Aunque también
sufrió las consecuencias de la traición del
lamentable Jorge “Charleta” Guldenzoph, Esteban Valenti no fue una de las víctimas
directas de Héctor Amodio Pérez, Por eso mismo, los dichos de Esteban Valenti
sobre el traidor cobran mayor valor, superan distancias, entienden que fuera
quien fuere la organización traicionada, el agraviado es el movimiento popular.
Los
tupamaros
comenzamos con los análisis autocríticos en 1973, unos en el Penal de
Libertad (la
“Carta de los Presos”) y otros en Chile, Simposio de Viña del Mar. De
los
compañeros en el exilio, recuerdo el trabajo del grupo “Rumbos”, el de
Modernell (“Sacuza”). El de Jorge Torres se titula sugestivamente “Con
la derrota” y “La Revolución Necesaria” el de Andrés Cultelli. Apenas
salido de las
cárceles. Fernández Huidobro también escribió un relato de las
principales
anécdotas de los primeros años del MLN(T). A la III Convención Nacional,
realizada en 1985, la primera en la legalidad, se presentaron cerca de
80
análisis criticos sobre la derrota del movimiento guerrillero en el
contexto de
la historia protagonizada por el pueblo uruguayos desde 1950 en
adelante. A estos numerosos análisis se les deben
agregar cientos de entrevistas a diferentes integrantes del MLN(T), una
buena
parte de ellas compiladas en los libros de Clara Aldrighi, Leonardo
Haberkorn y en el recientemente presentado “Rehenas”. Existen obras de
literatura de Butazzoni y de
Liscano que entrañan profundas críticas al pasado guerrillero. Una
lectura muy
superficial todos estos trabajos sirve para comprobar tres cosas: 1)
Nadie,
absolutamente nadie, responsabiliza a la traición la derrota del
Movimiento;
todos tendemos a bucear en las concepciones y errores políticos antes de
acordarnos
del episodio Amodio Pérez.
Un abrazo respetuoso
Jorge Zabalza
Anoche vi a un traidor
Esteban Valenti
12.07.2013
Anoche vi durante dos horas
y 20 minutos la entrevista de Gabriel Pereyra a Amodio Pérez. Antes
había leído el mamotreto de 12 páginas en El Observador. No soy un
masoquista, me sentía obligado, por razones políticas y profesionales,
como periodista y como político. Y por curiosidad.
No le iba a dar
mayor importancia, aunque ya en dos programas de radio en los que
participo semanalmente tuve que opinar, pero además viendo al traidor en
todo su “esplendor” me surge del alma, del estomago y de la cabeza la
necesidad de opinar.
Yo no soy ni pretendo ser objetivo en este
análisis. Estoy involucrado, tuve duros enfrentamientos ideológicos y
políticos con el MLN en esos años y después, y el periodo al que se
refiere Amodio Pérez tiene que ver con un momento muy particular, muy
tenso, muy importante de mi vida. Aclaro.
Tengo una ventaja, sobre alguno de esos temas tengo información y formación. A pocas palabras...
Amodio Pérez fue un gran traidor, lo confiesa en
varias oportunidades en la entrevista, y sigue siendo un traidor
manipulador en la actualidad. Es un traidor contumaz y reiterado.
Reconoce que entregó a
Julio Marenales y reconoce que le dieron un salvoconducto a el y su
compañera, otra importante dirigente del MLN para salir del país,
mientras cientos y miles de sus compañeros y otros luchadores populares
eran torturados, encarcelados, desparecidos y mantenidos durante muchos
años en prisión.
Toda una parte de su entrevista es para intentar
sembrar dudas sobre las dimensiones de su traición, y para demostrar que
él no fue el causante de la derrota del MLN. Sobre esto no tengo la
menor duda, la derrota del MLN fue el resultado de sus graves errores
políticos, militares tanto en el plano táctico como estratégico.
La traición de Amodio
Pérez no se mide en la cantidad de nombres y locales que entregó a los
militares, ni en la entrega de la cárcel del pueblo, que algunos ya
reconocieron que fue un operativo utilizado para meter a Pérez hasta el
cuello en la traición y hacerlo cambiar de bando. Y eso es lo que hizo,
un jefe del MLN de primer nivel, con cargos, con una mística y una
imagen en toda la organización y ante la sociedad en su conjunto se pasó
de bando. Esa fue su gran traición.
