécil de Pasquet…
Nunca he visto un imbécil más grande”
La discusión pública
implicó al actual líder del Partido Colorado, Pedro Bordaberry, hijo del
dictador, quien primero evitó la polémica con un “el compañero que hizo
uso de la palabra expresó lo que era su opinión sobre un tema, opinión
que es la de él y como tal se podrá compartir o no; yo en gran parte no
la comparto”; y luego advirtió “si el camino que van a seguir es ese de
discutir el pasado, la pelea o el insulto, están yendo contra la nueva
forma de hacer política. En ese camino no hay lugar para mí. Por lo que
si la mayoría de ustedes decide ir por él no cuenten conmigo. Si me
quieren acompañar, los espero. Si no quieren sigan su camino”
TERRORISMO DE ESTADO
El
tema, para el pesar de Jorge Batlle y de Bordaberry (h), quedó
instalado en la prensa y, particularmente, en las redes sociales donde
volvieron a circular notas con listados de los “civiles de la dictadura”
que años atrás se habían publicado en Brecha, La República, El Popular y
otros medios; a la vez que se recordó que por la Ley N° 18.596 del 18
de setiembre de 2009 se reconoció que el terrorismo de Estado en Uruguay
comenzó el 13 de junio de 1968 cuando el también colorado presidente
Jorge Pacheco Areco impuso sucesivamente las medidas prontas de
seguridad, bajo las cuales se practicó sistemáticamente la tortura.
Efectivamente,
fue desde mediados de aquel 1968, cuando se descartó la introducción
del Impuesto a la Producción Mínima Exigible (IMROME) y se negaron los
intentos de solución a la paralización en el puerto, la banca y la
prensa, que la represión gubernamental se desató y con el nacimiento del
“pachecato” se produjeron cambios ministeriales por los cuales los
intereses de los sectores financieros, agropecuarios e industriales,
tuvieron representación directa en el gabinete con figuras como el
banquero Jorge Peirano Facio, los hacendados Carlos Frick Davie, Jaime
Montaner o Juan María Bordaberry, o el baldomirista César Charlone.
Desde
entonces se sucedieron las renuncias ministeriales: Manuel Flores Mora,
Alba Roballo y Pablo Moratorio dejan las Secretarías de Trabajo,
Cultura y Defensa; había caído el Ministro del Interior, Eduardo Jiménez
de Arechaga, interpelado por Zelmar Michelini ante la muerte de
estudiantes; Wilson Ferreira había tirado a Guzmán Acosta y Lara en
Trabajo y luego lo haría con Pedro Cersósimo por su ineficiencia en
Interior y con Charlone en Economía, por beneficiar al Banco Mercantil
del propio Peirano Facio, por entonces convertido en canciller.
La
debilidad política del gobierno colorado continuó en la siguiente
administración luego de las elecciones de 1971 en las que surge el
Frente Amplio, Pacheco no logra la reforma constitucional que le
permitiera ser reelecto, Ferreira Aldunate denuncia un fraude electoral y
la presidencia de la República queda en manos de un casi desconocido
Bordaberry quien asume el 1 de marzo de 1972, en medio de las denuncias
contra el Escuadrón de la Muerte y que, luego de las acciones del
Movimiento de Liberación Tupamaros del 14 de abril y la sangrienta
respuesta represiva, termina por impulsar una ley de seguridad que
limitó al Poder Judicial y abrió el camino de la insurrección militar.
También
el gabinete bordaberrista se desgaja en poco tiempo: Jorge Mora Otero
se desvincula por el avance de los militares, que provocan sucesivas
crisis en el Ministerio de Defensa donde desfilan Enrique Mangini,
Augusto Legnani, Armando Malet y Antonio Francese, hasta llegar a la
rebelión del 9 de febrero de 1973. Se fueron de Transporte Carlos
Ribeiro y José Manuel Urraburu, renunció Julio María Sanguinetti en
Cultura, Julio Amorín Larrañaga lo hace de Trabajo y Moisés Cohen de
Economía por el encarcelamiento de Jorge Batlle. Cuando se produce la
disolución del Parlamento, renuncia el vicepresidente Jorge Sapelli, el
socialista Pablo Purriel (Salud Pública), José María Robaina Ansó
(Educación y Cultura), Jorge Presno (Industrias y Energía) y Javier
Barrios Tassano (Secretario de la Presidencia). También se va Ángel
Servetti (Obras Públicas).
DICTADURA CIVICO-MILITAR
El
cierto que los batllistas del Partido Colorado asentaron su
discrepancia con el golpe de Estado a través de la encendida
intervención que el senador Luis Hierro Gambardella hizo aquella noche
en el Parlamento, como es correcto que “Unidad y Reforma” (Lista 15) de
Jorge Batlle hizo una declaración pública el 3 de julio en contra del
golpe y en favor de una “salida electoral” que lo separó del resto del
bloque opositor; pero a la vez, quedaron apoyando a la dictadura
importantes referentes de la Unión Colorada y Batllista (UCB) del ex
presidente Pacheco Areco, para entonces embajador ante el reino de
España.
