Una carta ciudadana por un cambio de rumbo,
por Marcelo Marchese
El viernes pasado un conjunto de ciudadanos redactó una carta en la que manifiestan su intención de contribuir a un golpe de timón en la política uruguaya.
Los invito a leer esta iniciativa
ciudadana (1). Independientemente de las firmas que logren, sus
propulsores han logrado, muy levemente por ahora, agitar las aguas
estancadas del debate político electoral. Aunque suscribo la carta, debo
precisar que lo dicho de aquí en más de ninguna manera representa o
deja de representar a quienes impulsaron esta iniciativa, ni tampoco a
quienes actualmente la firman.
Las reacciones a la carta no se han
dejado esperar y pueden encontrarse en la página de facebook llamada
OTRO RUMBO. Algunos optaron por el silencio, por no reproducirla bajo la
consigna de que cualquier crítica, por más mala que fuere, siempre es
propaganda. Otros la consideraron "irrespetuosa", "cosa de iluminados",
"cínica", "antidemocrática", llena de "renunciamientos", "resbaladas
pequeño burguesas con una serie de enunciados voluntaristas" y "una
bofetada a la inteligencia de más de un millón de uruguayos que acaban
de votar un programa". Los de allá, más benévolos, la tacharon de
"ilusa", "ingenua". Los de acullá, a pesar de lo dicho por los
anteriores críticos, la consideraron "suave", "muy lavada" y muy poco
severa con la política oficial. Unos cuantos la saludaron sintiéndose
representados por ella y sin prestarle atención a estampar su firma
(cosa de viejos) la reproducen actualmente y la defienden en diversos
foros.
Se ha dicho que lo propuesto en la carta
es "inviable"; se ha dicho que "no propone nada nuevo", pues ya lo han
hecho eminentes personajes de izquierda de nuestro país; y finalmente se
ha dicho que "no propone absolutamente nada". No importa, al parecer,
que estos argumentos se contradigan entre sí y se anulen. Hay que tener
sensibilidad política para apreciar, aún discrepando, la iniciativa de
gente que viene de diversas experiencias, donde se reúnen pintores,
carpinteros, músicos, abogados, cineastas, comerciantes, psicólogos y
docentes. Dejando aclarado el hecho trascendental de que
independientemente de su voto, individuos aislados se reúnan para hacer
un llamado directo a la ciudadanía, vayamos a cuatro puntos esenciales
de la crítica a NUEVO RUMBO.
1- Sus autores no serían democráticos,
pues ostensiblemente desoyen ese voto de más de un millón de electores
que validaron en octubre al Frente.
A pesar de ser un argumento sumamente
pobre y débil, es necesario atenderlo por lo que implica. Supone a la
democracia como un sistema por el cual una minoría no puede manifestarse
contra una mayoría, siempre y cuando creamos que buena parte de ese
millón de electores, y de los dos millones, no estén de acuerdo con los
fundamentos de NUEVO RUMBO. Esta crítica a NUEVO RUMBO reproduce la
crítica que le hacían los partidos tradicionales al Frente, tratándolo
de "conjunto de iluminados" cuando apenas reunía un 18% del
respaldo ciudadano. La democracia, precisamente, es un sistema por el
cual se garantiza la libre expresión por la creencia de que la lucha de
ideas y su planteo franco y abierto permite adoptar los mejores caminos
para la sociedad. La democracia es una gran apuesta a la inteligencia
ciudadana.
2- La carta sólo critica y no propone nada.
En la Universidad, y a la interna del
Frente Amplio, se debate el modelo actual. El problema radica en que la
Universidad no abre su saber contradictorio al resto de la ciudadanía y,
como si no pudiera desprenderse de sus orígenes, actúa como un
estamento medieval. Algo similar ocurre con el Frente Amplio, cuyo
debate interno no se transfiere al resto del país, moviéndose sus
militantes bajo la férula de una muy dudosa disciplina partidaria. La
propuesta de OTRO RUMBO confluye con una visión que anida en nuestra
sociedad, pues ningún modelo político surge del magín de un intelectual,
sino que toda elaboración, por solitaria que fuere, es la proyección
del saber social en un individuo. Ante el modelo que apuesta a las
exportaciones de bienes primarios y a su manufactura, que estimula la
inversión de megaempresas extranjeras, con el argumento de que generarán
producción doméstica asociada, OTRO RUMBO expone a la luz pública la
alternativa que se discute a puertas cerradas: "Un modelo de
desarrollo prudente, sin descartar el agro inteligente y el turismo,
exige apostar a una mayor diversificación y sofisticación productiva que
genere nuevas bases de competitividad internacional, incorporando otras
áreas de producción, como la tecnología, el software, la biotecnología y
una industria no sólo orientada al procesamiento de la producción
primaria, camino que han seguido exitosamente otras pequeñas economías.