Ni lo torturaron, ni le
tocaron un pelo y se pasó al bando enemigo, los ayudó en todo lo que
pudo, y sobre todo los ayudó a transmitir la imagen del desbande, del
desastre total y lo hizo públicamente. Y los militares lo utilizaron muy
bien, y él, que era y es un tipo inteligente y minucioso, como el se
define, lo sabía perfectamente y a su compañera que también era una
dirigente. Y convenció a otros a traicionar y lo confiesa impúdicamente.
El periodista que en
ciertos aspectos abunda en detalles y preguntas pasa por algo cosas
fundamentales. Es posible que sea por pertenecer a otra generación. Pero
nos quedamos con las ganas – ante las reiteradas muestras de “modestia”
de parte de Amodio hubiéramos querido saber en cuales operaciones había
participado, con que responsabilidades y que cargo había ocupado en el
MLN – Ese capítulo es todo un gran y evidente entrevero. Un entrevero
organizado.
Amodio fue uno de los
principales jefes del MLN, y sus discrepancias, su oposición a ciertos
planes, no cambian absolutamente nada, simplemente son un intento un
poco tardío de darle cobertura política a su traición. Amodio además
colaboró durante un largo año, desde que se dio vuelta hasta octubre de
1973 en armar todo el organigrama del MLN en las diferentes etapas, en
hacer inteligencia fina, profunda sobre características y definiciones
internas de la organización. Cuando no les sirvió más para nada, le
dieron dos pasaportes y lo dejaron en la frontera.
Ahora aparece 40 años después. Inocentemente.
El primer síntoma de que Amodio Pérez miente es cuando mueve la boca.
Aunque en algún momento
cuente detalles que pueden ser ciertos, es el conjunto, es el relato que
trata de construir el que es una gran mentira, una nueva traición.
El relato de las libras
esterlinas de oro olvidadas primero en el asiento de un auto y luego
guardadas bajo un murito en un gallinero, son una tomadura de pelo
mayor. Nos trata a todos de estúpidos. Los militares de la dictadura se
movían por dos grandes intereses: información-inteligencia y
plata-botín. Amodio debe haber traficado con ambas cosas. No tengo
pruebas, tengo sentido común.
Amodio habla en la
mayoría de los casos de personas muertas que no tienen posibilidad de
defenderse. Los otros son parte de la contienda, pero hay un tercer
grupo, que podría corroborar o negar sus palabras: los militares de la
dictadura. El primero es el mayor retirado Armando Méndez, en ese
entonces un joven y muy prometedor oficial con tareas muy por encima de
su cargo. Ese no va a tener ningún interés en hablar. Lo otros que
saben, son muchos de los jefazos de la dictadura, los que están presos.
¿Alguien cree que
Gregorio Alvarez, no sabe el nombre falso que le dieron a Amodio Pérez y
a su compañera en sus documentos, en su pasaporte para viajar a España y
radicarse? Si tiene la memoria frágil, lo averigua con una llamada
telefónica....y sabe o puede averiguar otros detallecitos. Así que
Amodio Pérez le da a este grupo de dictadores un enorme sartén por el
mango. Que desinteresado, que ingenuo...
Luego de la catarata de palabras y versos surgen muchas preguntas: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué ahora?
Voy a tratar de ser lo
menos conspirativo posible, pero hay cosas inevitables. Veamos algunos
detalles. Si se observa cuidadosamente la entrevista podrá apreciarse en
una parte que el periodista sabe que Amodio va a hablar de los
militares que sugirieron atacar a los cuatro soldados en la puerta de la
casa del general Gravina. Pero eso no es lo grave, lo grave es que ante
tamaña barbaridad casi no repregunta, no pide un mínimo de datos.
¿Quién le dio a Amodio esa información? ¿O le vino el prurito de
mantener esos temas en secreto? O ¿hace streep tease pero se deja el
sombrero y el periodista lo acepta?
Es un infundio total,
todos los que conocemos algo de esa época sabemos que esos militares, no
eran pro tupamaros, y se los acusa nada menos de orientar al MLN a
matar a sus camaradas de armas. Es una mentira colosal, la peor de
todas, un mandado de un traidor que sigue traicionando, ahora en el año
2013. Tiene una vocación irrefrenable de delator y traidor.
Amodio Perez sigue
siendo un engranaje miserable de la vieja máquina de la dictadura y sus
resabios. Eso es lo que se desprende de todo el reportaje y de toda la
operación. Y esto recién comienza.
Algo quisieron hacer con
este tránsfuga en las elecciones del 2009 ¿se acuerdan? Ahora lo están
preparando mejor. Si le abrimos a este traidor una rendija, va a supurar
veneno durante todo el tiempo que pueda.