El gabinete dictatorial quedó integrado por el colorado
Alvaro Pacheco Seré en la secretaría presidencial, el coronel Nelson
Bolentini en el Ministerio del Interior, los pachequistas Walter Ravenna
en Defensa y Juan Carlos Blanco en la Cancillería, y sostenido por los
blancos José Etcheverry Stirling en Industria y Comercio, Juan Bruno
Iruleguy en Salud Pública, Benito Medero en Ganadería, Marcial Bugallo
en Trabajo, Francisco Mario Ubillos en Transporte y Comunicaciones,
surgen los “independientes” Edmundo Narancio en Educación, Eduardo
Crispo Ayala en Obras Públicas, Federico Soneira en Transporte y Obras
Públicas, y en Economía y Finanzas queda “por error” Manuel Pazos (se
dice que pretendían a otro técnico de Ancap) quien en poco tiempo será
sustituido por el quincista Alejandro Vegh Villegas.
La presencia
de Vegh Villegas en la dirección económica de la dictadura desde 1974 a
1976, durante las presidencias de Bordaberry y Alberto Demicheli, y su
regresó al ministerio entre 1983 y 1985, bajo el mandado del general
Gregorio Álvarez, se constituye en uno de los puntos más sensibles del
revisionismo histórico de los colorados, que defienden su permanencia
como un “caballo de Troya” que siempre mantuvo informado a sus
dirigentes, que incidió en la caída de Bordaberry y que, cuando era
inminente la salida democrática, intentó ordenar las finanzas de un país
sacudido por la inflación provocada en el quiebre de la “tablita” de
1982.
A partir de la gestión Demicheli (colorado que ya había
integrado la junta de gobierno de la dictadura de Terra) y de Aparicio
Méndez (blanco de Por la Patria que firmó la denuncia de fraude
electoral), aunque se mantienen Alejandro Rovira (UCB), Estanislao
Valdéz Otero (Herrerismo) y Walter Ravenna (UCB), es que en el gabinete
comienzan a surgir nuevas figuras sin mayor “pedigrí” político, que se
transformarían en los rostros civiles de la dictadura: Daniel Darracq
(vinculado al grupo Soler), Adolfo Cardoso Guani (Supermercados Disco y
Canal 12 ), Mario Arco Pérez (Tradición Familia y Propiedad), Julio
Eduardo Aznárez (Plan Agropecuario, Rausa, Astra), Luis Heriberto Meyer
(Federación Rural, Inac ), Francisco Tourrelles (Radio Clarín, Estancia
La Ibérica), Jorge León Otero (primo de Valdéz Otero), Carlos Maeso
(abogado empresarial laboralista) o Luis Vargas Garmendia (Atma, Hotel
Nirvana, Banco Comercial, Acsa) y Valentín Arismendi (ex cadete militar
que pidió la baja por una problema de salud y fue convocado por su
camaradas en el poder... creador de la “tablita”).
LOS ROSADITOS VERDOSOS
Pero
a pesar del enojo de los actuales líderes colorados y del silencio que
sobre el tema están haciendo los blancos (quienes en su momento juzgaron
y expulsaron del partido a colaboracionista de la dictadura), ambas
colectividades políticas tienen una fuerte presencia en el órgano que
sustituyó como legislativo al Parlamento: el Consejo de Estado, que
presidía el herrerista Martín Echegoyen, e integrado por Alberto
Demicheli, Hamlet Reyes, Aparicio Méndez, María Luisa Coolighan
Sanguinetti, Daniel Rodríguez Larreta, Alfredo Lamaison, José Francisco
Franca, Jorge Seré del Campo o Federico García Capurro, entre otros.
Incluso,
durante la dictadura del Goyo Alvarez, se integraron al Consejo de
Estado varios dirigentes de los partidos tradicionales que se habían
presentado a las elecciones internas de 1982 como Pedro Cersósimo,
Wilson Craviotto, Hugo Amondarain, Fernando Assuncao, Bernardo Barrán,
Daniel Barreiro, Domingo Burgueño, Juan José Burgos, Eduardo Carreras
Hugues, Milton de los Santos, Antonio Gabito Barrios, Carlos Gelpi,
Ruben Riani, Dardo Casas del Río, Werther Martínez, Cesalino Silveira,
Antonio Guerra, Hugo Manini Ríos, Pablo Millor, Daniel Ordóñez, o
Ricardo Reilly Salaverry. Varios de ellos fueron electos luego en
democracia.
Del mismo modo, permanecieron como intendentes los
colorados Oscar V. Rachetti (Montevideo), Basilio Borgatto (Artigas),
Gervasio González (Canelones) y Walter Belvisi (Paysandú); o los blancos
Juan Carlos Paysee (Montevideo), Juan José Burgos (Cerro Largo), Pedro
Ramos Mañe (Flores), Milton de los Santos (Rocha), Néstor Minutti
(Salto), Norberto Bernachín (Tacurembó), Ruben Silveira Zuloaga (Treinta
y Tres) y Juan Chiruchi (San José); y hubo casos como el de Nicolas
Storace Arrosa que aceptó integrar una Corte Electoral que tenía en su
departamento jurídico a Cristina Maeso y en Asuntos Políticos a Mario
Cataldi.
Cientos de dirigentes y militantes de los partidos
tradicionales ocuparon cargos de dirección o de confianza política
durante la dictadura militar. Desde los que se movieron en embajadas y
consulados, los que integraron el Poder Judicial sometido a un
ministerio, los que figuraron en órganos de contralor, direcciones e
institutos, en entes y órganos descentralizados, en bancos del Estado o
fueron interventores de la Universidad, el Sindicato Médico y otras
instituciones. Todos ellos gozan o sufren de la impunidad del olvido.
lunes, 8 de julio de 2013
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