Con una raquítica inversión en investigación y desarrollo es impensable
dar ese salto".
El drama de apostar exclusivamente al "agro inteligente"
trae, por añadidura, innumerables problemas, no sólo ecológicos. A
medida que aumentan los beneficios de la soja y el eucaliptus, se
dispara exponencialmente el precio de la tierra, constriñendo de tal
forma a los pequeños productores, que según las estadísticas oficiales,
1200 de ellos abandonan el campo cada año. En diez años de gobierno del
Frente, 12000 productores y sus familias abandonaron el campo y ese
campo fue fagocitado por un latifundio insaciable que lejos de
apaciguarse, como el monstruo del cuento, crece y se multiplica. No es
posible pensar en "desarrollo" sin una apuesta a la inversión y
a la creación de conocimientos, pero sea cual fuere la ecuación que
imaginemos, será imposible sin gente trabajando en el campo, viviendo en
el campo, generando consumo desde el campo y alimentando a la ciudad.
Ningún desarrollo sustentable es posible sin fortalecer el entramado
productivo y social. Los países considerados punta en la arena
internacional, históricamente estimularon y protegieron su producción
interna, la auténtica base para la proyección exterior.
En tanto no salgamos del estancamiento
demográfico en tres millones, ese certero y preocupante indicador del
termómetro económico, cualquier modelo que no apueste a la inteligencia
será un suicidio colectivo. No necesitamos una nueva "Reforma
Educativa", precisamos una verdadera REVOLUCIÓN EDUCATIVA que la
transforme desde sus cimientos. Tenemos una variedad de tradiciones que
aprovechar, milenarias formas de comprender y transformar el mundo. No
podemos perpetuar una educación específicamente destinada a inocular
conocimientos. Debemos crear una educación que contemple todos los
posibles abordajes al mundo: fábulas, cuentos, religiones, ciencias,
mitologías, oficios, danzas, cantos. No necesitamos una educación de
respuestas; precisamos, con urgencia, una educación de preguntas.
Debemos estimular la imaginación, no aplacarla ni llevarla a un lugar
previamente establecido. Si aramos los originales pensamientos de un
niño, estaremos suprimiendo ideas que acaso en toda la historia de la
humanidad la suma de circunstancias habrían generado que sólo en ese
niño florecieran.
3- La carta no sale a luz en el momento apropiado: la semana previa al balotaje.
Precisamente el carácter democrático de
la carta también está expresado por el momento en que ve la luz. Vivimos
una progresiva pauperización de los debates electorales, un evidente
signo de debilidad democrática. Al plantear la carta antes del balotaje
podemos entender que los autores actúan por fuera de cualesquiera
estructura política que los quiera constreñir con sus eventuales
necesidades electorales. La carta apuesta a un debate público y desdeña
considerar las elecciones como el momento en que se deben silenciar las
propuestas. Precisamente aprovecha las elecciones para contribuir con su
propuesta de cambio de rumbo. Los autores y firmantes no se dejan
atemorizar por ninguna dudosa necesidad contraria a ejercer el
pensamiento crítico.
4- Las propuestas de OTRO RUMBO son ingenuas pues este gobierno, o el de Lacalle Pou, no atendería a sus reclamos.
Una de las causas por las cuales apoyo
esta carta es que evita dirigirse a ningún partido o gobierno. Es una
acción democrática en la hora que un tsunami de corporaciones
extranjeras, tanto en Uruguay como en el resto del mundo, avasallan las
soberanías nacionales y en un nuevo feudalismo imponen cambios a los
regímenes jurídicos. El dilema actual del mundo ya no es izquierda o
derecha. El dilema es mucho más esencial. El mensaje no va dirigido sólo
a dirigentes bienintencionados. Tendiendo una mirada más vasta, quienes
no tienen ni podrían tener todas las respuestas, hacen un llamado a la
ciudadanía para pensar y construir un modelo de país que adhiera a sus
necesidades históricas. En un mundo actual que prostituye las palabras
licuándolas en una nada peligrosa, reivindican la palabra democracia
como poder del pueblo. NUEVO RUMBO hace un llamado al saber social, al
saber que cada ciudadano contiene por ocupar un lugar en la existencia.