Política, traición y guerrilla.
Todo el relato de Amodio
es un monumento a la falta de un mínimo sentido de la política, de la
historia, de la realidad uruguaya. A veces es un miserable pretexto.
Cuando habla del “Plan Hipólito”, es decir de los atentados del 14 de
abril, el los mira desde la enana perspectiva de su visión, no habla del
pueblo uruguayo, de sus trabajadores luchando, del Frente Amplio
surgido de las elecciones, de la correlación de fuerza, nada de nada. El
habla de su confrontación con Sendic y Fernández Huidobro y otros sobre
el plan Hipólito y el Tatú”, de un mundo cerrado y separado de
cualquier otra realidad. Y todo el relato es eso y nada más que eso.
El MLN fue derrotado y
contribuyó de manera importante a la derrota de todo el movimiento
popular por parte de las fuerzas más reaccionarias y antidemocráticas de
la sociedad uruguaya por sus errores políticos y militares, pero sobre
todo políticos y porque vivía en una realidad creada e inventada por
ellos mismos. Así de duro.
El relato de que a la
hora de los hornos, del horno grande de la dictadura, tanto si se
considera que comenzó el 9 de febrero, en Boizo Lanza o el 27 de junio
del 73, el MLN ya no existía ni política ni militarmente. No hay nadie
que pueda negarlo con un mínimo de decencia. No existía, ni como
guerrilla, ni como organización político-social. Yo militaba en la
universidad, un lugar clave para saberlo y percibirlo.
El relato de que la
dictadura fue un enfrentamiento prolongado entre el demonio de la
guerrilla y el demonio de los dictadores es una falsedad del tamaño del
estadio Centenario lleno. Ese relato se dejó crecer y se alimentó por
tres vertientes diferentes, por los que nunca hicieron autocrítica en
serio, simplemente rodaron y dejaron que esa historia rodara; por la
derecha democrática que necesitaba ese relato para justificar muchas,
demasiadas cosas y lavar sus culpas y sus complicidades, que las
tuvieron, y la tercera la de los dictadores para justificar sus
horrores. Y una cuarta vertiente, fue la de muchos que nos callamos o
nos hicimos los distraídos y dejamos rodar la pastilla.
La catarata de libros,
relatos, artículos y cuentos que hemos recibido y tragado en estos años
no son responsabilidad de sus autores, sino muchas veces de nuestros
silencios. Cada uno cuenta la historia como le conviene. Y eso sucedió. Y
a llorar al cuartito, pero como dice Benedetto Crocce, toda buena
historia es actual. Y comienza a emerger la verdadera historia, no como
pretende Amodio, otra versión, sino un relato real de lo que sucedió,
con diferencias, matices, equilibrios y hechos. La historia se basa en
hechos, documentos, y lamentablemente en declaraciones de traidores. Lo
que hay que saber es leer. Hay gente capaz y seria para seguir
trabajando.
Tres consideraciones finales:
Primero, está muy bien
que alguien haya hecho la labor periodística de entrevistar al traidor.
Los uruguayos estamos grandecitos para que alguien nos censure y nos
diga lo que podemos y lo que no debemos leer para no envenenar nuestras
cándidas mentes. Como es obvio, luego el autor queda sometido a la
critica y el análisis de rigor.
Segundo: Desde el fondo
del alma: que grande es la izquierda uruguaya que a todos nos ha dado
una identidad nueva, renovada, verdaderamente democrática, unitaria,
plural, discutidora, buscadora de la verdad, exigente en el debate.
Grande el Frente Amplio,
con los que nos equivocamos, los que cometimos errores, los que tuvimos
debilidades democráticas muy grandes, los que hicimos autocrítica
explícita y hasta el hueso y los que eligieron otro camino. Grande el FA
por integrar nuestros pasados tan diversos, nuestra historia tan
diferente y muchas veces enfrentada y darle una fuerza política unitaria
y transformadora. Grande no con la izquierda, sino con el país, porque
eso ayudó a toda la sociedad uruguaya en su conjunto a los cambios y a
la democracia.
Y grande por tratar y seguir tratando a los traidores como tales.
Tercero. Honor a los miles de uruguayas y uruguayos que sufrieron la tortura, la muerte, la
cárcel y para todos aquellos que siguieron siendo luchadores dignos y
altivos a pesar de afrontar las formas más crueles del dolor. Para los
que no traicionaron.
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