Una democracia es la forma más inteligente de gobernarnos, pues
aprovecha esa energía infinita resultante de la liberación de la
sabiduría que anida en una sociedad. Descartar esa energía para apelar
al saber exclusivo de los técnicos y sus jefes sería como, a la hora de
impulsar un navío, descartar el viento y llamar al capitán para que
sople sobre el velamen con toda la fuerza de sus pulmones.
Tienen razón quienes opinen que la carta
de NUEVO RUMBO es temeraria. Sus propulsores han decidido conjurar al
viento con el sólo uso de las palabras.
(1) https://www.facebook.com/hayotrorumbo?hc_location=timeline
UN CAMBIO DE RUMBO (Carta abierta a los ciudadanos uruguayos)
Enlace para firmarla digitalmente:
http://www.peticiones24.com/otrorumbo
Los redactores de este texto somos ciudadanos de izquierda, que en vísperas del balotaje del 30 de noviembre tenemos una serie de inquietudes respecto al futuro de nuestro país. Muchos de nosotros, a pesar de lo que diremos, votaremos la fórmula del Frente Amplio. Otros, por las mismas razones, nos inclinaremos por el voto en blanco o anulado. Ninguno de los promotores de esta iniciativa apoyará al Partido Nacional.
En vísperas de un tercer triunfo electoral del Frente Amplio nos preguntamos si vamos en la mejor dirección posible, si lo alcanzado en estos diez años guarda suficiente relación con las causas sociales y políticas por las que tanta gente luchó.
Si iniciáramos el análisis a partir de la crisis de 2002, no cabe duda que la desocupación ha caído sensiblemente, que el poder adquisitivo ha aumentado y cierta desigualdad de ingresos se ha atenuado, sobre todo considerando el reparto entre los sectores de ingresos medios y más bajos. Se han reconocido derechos y dado apoyo a sectores de la población que estaban privados de amparo social. Sin embargo, la distribución de la riqueza continúa siendo injusta. El 1% más rico de la población acapara la misma cantidad de bienes sociales que el 50% más pobre, cuyos sueldos apenas si arañan los 15.000 pesos.
Se ha apostado a un modelo de desarrollo basado en la transformación inteligente de los recursos naturales en una coyuntura de bonanza de los precios internacionales. Sin embargo, la experiencia histórica nos alerta sobre el peligro de sustentar el desarrollo jugándonos a la lotería de las “commodities”, a la venta de materias primas más o menos elaboradas. Un modelo de desarrollo prudente, sin descartar el agro inteligente y el turismo, exige apostar a una mayor diversificación y sofisticación productiva que genere nuevas bases de competitividad internacional, incorporando otras áreas de producción, como la tecnología, el software, la biotecnología y una industria no sólo orientada al procesamiento de la producción primaria, camino que han seguido exitosamente otras pequeñas economías. Con una raquítica inversión en investigación y desarrollo es impensable dar ese salto.
La abierta promoción de la inversión extranjera, por medio del otorgamiento de zonas francas y de exoneraciones tributarias que no condicen con los impuestos que soporta el resto de la población, no ha generado, como se argumentaba, la inversión doméstica asociada, ni ha impactado en el eslabonamiento productivo. En cambio, le abre las puertas del país a poderosas corporaciones transnacionales que codician los recursos naturales del planeta e imponen las reglas del sistema económico global.
Con certeza, nada menos que la mitad de nuestro campo está actualmente explotado por capital extranjero y se estima que un tercio de los títulos de tierras están en sus manos. Los beneficios generados por la soja y el eucaliptus han derivado en una suba ininterrumpida del precio de la tierra. Los sucesivos censos agrarios arrojan la preocupante cifra de 1200 pequeños productores rurales que cada año abandonan el campo, debilitando el entretejido productivo y social.
Este modelo, por añadidura, genera preocupación por sus consecuencias sobre el medio ambiente. Al tiempo que se retrae la pequeña producción rural, se deteriora la calidad de nuestros suelos y de nuestras aguas como consecuencia de los procedimientos técnicos y los productos químicos utilizados por la agroindustria.
Por la vía de la bancarización forzosa y la imposición de los medios de pago electrónicos, se allanará el camino al endeudamiento y se beneficiará al capital financiero que intervendrá en todas las transacciones monetarias, promoviendo una cultura consumista y colocando innecesariamente a los asalariados y jubilados en sus manos.
En materia educativa, los testimonios de los docentes son unánimes: de los estudiantes que logran terminar la secundaria, muchos de ellos redactan defectuosamente, apenas si alcanzan la comprensión lectora y tienen dificultades para el pensamiento lógico. La realidad es aun más alarmante por la brecha que se ensancha entre la educación pública y la privada.
Nuestra educación pública nació con el propósito deliberado de crear ciudadanos y con estos pobres niveles educativos nos aguarda un futuro inquietante. Necesitamos hacer de la enseñanza pública una causa nacional. Ello implica garantizar su funcionamiento, asegurar el acceso de todos los niños y jóvenes, dar estabilidad a los docentes, elevar el nivel de conocimiento impartido, cambiar su metodología para hacerla más amable y rediscutir su rumbo para que cumpla sus objetivos sociales: transmitir y construir conocimientos, generar inclusión social, capacidad de trabajo, pensamiento crítico y calidad democrática.
Finalmente, todo eso requiere un Estado fuerte ante las presiones del poder económico trasnacional, abierto y sincero en la información que proporciona a sus ciudadanos, depurado de cuotas políticas, corrupción, “amiguismo” y burocracia; un Estado en el que los gobernantes respeten las normas establecidas para garantía de los gobernados.
Todos los que un día nos descubrimos “de izquierda” desechamos los dudosos beneficios de transitar un camino trillado, animándonos a hacer girar la aguja del tiempo histórico en una nueva dirección. Rompimos con la visión conservadora que aseguraba que vivíamos en el mejor de los mundos posibles, e imaginamos, ejerciendo la crítica ante el modelo capitalista, otros mundos para la humanidad. No era, fue ni será posible ser de izquierda sin plantearse el capitalismo como problema. Mucho más que una posición intelectual, ser de izquierda significa reivindicar una ética: actuar conforme a lo que se piensa y se dice.
Ese es el camino que deseamos seguir. Y ese es también el mensaje que, como ciudadanos, queremos expresar en esta instancia, sea cual sea nuestro voto. Sabemos que no estamos solos, que en nuestra sociedad no sólo anida la fe hacia los dirigentes, sino también la prudencia infinita de ejercer el razonamiento crítico, como nos enseñaran Quijano y otros grandes maestros. Esta declaración está abierta al apoyo de quienes sientan la necesidad de un cambio de rumbo y por eso ya no es sólo nuestra, sino de todos aquellos que la sientan como propia y deseen firmarla y reproducirla por todos los medios imaginables.
Abracinskas, Lilián
Alastra, Jorge
Álvaro, Alejandro
Ancho, Eduardo
Antuña, Patricia
Arévalo, Marianela
Arpad, Atilla
Balkey, Gabriela
Bidegaray, Silvia
Cabeza, Damián
Castagnet Lacuesta, Ismael
Cruz Stirling, Juan
Eastman, Tomas
Estín Geymonat, Diego
Ferrari Gesto, Marcos
Figares, Daniel
Gimenez, Carlos
Hernández, Andrés
Julien Lopez, Diego
Julien, Diego
Larroca, Oscar
Lauro, Jorge
Leicht, Federico
Magallanes, Javier
Marchese, Marcelo
Mastromatteo, Juan
Mazziotti, Carla
Morgan, Lilly
Núñez, Estrellita
Ochoa, Aldo Curto
Perera López, José Luis
Pesqueira Nancy
Platero Puig, Soledad
Reinosa, Darío
Rodriguez Beaulieu, Brenda
Salandrú, Alvaro
Salsamendi, Graciela
Sánchez, Manuel
Sarthou, Hoenir
Sicardi, Estrella Adriana
Spagnuolo, Alejandro
Stella, Alfredo
Stenger, Haroldo
Venosa, Gabriela
Ximénex, Gerardo
Manuel Menéndez Fraternalmente
a los compañeros que plantean un cambio de rumbo: Comparto aspectos del
enfoque de uds.,aunque otros no, sobre como conciben el desarrollo,
para mí no se generó con el FA sino crecimiento económico: les envío el
siguiente trabajo:
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